CAPÍTULO DOS: EL REENCUENTRO DE LAS GEMELAS
MÉXICO, CIUDAD DEL CARMEN
23 DE MARZO
Los rayos de sol que entraban a través de la ventana de aquella habitación llena de lujos. Incluso si la brisa de mar no llegaba hasta ese lugar, podía olerse. Una nueva mañana acababa de llegar para ellos y con ello, una nueva vida especialmente para aquella mujer que solo tenía inocencia en el corazón.
Poco a poco, los sentidos de María Eugenia fueron despertando al mismo que lo hacían los sentidos de Yahir Ferrer. Ni siquiera recordaba lo que había pasado la noche anterior. Todo lo que podía sentir es que no se sentía nada bien, la cabeza le daba mil vueltas, el dolor era casi insoportable.
Conforme Yahir se fue despertando se dio cuenta de que en aquella cómoda cama, con las sábanas blancas él había faltado a su promesa. Dijo que no iba a presionar a María Eugenia en nada y eso fue lo que terminó haciendo sin saber cómo fue o cómo se dio todas esas circunstancias. Un error, el error más grande había cometido.
Poco a poco volteó a ver a su lado izquierdo. Ahí estaba María Eugenia con una sonrisa en el rostro, parecía estar soñando o despertando de algún sueño hermoso que había tenido.
Todo lo que Yahir pudo sentir fue miedo. ¿Cómo explicarle que no había sido su intención lo que sea que hubiera pasado una noche anterior? ¿Cómo pretendía cambiar la vida de una monja de esa manera tan drástica?
Y de pronto, los ojos de María Eugenia se abrieron. Poco a poco, minuto a minuto ella se fue dando cuenta de la realidad. De la misma manera que Yair, le dolía la cabeza a ella, como si hubiera bebido mucho, como si hubieran pasado toda la noche bebiendo.
Entonces de pronto ella se dio cuenta de todo. Amanecía a lado de un hombre que por supuesto era su esposo, las sábanas que solo cubrían su cuerpo. ¿Cómo fue a pasar eso? Ella había confiado en él.
— ¡Ahh! —Gritó María Eugenia cubriéndose por completo con las sábanas de la cama.
—María Eugenia, por favor, escucha, no fue mi intención, no sé qué fue lo pasó, sé lo que prometí peo no sé qué pasó —empezó a decir Yahir.
Su esposa lucía verdaderamente avergonzada con todo eso. Ellos eran esposos pero eso no era fácil de entender para una mujer que había vivido en religión.
— ¡Salte, salte de la habitación! —Gritó ella cerrando los ojos ya que, Yahir estaba semi desnudo frente a ella.
—Okay, okay, me iré al baño, tranquila, por favor solo tranquilízate —dijo él antes de ir al baño y encerrarse.
Cuando él estuvo adentro, se miró al espejo. No entendía lio que había pasado. Él había prometido llegar a ese momento en cuanto ella lo quisiera, era una pena que le hubiera fallado de la peor manera. Simplemente no había tenido palaba de hombre.
Echándose agua en el rostro, sintiendo aún como le dolía la cabeza, Yahir quiso entender lo que lo había llevado a eso, Ni siquiera recordaba la manera en que esa larga noche había comenzado. Fue entonces cuando las palabras de su abuelo vinieron a su mente.
— ¿Ya vas a empezar, abuelo? He cambiado, me he hecho responsable de la empresa, ¿qué más quieres?
—Tú sabes perfectamente que es lo que quiero. Un heredero lo antes posible.
No, no podía pensar en él como en la causa lo que había pasado. Él no tenía nada que ver ahí. O al menos eso quería pensar.
Tarde o temprano sus vidas estaban destinadas a cambiar.
—Lo siento, lo siento, María Eugenia, no fue mi intención faltar a mi palabra de respetarte hasta que tú lo quisieras —dijo Yahir echándose más agua en el rostro.
CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO
UNA SEMANA DESPUÉS
Con un vestido más corto de lo que ella hubiera pensado usar alguna vez en su vida, sintiendo que esa no era la manera en la que una mujer debía de vestir, María Eugenia caminaba por los pasillos de aquella compañía siendo escoltada por tres hombres detrás y a su lado, la persona que se proclamaba ser su esposo. El CEO de la gran compañía, una de las compañías más importantes ahí.
La vida de María Eugenia estaba cambiando muy rápido. Ella solo esperaba que no fuera a ser juzgada por sus pecados.
Yahir, con una sonrisa en el rostro, caminaba a lado de ella. Era difícil admitir que él verdaderamente se había enamorado de María Eugenia.
Se habían casado por contrato pero eso no significaba que él no hubiera aprendido a conocerla y por consecuencia, enamorarse de ella.
Las puertas de madera se abrieron frente a ellos. Era el momento en que el inversionista más importante y amigo del señor Ferrer conociera a la esposa de Yahir Ferrer. Después de ese momento, todos los demás inversionistas podrían conocerla ya que la boda había sido muy discreta y llena de misterio.
