CAPÍTULO 2. ARTIMAÑAS PARA ALEJARLO

Martín los observó, frunció el ceño y creyó entender lo que sucedía, pues Amarantha, durante varios meses atrás había insistido en que terminara la sociedad con Marino —No me digas que tú también vas a empezar con lo mismo, ambos saben que desde que me vine  a Nápoles, lejos de mi familia, ustedes son lo más importante. Nada me gustaría más que ambos se llevaran bien, ¡Por favor! Háganlo por el amor que ambos dicen sentir por mí—pronunció tomando a cada uno de un brazo e instándolos a darse la mano y abrazarse.

 

Simularon hacerlo a regañadientes, se dieron un profundo abrazo mientras Martín se retiraba al extremo de la habitación, Marino le susurró a la chica al oído —Voy a contarle la verdad, no se merece lo que le estamos haciendo, me siento miserable.

 

Ella le respondió en un mismo tono—¡No lo harás! Porque sino dejarás de disfrutar el rico manjar que soy yo. Reconócelo eres adicto a mí—pronunció sonriente.

 

—No hablen en susurro que no los escucho, seguro están refunfuñando, pero bueno con algo se empieza. Además, estoy feliz ¡Porque lo hemos logrado! acabo de firmar el contrato con la red de supermercados más grande del país—pronunció emocionado, a lo que los otros exhibieron alegría, se le acercaron, lo felicitaron y continuó hablando—la mala noticia es que mañana mismo, debo salir de viaje con destino a Palermo, pues allí está pautado que la empresa aperture su sucursal. Así que Marino, te pido estés pendiente de  Amarantha— dijo abrazándola, luego la volteó hacia él y le dio un profundo beso, mientras ella lo tomaba por el cuello para profundizar el contacto. 

 

Marino se quedó viéndolos con molestia, porque le irritaba que él la tocara, la besara, ella se le había metido en lo profundo de su piel y por más que en un principio se resistió a sus coqueteos y seducción, había caído en su tentación y allí estaba, siendo amante de la novia de su mejor amigo, tenía cuatro meses siéndolo y la conciencia no lo dejaba en paz. Con paso firme, salió molesto del despacho y se dirigió al propio, tratando de controlar la rabia que bullía en su interior, mientras en su mente planificaba la forma de alejarlo de ella.

 

Entretanto Amarantha le quitó el saco a Martín y comenzó a desabrocharle la camisa, recorriéndole sus pectorales con sus uñas, provocando unas deliciosas sensaciones en él. —Antha mi amor, creo que este no es el lugar para hacer esto, ¿Por qué no esperamos estar en nuestro departamento?

 

—Porque una noticia como la que nos has dado hace un momento, merece una celebración privada entre nosotros dos, aquí —le dijo con coquetería, separándose de Martín, se quitó la ropa quedando totalmente desnuda frente a él, mirándolo provocativamente.

 

—Sabes que no me gusta hacer el amor en la oficina, pero tú siempre haces que quiera romper las reglas—expresó mientras se le acercaba. Los ojos de Martín brillaron con deseo, y sin poder resistirse más la atrajo y la apretó a su cuerpo, bajó por su cuello besándola y chupándola con pasión, descendió por su clavícula y se posó en sus gemelas, tocándolas y besándolas con ternura, mientras ella recibía las caricias fingiendo timidez. Si algo complacía a Amarantha es que él la trataba como si fuese delicada y ella podía simular que era una chica inocente.

Martín una vez terminado, la levantó con sumo cuidado del escritorio y la llevó al baño interno de la oficina, el cual tenía todas las comodidades, la limpió con suma ternura, mientras la miraba con un profundo amor —Te amo Antha, eres la mujer de mi vida, jamás podría separarme de ti, quiero que unamos nuestras vidas, que tu mirada me acompañe todas las mañanas, quiero convertirme en padre junto a ti y envejecer a tu lado, te quiero bonito, te quiero bien mi hermosa—pronunció con voz ronca, dándole un beso en su frente.

 

—Yo también te amo mi amor, no podría desear un hombre más maravilloso que tú a mi lado—dijo abrazándolo mientras en su rostro se reflejaba una satisfecha sonrisa.

