Martín se encontraba pescando en un pequeño riachuelo cercano a la cabaña, había cortado leña como todos los días, sus perros esperaban a su lado que terminara su tarea.
Habían transcurrido tres meses desde que había decidido enclaustrase en ese cabaña, solo había salido a comprar comida dos veces, se mantenía a base de pescado y verduras que habían en un pequeño huerto en un cobertizo que funcionaba como vivero, el ejercicio físico había tonificado su cuerpo, ahora tenía mucho más marcado sus bíceps, tríceps pectorales, por lo que se encontraba en mejores condiciones física.
En cuanto a otros contactos externos, se había comunicado con su madre un par de veces y con Marcos, quien cada vez intentaba darle información sobre la empresa, pero a decir verdad poco le importaba, de Marino había sabido que estaba trabajando organizadamente
¿Los fuertes vientos azotaban la cabaña ubicada en lo alto de la montaña, caía una gran nevada, el frío iba aumentando así como Martín sentía su corazón se enfriaba un poco más cada día, desde que ella lo había engañado acostándose con su mejor amigo, “Ya deja de traer a colación nuevamente esa situación”, se dijo, sin embargo, no pudo evitar que la rabia se apoderara de él como le pasaba siempre que recordaba ese episodio y que había producido un cambio considerable en su vida a tal punto de alejarlo de todo lo que alguna vez consideró lo más importante. Allí estaba, convertido en un ermitaño, frío, que no le importaba la gente y tal vez seguiría así hasta el último día de su vida, su ánimo ni siquiera levantaba un poco, ni por ser víspera de navidad, absolutamente nada lograba apaciguar el odio y la decepción que había guardado en su corazón.Su vida diaria era monótona, terminó
Martín subió a su habitación, la abrió pero allí no estaba, fue a la otra intentó abrirla pero estaba cerrada, trató de aperturarla pero no pudo, tocó la puerta por un rato pero la chica no quiso abrirle, insistió —¡Oye! Abre, no seas berrinchuda y susceptible, además tú empezaste, me ofendiste diciendo que no hacía feliz a ninguna mujer, aunque tal vez no andes lejos de la verdad—expresó. No la llamaba por su nombre porque no se lo había dicho, no obstante, siguió insistiendo, pero ella no abrió.Cansado de tocar la puerta sin ningún resultado, bajó a la cocina, le preparó algo de comer, fue otra vez a tocar, pero tampoco quiso abrirle. Nuevamente descendió al salón principal, buscó la llave de la habitación, en el llavero de la casa, las tomó y la introdujo en la cerradura que se abrió en el primer intento, al entrar al dormitorio, c
Martín nunca se había sentido tan sórdido, miserable, ni siquiera cuando vio al par de traidores juntos, sentía que una profunda tristeza, decepción de si mismo se alojaba en su pecho —¡Oh por Dios pequeña! —exclamó, se puso el pantalón y subió las escaleras, escuchó el llanto de ella en el baño, comenzó a tocar la puerta diciéndole —Por favor Dara, no fue mi intención, no sabía que era así, nunca había estado con una virgen, por favor lo siento. Ábreme te juro que no te haré daño—suplicaba entretanto pasaba sus manos por el cabello.Al ver que ella no tenía intención de abrirle, entró por su cuarto y forzó la puerta, al abrirla ella estaba metida en la bañera, sentada, con sus piernas flexionadas en su pecho abrazándose a sí misma convertida en un ovillo, mirándolo con ojos asustados. Martín sintió tanta angustia, le dolía verla así “Oh por Dios, soy un violador, esa desgraciada d
