LUCA MAGNANISu silencio me hizo abrir los ojos, entonces la encontré como una pequeña niña entre mis brazos, temblorosa y confundida. Quería estar con ella, quería conocerla más, quería comprar un maldito auto destartalado y juntos arreglarlo, aunque no tuviera ni puta idea de cómo hacerlo.Era dulce, inteligente, hermosa y muy perseverante. Era una mujer increíble y por alguna extraña razón no podía decírselo en voz alta, me sentía intimidado porque era más de lo que yo merecía y debía de admitir que su rechazo me estaba carcomiendo el alma. Con ella me sentía bien, me sentía cómodo, podía bajar la guardia, dejar de sumir el estómago y sacar el pecho.Cuando abrió sus hermosos labios, la puerta sonó con golpes desesperados que me tomaron por sorpresa. Berenice se hizo a un lado, limpiándose las lágrimas mientras yo me arrepentía de abrir. Carla estaba del otro lado del umbral, con unos lentes negros de sol escondiendo su rostro. No me dio tiempo de pronunciar su nombre cuando se me
LUCA MAGNANI—Déjame ver si entendí… ¿No fuiste tras de Berenice y dejaste que Carla se quedara en tu departamento? —preguntó Eliot mientras conducía. No sabía si estaba molesto por el tráfico o por mi anécdota.En cuanto abandoné mi departamento, me dirigí hacia el de Cristine. Pasé la noche como cualquier otra, jugando con los niños, molestando a Cristine mientras cocinaba, cenando con ellos porque esa era la primera vez que me sentía en familia. Aunque creí que nadie notaría mi malestar, Cristine no paraba de acariciar mi hombro o mi brazo mientras me dedicaba esa mirada maternal de preocupación, y los niños aprovechaban cada oportunidad para acurrucarse conmigo, como cachorros con frío. No paraban de repetir cuanto me querían y que era su tío favorito, aunque yo sabía que no tenían muchas opciones. Solo tenían dos tíos y uno de ellos estaba en el psiquiátrico. Incluso Eliot se mantuvo a raya y evitó molestarme, lo cual es un gran gesto de apoyo y cariño de su parte. No es precis
LUCA MAGNANIConforme cada palabra salía de mi boca, Eliot parecía desconectarse del presente. Sus manos terminaron aferrándose al volante y noté que su rostro palideció. ¿Cómo enfrentas la noticia de que tu gemelo sigue vivo y en esas circunstancias? ¿Cómo puedes lidiar con una mentira tan grande? Mis tíos habían hecho lo imposible para que Eliot creyera que su hermano había muerto por un arranque de ira, satanizaron a Derek mostrándolo como alguien inestable y tóxico que encontró la recompensa de sus arrebatos al morir, no solo eso, el miedo que le inyectaron directo al corazón hizo que Eliot cambiara su forma de ser, buscando a toda costa jamás cometer los mismos errores. Después de tantos años, ¿cómo lidiabas con eso? —Imposible… —dijo en un susurro, pero algo me decía que no hablaba conmigo, sino consigo mismo.—Lo vi con mis propios ojos… —agregué con la mirada fija en el parabrisas. No era un buen momento para llevar el apellido Magnani, no después de descubrir los secretos
ELIOT MAGNANI—¿Sabes por qué está encerrado? —preguntó Sloane tomándose las cosas con más seriedad.—Luca dijo que por evitar la cárcel al matar al amante de su mujer. En sí, el mero acto me dice que tiene serios problemas de ira. —¿No era de lo que yo sufría? La única diferencia era que yo la reprimía.Sloane me había dicho que la ira era algo normal, pero en mi caso a veces me generaba pensamientos intrusivos y en más de una ocasión pensé en acabar con personas solo por un arrebato de enojo. ¿Eso era normal? ¿Todos pasaban por eso al grado de planear paso a paso su crimen?—¿Crees que tú podrías ser igual? &iq
