Capítulo 38Demonio LoboLa noche estaba en su apogeo, con la luna alta en el cielo proyectando un resplandor tenue sobre el terreno que rodeaba la tribu Storm. Amelia avanzaba con pasos silenciosos, cada fibra de su cuerpo tensada con precaución. Sabía que estaba entrando en un territorio peligroso, uno que pertenecía a Seth, pero no tenía otra opción. Cada vez estaba más cerca de la tribu y, con ella, más cerca de encontrar a su hija y a Alanys. Se detuvo bajo la sombra densa de un árbol, manteniendo su respiración controlada mientras evaluaba el área. Su loba, Alhena, estaba inquieta, una sensación que Amelia podía sentir claramente en su interior.—¿Qué te ocurre? —Preguntó en su mente, intentando mantener la calma mientras se cubría aún más con la capucha. —¿Por qué estás tan... nerviosa?Alhena tardó un momento en responder, como si estuviera tratando de encontrar las palabras correctas.—Es la llamada de los lobos de Seth. —Admitió finalmente, con un matiz de incomodidad en su
Amelia observaba atentamente la expresión ausente del hombre frente a ella, mientras sentía una extraña punzada en su pecho. Recién había escuchado la voz nasal de Lilly a través del teléfono de Seth, que había puesto el altavoz por error. Estaba enferma, y el pelinegro, por supuesto, se ofreció a cuidarla. Pero había algo que debía terminar…Esa noche Amelia estaba en su periodo fértil, y era de suma importancia que concibieran a un heredero lo más rápido posible. Cuanto antes quedara embarazada, antes podría deshacerse de ella. Después de llevar a cabo el coito más malo y torpe de toda su vida, Seth se levantó rápidamente para darse una ducha, sintiendo que necesitaba lavarse para quitársela de encima. Al salir del baño, notó que Amelia lo miraba tranquila, pero claramente estaba fingiendo, Seth pedía oler su tristeza a kilómetros, así que se acercó a ella y depositó un casto beso en su frente.—Eres la luna más hermosa del mundo. — Musitó. Sus palabras eran dulces, pero a la vez s
Con el alba, los empleados de la mansión comenzaron con los preparativos pertinentes para la gran cena de esa noche. Todos conocían perfectamente el mal carácter del abuelo y el padre de Seth: Tarvos y Magnus Winchester. Dos hombres despiadados y sombríos a los que todos les temían. Cuando el reloj marcó la hora de inicio para el banquete y Seth no había aparecido, todos los sirvientes presentes no tardaron en ponerse inquietos ante tal embrollo, conociendo muy bien el caos que se avecinaba.El reloj marcó las ocho y cinco, cuando Magnus, el padre de Seth abrió su boca para romper el silencio.—¿Sabes dónde carajos se ha metido tu marido? —Inquirió con autoridad, su voz grave resonando en la habitación.Amelia bajó la cabeza a la par de su mirada que se posó en sus manos. Ella no se atrevía a mantenerle la mirada ni por un segundo, pero no podía ser descortés, así que respondió como pudo.—Seth… Él… —Tartamudeó ligeramente—. Él ha estado muy cargado de trabajo estos últimos días.Magn
Desde de llevar a Amelia a su habitación, Seth finalmente tuvo un momento de paz y silencio, la indiferencia de Magnus y Tarvos, como siempre, lo hartaba. “No permitiré que mis futuros hijos crezcan en este ambiente tan desprovisto de amor”, pensó hastiado. Estaba dispuesto a romper el pacto y si era posible, trataría de salvar a Mia de la muerte.Con la imagen de Amelia en su cabeza, levantó la vista y la vio salir del baño en ese momento. Con su cabellera rojiza húmeda, y su cuerpo pálido, curvilíneo, pero a la vez frágil y delgado; era su esposa, cuidadosamente seleccionada por él. Mia era la mejor opción para él. Ella era tonta y sumisa, necesitada de amor, no tenía familia o amigos cercanos, y cualquier muestra de bondad, por más pequeña que fuera, era suficiente para manipularla.Hasta el momento, parecía seguir creyendo sinceramente que su matrimonio era una unión de amor. Por eso, había estado esforzándose al máximo para agradar a su familia y a los miembros de la manada. A ve
