Dios sabe que él quiso detenerse, que así no quería estar con ella, porque aunque no estaba al cien por ciento consciente, era lo suficientemente astuto para saber que algo estaba pasando, la Alejandra que conocía no sería capaz de entregarse a él, sin embargo, no pudo detenerse.La tomó entre sus brazos y cayeron juntos en la cama, el deseo entre ellos era inmenso, y con el fuego que se agitaba en sus venas no pudo detenerse. El roce de sus pieles aumentó la electricidad que ya flotaba en el aire, convirtiéndose en un hilo conductor de pasiones desbocadas y deseos desenfrenados. Pero había algo más, un temor latente en lo más recóndito de su ser, una duda anclada a su pecho.—Alejandra... —intentó de nuevo él, con la voz ahogada por las emociones.Ella simplemente sonrió, pasando su dedo índice por los labios de él, silenciando cualquier intento de protesta. Quería que la realidad se suspendiera, que nada más existiera más allá de ellos dos. La niebla del placer amenazó con envolv
Clara salió furiosa de la habitación, no podía creer que todo le hubiese salido mal, encontró al ama de llaves. —¿Qué pasó señora? ¿Dónde está el hombre?Clara gruñó y sin importarle que se trataba de su aliada, terminó empujándola sorprendiendo a la mujer que cayó de largo a largo en el piso.—¡Apártate de mi camino! —exclamó Clara llena de furia.—¿Qué le pasa señora? —dijo la empleada, tratando de incorporarse y aguantándose el dolor que le daba.—¡Qué todo salió mal! Que debemos ver si Alejandra y Carter están juntos… ese empleado imbécil no supo hacer nada —subió los peldaños de las escaleras de dos en dos.Le dio al picaporte de la puerta intentando abrir, pero esta no cedió. —¡Abran la m*****a puerta! —gritó Clara, golpeando con furia la resistente madera de roble, pero nada ocurrió.El ama de llaves, aún tambaleándose después del empujón, se apresuró a sacar su llavero, pero al revisar, no tenía la llave.—No la tengo señora.—Entonces ¡¿Por qué no buscas la maldit4 llave?! ¿
Clara, al escuchar salir a Carter y la discusión entre ellos, supo que ese era el momento para ella intervenir, aunque era evidente por el enfrentamiento que tuvieron, que las cosas entre ellos no estaban bien, pensaba que no estaba nada mal, que ella pusiera un grano de arena para que eso se mantuviera así.Por eso caminó con el aire de dueña y señora de la casa a la habitación dónde se encontraba Alejandra. Abrió la puerta con violencia mientras se burlaba de la joven que estaba hecha un ovillo en la cama sin dejar de llorar.Cuando vio a la mujer se incorporó con una mezcla de rabia y de temor.—¿Qué haces en mi habitación? —preguntó dejando de llorar, porque no quería demostrar ninguna debilidad ante la arpía frente a ella.—¿Aún te llenas la boca llamándola tu habitación? —dijo con sarcasmo.Se quedó viendo a la chica con una expresión mezcla de burla y desprecio.—Ya veo, así que por fin Carter te llevó a la cama… eso es lo que más quería… hasta que se le hizo —pronunció con ma
Carter salió de allí sintiendo el peso de su conciencia, las palabras de Alejandra se repetían una y otra vez en su cabeza.Él sabía que no había hecho nada malo, pero no era tonto para no darse cuenta de que algo había ocurrido y alguien lo había drogado a él y a ella, quizás todo era orquestado, pero no entendía por qué.Decidido subió a una lancha porque necesitaba buscar respuesta, necesitaba saber si era verdad lo que había dicho ella sobre su hijo, y aunque una parte de él quería desechar esas acusaciones, en contra de René, otra parte sospechaba que ella tenía razón.Mientras piloteaba la lancha, un caudal de recuerdos llegaban a su mente sin poder detenerlos.Luego de que descubriera la verdad de quién fuera su esposa, y la echara de la casa, aún ella jurando que esperaba su hijo, no le creyó, ni siquiera accedió a hacerse una prueba de ADN, porque la sola idea de tener un hijo con una traidora como ella lo enfermaba.Así que luego de echarla, siguió con su vida, esta vez man
