SLOANE D’MARCO—Mira, Sloane, no hay necesidad de que te pongas en esa postura. Me estás faltando al respeto a mí, un aliado fiel y comprometido… —dijo Luca negando con la cabeza, fingiendo estar herido. —Dramático. —Me crucé de brazos y torcí los ojos.—Por mi integridad física, tu ganas, pero eso no significa que no tenga quejas contra ti. —Levantó las manos y se echó hacia atrás. Quitando mi cara de pocos amigos, intenté sonreír en cuanto volteé hacia Berenice. —Tu carruaje… —le dije y en ese momento Luca se quitó el casco. Tenía la pinta de chico rudo y sexy, salvaje, indomable y feroz, ni parecía que fuera tan insoportable, pero sus ojos delataron que el momento le causaba dolor, tenía miedo de haberse perdido en la memoria de Berenice. —¿Muñequita? —preguntó Luca y extendió su mano enguantada hacia ella, quien no parecía avanzar hacia él. Cuando vi su rostro supe que no lo hacía por desconocimiento o pérdida de memoria, más bien por emoción. Las lágrimas comenzaron a brotar y
DEREK MAGNANISloane regresó al interior, acunando su mano y luchando por no llorar. Después de pensarlo un par de segundos decidí seguirla. No había motivos que me justificaran para hacerlo, en realidad debía de hablar con los señores Spoti y ponerla en evidencia, buscar a Berenice hasta por debajo de las rocas, acusar a Luca de secuestro, meterlo a la cárcel, y demostrarle a esa pelirroja que yo también sabía jugar, pero cada vez que pensaba en hacer eso, veía la emoción en su rostro por su victoria y la esperanza de ver huir a Berenice, y se me quitaban las ganas de arruinarla.Ella peleaba por encontrar esperanza, mientras que yo veía por mi venganza. Nos movía sentimientos contrarios, pero cada pequeña victoria la llenaba a ella de satisfacción y felicidad, mientras que a m&
DEREK MAGNANI—Pensé que me odiabas… —susurré posando mi mano sobre la suya, presionando las heridas abiertas de su palma contra la de mi pecho, dejando que nuestra sangre se mezclara. Entonces sus hermosos ojos regresaron a mí.—Odio lo que estás haciendo. Odio que me dieras la espalda cuando te busqué. Odio que lastimes a gente inocente sin darte tiempo de ver más allá, de darte cuenta de que ellos no tienen nada que ver con lo que te ocurrió… pero lo que más odio es que… —Sloane cerró los ojos dejando que un par de lágrimas cayeran de sus ojos y sus labios temblaran— …pese a todo aún guarde esperanzas de que abras los ojos y te des cuenta de que esto está mal y que quieras enmendar el camino, de que… quieras ser un padre
CRISTINE FERRERASentada frente al fuego de la chimenea levanté mi copa media llena, ya no sabía cuántas llevaba mientras que el festín que había preparado se enfriaba en la mesa. Intenté sonreír con los ojos llenos de lágrimas y un maldito nudo en la garganta que me asfixiaba y que solo con el alcohol lograba pasar ese trago amargo de mi aniversario. Ni siquiera sabía por qué había preparado la cena si, como el año pasado, comería sola. Me casé joven y llena de ilusión, con un hombre atractivo que me llevaba unos cuantos años de más, pero que… creí que… ya sabes, me amaría cuando me conociera. Era una buena chica, detallista, dulce… me esforzaba por hacer hasta el mínimo esfuerzo para ganarme su corazón, ¡Dios sabe cuánto luché por… solo una sonrisa!, pero nada de lo que hacía era suficientemente bueno. Siempre en esta fecha recordaba lo primero que le dije a mi esposo cuando entramos a esta casa, que sería nuestro hogar. Aún llevaba mi vestido de novia y él no dudó en dirigirse a