Amelia sacó de su bolso la comida que había preparado para Seth y se la entregó, luego se preparó para irse. Sabía que Seth odiaba comer con otras personas, y Magnus y Tarvos siempre imponían ceremonias y protocolos en la mesa que podían hacer que hasta la comida más deliciosa se volviera desagradable. Comer con Seth era, de alguna manera, un privilegio de Lilly. Pero al ver la figura decidida de Amelia alejándose, Seth no pudo evitar fruncir el ceño.—¿A dónde vas? ¿Por qué no te quedas? Como su esposa, aparte de en las reuniones familiares, nunca había comido a solas con él. No era de extrañar que su padre y los demás empezó a sospechar. Pero Amelia malinterpretó sus palabras.—Hay cosas que hacer en casa, padre dijo que las ventanas necesitan limpieza. Si empiezo por la tarde, debería poder terminar antes de la noche. Los soldados pueden devolverme los utensilios. Amelia no comprendía el repentino cambio de actitud de Seth, pero como una Luna no reconocida, tenía demasiadas preocup
Llegó la noche del festival del pueblo, aunque más bien era de madrugada porque la celebración debe llevarse a cabo a las tres de la madrugada, el demonio Aamon era muy exigente y desde luego que nadie en el pueblo quería provocar su ira.Amelia se puso el atuendo tradicional de Luna y, junto con Seth, se dirigió a la plaza central del clan. Allí, algunos ancianos que parecían muy jóvenes, pero en realidad habían vivido durante mucho tiempo, se despedían de sus familias, listos para partir hacia el eterno lugar sin preocupaciones ni tristezas. Esta era una tradición del clan Bllod Moon, y cada anciano debía cumplirla. En unos pocos años, Tarvos también llegaría a su momento.Seth se subió a una plataforma elevada, donde pronunció unas palabras de bendición para los ancianos y anunció el embarazo de Amelia, informando que la manada tendría un nuevo heredero. Al escuchar esto, la multitud estalló en vítores, y todos comenzaron a cantar y bailar para celebrar la ocasión. De repente, una
En el callejón que daba al bosque, luego de que Seth y Lilly ya se habían ido, Amelia, escondida detrás de una roca, soltó un bufido desganado al tiempo que se secó las lágrimas con el dorso de sus manos, estaba tan absorta de sí misma que ni siquiera notó cuando comenzó a llorar. Se levantó de la roca con las piernas entumecidas, se sacudió el musgo que se le había pegado en sus rodillas, para luego prepararse para regresar a casa. Pero justo cuando salió de la sombra de la roca, bajo la luz de la luna, una voz joven sonó detrás de ella saliendo de la oscuridad del denso bosque.—No quiero ser entrometido… Pero, parece que tú eres la otra protagonista en esa conversación, ¿Cierto…? —Comentó un joven apuesto y musculoso que saltó desde un árbol con ramas frondosas.—¿Qué? ¿De qué hablas? Yo no… ¿Qué conversación? —Farfulló ella confundida por su repentina aparición, intentando ocultar los secretos de la manada, pero ella era pésima mintiendo y su torpe intento por hacerlo solo empeor
Seth llegó a la casa de Lilly y como de costumbre, entró por la puerta trasera para que nadie lo viera llamando a la puerta, al entrar fue directo a su habitación en la segunda planta de la casa y le sonrió al abrir la puerta y verla esperándolo en la cama con su sensual pijama puesta.—Allí estás… —Comentó Seth esbozando una amplia sonrisa.Lilly solo se cruzó de brazos y volteó su cara, soltando un bufido cargado de celos.—Oye, preciosa. No me digas que estás celosa de nuevo… —Comentó el pelinegro en tono divertido mientras se subía encima de ella.—Como no estarlo si últimamente pasas más tiempo con ella que conmigo. —Refutó la rubia frunciendo el ceño.—Cariño. Te aseguro que mi amor por ti jamás cesará. Eso tenlo por seguro… —Respondió Seth con firmeza. —¡Es más! Te prometo que nunca me enamoraré de Amelia.—Claro, por eso es que la proteges tanto ¿No? —Insistió ella fulminándolo con la mirada.—Si lo dices porque paso más tiempo con ella, lo hago porque es mi deber, está embara