 

Sonó el teléfono de la oficina y Martín salió a su despacho para atenderlo, mientras lo hacía se ordenaba la ropa. 

—Aló Marketing y Publicidad M&M, despacho de presidencia—Saludó el hombre.

—Martín, soy yo, llamaron de la red de supermercados, debes estar esta tarde en Palermo y de allí debes volar a varias ciudades, Florencia, Génova, Turín, Bolonia, Roma, Milán por los próximos tres meses allí—expresó Marino.

 

—No entiendo, se suponía que debía salir mañana en la tarde e iba a estar por las próximas tres semanas ¿A qué se debe el cambio?—preguntó Martín desconcertado.

 

—Desconozco las razones, solo te estoy haciendo llegar el mensaje—comentó con tranquilidad Marino, mientras pensaba que jamás Martín debía saber que había llamado a la empresa y dicho que era necesario empezar cuanto antes y gracias a su intervención, había provocado adelantar el viaje y extender su duración.

 

—Está bien, tendré que informarle a Amarantha, esperábamos pasar el resto del día juntos.  Nos hablamos al rato—mencionó cortando la llamada.

 

Martín de inmediato le dio instrucciones a la señora Thais, pues debía dejar todo debidamente preparado para que su amigo Marino se encargara en su ausencia de la empresa, dejó a su novia en el baño terminándose de arreglar.

 

Esta se había vestido, se sentó en el sillón de Martín y comenzó a abrir los cajones del escritorio con fastidio, había salido luego de ducharse y no había encontrado a Martín, eso era una de las cosas que le molestabas de él, podía pasar de un momento de pasión a atender asuntos de negocios, pasando a segundo plano todo lo demás, mientras que Marino, era todo lo contrario, era un hombre muy apasionado y siempre dejaba de lado a todo lo demás para dedicarse a complacerse o complacerla. 

 

Se mordió los labios, entretanto venían a su mente los recuerdos del momento que habían pasado hacía poco menos de dos horas, sabía que estaba molesto porque quería pasar tiempo con ella, y estaba dispuesta a compensarlo para que se le quitaran esas ideas locas de contarle sobre su relación a Martín, apenas este se fuera, ella se mudaría con Marino a su departamento por las tres semanas de ausencia.

 

Se encontraba en esas cavilaciones cuando su celular repicó, al ver la pantalla no pudo evitar que una sonrisa se dibujara en su rostro, ya extrañaba estar con ese hombre, no se cansaba de él, era puro fuego, dinamita en la cama, al igual que Martin, pero Marino era más pasional mientras que su novio era más cerebral.

 

—Aló—respondió Amarantha—me extrañas, ¿Qué quieres? Una sesión de sexo telefónico, podría hacerlo, el perfecto de tu amigo me ha dejado aquí en su oficina y se ha ido atender asuntos de negocios—respondió con sorna.

 

—No está mal que lo hagamos, aunque mi intención en llamarte es contarte que te tendré toda esta noche para mí—respondió en tono seductor Marino.

 

—No creo, a menos que quieras pasar toda la noche conectado al teléfono o a tu computador—comentó con burla.

 

—Hacemos una apuesta, puedo apostar pasar contigo los próximos tres meses juntos y coger como conejos—respondió en tono burlesco.

 

—No creo, soy toda tuya solo durante las tres semanas que vienen.

 

—Eso lo veremos, lo que se va a ver no se porfía. En menos de una hora tendrás una noticia que a mí me encanta, veremos cómo te la tomas—mencionó Marino carcajeándose.

 

—Hagamos otra apuesta, si tienes razón, te llamaré para que tengas sexo telefónico conmigo mientras hago el amor con Martín ¿Te apetece? —.Pronunció burlándose— ó viceversa.

 

—Por más perra que seas no te creo capaz de hacer eso, si él te descubre estaremos perdidos, y a mí no me importaría, pero tú piensas que él es lo mejor que te ha pasado.

 

—¿Estás celoso mi amante? —interrogó la chica con picardía.

 

—No, pero eso es demasiado turbio incluso para ti—respondió el hombre.

