—Dime…¿Tú eres…mi esposo? —inquirió mientras sentía que le faltaba aire y todos dirigieron la vista hacia ella preocupados, ante el silencio de los presentes volvió a preguntar—¡Son sordos!...Respóndanme…
—Dara yo…—comenzó a decir a Martín, pero ella lo interrumpió.
—Responde…con si…o un no…¡¿Soy tu …esposa?! —exclamó con rabia.
Los tres contestaron al mismo tiempo, pero respuestas distintas, Marino y su padre respondieron si y Martín respondió no, preocupándose mientras Dara se encolerizaba.
—¿Por qué…mientes?...No puedes…ser sincero…te escuché…cuando dijiste…que eras…mi esposo…a la…enfermera.
—Mi amor, no te molestes, puede hacerte daño, no quería decírtelo, porque pensé que podía ser contraproducente, no fue con intención de mentirte, tenía miedo de tu reacción.
—Quiero… que me … cuentes todo… ¡Ahora mismo! —exigió Dara.
—No cr
Martín vio la tarjeta en manos de su esposa y la angustia inundó su humanidad, se la quitó, la revisó nuevamente y con voz quebrada dijo —Amor, lo siento mucho. Esta tarjeta la hiciste para informarme que estábamos esperando un bebé, después te viniste a Nápoles, tuviste el accidente, no lo perdiste en ese momento, sino luego que padecieras un paro, fue necesario reanimarte con un shock eléctrico y allí lamentablemente fue cuando perdiste a nuestro hijo—concluyó con ojos llorosos.Dara sentía como su corazón se comprimía en su pecho, la invadió una inmensa tristeza, sobre todo porque no podía recordar nada, colocó la mano en su vientre, tratando de recordarse esos momentos, pero no había nada, para ella es como si eso que le contara Martín, le hubiese sucedido a otra persona.—¿Por qué no… puedo…recordar nada? ¿Por qué… mi mente… se niega en …mostrarme esos… momentos?... Me siento…impotente, se … que ese …bebé … me hacía …feliz… con solo… ver…esta tarjeta… ¿Por qué…
Martín condujo hasta la oficina de su abogado e hizo tres cosas, preparó la transferencia de las acciones a su amigo, le dio poder para la venta de su auto y su departamento y mandó a preparar los documentos de divorcio, los esperó, firmó y los envió a la dirección de Dara. Sentía que sus sueños habían quedado destrozados, había quedado peor que cuando Amarantha lo había engañado. Pero juraba por su propia vida que nunca más volvería abrir su corazón, no quería volver a sufrir ese dolor que le quitaba el aliento y lo convertía en una especie de zombi. Llegó al aeropuerto, tomó un vuelo con destino a Milán, visitó a su familia, apenas lo vio su mamá le preguntó que había pasado, le contó con lágrimas en sus ojos todo lo que había sucedido, su madre lo abrazó conmovida, le dolía inmensamente ver a su hijo afectado, no entendía por qué a Martín le había tocado tanto sufrimiento en la vida. —Siento mucho tu dolor—le dijo con el corazón fracturado de la profunda tristeza
Al día siguiente en la mañana Dara, se levantó temprano, se arregló para ir a casa de los padres de Martín. Al verla lista Tabata, preguntó —¿Puedo acompañarte? Con eso veo a María Martha.—Está bien, puedes ir conmigo.Las dos salieron a la casa de los Landaeta Fernández, al llegar les abrió la puerta María Martha, aunque las saludó, Dara se dio cuenta de inmediato que su semblante no era el mismo, ella siempre la había recibido con un beso y un abrazo, pero esta vez su trato fue seco, eso la puso un poco nerviosa.—Madrina, sé que tiene razones para estar molesta conmigo, pero en mi defensa… Debo decir que eso fue lo que recordé, le juro que no fue algo que hice de manera consciente… No me trate con esa actitud fría, nunca lo había hecho desde que la conozco… No lastime más mi corazón, ni alimente mis remordimientos—expresó con sinceridad, con una mirada de preocupación.María Martha, solo se apartó de la puerta y las invitó a entrar y sentarse en la sala,
