BERENICE SPOTI—Dije que alguien lo hizo, no que yo lo hice… —aclaró y su sonrisa se hizo más grande—, pero no me importa que estés sordita, con todo y tu discapacidad estoy dispuesto a quedarme con tu corazón.¡Era tan insoportable como atractivo!Antes de que pudiera hacer algo, sus manos me tomaron por la cintura y me pegaron a su cuerpo, envolviéndome en un brazo que me sonrojó. Cuando alcé el rostro hacia él, me vio con tanta dulzura que me sentí incapaz de reclamarle algo más. —Te invito a desayunar… —susurró en el momento que frotó su nariz con la mía. —¡Arruinaste mi auto! ¡¿Crees que esa es la mejor manera de llamar mi atención?! ¡Podría demandarte! —Intenté mostrarme furiosa, pero entre más tiempo pasaba entre sus brazos, más me derretía.—No te enojes conmigo, Berenice, ¿ya te dije lo hermosa que te ves hoy? —preguntó en un susurró y besó la punta de mi nariz. —¡¿Cómo no quieres que me enoje contigo?! —vociferé, pero mi cuerpo no hacía nada para salir de sus brazos—. ¡Dé
LUCA MAGNANILo veía y no lo creía, Berenice iba y venía con los niños, subiéndolos a los juegos, esperándolos al final de la resbaladilla, cuidándolos en la piscina de pelotas, y algo se me retorció por dentro. Una idea comenzó a tomar forma dentro de mi cabeza y las palabras de mi tío, el padre de Eliot, llegaron a mí como un eco cada vez más intenso: «Una mujer que sea tu aventura, tu amante o incluso tu amiga, es fácil de conseguir, pero una mujer que sea la madre de tus hijos, no tanto. Cualquiera es buena para ti, pero no cualquiera será buena para ellos».¡Ay no! A ver… ¿qué estaba pasando? Me tallé la cara y de nuevo alcé la mirada hacia ellos. Los niños parecían enamorados de Berenice y… ¿quién no? Era como tener «La Barbie Agente de Modelos», rubia, ojos azules, ropa elegante, curvilínea sin exceso, ya saben, tenía las caderas suficientes para que su andar se quebrara de manera sensual, una cintura estrecha que bien podía cubrir con solo mis manos, y unos pechos adecuados, n
LUCA MAGNANI—Cuando me dijiste que querías que habláramos en un lugar un poco más privado me imaginé una cafetería, no tu departamento —refunfuñó Berenice cruzada de brazos y viéndome con los ojos entornados. —No pienses mal de mí. —¿Lo había hecho a propósito? Tal vez. Si Berenice aceptaba darme una oportunidad, bueno, podríamos reafirmar nuestra relación entre las sábanas. ¡No era culpable de mis deseos por ella! En verdad me estaba volviendo loco. Quería tocarla de alguna manera, sentir su piel, su calor, me volvía loco si su perfume desaparecía. Entre más convivía con ella, más fascinado terminaba. No mentía cuando decía que en tan poco tiempo había descubierto que ella era una chica muy especial y diferente. —En verdad te estás esforzando demasiado. ¿Por qué? —preguntó cuando por fin entró al lugar, tal vez recordando esa noche—. Si crees que voy a ser tu salvavidas emocional para que puedas olvidar a esa mujer que te tiene colgando de un ala, no, no lo haré. Puedes irte busc
LUCA MAGNANISu silencio me hizo abrir los ojos, entonces la encontré como una pequeña niña entre mis brazos, temblorosa y confundida. Quería estar con ella, quería conocerla más, quería comprar un maldito auto destartalado y juntos arreglarlo, aunque no tuviera ni puta idea de cómo hacerlo.Era dulce, inteligente, hermosa y muy perseverante. Era una mujer increíble y por alguna extraña razón no podía decírselo en voz alta, me sentía intimidado porque era más de lo que yo merecía y debía de admitir que su rechazo me estaba carcomiendo el alma. Con ella me sentía bien, me sentía cómodo, podía bajar la guardia, dejar de sumir el estómago y sacar el pecho.Cuando abrió sus hermosos labios, la puerta sonó con golpes desesperados que me tomaron por sorpresa. Berenice se hizo a un lado, limpiándose las lágrimas mientras yo me arrepentía de abrir. Carla estaba del otro lado del umbral, con unos lentes negros de sol escondiendo su rostro. No me dio tiempo de pronunciar su nombre cuando se me
