—¡Noo! —Expresó Martín levantándose de la cama y salió corriendo de la habitación de Dara.
Llegó a su habitación, pasó sus manos por el rostro, se sentía impotente, deseaba recuperar a su esposa, pero el miedo lo invadía neutralizándolo, entró al baño se duchó, sin dejar de pensar en lo que estaba pasando. Al salir, se tiró en la cama sin vestirse, no podía y tampoco quería seguir luchando en contra de sus sentimientos por esa mujer, pensó en que tal vez, era el momento de perdonar y olvidar, Dara era su vida, su amor, su pasión, su intensidad, lo era todo para él, con esos pensamientos, se quedó dormido, hasta que en la madrugada al abrir sus ojos, la vio al lado de su cama, hermosa, regia, con su cabello suelto, libre donde destacaban destellos dorados, su bata
Meses DespuésMartín despertó temprano, pero esa vez no iba a trabajar, sino que debía ir a La Asunción a buscar a la familia, llegaban sus padres, los padres biológicos y de crianza de Dara, también Marino y sus hermanos Marcos y Martina, por eso iba a buscarlos en una vans, eran aproximadamente quinientos sesenta y seis kilómetros, salía ese día temprano y se vendrían al día siguiente a primera hora.A su esposa aún le faltaban dos semanas para dar a luz, por eso al despertarse luego de besarla y hablarle a su bebé, se fue a preparar para el viaje, no habían tenido buena noche, porque a Dara debido al tamaño de su vientre y las patadas incesantes del bebé, le costaba mucho encontrar una posición para conciliar el sueño. Estaba terminándose de vestir cuando su demonia de ojos ámbares abrió los ojos, tenía el sueño muy liviano desde su embarazo.—Preciosa, lamento haberte despertado, traté de hacer el mínimo ruido.—No fuiste tú mi vida, es este chipilín, me
Martín estaba feliz, no cabía de la emoción, salió de la sala de reuniones a su despacho con una gran sonrisa y hasta con saltito y baile incluido, caminó al ascensor y esperó a que este llegara, mientras estaba sumido en sus pensamientos, por fin, luego de un par de meses entre reuniones, revisiones de contrato, su pequeña empresa en expansión Marketing y Publicidad M&M, había logrado firmar con una de las mejores empresas de alimentos del país.La empresa de Marketing, la había iniciado en sociedad con su mejor amigo, Marino Russo, desde que ingresaron a la universidad se habían convertido en inseparables, a pesar de que ambos eran de clases sociales distintas, mientras él provenía de una familia de clase media, donde su madre era docente y su padre era contable, los padres de su amigo eran dueños de joyerías, bancos, y socio
Martín los observó, frunció el ceño y creyó entender lo que sucedía, pues Amarantha, durante varios meses atrás había insistido en que terminara la sociedad con Marino —No me digas que tú también vas a empezar con lo mismo, ambos saben que desde que me vine a Nápoles, lejos de mi familia, ustedes son lo más importante. Nada me gustaría más que ambos se llevaran bien, ¡Por favor! Háganlo por el amor que ambos dicen sentir por mí—pronunció tomando a cada uno de un brazo e instándolos a darse la mano y abrazarse.Simularon hacerlo a regañadientes, se dieron un profundo abrazo mientras Martín se retiraba al extremo de la habitación, Marino le susurró a la chica al oído —Voy a contarle la verdad, no se merece lo que le estamos haciendo, me siento miserable.
Marino se quedó pensando en lo que acababa de decirle Martín, nunca perdía la capacidad de asombro con Amarantha, ella es una manipuladora, voluntariosa, poseedora de una increíble capacidad para terminar saliéndose siempre con la suya, aún cuando se viera que habían pocas posibilidades, ella terminaba ganando y obteniendo lo que quería, así fue cuando comenzó a seducirlo fue insistente, lo persiguió y acorraló hasta que irremediablemente cayó en sus garras.No pudo evitar que los recuerdos de la primera vez que intentó ligar con él, surgieran en su mente con la rapidez de un rayo, cuando la conoció no le gustó la actitud de ella, duró más de seis meses coqueteándole, cuando solían salir juntos a discotecas, y veía que Martín no estaba observándola, se subía la falda o
Subió a su habitación, preparó su maleta, volvió a bajar, cuando estaba abriendo la puerta de la casa, escuchó la voz de su madre —¡Qué conste Martín Andrés! Nadie te ha echado de tu casa, eres tú mismo quien ha decidido marcharse, sin embargo, las puertas de esta casa siempre estarán abiertas para ti.—Si aquí no es bien recibida la mujer que amo, tampoco lo soy yo—respondió con decisión—por eso no volveré a pisar tu casa.—¿Tanto la amas para dejar a un lado a tu madre? —lo interrogó incrédula María Martha.
Martín sentía que iba a explotar y por más que trataba de controlar sus emociones estas estaban desbordadas, los muy malditos no dejaban de jadear y expresarse —¡Así mi vida! Mmmm ¡Oh! ¡Por Dios! Eres genial —anunció Amarantha mientras caía encima de Marino totalmente satisfecha, sin dejar de mirarlo—Sabes cómo satisfacerme mi hermoso, ¡Wow! Siempre eres tan salvaje, tan único, por eso no he podido terminar contigo, tú eres mi chico malo, no podría vivir sin ti. Mientras Martín es demasiado bueno, suave e ingenuo, tú eres malicioso, rudo, experto—Pronunciaba sin darse cuenta que Martín los contemplaba consternado y con un profundo dolor en su corazón.—Mujer siempre logras enloquecerme—manifestó acariciando los cabellos y manteniendo su mirada fijamente en ella—me
Martín pensó que debía hacer algo, no dejaba de pensar en la hermosa chica que era Amarantha, una espectacular morena de hermosos cabellos negros y ojos color azabache, labios carnosos, su par de hermosas cúspides que al tenerlos en la boca, lo hacían llegar a la gloria, sintió de inmediato su excitación, por ello sin pensarlo un minuto más se dio por vencido y marcó su número, sintiendo su corazón latir emocionado, mientras su cerebro lo cuestionaba, sin embargo, al final este ganó la disputa, tomó el celular y lo estrelló contra la pared, mientras pegaba un grito de dolor.Buscó otra botella en su despacho, que era el único lugar que no había destruido con su furia, y siguió tomando. Pasado una hora desde que asumió esa posición de saturar su cuerpo con alcohol, tocaron el timbre, se dirigió a abrirlo y al hacerlo estaba ella, hermosa, div
Martín tomó el jeep Rubiconque le había llevado su hermano y las llaves, tenía su equipaje preparado, pasó comprando varios abrigos en un centro comercial, se despidió de Marco y se dirigió a Courmayeur, hizo una parada para tanquear gasolina, se comió un sándwich con un café, pues tenía demasiada hambre, no había comido decentemente desde hacía más de una semana… cuando los recuerdos de Amarantha, se iban a materializar en su mente, inmediatamente los desechó cuestionándose “No pienses en ella, no des cabida a que te haga la vida más miserable”.Después de veinte minutos, continuó su camino, tardó tres horas y media en llegar por la parada que había hecho. Llegó al pueblo de Courmayeur, caracterizado por un pintoresco y reconfortante paisaje montañoso, una ciudad con un alto atractivo turístico, considerado uno de los destinos c