Martín estaba feliz, no cabía de la emoción, salió de la sala de reuniones a su despacho con una gran sonrisa y hasta con saltito y baile incluido, caminó al ascensor y esperó a que este llegara, mientras estaba sumido en sus pensamientos, por fin, luego de un par de meses entre reuniones, revisiones de contrato, su pequeña empresa en expansión Marketing y Publicidad M&M, había logrado firmar con una de las mejores empresas de alimentos del país.
La empresa de Marketing, la había iniciado en sociedad con su mejor amigo, Marino Russo, desde que ingresaron a la universidad se habían convertido en inseparables, a pesar de que ambos eran de clases sociales distintas, mientras él provenía de una familia de clase media, donde su madre era docente y su padre era contable, los padres de su amigo eran dueños de joyerías, bancos, y socios en numerosas empresas del continente, sin embargo, eso no impidió que surgiera una gran amistad, que inició el primer día de clases.Martín solo contaba con diecisiete años cuando eso sucedió, estudiaba primer semestre de publicidad y Mercadeo, mientras Marino tenía diecinueve años y estaba repitiendo por tercera vez consecutiva el primer semestre, él iba corriendo concentrado, porque se dirigía con retardo a clases de Comportamiento del consumidor correspondiente al primer semestre, cuando impactó en la humanidad del otro joven, por supuesto más corpulento y fuerte que él, sus libros salieron disparados y como si fuera poco, la bebida que cargaba el chico se derramó en sus cuadernos.
El joven apenado lo ayudó a recoger los cuadernos mientras le decía —¿Estás claro que fuiste tú quien venía distraído y colisionaste conmigo? ¿Cierto?
—Lo sé, siento mucho haberte golpeado es que voy con retardo a clases, porque el profesor llega antes de la hora y cierra la puerta del salón a la hora en punto—declaró Martín.
—¿Estás hablando del profesor Giovanni?—preguntó el joven, a lo cual Martín movió la cabeza afirmativamente—por cierto— continuó el joven—me llamo Marino y también tengo clases de Comportamiento del consumidor.
—¡Vaya!—respondió el jovencito—para ir a la misma clase que yo, vas en dirección contraria, además no estás muy grandecito para ir a la misma clase que yo.
—¿Acaso crees que estás en primaria o bachillerato que es donde debes tener cierta edad para cursarla?. Expresó Marino con un deje de molestia en su voz.
—Lo siento, no fue mi intención ofenderte. Me llamo Martín. Creo que aún tenemos un minuto para llegar a clases, si corremos—inmediatamente lo hicieron y llegaron justo cuando el profesor comenzaba a cerrar la puerta.
Desde ese día se hicieron inseparables, Martín ayudaba a Marino en todo lo relacionado con los estudios, lo instaba a estudiar, hacían los trabajos juntos y se convirtió en una buena influencia para su amigo, de lo cual fueron testigos los propios padres que aceptaron de buena gana a Martín.
Así fueron pasando los años, cuando estaban en el sexto semestre de la carrera, comenzaron a estudiar también ingeniería industrial. Su amistad se fue consolidando con los años, a tal punto que ambos se hicieron huéspedes seguidos en sus respectivas casas, unas veces se iban de vacaciones a casa de los Russo Pascualotto y otras veces a los Landaeta Fernández, Marino se convirtió en otros de sus hermanos, incluso su familia lo había aceptado como un hijo más. Al graduarse a los veintidós años en publicidad y mercadeo, Martín quería crear una empresa de Marketing, pero no tenía suficiente dinero para emprenderla, por más que recibió ayuda de sus padres, quienes pidieron un préstamo al banco, no fue suficiente para poder constituirla, cuando Marino se dio cuenta, le ofreció una sociedad, aportaría todo el dinero necesario y Martín se encargaría de dirigir la empresa. No obstante, este aportó el dinero que habían pedido prestado sus padres y así inició su sueño. Habían transcurrido dos años desde que comenzó con ese proyecto, durante ese lapso habían tenido como clientes pequeñas empresas como tiendas de ropa, restaurantes, talleres mecánicos, pero nunca empresas de gran envergaduras, hasta ahora que habian firmado con esa red de supermercados a nivel nacional con posibilidades de extenderse a todo el continente, a pesar de que ellos tenían un departamento de Marketing, debido a la amplitud de trabajo que implicaba, habían decidido contratar una empresa externa para que trabajaran juntos. Es así como se encargarían de asesorar y apoyar a la empresa, planificando, implementando y controlando actividades de Marketing, para lo cual debían efectuar investigaciones de mercadeo en los nuevos sectores donde se aperturarían nuevas sedes, trabajo que él había adelantado porque tenia la certeza que ese contrato le sería otorgado, de hecho esa fue su ventaja frente a los demás. Aparte de asesorar a la empresa, debía realizar un análisis DOFA, ello con el fin de tener en cuenta y actuar conforme a las debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas, realizar planes y esquematizar estrategias y tácticas de marketing llevando el control y haciéndole seguimientos las actividades que se ejecuten. Salió del ascensor, le pareció extraño que su secretaria lo mirara con una expresión que no supo descifrar, sin embargo, la saludó con amabilidad —Señora Thais, buenas tardes, ¿Cómo ha estado el día de hoy? ¿Ha venido alguien de visita?—Señor Martín, en su oficina se encuentra la señorita Amarantha y el señor Marino. Me pidieron acceso a su oficina y les permití entrada. No se si hice bien—pronunció nerviosa.