LUCA MAGNANI—Déjame ver si entendí… ¿No fuiste tras de Berenice y dejaste que Carla se quedara en tu departamento? —preguntó Eliot mientras conducía. No sabía si estaba molesto por el tráfico o por mi anécdota.En cuanto abandoné mi departamento, me dirigí hacia el de Cristine. Pasé la noche como cualquier otra, jugando con los niños, molestando a Cristine mientras cocinaba, cenando con ellos porque esa era la primera vez que me sentía en familia. Aunque creí que nadie notaría mi malestar, Cristine no paraba de acariciar mi hombro o mi brazo mientras me dedicaba esa mirada maternal de preocupación, y los niños aprovechaban cada oportunidad para acurrucarse conmigo, como cachorros con frío. No paraban de repetir cuanto me querían y que era su tío favorito, aunque yo sabía que no tenían muchas opciones. Solo tenían dos tíos y uno de ellos estaba en el psiquiátrico. Incluso Eliot se mantuvo a raya y evitó molestarme, lo cual es un gran gesto de apoyo y cariño de su parte. No es precis
LUCA MAGNANIConforme cada palabra salía de mi boca, Eliot parecía desconectarse del presente. Sus manos terminaron aferrándose al volante y noté que su rostro palideció. ¿Cómo enfrentas la noticia de que tu gemelo sigue vivo y en esas circunstancias? ¿Cómo puedes lidiar con una mentira tan grande? Mis tíos habían hecho lo imposible para que Eliot creyera que su hermano había muerto por un arranque de ira, satanizaron a Derek mostrándolo como alguien inestable y tóxico que encontró la recompensa de sus arrebatos al morir, no solo eso, el miedo que le inyectaron directo al corazón hizo que Eliot cambiara su forma de ser, buscando a toda costa jamás cometer los mismos errores. Después de tantos años, ¿cómo lidiabas con eso? —Imposible… —dijo en un susurro, pero algo me decía que no hablaba conmigo, sino consigo mismo.—Lo vi con mis propios ojos… —agregué con la mirada fija en el parabrisas. No era un buen momento para llevar el apellido Magnani, no después de descubrir los secretos
ELIOT MAGNANI—¿Sabes por qué está encerrado? —preguntó Sloane tomándose las cosas con más seriedad.—Luca dijo que por evitar la cárcel al matar al amante de su mujer. En sí, el mero acto me dice que tiene serios problemas de ira. —¿No era de lo que yo sufría? La única diferencia era que yo la reprimía.Sloane me había dicho que la ira era algo normal, pero en mi caso a veces me generaba pensamientos intrusivos y en más de una ocasión pensé en acabar con personas solo por un arrebato de enojo. ¿Eso era normal? ¿Todos pasaban por eso al grado de planear paso a paso su crimen?—¿Crees que tú podrías ser igual? &iq
ELIOT MAGNANISu ropa era casi transparente, llevaba unas medias que le llegaban a medio muslo y un liguero que las sostenía. Cristine se veía tan sexy y seductora que no solo yo desperté, sino que también lo que guardo en los pantalones, mientras se me acercaba con esa sonrisa coqueta.—Cristine… No creo que… sea el momento para… —No alcancé a terminar cuando me quitó el café y me empujó, haciéndome caer en la silla. Mi corazón latía desesperado en cuanto se hincó ante mí.—¿Estás seguro de que quieres que me vaya? —preguntó mientras sus manos subían desde mis rodillas, acariciando mis muslos por encima del pantalón y deteniéndose sobre mi falo&mdash