—Mi querida María Eugenia de Ferrer y mi nieto Yahir Ferrer —dijo el señor Ferrer al verlos entrar.
Para María Eugenia pasar saliva fue difícil.
— ¿Estás lista? —Preguntó Yahir tomándola de la mano fuertemente.
María Eugenia sonrió ligeramente. —Vamos —asintió ella.
Y detrás de ellos las puertas de madera se cerraron. Untos, María Eugenia y Yahir avanzaron hasta donde estaba el señor Ferrer.
— ¡Un gusto tener a mis dos nietos aquí! —Expresó el señor Ferrer.
—Entonces, ¿siempre fue cierto? —Preguntó el amigo del presidente.
—Como te dije y no quisiste creerme. Mi nieto ya está casado y pronto un heredero vendrá al mundo. —El presidente rió.
María Eugenia sonrió de manera nerviosa. Ese mundo no era de ella, iban a ser difícil acostumbrarse.
—Por favor, siéntense —pidió el señor Ferrer.
Yahir y María Eugenia hicieron lo que el presidente les pidió. Una larga conversación se avecinaba.
¿Cómo dos mundos tan iguales y a la vez tan similares podrían converger justo en ese momento? Mientras una era bondad, la otra era traición, mientras una era amor puro, la otra era amor por contrato. Gemelas eran ellas dos, y eso no significaba que las dos sintieran lo mismo, pensaran lo mismo.
Tacones negros, un vestido que dejaba ver su figura femenina, un poco más arriba de la rodilla, el cabello largo ondulado y el maquillaje perfecto. Su nombre era María Teresa.
Quitándose los lentes oscuros, siguió su camino hasta donde estaba la secretaria del presidente.
— ¿Presidente Ferrer? —Preguntó la mujer sin más.
—Buenos días, el presidente Ferrer se encuentra en una junta muy importante. —Dijo la mujer siendo amable.
— ¿Ahí está? —Preguntó María Teresa señalando la sala de juntas.
—Sí, señorita, en un momento la atiende. ¿Cuál es su nombre, perdón?
Y sin hacerle caso a la mujer, María teresa caminó hasta la sala de juntas.
— ¡Señorita, no puede entrar, señorita!
Y sin ningún permiso, abrió la puerta sin más.
Justo frente a sus ojos, cuatro personas sentadas en la mesa redonda. Y entre ellos, la mujer que tenía el mismo rostro de María Eugenia.
María Teresa no pudo evitar sonreír al ver como todos la miraban. Eso no podía ser posible, no podía haber dos María Eugenia en el mismo lugar. ¿Por qué ella se veía casi idéntica a María Eugenia? ¿Qué significaba eso? ¿Quién era ella?
— ¿María Eugenia, verdad? —Nombró María Teresa.
Su hermana había llegado a reclamar lo que era suyo. Y Yahir Ferrer lo era ante sus ojos.
CAPÍTULO CUATRO: SENTENCIA DE MUERTE Frente a los ojos delas cuatro personas que estaban ahí, dos personas idénticas. Mismos ojos, mismo color de piel, mismos gestos pero menos la fuerza en la mirada de ellas porque mientras una era solo bondad e inocencia, l otra era traición.Por un momento María Eugenia sintió desfallecer. Aquella mujer, la que estaba frente a ella era tan similar a lo que ella misma era. ¿Cómo era eso posible? El aire se le estaba yendo, el alma estaba dejando su cuerpo. María Eugenia, ese era el nombre que aquella mujer había usado.No pudiendo creer lo que estaban viendo los ojos de Yahir, miró a su esposa y después a la mujer frente a ellos. Eran la misma persona solo que una de ellas eran más fuerte, la fuerza de voluntad era como un perfume que podía ser respirado por los demás.Inmediatamente levantó la mirada a su abuelo, él parecía no estar tan intranquilo como lo estaba él mismo o la misma María Eugenia.— ¿Qué está pasando aquí? —Peguntó Yahir.— ¿Qu
CAPÍTULO CINCO: LA PRIMER MENTIRA Con la mirada perdida en el reflejo que veía ante ella, María Teresa sonrió. Ahora que conocía a su hermana se daba cuenta que no había nada parecido entre una y la otra. Podían están compartiendo el mismo rostro, podían vestirse igual si así lo que quería la otra pero eso no significaba que fueran a ser la misma persona. Incluso el sonido de su voz podía ser el mismo si ellas se lo proponían.¿Acaso no se daba cuenta María Eugenia que María Teresa era más capaz de hacer las cosas? Es que ella no lo podía creer, no podía cree que sus vidas fueran tan diferentes. Mientras una vivía la vida de lujos, una vida donde el dinero lo era todo junto con los hombres, María Eugenia era feliz rezándole a un Dios que quizá no existía.Su hermana era una estúpida, de eso no había duda. Era una pena que fuera a pagar por sus actos de la peor manera. No sabía cómo pero la iba a sacar de la casa. — ¿Hablaste con tu hermana? —Preguntó el mismo hombre que había ac
