DEREK MAGNANISaqué del auto a Cristine en brazos y la llevé todo el camino en el elevador cerca de mi pecho, sintiendo su aliento. Cuando entré al departamento parecía completamente solo. La llevé hasta su habitación, depositándola gentilmente sobre la cama. Estaba dispuesto a dar media vuelta e irme cuando ella entreabrió los ojos, retorciéndose con pereza. Entonces levantó sus manos hacia mí como si esperara un abrazo. —Este es tu hogar… —susurró y me sonrió—. Ven, hay espacio para todos. Me sentía como un cachorro abandonado bajo la lluvia siendo rescatado. Me acerqué con duda y me recosté a su lado. Me sonrió una vez más antes de tomar mi mano y cerrar sus ojos.Al principio no pude pegar los párpados, estaba esperando a que Cristine cayera completamente dormida para irme, pero la comodidad de la cama y su calor me retenían, ni siquiera me di cuenta cuando caí profundamente dormido.Al abrir los ojos, ya había amanecido y ella no estaba a mi lado. Me levanté abruptamente y ento
DEREK MAGNANIGiré lentamente para encontrarme con Carla, quien avanzó con las manos en el regazo y viéndome con timidez. Su sonrisa era suave y se puso a mi lado, viendo en mi misma dirección. —Cristine es una buena mujer —dijo con un suspiro y agachó la mirada—. Últimamente he pensado que, si Luca no hubiera decidido romperme el corazón, de seguro hubiéramos terminado siendo muy cercanas, tal vez como hermanas. —No pretendo ofenderte, pero… ¿qué haces aquí? ¿No deberías de estar en tu trabajo cuidando de ya sabes quién? —En cuanto volteé hacia ella apreté los dientes. Acerqué mi mano hacia su cuello, donde habían aparecido nuevas marcas violáceas. La mano de su esposo estaba perfectamente dibujada en tonos rojos y morados—. Te volvió a tocar. Carla agachó la mirada y las lágrimas cayeron por sus mejillas. Noté como sus dedos se enredaron en sus mangas y dio un paso hacia atrás. Con dificultad subió el cuello de la blusa que llevaba debajo de su filipina de enfermera. —Solo querí
DEREK MAGNANI— Me alegra ver qué las circunstancias no te depriman —dije con una suave carcajada—. En mi caso no puedo más que decirte que estoy enteramente feliz de estar con tu familia, Cristine es… fascinante, y los niños son un encanto, ni siquiera parecen tuyos.—¡No los toques! —gritó furioso, perdiendo el control, esforzándose por alcanzarme, adhiriéndose a los barrotes con tal de llegar más lejos.—¿Sabes? Llegué a la conclusión de que tanto Cristine como yo merecemos algo mejor. Sloane me dio la espalda, tú trataste como basura a Cristine. Seamos sinceros, no la mereces —agregué mientras caminaba de un lado a otro—. Es demasiada mujer para ti y yo soy un hombre que necesita amor y comprensión después de todo lo que he pasado. —Aléjate de ella… —siseó importante, sabiendo que no podía protegerla. —Esta es mi mejor oferta, Eliot, tomar tu vida en vez de destruirla. ¿Qué prefieres, que lastime a Cristine o que la haga feliz como tú no puedes? ¿No es un ganar-ganar? Tú recibes
LUCA MAGNANI—Luca… Si Derek quisiera torcerme el cuello, ya lo hubiera hecho —refunfuñó Cristine y torció los ojos. ¡Creía que hacer que Derek se convirtiera en un buen chico sería tan fácil como lograr que Eliot superara sus traumas de la relación anterior!, pero no se daba cuenta de que los problemas de Derek eran más grandes. Salvas al perro con la pata rota, no al que tiene rabia. —¡Cristine! Muchas veces las personas se vuelven peores en la cárcel. El encierro y la crueldad pueden trastornar a cualquiera. Tal vez fue un santo, pero no podemos asegurar que lo siga siendo ahora —agregué desesperado por hacerla entender, la tomé de los hombros, clavando mi mirada en la suya, buscando un poco de entendimiento. —Es tu primo, es el hermano de Eliot y el único que nos puede facilitar las cosas para recuperar a Eliot y que no lo lastime —contestó tajante y mi corazón se hizo pedazos—. Tengo que intentarlo, quiero que recuerde que antes de todo esto fue una persona capaz de sentir amo
