—Vámonos, René, él solo quiere confundirte, inventarte algo… para que dejes de creer en mi palabra, y creas en él, solo desea engañarte… no le hagas caso, hijo, en este tiempo he sido yo quien te ha cuidado, a estado a tu lado —decía la mujer con vehemencia visiblemente nerviosa.Greta agarró la mano de René para llevárselo, sin embargo, antes de dar un paso, Carter se la tomó y lo apartó. —¡Suéltalo! ¡No te lo vas a llevar! Será él quien decida lo que hará sin ninguna presión de tu parte —sentenció Carter.René se llevó las manos a la cabeza, y su respiración comenzó a acelerarse.—Habla conmigo, René. ¿No recuerdas? —preguntó Carter.Sin embargo, no respondió, se mantuvo en silencio.—¡Vámonos René!—René no se irá contigo —afirmó Carter—, no así cómo está ahora. —Yo no me voy de aquí sin él, si no se va, ¡Entonces yo me quedo! —dijo la mujer con una expresión desafiante. —¡Pues no! ¡Él se queda, y tú no te quedas en mi casa! ¿Te vas de aquí o te mando echar con los de seguridad
Los labios de Carter rozaron los suyos con una tierna suavidad que contradecía la urgencia que latía bajo su piel. Con una necesidad innata de explorar el cuerpo de la mujer que había amado por demasiado tiempo, le recorrió el cuello, saboreando el calor de su pulso bajo la boca. La respuesta de ella, fue un suave gemido, delicado, pero cargado de deseo, sin embargo, él pensó que había hecho algo mal y es que a pesar de toda la experiencia s3xual que había tenido en su vida, se sentía como si fuera la primera vez, y en cierto sentido lo era, porque ahora se daba cuanta que nunca había estado con una mujer que amara, y a Alejandra la amaba más que a su propia vida, y siempre la antepondría frente a todos, incluso ante sí mismo.Por eso se quedó un momento inmóvil, y sus ojos se clavaron en los de ella, buscando cualquier señal de incomodidad.—Lo siento, ¿Te lastimé?, preguntó con voz preocupada.La sonrisa de ella era suave, tanto una tranquilidad como una invitación. —Sabes, no so
A pesar de saber que había estado en una pesadilla, el corazón de René latió con fuerza contra su pecho, mientras se levantaba agitado, con los restos de la pesadilla pegados a él como una segunda piel. Respiró entrecortadamente y, por un momento, permaneció congelado, atrapado entre sus pesadillas, mientras en su oído se escuchaba el eco de un grito, no sabía si era suyo o del fantasma de sus sueños, lo que era cierto es que allí estaba, como una terrible presencia en el aire, aunque no recordaba nada de lo ocurrido, sabía que no era bueno, pero desconocía el porqué.Impulsado por la necesidad de deshacerse del terror, René se dirigió a trompicones hacia el cuarto de baño. La fría baldosa que pisaba le hizo tocar el grifo con los dedos temblorosos. El agua caía en cascada, una sinfonía relajante que ahogaba la inquietud de su mente.Se salpicó la cara repetidamente, cada puñado de agua intentando borrar el miedo que le atenazaba la garganta, miedo a descubrir que había en su mente,
Respiraba tan pesadamente que le dolían los pulmones y el corazón le golpeaba en el pecho con una fuerza inusual. Todo su cuerpo temblaba, empapado en sudor frío, esa fue la primera sensación que percibió al despertarse, con el terror de la pesadilla todavía arañando los bordes de su conciencia. Allí, en aquellos primeros y crueles momentos de vigilia, los fragmentos de su sueño se fundieron en un recuerdo, un recuerdo que había enterrado en lo más profundo de los recovecos de su mente, rezando para que nunca resurgiera. Respiró entrecortada y agitadamente, luchando cada vez que la oscuridad del sueño se retiraba y dejaba atrás la luz cruda e implacable de la realidad. Se encorvó, aplastado por el peso del pasado, y su cuerpo empezó a temblar entre sollozos. Se sintió desdichado, completamente derrotado por la aparición de aquellos viles recuerdos. ¿Cómo había podido olvidar? No, no había olvidado, ¿cómo se había permitido olvidar? Y ahora, el dique se había roto, inundándolo con i
René salió de allí con el peso del dolor, hundiéndolo de manera irremediable. Escuchó los pasos de su padre detrás de él, pero no quería que lo alcanzara y empezó a correr, mientras sentía que las lágrimas rodaban por sus ojos.Una vez que se alejó lo suficiente, tomó su celular, no sabía a quién llamar a donde ir, una ráfaga de nuevos recuerdos lo inundó y el peso de su pasado lo volvió a golpear con una fuerza desgarradora.Se detuvo en seco en mitad de la acera, sin rumbo fijo, con la mente abrumada por los fantasmas que lo atormentaban. René apretó con fuerza el celular entre sus manos temblorosas, sintiendo un nudo en la garganta que amenazaba con ahogarlo. Respiró hondo tratando de contener el torrente de emociones que lo invadía, pero era inútil. Se sentía atrapado en un laberinto sin salida, sin saber qué camino tomar para escapar de sus demonios internos.Se lanzó al suelo mirando a su alrededor con la mente nublada por la confusión y el dolor, mientras los recuerdos lo asf
Carter cuando vio a su hijo marcharse corrió hacia él, pero no le dio alcance, tenía la impresión de que había recordado algo que lo había lastimado. Cuando regresó a la casa, Alejandra lo estaba esperando.—¿Qué ocurre? ¿Dónde se fue René? —preguntó ella mirando hacia atrás, como si esperara verlo aparecer en cualquier momento.—Se fue, dice que no tiene cabida en nuestra perfecta vida —pronunció con un suspiro—, no pude detenerlo, pero hay algo extraño que está ocurriendo con él —dijo con preocupación.—Entonces búscalo o manda por él, no lo dejes solo, Carter —dijo con recelo—. Sabes, cuando recuerdo con tranquilidad mi relación con tu hijo, me doy cuenta de que muchas veces tuvo comportamientos extraños, cambiaba de humor, a veces parecía otra persona… es cómo si él no sé … se drogara y me pregunto ¿Sabes si tu hijo era adicto a las drogas antes de que tuviera el accidente? Carter miró a Alejandra con incredulidad, sin poder creer lo que estaba insinuando. Sabía que René había s
Los ojos de Carter se detuvieron en la figura demacrada que se desplomaba contra la fría pared de hormigón, una sombra de su hijo, tan solo unas horas atrás, vibrante. A medida que se acercaba, el hedor del sudor asaltó sus sentidos, pero fue la visión de René con los ojos hundidos y ajeno al mundo, lo que provocó una aguda punzada en el pecho de Carter. Una agitación de emociones amenazaba con abrumarle: dolor por el niño perdido en aquel abismo, vergüenza por sus propios fallos y un agudo sentimiento de culpa que le arañaba las entrañas. Este era el legado de su abandono, una herida que se había infligido no solo a sí mismo, sino a su propia carne y sangre.—Por favor, sáquenlo de aquí —se quebró la voz de Carter mientras hacía un gesto al guardia, con su súplica apenas por encima de un susurro. El guardia asintió secamente, abriendo la pesada puerta y guiando a René hacia la luz mortecina del pasillo.Cuando salieron, Carter tendió la mano tímidamente y cogió a René por el braz
La insistencia de Carter fue detenida por una risa fría y llena de desdén. —¿Feliz? —repitió René, la palabra sonaba grotesca en su boca—. Tu concepto de felicidad y el mío no son iguales, padre. Para ti, la felicidad es una familia perfecta y un trabajo exitoso. Para mí... Se interrumpió a sí mismo, sus labios se apretaron en una línea dura y sus ojos centellearon con amargura. Se volvió hacia Carter y le dio una sonrisa desgarradora. —Para mí, la felicidad es simplemente despertar sin sentirme como un completo fracaso… no tener esos recuerdos recurrentes que me destruyen, es como si alguien enterrara filosos puñales en mi interior.Carter sintió que las palabras de René lo golpeaban como un puñetazo en el estómago. Esa revelación desnuda e impactante era más de lo que podía soportar. —Hijo no sé qué tanto has sufrido en el pasado, pero si podemos cambiar... —empezó a decir, pero fue interrumpido por René.—No puedes entenderlo ¿Crees que con esas palabras se va a borrar el horr