Capítulo 247: El regreso de Eliot

ELIOT MAGNANI

Llegué hasta las enormes puertas de la mansión de Zafrina, estaba cansado, hambriento y sucio. Me aferré con ambas manos a los barrotes, temiendo que pasará alguna patrulla que pudiera detenerme, pero en cambio, las rejas zumbaron permitiéndome entrar.

Fue desconcertante no ver la seguridad de siempre. Entré con desconfianza, atravesando el oscuro jardín. Mis manos punzaban adoloridas, mis palmas y yemas habían sangrado al sujetarme de esas rocas para no caer junto a la camioneta cuando esta saltó por el barranco y la puerta se abrió apenas dándome tiempo para no caer con ella. Tuve que escalar lo más rápido posible para no ser descubierto, provocando que mi cuerpo se cubriera de heridas por esas filosas rocas.

Cansado, llegué hasta la puerta principal sin saber qué hacer. ¿Gritaba? ¿Simplemente tocaba y decía: ya llegué? De pronto la puerta se abrió casi en automático cuando levanté mi puño.

—Estás hecho un asco… —dijo Zafrina viéndome de pies a cabeza—, pero es bueno
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