LUCA MAGNANIConduje lo suficientemente rápido para que, si alguien preguntaba, pensara que en verdad me preocupaba llegar. ¡Cómo era el corazón humano!, ¿verdad? Recuerdo que estaba loco por Carla y la deseaba con vehemencia, pero… entre más tiempo pasaba con Berenice, era como si pasara de ser deseo a desagrado. Me sentía cada vez más desconectado de sus necesidades y miedos, hasta el punto de que me arrepentía de haberla ayudado. Aún estaba mal por su situación, pero su desidia, sus lloriqueos y su falta de valor me estaban retorciendo las entrañas. No había querido hablar con abogados para su divorcio, porque decía que tenía miedo de que su esposo perdiera la cabeza, pero… ¡ya la perdió! ¿Qué esperaba? ¿Una separación sin confrontación cuando ese hombre solo sabe resolver las cosas a golpes?Esa actitud tan pacifista y bondadosa que una vez me derritió, ahora me irritaba. ¿Sería que desarrollé un gusto por las mujeres con más ferocidad, como Berenice? Pasé de interesarme en mujer
LUCAS MAGNANI —Hice algo de comer, creo que un poco de sopa caliente te caería muy bien —dijo Carla alejándome de mis pensamientos catastróficos, entonces me di cuenta de sus golpes nuevos, principalmente esos dedos que tenía marcados en el cuello y cómo intentaba sonreír pese a todo. De nuevo la lástima me embargó y me sentí miserable por ella y por mi actitud de querer hacerla a un lado. Suspiré antes de dejarme caer en la cama y negar con la cabeza. —¿Por qué no te fuiste con la policía para levantar la denuncia de abuso doméstico? —pregunté en un hilo de voz y ella me vio como si fuera obvio. —Porque me quedé a cuidar de ti —contestó confundida. —Carla, esto no va a parar hasta que hagas algo —agregué levantándome de la cama—. Si tú no acudes a la policía y no les dices que ese hijo de puta te maltrata, jamás va a detenerse. —Estaba más preocupada por ti que por él —agregó agachando la mirada, apenada y triste, como una niña pequeña al ser regañada. La tomé de las manos y lo
LUCA MAGNANI—¡¿Cómo se te ocurre regalarle a mi pequeña un taller mecánico en tan malas condiciones?! ¡Cómo si no fuera posible ser más imbécil, le das un auto viejo y asqueroso para que lo arregle! ¡No es tu sirvienta! —comenzó a gritar furiosa la señora Spoti encarándome como una mamá leona, encajando su índice en mi pecho mientras vociferaba.—¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Cómo está Berenice? ¿Cómo está mi bebé? —pregunté conteniéndome para no desmoronarme.—No pienso darte ninguna explicación, prefiero que te carcoma la duda, y vete haciendo a la idea de que mi hija regresará a casa y la mantendré lejos de ti —siseó furiosa antes de cerrar la puerta de la habitación, encerrándose con Berenice.Apenas y pude ver a mi muñequita por un fragmento de segundo, antes de que la puerta se interpusiera en mi vista, parecía dormida y me preocupé de que estuviera en coma o algo así. ¡¿Qué carajos había pasado?!Me acerqué de inmediato, queriendo abrir, pero la señora había bloqueado la puerta y
LUCA MAGNANI—El bebé se encuentra en buen estado, aún está fijado a la pared uterina y su crecimiento parece normal —aseguró el doctor revisando los estudios—. Aun así, Berenice necesita calma y reposo. No puede permanecer mucho tiempo de pie, así será por un tiempo, por lo menos hasta su siguiente revisión en un mes. ¿Entendido?—Entendido, doctor —respondió la señora Spoti frotándose las manos como si tuviera frío, mientras que yo permanecía al lado de Berenice, intentando consolarla, sabía que tenía miedo de perder a nuestra princesa, yo también lo sentía—. Regresarás a casa y ahí te cuidaré. Conseguiré una enfermera que pueda estar al pendiente de ti y…—¿Cómo? —Berenice fue la primera en abrir la boca, aunque la aseveración de su madre también me tomó por sorpresa. —Amor, necesitas que alguien cuide de ti… —contestó la mujer acercándose con esa fachada de santa, pero era como ver a una serpiente deslizándose lentamente hacia mi muñequita—. Es obvio que este hombre no cuidará de