SLOANE D’MARCOCarla dio un par de pasos hacia él, con las manos estiradas como si quisiera alcanzar su rostro, pero Derek la tomó por las muñecas y la alejó con un empujón, rechazándola, rompiéndole el corazón en el proceso, lo pude notar por como el brillo aumentó en los ojos de esa perra, quería llorar. Había cometido un grave error y lo sabía. —Si no quise que entraras al departamento es porque quería hablar primero contigo —soltó por fin Derek—. Quería explicarte que mis planes habían cambiado, aunque aún no sé de qué forma, sin embargo, eso no significaba que te desampararía, pero ¿qué me encuentro después de recibir la llamada desesperada del casero? ¡A ti amenazando a Sloane con un cuchillo! ¡¿Estás loca?! —Derek, no lo entiendes… ella empezó —dijo como una niña pequeña, envuelta en llanto. —¡Está embarazada! ¡No solo atacaste a la mujer que amo sino a mi hijo! —exclamó Derek furioso, podía ver cada uno de sus músculos tensándose debajo de su playera mientras sus manos se
SLOANE D’MARCODerek tomó por el cuello a Carla tan fuerte que pudo ponerla de pie con un solo movimiento logrando que distrajera su atención de mí y volviera a su miseria. Sus planes se habían ido a la mierda, Derek ya no era suyo.—Escúchame bien, huye de la ciudad, huye del país, porque si mi hijo sufre las consecuencias de tu visita, si algo le pasa, si Sloane lo pierde por lo que has hecho hoy, no voy a parar hasta encontrarte y te juro que te ahorcaré con tus propias entrañas —siseó Derek no solo sorprendiendo a Carla, sino también a mí. ¿Cuánto odio y violencia albergaba en su interior para hacer amenazas tan brutales? —Derek… ella… ella… me manipuló, ella… —comenzó a gimotear Carla, pero en vez de causar lástima en él, solo aumentó su odio y desagrado. Ya era muy tarde, el papel de víctima se le había caído y no había manera de recuperar su confianza. Derek la arrojó aún más lejos y se quedó en la puerta viéndola partir, arrastrando lo que le quedaba de dignidad en la suela d
CRISTINE FERRERAEra curioso como un día el departamento había estado lleno de vida, con mis hijos jugando con Luca, Berenice y yo cocinando, mientras esperaba a que Eliot regresara de trabajar, pero ahora, solo podía escuchar el ruido de mi respiración. Mi vida se había caído a pedazos y me sentía tan devastada. Caminé entre habitaciones, imaginándome la familia que había formado aquí y que ahora parecía que no existía. Las últimas gardenias se estaban secando y el repartidor ya no llegaba con más, recordándome que el tiempo había pasado y que Eliot seguía encerrado. Confiada de que Zafrina estaba cuidando de mis niños, decidí entrar a mi habitación, dejarme caer sobre la cama y consumirme en la miseria, llegar a lo más bajo, dejar que el dolor me consumiera y alcanzara hasta la última fibra de mi cuerpo mientras las lágrimas caían por mis mejillas, pero mi boca guardaba silencio. Algo me decía que no podía caer más bajo, ni sentirme aún más sola. Luca debería de estar llegando a a
DEREK MAGNANIEl doctor había regresado el mismo día que había dado la grata noticia, pero cuando nos vio a Sloane y a mí llenos de cortadas y golpes parecía no comprender que había ocurrido con nosotros en tan poco tiempo entre la primera y la segunda visita. Era obvio que lo primero que le preocupó fue violencia doméstica, viéndome con desconfianza y decepción mientras suturaba el brazo de Sloane, pero al notar la herida tan profunda en mi rostro tal vez imaginó que las fuerzas estaban equilibradas. Al final, después de suturar cada herida, no solo pagué por sus servicios, sino también por su silencio. De esa manera volvimos a quedar solos, pero por lo menos ya estábamos suturados y la sangre no sería un gran problema. De inmediato me asomé al despacho, donde mi pequeño Brian estaba acurrucado en el sofá, parecía un cachorrito, había estado llorando, se notaban sus lágrimas secas en sus mejillas regordetas y me sentí mal. Lo tomé entre mis brazos, viéndolo tan pequeño y frágil mie
DEREK MAGNANILa tomé por los muslos, haciendo que enroscara sus piernas a mi cadera y la llevé al baño, desgastando nuestros labios con besos necesitados, ansiosos y desesperados. Por largos veinte años me privé de su cuerpo, no podía seguir desperdiciando el tiempo. La deseaba, mi piel ardía impaciente y debajo del agua tibia la tomé una vez más. Entré lentamente en ella mientras no dejaba de ver su dulce rostro contorsionándose de placer. Sentir sus dedos encajándose en mis hombros mientras su boca entreabierta liberaba dulces gemidos solo me enloquecía más de lo que su cálida y húmeda intimidad ya lo hacía. Entrar en ella y sentir su cuerpo adherido al mío me daba la sensación de dos piezas que se ensamblan a la perfección. Disfruté de su textura y su sabor. Me ensañé con su cuello, mordí sus hombros, encajando mis dientes haciendo que se retorciera y al mismo tiempo sus manos me atrajeran más a ella, desesperada porque no me apartara, deseando que nuestros cuerpos se fundieran.
