CARLA ROSSI
—Carlita, Carlita… ¿qué hiciste? —preguntó Jerry en el sofá, con ambos pies apoyados en la mesa de centro—. ¿En verdad esa mujer te ganó en tu propio juego? ¡Por favor! Derek, era tuyo, tu perro fiel, tu pitbull para arrancarle la cabeza a todos los que nos han hecho daño y… ¿qué hiciste? Dejaste que otra ocupara su cama.
Me sentía como una niña regañada y no podía dejar de llorar. Aún me dolía cada caída que había sufrido por culpa de ese malagradecido desequilibrado mental.
—Pensé que eras más inteligente, más astuta… ya veo que tu cerebro de nuez no pudo con un plan tan complicado —agregó negando con la cabeza. Su apariencia bonachona e indefensa podía provocar hasta burla, pero solo yo sabía lo que se escondía detrás de esa camisa de manga corta y bermudas—. El plan era sencillo. ¿Qué pasó? ¿En qué momento te
DEREK MAGNANIEn cuanto regresamos al departamento comencé a empacar la ropa que le había comprado a Sloane, junto a la mía. No llevaríamos mucho y a Brian podría comprarle todo lo que necesitara en cuanto llegáramos a nuestro destino.Sloane le pidió a Brian que se distrajera con las caricaturas, mientras su rostro se transformaba en una mueca de incertidumbre y duda conforme se acercaba a mí. El ruido de sus pasos era imperceptible, aun así, alcanzaba a verla por el rabillo del ojo. Cuando su mano se posó sobre mi hombro, mi cuerpo se tensó y permanecí en silencio y sin ganas de voltear hacia ella.—¿Qué ocurre? —preguntó en tono suave, sin intenciones de ser exigente, pero sabía que no daría el
SLOANE D’MARCOSin terminar de quitarme el vestido, Derek me tumbó sobre la mesa del comedor. Besó mis muslos antes de quitarse la playera, luciendo su piel curtida que cubría sus fuertes músculos. Me sentía tan pequeña entre sus brazos. Apenas bajó lo suficiente el tirante de mi vestido para descubrir uno de mis pechos, al cual se aferró, succionando y mordiendo mientras bajaba su bragueta. Parecía cada vez más desesperado por penetrarme y yo compartía su sentir.Intentando guardar silencio para no despertar a nuestro bebé, follamos sobre el comedor. Me aferré a su cuerpo mientras trataba de mantener mi falda arriba para que no estorbara durante sus embestidas. La mesa comenzó a rechinar y tuve miedo de que las patas se rompieran como las del escritorio del señor Spoti.Derek me llevó en brazos, con mis caderas pegadas a las
SLOANE D’MARCO«Mi hermoso ángel de fuego, lamento irme de esta forma, dejando atrás lo que más amo en este mundo, lo único que me hace desear seguir viviendo pese a todo, pero me di cuenta de que, aunque lo mejor es hacer lo correcto, no es tan fácil.Entregarme ante las puertas del psiquiátrico no es lo mejor, no si tu padre es quien me recibe. ¿Crees que no sería capaz de encerrarme junto a Eliot? Las cosas no serán sencillas, no después de todo lo que ha pasado, no puedo simplemente pedir perdón y esperar que todo se arregle, así que… he decidido tomar el asunto en mis propias manos.Regresa con Cristine, escóndete con ella y por nada del mundo te acerques de nuevo a tu padre. Mantente lejos de él junto con los niños. Prométemelo.En cuanto a mí, espero volver, aunque no
DEREK MAGNANIEn cuanto me di cuenta de que Sloane estaba completamente dormida, escapé de sus brazos. Le coloqué un suave camisón antes de llevarla en brazos, ligera y hermosa, con su cabello revuelto y carita de ángel, recostándola junto a nuestro hijo. Me quedé por un momento sentado en el borde de la cama, viéndolos a ambos dormidos. Me grabé la imagen en el corazón y me dolió.Rebusqué en la maleta que había preparado, saqué un sobre con dinero y la pequeña caja que guardaba mis ilusiones y sueños. Una vez que me vestí para la ocasión, me senté en la mesa y comencé a escribir, dejando con mi puño y letra indicaciones, promesas y sentimientos.No podía simplemente acudir a la p
ELIOT MAGNANI—Maldito hijo de puta… —siseé mientras campaneaba como boya en medio del mar. Derek estaba embistiendo la patrulla con mi auto, destrozándolo en el proceso, y parecía que no le importaba que ellos tuvieran armas y fueran la ley, él insistió hasta que el auto volcó a un costado de la carretera.Todo dio vueltas y reboté en el interior. De milagro no me rompí el cuello, pero no puedo decir lo mismo de los policías, pues ellos parecían inconscientes y torcidos, aún atrapados en sus cinturones de seguridad mientras el auto se balanceaba sobre el techo.Sacudí un poco la cabeza, preguntándome cuál era la intención de Derek, ¿quería matarme? ¿No había sido suficiente con met
ELIOT MAGNANI—Otra prueba de que estás loco… —susurró el doctor mientras retrocedía sin apartar la mirada de mi hermano, quien empezaba a rodear la patrulla volcada para poder alcanzarlo—. ¿Es tanta tu rabia en mi contra que ni siquiera el dolor te detiene?—Dispara una vez más, dispara cuantas veces quieras, pero si me voy a morir aquí, me iré contigo. No voy a permitir que vuelvas a estar cerca de Sloane y de mis hijos —siseó Derek lleno de ira mientras avanzaba con el pecho inflado y la espalda sangrante.Derek estaba en desventaja y por muy feroz que se mostrara, no aguantaría otro disparo. Volteé a mi alrededor, reconociendo el tramo de carretera, me era bastante conocido, y cuando D’Marco apuntó una vez m&a
ELIOT MAGNANI—¿Cómo está Cristine? —El corazón me ardió al preguntar mientras su imagen se proyectaba en mi cabeza. Su hermoso cabello negro, sus ojos verdes y su dulce sonrisa.—Rota… —Derek respondió casi de inmediato y volteó hacia mí—. Te ama tanto que no le importó enfrentarme y mucho menos arriesgarse. Te extraña tanto o más de lo que tú la extrañas a ella.—¡Todo esto es tu puta culpa! —grité furioso y lo tomé por el cuello de la camisa, presionándolo contra la columna, viendo como su rostro se contraía en una mueca de dolor—. Yo iba a ayudarte, te iba a sacar de ahí. ¡Me traicionaste, me usaste y después arruinaste mi vida! &i
ELIOT MAGNANIMientras mi padre vio en mí un digno sucesor, su rechazo hacia Derek aumentó, aunque no fuera algo notorio, era obvio que no olvidaba que, en los momentos difíciles, mi hermano se había acercado a mi madre y no a él. Ahora entendía porque mi padre no luchó por sacarlo de ese hospital psiquiátrico y prefirió darlo por muerto. Vi a Derek en el sofá y sentí lástima, había sido una víctima del conflicto entre mis padres en el que no tenía nada de culpa, pero… ¿no lo fui yo también? Mientras llevaba un par de toallas y un cuenco con agua, pensé en todos esos años en los que hice a un lado a Cristine, ¿no la traté de la misma manera que mi padre trató a mi madre? Haciéndola a un lado como si fuera una apestada, rehusándome a comer su comida, a compartir la cama y ausentándome por largo tiempo de casa. Cada castigo que mi padre le impuso a mi madre, Cristine también lo sufrió, la diferencia es que ella no era culpable de nada, solo de mis traumas. ¿Cuánto puede dañar a un hij