 

—Pues pensé que me conocías, no sabes de lo que soy capaz. Espera mi llamada, además Martín ve por mí, si yo digo que el sol es la luna, él no me debatirá porque está loco por mí, si supieras que antes se negaba a hacer el amor en la oficina, ahora lo hacemos cada vez que yo lo provoco, él baila al son que le toque—concluyó soltando una carcajada. La llamada de Marino la había excitado, él siempre tenía ese efecto en ella.

 

Espero diez minutos más impacientemente y allí estaba Martín, al verla, como siempre expresó su hermosa sonrisa, digna de un anunció comercial de dentífrico —Amor—dijo haciendo un puchero—me has dejado mucho tiempo sola y aburrida, pensando solo en ti.

 

—Mi vida, discúlpame, es que Marino me informó hace rato que lo llamaron de la red de supermercados y debo estar hoy mismo allá y parece que debo viajar a varias ciudades de Italia por la cual mi tiempo de ausencia serán tres meses.

 

Enseguida la chica fingió molestia, pero era tan buena actriz que Martín ni siquiera sospechó que todo era una artimaña, con una evidente expresión de molestia le dijo —¡Eso no puede ser verdad! ¿Cómo que hoy mismo debes irte? Pasaríamos la noche juntos, realmente no entiendo ¡¿Y por tres meses?! —simulaba indignación, mientras Martín se sentía culpable. Se acercaba a ella para tratar de abrazarla, la volteó y la sostuvo por detrás.

 

—Mi hermosa novia, por favor debes entenderme, sabes que andaba detrás de esa contratación, ha sido mi sueño de tiempo atrás, he trabajado duro estos dos años para levantar esta empresa, lo sabes porque trabajaste aquí en la oficina, también te lo había contado y por fin veré mi esfuerzo recompensado, quiero tenerlo todo para complacerte, tú eres una reina y mereces lo mejor, quiero casarme contigo, que tengas la boda más hermosa de todas, que nuestros hijos no les falte nada.

 

—Pero no es justo que me tenga que quedar sola, sabes que no me gusta la soledad, me da temor dormir en nuestro apartamento sola, sabes que no tengo a nadie aquí, no tengo con quien contar, si me llego a enfermar, quien me auxiliará. Sabes que mi amiga vive al otro extremo de la ciudad y vive con su novio, su departamento es pequeño ¿Qué voy hacer? —pronunció angustiada.

—Mi vida, pero no puedo eludir mi responsabilidad con la empresa—expresó Martín preocupado, le conmovía las súplicas de su novia, ella era tan sensible, tan tímida, él siempre era quien la guiaba, pensaba.

 

—No te importo, te tiene sin cuidado lo que me pase—afirmó mientras lágrimas falsas corrían por sus mejillas. Él le tomó el rostro y comenzó a besarle todo el rostro mientras ella fingía estar desolada.

 

—Amor ¿Si hablo con Marino para que te quedes en su departamento o él se quede en el nuestro por mis tres meses de ausencia?—propuso él deseoso de que su novia lo aceptara.

 

—Definitivamente creo que no estás pensando, ¿Cómo me voy a quedar con ese hombre que me odia? Ni siquiera le gusta que tú y yo vivamos juntos. Él me detesta—fingió indignación, mientras por dentro reía de satisfacción, pues le daría una sorpresa a Marino, estarían juntos con la venia de su novio.

 

—No amor, mi amigo es un buen hombre, es otro hermano para mí y lo sabes. Déjame hablar con él y pedírselo, o por lo menos te visite.

—No creo sea buena idea, me sentiría incómoda—pronunció la mujer.

 

—Hazlo por el amor que sientes por mí,  deja que hable con él ¿Sí?—le dijo mientras ella hacía un puchero de inconformidad por lo que presuntamente estaba pasando.

 

De inmediato Martín, marcó el número de celular —Marino, necesito pedirte un favor y no acepto un no por repuesta. Sabes que me iré de viaje, pero Amarantha no quiere quedarse sola en nuestro departamento, ¿Aceptarías venir acá o que ella se quede en tu departamento de vez en cuando durante los próximos tres meses? —interrogó esperanzado.

 

Mientas Martín le preguntaba, Marino  no salía de su asombro por la capacidad de Amarantha de salirse con la suya, sin temer ante nada.

 

                                                                                     

“La mentira y el engaño tienen fecha de caducidad. Al final todo se descubre” Anónimo.

 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo