Capítulo treinta y siete

“Siempre he pensado que en un mundo en el que todos buscan ser cuerdos y perfectos, es necesario un poco de locura… Pero, ¿qué sucede cuando la cordura solo se convierte en un concepto efímero?

Awa

Estoy parada como una estúpida frente al portón de casa de los padres de Milo, sé que debería llamar porque aparte de que es muy temprano, estoy en una zona residencial exclusiva de un pueblo costero cerca de Niza y no se ven ni un alma.

Si alguien se asoma a su ventana y me ve aquí parada como una marmota, pensará que soy una acosadora.

¡Un momento! Se supone que lo soy ¿Y si llaman a la policía?

Espero que no suceda, porque últimamente no he tenido ni tiempo, ni ganas de revisar lo que está haciendo Iván, estoy tan perdida de su mundo, que había olvidado que me encontré con su esposa ayer en la clínica de Milo.

¡Pareciese que fue hace una eternidad!

Escucho un ruido agudo acercándos

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