Diez minutos después, Martín la volvió a tomar, recorrió su cuerpo con sus manos embebiéndose de cada parte de ella, Dara le tomó de las manos y comenzó retraídamente a recorrer su cuerpo, lo hacía temerosa hasta que mirándolo a su rostro con un poco de duda le dijo —Enséñame a como tocarte, a darte placer, por favor.Su mirada era tan limpia, tan auténtica, le inspiró ternura, ella era suya, solo suya, ella nunca había tocado hombre alguno y solo lo haría con él, sintió tanto orgullo de ser el primer recipiente de sus deseos, le tomó la mano y la colocó en su pecho, haciéndola mover de un lado a otro. —Tócame, pon tus labios en mi pecho y ve recorriéndome como hice contigo.Ella comenzó a acariciarlo, pasaba timoratamente su mano sobre su pecho, luego la sustituyó por sus labios, dándole pequeños besos, des
Dara salió de la cabaña y se sentó en una mecedora en la parte trasera del corredor, mientras observaba lo oscuro del día, la nieve seguía incesante sin detenerse por solo un momento, tenía tantas ganas de regresar a la tranquilidad de su residencia con Augusto su amigo, con él siempre estaba segura, porque siempre la protegía, ahora entendía que desde que lo conoció cuando tenia dieciséís años había hecho una burbuja para que no sufriera.También tenían sentido las palabras que le dijo la última vez que se vieron, porque en menos de cuarenta y ocho horas había vivido con intensidad, estuvo a punto de morir, fue salvada por un hombre que le había arrebatado su virginidad y con quien había hecho el amor más de diez veces, de quien se enamoro sin proponerselo y también le rompió el corazón.Subió sus piernas a la silla, se las abrazó y puso su rostro en las rodillas, mientras dejaba que las lágrim
Dara sentía que su corazón bombeaba con mayor rapidez, no podía creer que Martín estuviese pidiéndole matrimonio, ¡Por Dios! habían pasado tantas cosas en escasos seis días que le parecía increíble.—¿No es muy rápido Martín? Apenas tenemos escaso seis días conociéndonos, tal vez debamos esperar—intentó tratando de hacerle cambiar de opinión.—Escúchame mi amor, no necesito tiempo para saber que es contigo con quien quiero pasar el resto de mi vida. Por favor no me rechaces, quiero vivir junto a ti y no separarme ni un solo momento, acepta casarte conmigo por favor, llamamos a nuestros padres para avisarles o lo hacemos después, aunque estoy seguro que estarán encantados, porque algo me dice que ellos tuvieron que ver con nuestro encuentro. Nos casámos en la ciudad, duramos un par de semanas aquí, luego visi
María Martha, sintiéndose en desventaja salió corriendo hacia dentro llamando a su esposo —Martino, ¡Esposo! ¡Auxilio! —exclamaba dramáticamente, mientras Dara y Martín la seguían.Al oír los gritos de su esposa el hombre salió corriendo —¡¿Qué pasó mi amor?!—preguntaba nervioso, hasta que pudo ver a la pareja que detrás de su esposa caminaban con un semblante nada amigable—explotó el lío pensó— ¿Ves María Martha? Les dije que no era buena idea, que no debían intervenir en la vida de sus hijos, que eso no podía dar resultado.—Martino, claro que si dio resultado, este par de malagradecidos se casaron y no nos invitaron—reclamó la mujer indignada.—Es lo menos que se merecen por ser tan manipuladores, ¿Nos van a explicar como lo
Dara llegó a casa de sus padres a penas la vieron se fundieron los tres en un gran abrazo —¡Oh mi niña! Ya llegaste. Estábamos preocupados por ti.Ella los abrazó percibiendo el rico aroma de sus cuerpos, le daba tanta tranquilidad tenerlos cerca, eran su motor, su soporte, él único puente seguro en su vida, siempre había sido así.—Papi, mami, los extrañé mucho. Quería recibir la navidad junto a ustedes abrazada como cuando era una bebita—expresó con un dejo de tristeza pero a la vez ternura.—Mi beba, perdónanos por haberte dejado sola, pensamos que Martín…—comenzó a decir la señora pero su esposo, le dio un pequeño codazo a la altura de la cintura para que se interrumpiera, lo cual no pasó desapercibido para Dara.
Último capítulo