SLOANE D’MARCO
—Hacía mucho tiempo que no veía a Zafrina, siempre me gustó regalarle los vestidos más costosos y hermosos a tu madre, así que la contactaba seguido —agregó mi padre ofreciéndome su mano. Cada vez que me veía parecía deshacerse en melancolía y nostalgia—. Le pedía que vistiera a mi muñequita, que la dejara hermosa para mí y siempre cumplía. Esta vez dejó hermosa a mi bebita, no solo para mí, sino para atraer las miradas de todos los hombres más codiciados y ricos de la ciudad. Tengo esperanza de que tal vez, con algo de suerte, conozcas a un hombre mejor que Rinaldi. Aunque, a decir verdad, ya tengo en mente a algunos posibles afortunados.
—Supongo que les harás algún examen de la mente para corroborar
DEREK MAGNANI—¿Qué insinúas? —pregunté entornando los ojos y acercándome a Carla. —Tiene que desaparecer… ella… ella debe de…. —No permití que terminara su frase cuando la tomé por el cuello y la puse contra la pared, intentando contener mi furia. El corazón me latía en la garganta y veía en rojo. Pensé que se asustaría, que pensaría que soy igual o peor que su esposo, pero mantuvo su mirada fija en mí, ni siquiera parpadeó—. Sabes qué es lo único que podemos hacer para detenerla. La conoces mejor que yo y sabes que no se detendrá a menos que hagamos lo que tenemos que hacer. —Yo me encargaré de ella… No te metas —dije entre dientes, entornando la mirada mientras ella posaba sus manos en mi brazo, guardando la compostura. —Recuerda que ella te dio la espalda y dejó que te pudrieras por más de 20 años en esa celda. Recuerda que para ella dejaste de existir y no le importó, no le remordió la conciencia abandonarte. ¿Te preocupa tu hijo?, podemos quedarnos con él, yo lo amaría y lo c
DEREK MAGNANIEl director notó que Sloane estaba tensa, pero ella asintió, intentando convencerlo de que nos dejara solos. —Si pasas demasiado tiempo conmigo, se verá muy mal, esta es tu fiesta de compromiso sorpresa —susurró Sloane cuando comenzamos a movernos por la pista. Mantenía su mirada desviada, pero la mía clavada en su bello rostro. Entonces una suave sonrisa se dibujó en sus labios, los cuales se tuvo que morder para controlar su alegría—. ¿Ya te contó «Carlita» sus problemas laborales? ¡Pobrecita! —¿Crees que será suficiente para detenerme? —pregunté en su oído, dejando que mi aliento se deslizara por su cuello, erizando su tersa piel, tentado a morder la punta de su mandíbula. No podía ocultar que tenerla entre mis brazos me estaba enloqueciendo, deseaba arrastrarla hacia el lugar más oscuro y privado para castigarla por lo que había hecho, someterla, subir lentamente su vestido y condenarme entre sus piernas, hasta hacerla gritar mi nombre.—¿Crees que es lo único que
SLOANE D’MARCOEn cuanto mi padre me dio la espalda yo retrocedí, mareada, confundida, como si hubiera bajado recién de la montaña rusa. Giré en todas direcciones, ansiosa por encontrar a Berenice y entonces la vi al fondo, junto con sus padres. Caminé con paso firme pero presurosa, esquivando con dificultad a la gente que me rodeaba hasta que me planté frente a ellos, tan pálida como un fantasma, tambaleándome como si tuviera fiebre y sosteniendo una sonrisa, queriendo ocultar mi estado tan deplorable. —Doctora D’Marco, ¿está disfrutando de la fiesta? —preguntó la señora Spoti con una gran sonrisa. —Sí, es hermosa… —Le dediqué una mirada profunda a Berenice, entonces me incliné hacia su madre y susurré en su oído—: ¿Me permite hablar con Berenice en privado?—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó a la defensiva, como la mamá osa sobreprotectora que era. —Lo que se avecina puede ser algo muy fuerte para ella, creo que sería bueno que habláramos para que pueda prepararla de la mejor manera y