—No se preocupe señora Thais, está bien, ellos son dos de las personas en las que más confío, mi amigo, hermano y socio y mi novia, quien en un par de meses se convertirá en mi esposa—expresó con una radiante sonrisa para tranquilizar a la señora, sin embargo, ella no se sintió del todo bien, había algo en la actitud de la novia y el amigo que no le inspiraban confianza, a veces le daba lástima la ingenuidad de Marino.
******************************** Amarantha se encontraba sentada a horcajadas encima de Marino se movía seductoramente, frotando su intimidad con la masculinidad de él, mientras murmullos salían de sus boca, el deseo lo consumía de tal manera que se abrió el pantalón y le rompió la tanga, se introdujo de un solo empellón en su interior, ella lo besaba con pasión mientras ambos se movían violentamente, Marino no dejaba de acariciar y besar su humanidad, no se podía divisar donde iniciaba uno y terminaba otro, entre besos y caricias incendiaban sus sentidos, las palabras sobraban entre ellos, se limitaban a sentir y experimentar hasta que ambos estallaron en un orgasmo. Jadeos y suspiros salían de sus bocas, Marino la apartó un poco para poder retomar aire diciendo—Esto no me hace sentir bien, debes terminar tu relación con Martín, me siento como traidor, nunca debí dejar que me sedujeras. —No es que te sientas traidor, es que lo eres. Pero quiero que tengas claro, jamás terminaré mi relación con Martín, es el hombre que quiero para ser mi esposo, el que será el padre de mis hijos, es tierno, cariñoso, correcto, fiel, aunque no lo creas lo amo. Tú solo eres pasión, un revolcón, solo para que pasemos un rato, pero él es para siempre, nunca querría en mi vida a un hombre que va de mujer a mujer como las abejas de flor en flor. Marino la levantó con molestia, apartándola de sí, se arregló la ropa y caminó hacia los ventanales—Él es un pobretón, con el vivirías alcanzada, en cambio conmigo lo tendrías todo—pronunció con aire de soberbia. —No todo es solo lo material, además algún día Martín conseguirá un contrato millonario que levantará esta empresa—manifestó la mujer con seguridad. —¿Qué tal si le digo la verdad? Que del año que han estado juntos has sido mi amante los últimos cuatro meses—la amenazó el hombre. —¿Serías capaz de causarle daño a tu amigo casi hermano?—interrogó ella frunciendo el ceño con una expresión de suficiencia. —Creo que no estaría causándole daño, más bien lo estaría librando de la arpía que eres—afirmó con rabia.—Pero te encanta fornicar con esta arpía—pronunció acercándosele ya vestida, pero en ese momento, escucharon que abrían la puerta del despacho.
Martín abrió la puerta, sin quitar la expresión risueña que lo caracterizaba, apenas entró observó a su novia y a su amigo, él se encontraba parado mirándo por la ventana mientras que ella estaba en el sofá, sin embargo, su expresión era turbada, dejó de sonreír y preguntó —¿Qué tienes amor? ¿Pasa algo? ¿Te duele algo?
Enseguida Marino se volteó y respondió —Martín amigo querido, creo que es hora de que te diga la verdad, ya no puedo seguir callándola.“No temo al enemigo que me ataca sino al falso amigo que me abraza” Anónimo.
Martín los observó, frunció el ceño y creyó entender lo que sucedía, pues Amarantha, durante varios meses atrás había insistido en que terminara la sociedad con Marino —No me digas que tú también vas a empezar con lo mismo, ambos saben que desde que me vine a Nápoles, lejos de mi familia, ustedes son lo más importante. Nada me gustaría más que ambos se llevaran bien, ¡Por favor! Háganlo por el amor que ambos dicen sentir por mí—pronunció tomando a cada uno de un brazo e instándolos a darse la mano y abrazarse.Simularon hacerlo a regañadientes, se dieron un profundo abrazo mientras Martín se retiraba al extremo de la habitación, Marino le susurró a la chica al oído —Voy a contarle la verdad, no se merece lo que le estamos haciendo, me siento miserable.