CRISTINE FERRERACuando el llanto de mis angelitos por fin cesó, tomé mi computadora portátil y la abrí sobre mis piernas mientras que con un pie seguía meciendo la cuna para que el sueño de mis bebés no fuera perturbado o interrumpido. Comencé a teclear con habilidad; no solo quería el divorcio, necesitaba que Eliot firmara un acuerdo donde me cedía la custodia total de los niños. No me importaba si no recibía ni un solo centavo, incluso estaba dispuesta a renunciar a cualquier beneficio que la separación me pudiera ofrecer. ¡No quería absolutamente nada de él! ¡Podía quedarse con su dinero, con su enorme casa y todas las comodidades! ¡Lo único que necesitaba era poner fin a este calvario y llevarme a mis bebés lejos de él! Dudaba mucho que quisiera quedárselos, era un horrible padre, ¿qué haría con tres niños? ¿Cómo podría cuidar de ellos y cubrir todas sus necesidades si solo tenía tiempo para trabajar e ignorarnos?Estaba dispuesta a llevar los papeles al día siguiente a primera
CRISTINE FERRERANuestro matrimonio no solo era un fracaso, sino que había sido un asunto arreglado entre mis padres y los suyos. Sabía de Eliot mucho antes de saber que me casaría con él y admito de manera vergonzosa que lo admiraba, no solo porque era un hombre que parecía más un actor de películas de acción, con su gran altura, sus espaldas anchas, y ese rostro que era la combinación perfecta entre rasgos finos y angulosos, y masculinidad, sino que estaba fascinada por unirme en matrimonio con un hombre tan inteligente, que era capaz de dirigir una empresa como la que tenía en sus manos. No me sentía a su altura y tenía miedo de no ser suficiente. Tenía razón, no lo fui, por lo menos no para él, porque si de algo estoy segura es que yo no dejé de demostrarle que tenía iniciativa y corazón.Mi primer intento de alejarme de él, el primero golpe en mi corazón, fue cuando descubrí que había otra mujer en el suyo. Aún guardaba fotos y recuerdos que veía cuando se sentía melancólico. Iv
CRISTINE FERRERAMe pasé toda la mañana limpiando el piso de la cocina, la cena ya estaba seca y pegada a la losa. Con tristeza tomé el acta de divorcio sucia que se hizo pedazos en cuanto la alcé, la comida la había arruinado.Recordar el fracaso de anoche solo me hizo sentir furiosa y frustrada. ¡Era imposible hablar con ese hombre! —¡Te odio Eliot Magnani! ¡Te odio! ¡Te desprecio! ¡Te aborrezco! —grité llena de furia, con ganas de voltear la mesa, patear las sillas y salir de esa maldita casa con mis bebés para jamás volver—. Eres un hijo de puta. Maldito el día que mis padres decidieron casarme contigo. »Pero hay un puto karma, imbécil, lo sé… y cuando te llegue espero estar cerca para burlarme en tu cara. Terminarás solo y arruinado porque con el carácter de mierda que te cargas, ni tu madre te soportaba —con cada palabra arrojé con furia a la basura esa masa podrida y asquerosa en la que se había convertido la cena de aniversario. De pronto, cuando sentí que la presión de tod
CRISTINE FERRERA—A veces, cuando nos abandonan, entre más pasa el tiempo el cerebro se vuelve traicionero y comienza a olvidar todo lo malo, haciéndonos extrañar a esa persona por la poca bondad que mostró —contestó el señor Uberto con melancolía. Sabía bien a quién se refería: la zorra asquerosa de Ivette—. Eliot solo cree que fue lo mejor que le pudo pasar en la vida porque no recuerda todo lo malo que le hizo. Entre más le prohibía a esa mujer, más se aferraba a ella. A veces me pregunto si me equivoque… —No piense en eso… —dije con tristeza, manteniendo su mano cálida entre las mías. —No puedo evitarlo, porque en el proceso, arruiné tu vida también. —Sus ojos vidriosos se posaron en mí, parecía luchar con las ganas de llorar. Le sonreí con dulzura y negué con la cabeza. —Me dio a un buen esposo, un hombre inteligente que a su vez me dio tres pequeños angelitos. ¿Cómo puede decir eso? Todo está…—No te divorcies de él. —Mis mentiras no habían sido suficientes. ¿Cómo podía enga