DEREK MAGNANI—Estabas muy cansado, así que decidimos ir de compras y preparar el desayuno —agregó Sloane con una gran sonrisa. —Ya sabía yo que no podrían hacer algo así con las sobras de comida que había en el refrigerador —contesté con media sonrisa y negué con la cabeza. Me costaba levantar la mirada, como si temiera que en cualquier momento ambos se esfumaran. No sé si Sloane podía leer mis pensamientos como la psicoterapeuta que era, pero tomó mi mano y la posó en su mejilla, demostrándome que era real. Cuando por fin puse más atención en ella, me arrancó el aliento. Llevaba uno de los vestidos que había comprado, era muy parecido a uno que me encantaba y que usaba mucho cuando éramos novios. Su cabello estaba trenzado y a un lado, se veía tan adorable. Besó la cara interna de mi muñeca antes de liberar mi mano, pero yo la mantuve sobre su cálida mejilla, aún embelesado por su belleza. No mentía cuando decía que, ante mis ojos, era la mujer más hermosa que alguna vez había vis
DEREK MAGNANI—¿Qué? —Aunque Sloane parecía hablar con seriedad y el corazón en la mano, mis oídos solo escuchaban irreverencias. Tenía la misma lógica que hablar de unicornios o dragones. ¿En verdad creía que cabía la posibilidad de que amara a alguien más que a ella? ¿En verdad creía que esa persona podría ser Carla?El dolor en su rostro me estaba doliendo a mí también. Me volqué sobre ella, derribándola suavemente sobre el césped. Paseé mis ojos por su hermoso rostro y no podía concebir que esto la estuviera torturando. Acaricié su mejilla lentamente antes de presionar mis labios contra los suyos, depositando un beso lento, suave, deleitándome con su sabor, seduciendo su lengua, mordisqueando sus labios, devorándola con paciencia, disfrutando de ella. —Nunca nadie podrá ocupar tu lugar… —susurré aún con los ojos cerrados—. No hay mujer en este mundo que pueda hacerme sentir lo que siento cuando estoy contigo. Eres mi más grande deseo, mi más profunda obsesión. Me apoyé sobre mis
CARLA ROSSI—Carlita, Carlita… ¿qué hiciste? —preguntó Jerry en el sofá, con ambos pies apoyados en la mesa de centro—. ¿En verdad esa mujer te ganó en tu propio juego? ¡Por favor! Derek, era tuyo, tu perro fiel, tu pitbull para arrancarle la cabeza a todos los que nos han hecho daño y… ¿qué hiciste? Dejaste que otra ocupara su cama.Me sentía como una niña regañada y no podía dejar de llorar. Aún me dolía cada caída que había sufrido por culpa de ese malagradecido desequilibrado mental.—Pensé que eras más inteligente, más astuta… ya veo que tu cerebro de nuez no pudo con un plan tan complicado —agregó negando con la cabeza. Su apariencia bonachona e indefensa podía provocar hasta burla, pero solo yo sabía lo que se escondía detrás de esa camisa de manga corta y bermudas—. El plan era sencillo. ¿Qué pasó? ¿En qué momento te