CAPÍTULO 34. LA VERDAD

Dara sentía que su corazón se agrietaba, al verlo acompañado de la chica, quien la observaba con una amigable sonrisa, para su tormento era una mujer bonita y amable, quería llorar y gritar, pero inmediatamente pensó que no se rebajaría, Amarantha se lo había dicho, los hombres como Martín eran un tesoro y cualquier mujer se daría cuenta de lo maravilloso que era. Unas lágrimas intentaron escapar de sus ojos, pero se las limpió con rapidez, las piernas le temblaban estaba a punto de desvanecerse cuando vio a su mamá Tabata parada a su lado sosteniéndola.

—Hola, Martín, ¿Cómo has estado? —interrogó Tabata.

—Muy bien señora—saludó con amabilidad, pero luego dirigió su interés a Dara, su corazón quería salir disparado de su pecho y que su cuerpo saliera corriendo a abrazarla y besarla, sin embargo, su cerebro se resistía y en vez de eso, expresó en un tono más severo de lo que pretendía —¡¿Qué haces aquí Dara?!

—Venía a conversar contigo—manifestó, tomando fuerzas y m

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