ELIOT MAGNANISu ropa era casi transparente, llevaba unas medias que le llegaban a medio muslo y un liguero que las sostenía. Cristine se veía tan sexy y seductora que no solo yo desperté, sino que también lo que guardo en los pantalones, mientras se me acercaba con esa sonrisa coqueta.—Cristine… No creo que… sea el momento para… —No alcancé a terminar cuando me quitó el café y me empujó, haciéndome caer en la silla. Mi corazón latía desesperado en cuanto se hincó ante mí.—¿Estás seguro de que quieres que me vaya? —preguntó mientras sus manos subían desde mis rodillas, acariciando mis muslos por encima del pantalón y deteniéndose sobre mi falo&mdash
ELIOT MAGNANIComo la mujer previsora que era, Cristine sacó de un pequeño bolso ropa interior nueva, la cual me causó gracia que no fuera lencería sexy, sino un conjunto de algodón con florecitas rosas que la hacía ver encantadora. La mujer seductora, la devoradora de hombres, se había ido de sabático y se había quedado la dulce y tierna esposa que horneaba galletas en sus ratos libres. Se acomodó unos pantalones de mezclilla y una camiseta holgada. Se veía más juvenil y fresca, incluso me preocupé de verme viejo a su lado, pero en cuanto volteó y me sonrió de esa manera tan dulce, toda angustia desapareció. Era un maldito egoísta de mierda, porque sabía que lo mejor sería mantener la distancia hasta saber si era buena idea seguir a su lado o mejor lejos. No quería que los problemas de mi hermano y tal vez los míos la alcanzaran, pero ¿cómo podía alejarme de ella cuando me veía de esa forma? Era la criatura más maravillosa que había tenido la suerte de conocer y la amaba tanto que
LUCA MAGNANI—No quiero arrepentirme de nada, nunca lo he hecho, no voy a empezar ahora. —Alejé mis manos de las de ella y retrocedí—. Conseguiré a un abogado que te pueda guiar durante todo el proceso, pero no voy a volver a este departamento hasta que tú lo hayas deshabitado. No te preocupes por los gastos, yo me haré cargo. »Esa es mi forma de apoyarte en esto y es lo único que haré. Hasta ahí llegan mis esfuerzos, porque no eres mi novia, ni mi esposa… ni siquiera somos amigos. Nunca lo fuimos en realidad, pero me parte el corazón verte así y no soy tan malo como para abandonar a alguien que necesita ayuda.—Luca… —dijo con voz temblorosa en cuanto empecé a retroceder—. Por favor, no me dejes sola aquí. No tengo a nadie más. Yo… no quise incomodarte ni presionarte, por favor, no puedo con esta soledad. Tengo mucho miedo. —Lo siento, Carla —respondí sintiendo un retortijón en el estómago y salí del departamento, arrepintiéndome de haber entrado ahí en primer lugar. Me sentía cad
LUCA MAGNANI—Porque te amo —respondí a Berenice sin dudar y sentí que mi pecho se llenó de aire. ¿Se lo había dicho en serio? Podría haber sido un mujeriego empedernido, pero nunca le había dicho a ninguna mujer que la amaba. Era mi primera vez y estaba seguro de que era la correcta—. Si no te tengo a ti, no quiero estar con nadie más, Berenice. Te lo prometí, seré bueno, haré lo que sea por ti. Quiero estar contigo y quiero hacer las cosas bien, y esa es mi respuesta a por qué quiero hacerlo… porque te amo.»Quiero dejar de viajar, quiero quedarme donde tú estés, quiero ser el hombre que se parta el lomo por ti, quiero dedicarte mi trabajo y mi esfuerzo, quiero que seas lo primero que vea al despertar y lo último antes de ir a dormir. »Quiero ser la primera persona con la que hables de tus problemas porque confías en que podré ayudarte a resolverlos, quiero ser quien te consuele y te proteja, quiero… ¡carajo! ¡Quiero que compartas tu sueño conmigo! ¡Quiero ser quien te apoye a pone