SLOANE D’MARCO—Mira, Sloane, no hay necesidad de que te pongas en esa postura. Me estás faltando al respeto a mí, un aliado fiel y comprometido… —dijo Luca negando con la cabeza, fingiendo estar herido. —Dramático. —Me crucé de brazos y torcí los ojos.—Por mi integridad física, tu ganas, pero eso no significa que no tenga quejas contra ti. —Levantó las manos y se echó hacia atrás. Quitando mi cara de pocos amigos, intenté sonreír en cuanto volteé hacia Berenice. —Tu carruaje… —le dije y en ese momento Luca se quitó el casco. Tenía la pinta de chico rudo y sexy, salvaje, indomable y feroz, ni parecía que fuera tan insoportable, pero sus ojos delataron que el momento le causaba dolor, tenía miedo de haberse perdido en la memoria de Berenice. —¿Muñequita? —preguntó Luca y extendió su mano enguantada hacia ella, quien no parecía avanzar hacia él. Cuando vi su rostro supe que no lo hacía por desconocimiento o pérdida de memoria, más bien por emoción. Las lágrimas comenzaron a brotar y
DEREK MAGNANISloane regresó al interior, acunando su mano y luchando por no llorar. Después de pensarlo un par de segundos decidí seguirla. No había motivos que me justificaran para hacerlo, en realidad debía de hablar con los señores Spoti y ponerla en evidencia, buscar a Berenice hasta por debajo de las rocas, acusar a Luca de secuestro, meterlo a la cárcel, y demostrarle a esa pelirroja que yo también sabía jugar, pero cada vez que pensaba en hacer eso, veía la emoción en su rostro por su victoria y la esperanza de ver huir a Berenice, y se me quitaban las ganas de arruinarla.Ella peleaba por encontrar esperanza, mientras que yo veía por mi venganza. Nos movía sentimientos contrarios, pero cada pequeña victoria la llenaba a ella de satisfacción y felicidad, mientras que a m&
DEREK MAGNANI—Pensé que me odiabas… —susurré posando mi mano sobre la suya, presionando las heridas abiertas de su palma contra la de mi pecho, dejando que nuestra sangre se mezclara. Entonces sus hermosos ojos regresaron a mí.—Odio lo que estás haciendo. Odio que me dieras la espalda cuando te busqué. Odio que lastimes a gente inocente sin darte tiempo de ver más allá, de darte cuenta de que ellos no tienen nada que ver con lo que te ocurrió… pero lo que más odio es que… —Sloane cerró los ojos dejando que un par de lágrimas cayeran de sus ojos y sus labios temblaran— …pese a todo aún guarde esperanzas de que abras los ojos y te des cuenta de que esto está mal y que quieras enmendar el camino, de que… quieras ser un padre
CRISTINE FERRERASentada frente al fuego de la chimenea levanté mi copa media llena, ya no sabía cuántas llevaba mientras que el festín que había preparado se enfriaba en la mesa. Intenté sonreír con los ojos llenos de lágrimas y un maldito nudo en la garganta que me asfixiaba y que solo con el alcohol lograba pasar ese trago amargo de mi aniversario. Ni siquiera sabía por qué había preparado la cena si, como el año pasado, comería sola. Me casé joven y llena de ilusión, con un hombre atractivo que me llevaba unos cuantos años de más, pero que… creí que… ya sabes, me amaría cuando me conociera. Era una buena chica, detallista, dulce… me esforzaba por hacer hasta el mínimo esfuerzo para ganarme su corazón, ¡Dios sabe cuánto luché por… solo una sonrisa!, pero nada de lo que hacía era suficientemente bueno. Siempre en esta fecha recordaba lo primero que le dije a mi esposo cuando entramos a esta casa, que sería nuestro hogar. Aún llevaba mi vestido de novia y él no dudó en dirigirse a
CRISTINE FERRERACuando el llanto de mis angelitos por fin cesó, tomé mi computadora portátil y la abrí sobre mis piernas mientras que con un pie seguía meciendo la cuna para que el sueño de mis bebés no fuera perturbado o interrumpido. Comencé a teclear con habilidad; no solo quería el divorcio, necesitaba que Eliot firmara un acuerdo donde me cedía la custodia total de los niños. No me importaba si no recibía ni un solo centavo, incluso estaba dispuesta a renunciar a cualquier beneficio que la separación me pudiera ofrecer. ¡No quería absolutamente nada de él! ¡Podía quedarse con su dinero, con su enorme casa y todas las comodidades! ¡Lo único que necesitaba era poner fin a este calvario y llevarme a mis bebés lejos de él! Dudaba mucho que quisiera quedárselos, era un horrible padre, ¿qué haría con tres niños? ¿Cómo podría cuidar de ellos y cubrir todas sus necesidades si solo tenía tiempo para trabajar e ignorarnos?Estaba dispuesta a llevar los papeles al día siguiente a primera