Dara sentía que su corazón se agrietaba, al verlo acompañado de la chica, quien la observaba con una amigable sonrisa, para su tormento era una mujer bonita y amable, quería llorar y gritar, pero inmediatamente pensó que no se rebajaría, Amarantha se lo había dicho, los hombres como Martín eran un tesoro y cualquier mujer se daría cuenta de lo maravilloso que era. Unas lágrimas intentaron escapar de sus ojos, pero se las limpió con rapidez, las piernas le temblaban estaba a punto de desvanecerse cuando vio a su mamá Tabata parada a su lado sosteniéndola.—Hola, Martín, ¿Cómo has estado? —interrogó Tabata.—Muy bien señora—saludó con amabilidad, pero luego dirigió su interés a Dara, su corazón quería salir disparado de su pecho y que su cuerpo saliera corriendo a abrazarla y besarla, sin embargo, su cerebro se resistía y en vez de eso, expresó en un tono más severo de lo que pretendía —¡¿Qué haces aquí Dara?!—Venía a conversar contigo—manifestó, tomando fuerzas y m
Luego de la conversación con Karina, Dara empezó a ejecutar su plan, con la ayuda de su madre y de Karina, decidió preparar la comida preferida de Martín, un Carpaccio de pescado, realizado con pescado cortado en trozos crudo macerado con zumo de limón, aceite de oliva y queso parmesano.También preparó unos macarrones, consistente en una pasta elaborada con agua, harina de trigo y huevos, con forma de tubitos, los acompañó con una salsa de queso que también elaboró. Con la ayuda de Karina preparó los envases de acuerdo a la cantidad de personas que se encontraban trabajando en el campo. Elaboraron Tereré y lo colocaron en termos y pusieron las comidas en bolsas, al momento de llevarlos, Dara se preocupó porque no sabía montar a caballo y le daba cierto miedo que caye
Ambos siguieron observándose, Dara le tomó el rostro y acercó su boca a la de Martín, él sintió que se sumergía en un oasis de deseo, pero enseguida vinieron a su mente las palabras de Dara “… Me violaste…”—¡Noo! —Expresó Martín levantándose de la cama y salió corriendo de la habitación de Dara.Llegó a su habitación, pasó sus manos por el rostro, se sentía impotente, deseaba recuperar a su esposa, pero el miedo lo invadía neutralizándolo, entró al baño se duchó, sin dejar de pensar en lo que estaba pasando. Al salir, se tiró en la cama sin vestirse, no podía y tampoco quería seguir luchando en contra de sus sentimientos por esa mujer, pensó en que tal vez, era el momento de perdonar y olvidar, Dara era su vida, su amor, su pasión, su intensidad, lo era todo para él, con esos pensamientos, se quedó dormido, hasta que en la madrugada al abrir sus ojos, la vio al lado de su cama, hermosa, regia, con su cabello suelto, libre donde destacaban destellos dorados, su bata
Meses DespuésMartín despertó temprano, pero esa vez no iba a trabajar, sino que debía ir a La Asunción a buscar a la familia, llegaban sus padres, los padres biológicos y de crianza de Dara, también Marino y sus hermanos Marcos y Martina, por eso iba a buscarlos en una vans, eran aproximadamente quinientos sesenta y seis kilómetros, salía ese día temprano y se vendrían al día siguiente a primera hora.A su esposa aún le faltaban dos semanas para dar a luz, por eso al despertarse luego de besarla y hablarle a su bebé, se fue a preparar para el viaje, no habían tenido buena noche, porque a Dara debido al tamaño de su vientre y las patadas incesantes del bebé, le costaba mucho encontrar una posición para conciliar el sueño. Estaba terminándose de vestir cuando su demonia de ojos ámbares abrió los ojos, tenía el sueño muy liviano desde su embarazo.—Preciosa, lamento haberte despertado, traté de hacer el mínimo ruido.—No fuiste tú mi vida, es este chipilín, me
Martín estaba feliz, no cabía de la emoción, salió de la sala de reuniones a su despacho con una gran sonrisa y hasta con saltito y baile incluido, caminó al ascensor y esperó a que este llegara, mientras estaba sumido en sus pensamientos, por fin, luego de un par de meses entre reuniones, revisiones de contrato, su pequeña empresa en expansión Marketing y Publicidad M&M, había logrado firmar con una de las mejores empresas de alimentos del país.La empresa de Marketing, la había iniciado en sociedad con su mejor amigo, Marino Russo, desde que ingresaron a la universidad se habían convertido en inseparables, a pesar de que ambos eran de clases sociales distintas, mientras él provenía de una familia de clase media, donde su madre era docente y su padre era contable, los padres de su amigo eran dueños de joyerías, bancos, y socio