Capítulo 36: Los resultados de su inversión

CRISTINE FERRERA

Como bien había dicho Brenda, lloré sangre. Me dedicaba a hacer ejercicio hasta que mis músculos ardían, al borde de explotar, para después practicar una y otra vez mi andar en la pasarela. Cuando Zafrina presenciaba las sesiones no dudaba en aumentar la exigencia, incluso dándose el atrevimiento de golpearme en las pantorrillas, el trasero o los brazos con una vara para corregir mi postura. 

Sus enseñanzas no se condicionaban solo a andar en la pasarela, sino que era muy estricta con la educación en la mesa y al hablar, exigiendo que cada comida la hiciera con ella, y así también vigilar que me apegara al plan de alimentación. 

Un par de veces llevé a mis trillizos a comer con Zafrina. ¡Era obvio que a ella no le agrad&oa

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