Suspiró profundo, cada recuerdo era como un aguijón doloroso en su cuerpo, si de algo se había arrepentido en su vida, fue el no retener a Greta y esperar que tuviera al niño para hacerle una prueba de ADN, porque así él habría asumido su cuidado, después de todo su abuelo Alexis lo había hecho por su madre y había sido un padre perfecto, ese era un remordimiento que lo había llevado a cometer otros errores con su hijo y que lo laceraban por dentro de manera inmisericordeDespués que supo que era su hijo se lo llevó a su casa, pero ese resentimiento que creció en el interior de René era insuperable, no importaba lo que hiciera por él, como intentaba resarcir el daño, la verdad es que lo había rechazado y eso era algo que no podía cambiar.Se enteró de que Greta lo había dado a luz, intentó entregárselo, pero ante su negativa se lo regaló en la calle a una mujer, y nunca más se acercó de nuevo a él. Esa mujer lo puso a entretener a la gente cuando apenas era un niño de un año para roba
Mason retrocedió, saboreando el regusto metálico de su propia sangre. Sus labios estaban partidos, pero la sonrisa todavía estaba allí, una cicatriz de insolencia que desafiaba a Carter.Carter respiró profundamente, su pecho se movió en un vaivén descontrolado por la rabia que lo consumía. Mason se retorció sobre el suelo, sujetándose la cara con ambas manos.—Sácala de tu boca —masculló Carter, volviendo a golpearlo, apuntando al lánguido cuerpo tendido en el suelo—. No tienes derecho a hablar sobre ella de esa manera.Mason levantó la vista hacia él, una mezcla de miedo y sorpresa pintada en su rostro tras el golpe inesperado. Intentó balbucear unas palabras en defensa, pero Carter no le dio tiempo.—¿Cómo pudieron? —sin embargo, no esperó respuesta y lo enfrentó de nuevo tomándolo por el cuello—, ¿Quién le dio la droga a René?Como el muchacho se quedó en silencio, él apretó con mayor fuerza alrededor de su cuello, ocasionándole una tos convulsa. El rostro de Mason se tornó morado
El médico parpadeó, asombrado por la petición y la dureza de las palabras de Clara. En un tono severo, respondió.—Señora, creo que se ha equivocado, no hacemos ese tipo de procedimiento aquí. Y mucho menos sin el consentimiento de la mujer afectada. Así que olvídese, no haremos eso. Clara miró al médico con ira. A pesar de su desprecio, se dio cuenta de que no podía hacer nada al respecto. Pero ya estaba ideando un plan para que fuera la misma Alejandra quien decidiera acabar con la vida de ese niño, de todas maneras dicen que las madres son capaces de hacer de todo por sus hijos, pensó la mujer con un deje de malicia en su mirada.Caminó a la habitación donde yacía Alejandra ya estaba preparada para enfrentarla. Con un suspiro cargado de determinación, Clara empujó la puerta y entró. Alejandra estaba recostada en la cama, pálida y frágil, pero sus ojos destilaban una fuerza que Clara no esperaba encontrar.—Hola, Alejandra —dijo Clara con suavidad fingida.Alejandra levantó la vi
Las empleadas solo podían mirar boquiabiertas, incapaces de moverse. En ese momento, el mundo pareció haberse paralizado, excepto para Carter.El tiempo se arrastró como si cada grano de arena en el reloj quisiera hacerle sentir cada momento de la agonía de Alejandra. Los ojos de la joven estaban vidriosos y comenzaban a perder su brillo, su pecho subía y bajaba con dificultad cada vez más. La vida de Alejandra se desvaneció rápidamente entre sus dedos.—¡No te vayas, Alejandra! ¡No me hagas esto! ¡Lo siento mucho! ¡Me equivoqué! Por favor, no te mueras —gritó Carter al borde del llanto.Con cada latido lento y agonizante, la muñeca de Alejandra perdía calor y él sentía que el aire no llegaba a sus pulmones, le estaba costando respirar, la desesperación al ver cómo la vida de Alejandra se iba literalmente entre sus manos a través de su sangre lo estaba volviendo loco.Reparó, en su expresión demacrada, en la ropa que llevaba y aquella angustia salió en forma de bramido antes de pedir