Marino se quedó pensando en lo que acababa de decirle Martín, nunca perdía la capacidad de asombro con Amarantha, ella es una manipuladora, voluntariosa, poseedora de una increíble capacidad para terminar saliéndose siempre con la suya, aún cuando se viera que habían pocas posibilidades, ella terminaba ganando y obteniendo lo que quería, así fue cuando comenzó a seducirlo fue insistente, lo persiguió y acorraló hasta que irremediablemente cayó en sus garras.No pudo evitar que los recuerdos de la primera vez que intentó ligar con él, surgieran en su mente con la rapidez de un rayo, cuando la conoció no le gustó la actitud de ella, duró más de seis meses coqueteándole, cuando solían salir juntos a discotecas, y veía que Martín no estaba observándola, se subía la falda o
Subió a su habitación, preparó su maleta, volvió a bajar, cuando estaba abriendo la puerta de la casa, escuchó la voz de su madre —¡Qué conste Martín Andrés! Nadie te ha echado de tu casa, eres tú mismo quien ha decidido marcharse, sin embargo, las puertas de esta casa siempre estarán abiertas para ti.—Si aquí no es bien recibida la mujer que amo, tampoco lo soy yo—respondió con decisión—por eso no volveré a pisar tu casa.—¿Tanto la amas para dejar a un lado a tu madre? —lo interrogó incrédula María Martha.
Martín sentía que iba a explotar y por más que trataba de controlar sus emociones estas estaban desbordadas, los muy malditos no dejaban de jadear y expresarse —¡Así mi vida! Mmmm ¡Oh! ¡Por Dios! Eres genial —anunció Amarantha mientras caía encima de Marino totalmente satisfecha, sin dejar de mirarlo—Sabes cómo satisfacerme mi hermoso, ¡Wow! Siempre eres tan salvaje, tan único, por eso no he podido terminar contigo, tú eres mi chico malo, no podría vivir sin ti. Mientras Martín es demasiado bueno, suave e ingenuo, tú eres malicioso, rudo, experto—Pronunciaba sin darse cuenta que Martín los contemplaba consternado y con un profundo dolor en su corazón.—Mujer siempre logras enloquecerme—manifestó acariciando los cabellos y manteniendo su mirada fijamente en ella—me
Martín pensó que debía hacer algo, no dejaba de pensar en la hermosa chica que era Amarantha, una espectacular morena de hermosos cabellos negros y ojos color azabache, labios carnosos, su par de hermosas cúspides que al tenerlos en la boca, lo hacían llegar a la gloria, sintió de inmediato su excitación, por ello sin pensarlo un minuto más se dio por vencido y marcó su número, sintiendo su corazón latir emocionado, mientras su cerebro lo cuestionaba, sin embargo, al final este ganó la disputa, tomó el celular y lo estrelló contra la pared, mientras pegaba un grito de dolor.Buscó otra botella en su despacho, que era el único lugar que no había destruido con su furia, y siguió tomando. Pasado una hora desde que asumió esa posición de saturar su cuerpo con alcohol, tocaron el timbre, se dirigió a abrirlo y al hacerlo estaba ella, hermosa, div
Martín tomó el jeep Rubiconque le había llevado su hermano y las llaves, tenía su equipaje preparado, pasó comprando varios abrigos en un centro comercial, se despidió de Marco y se dirigió a Courmayeur, hizo una parada para tanquear gasolina, se comió un sándwich con un café, pues tenía demasiada hambre, no había comido decentemente desde hacía más de una semana… cuando los recuerdos de Amarantha, se iban a materializar en su mente, inmediatamente los desechó cuestionándose “No pienses en ella, no des cabida a que te haga la vida más miserable”.Después de veinte minutos, continuó su camino, tardó tres horas y media en llegar por la parada que había hecho. Llegó al pueblo de Courmayeur, caracterizado por un pintoresco y reconfortante paisaje montañoso, una ciudad con un alto atractivo turístico, considerado uno de los destinos c
Martín se encontraba pescando en un pequeño riachuelo cercano a la cabaña, había cortado leña como todos los días, sus perros esperaban a su lado que terminara su tarea.Habían transcurrido tres meses desde que había decidido enclaustrase en ese cabaña, solo había salido a comprar comida dos veces, se mantenía a base de pescado y verduras que habían en un pequeño huerto en un cobertizo que funcionaba como vivero, el ejercicio físico había tonificado su cuerpo, ahora tenía mucho más marcado sus bíceps, tríceps pectorales, por lo que se encontraba en mejores condiciones física.En cuanto a otros contactos externos, se había comunicado con su madre un par de veces y con Marcos, quien cada vez intentaba darle información sobre la empresa, pero a decir verdad poco le importaba, de Marino había sabido que estaba trabajando organizadamente
¿Los fuertes vientos azotaban la cabaña ubicada en lo alto de la montaña, caía una gran nevada, el frío iba aumentando así como Martín sentía su corazón se enfriaba un poco más cada día, desde que ella lo había engañado acostándose con su mejor amigo, “Ya deja de traer a colación nuevamente esa situación”, se dijo, sin embargo, no pudo evitar que la rabia se apoderara de él como le pasaba siempre que recordaba ese episodio y que había producido un cambio considerable en su vida a tal punto de alejarlo de todo lo que alguna vez consideró lo más importante. Allí estaba, convertido en un ermitaño, frío, que no le importaba la gente y tal vez seguiría así hasta el último día de su vida, su ánimo ni siquiera levantaba un poco, ni por ser víspera de navidad, absolutamente nada lograba apaciguar el odio y la decepción que había guardado en su corazón.Su vida diaria era monótona, terminó