Capítulo treinta y uno

El mesero me observa con mala cara, y yo solo miro el desastre a mi alrededor. La gente no ha parado de mirarme y tengo la impresión de que algunas personas han grabado todo lo que ha pasado.

¿Habrá blogueros en este lugar? ¿Me volveré famosa?

Aunque este no es el mejor momento para eso, no tengo buena pinta y no me he maquillado.

— ¡Awa! — Escucho la voz de Milo y sin pensármelo dos veces corro a su encuentro como si me hubiese abandonado desde hace siglos.

Lo abrazo con fuerza y permito que mi mejilla repose contra su pecho, porque a pesar de que no soy bajita, Milo es muy alto y eso me permite sentirme reconfortada.

— Tranquila, ¡Vamos! — Me toma de la mano y empieza a caminar hacia la salida.

— Milo, debemos pagar la cuenta y he dejado mi bolso en el auto — Él me mira como si no pudiese créelo y frunce el ceño.

— A este paso, voy a gastar en un solo día mi salario de todo un año — Refunfuña y pasa su tarjeta al mesero.

— ¿Q

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