CAPÍTULO SEIS: UN MALENTENDIDO Llevando a su hermana de la mano, haciendo que corriera más rápido sin importarle que María Teresa no podía correr debido a los tacones que llevaba, María Eugenia la hizo entrar en una habitación de algún médico que no estaba ahí, seguramente. O al menos eso quería pensar María Eugenia.—Me estás lastimando, María Eugenia —dijo María Teresa soltándose de su hemana.— ¿Qué pretendes, María Teresa? ¿Que todo el mundo sepa que somos dos y no solo una como la familia de Yahir piensa? María Teresa sonrió. — ¿Por qué te importa tanto dañar la imagen de Yahir Ferrer? ¡Oh, no lo puedo creer! ¿Te has enamorado de él? ¿Quién lo diría, una monja enamorada de un hombre? —Rió su hermana.Todo lo que pudo hacer María Eugenia fue mirar a su hermana reír de ella. Eso le resultaba muy gracioso al parecer.Habían pasado dos días desde que ella había encontrado a su hermana por primera vez, habían pasado solo dos días en los que no podía pensar en otra cosa más que e
CAPÍTULO SIETE: UNA VÍCTIMA MÁS Las lágrimas se hicieron en los ojos de María Eugenia, ella había dicho toda la verdad y no era algo que le estuviera haciendo bien. Si tan solo las cosas se hubieran dado de manera distinta, si tan solo no hubiera perdido a su hermana de la manera en que lo estaba haciendo.Cuando ella e enteró que tenía una gemela no lo pudo creer, la peor parte no solo fue esa sino cuando le dijeron que su padre ya no vivía y que por eso ellas jamás habían logrado saber de él.Las cosas no eran tan fáciles como la misma María Teresa las podía estar pensando. Nunca fue la intención de María Eugenia fallarle de la manera en que lo hizo. Una maldita monja había llegado a hacer más de lo que la propia María Teresa hubiera imaginado, pero a diferencia de los que María Teresa estaba pensando, María Eugenia lo había hecho solo por una cosa. El amor genuino que sentía por Yahir, su amor siendo el más genuino, nunca necesitó de un beso, de pasar con él una noche para saberlo
CAPÍTULO OCHO: EL ERROR MÁS GRANDE, EL MOTOR DE VIDA Poco a poco, paso a paso, volteando a ver a Yahir, quien realmente se veía completamente roto por lo que estaba pasando y por el daño que María Eugenia le estaba provoca, María Teresa lo volteó a ver mientras oraba porque sus ojos lucieran tan llenos de tristeza como los de Yahir. — ¿Qué es lo que más quiere saber, señor Ferrer? ¿Qué más quiere saber ahora que ya es clara la manera en la que María Eugenia ha jugado con todos? Lo siento, se lo digo una vez más, siento que no haya llegado a tiempo, siento que nada de esto haya sido tan sencillo como creí. Es solo que creí que mi hermana e iba a detener antes de tiempo pero cuando el mundo comenzó a hablar del matrimonio, no pude resistirlo.— ¿Dónde estabas mientras ella hacía todo eso? —Preguntó Yahir mirando a la nada.María Teresa bajó la cabeza, no estaba preparada para esa pregunta porque la realidad era que Rodrigo no le había dicho todo lo que tenía que decir cuando tuvier
CAPÍTULO NUEVE: LAS HAN ENCONTRADO El principio del final había llegado para Yahir sin darse cuenta porque fue justamente en ese momento en que María Eugenia guardaba aquellas palabras que el hombre que más había amado, en el fondo de su corazón, las mismas que haría su motor cuando el momento llegara.El dolor estaba asfixiando a María Eugenia, sin más fuerzas en el alma, se sentó en el suelo, pudiendo de rodillas porque el dolor fuera soportable, pidiendo al cielo que todo eso se tratara de una broma porque la realidad es que no sabía lo que había hecho mal.Aquel hombre que se mostró vanidoso en un principio, aquel hombre que se mostró frío, el mismo que calmaba ser CEO de la compañía Ferrer pero siendo el más inmaduro, aquel hombre que ella aprendió amar de la misma manera en que ella lo hizo darse cuenta de que el amor es un sentimiento capaz de ser sentido por el más débil así como el más frívolo en el mundo.Poco a poco ella fue cayendo de rodillas, la noche era larga, la osc
CAPÍTULO DIEZ: LA PRIMERA TRAICIÓN —Y así fue como ella se encargó de arrebatarme todo, mi vida, mi nombre, mis oportunidades y sobre todo, el lugar que me correspondía, ella se encargó de quitarme todo en la vida cuando todo lo que yo hice fue alejarme para poder saber de nuestros padres, ese iba a ser mi regalo para ella cuando la verdad es que no me di cuenta que todo lo que mi hermana gemela quería era adoptar mi vida. Ella me lo quitó todo —dijo María Teresa bajando la cabeza al momento que se dedicaba solo a llorar.La persona frente a ella y que no era nada más y nada menos que el fiscal Andrés, escuchaba con atención aquella historia. Una historia en donde una hermana se había aprovechado de la otra de la peor manera, aprovechando y tomando ventaja que ellas eran hermanas gemelas.— ¿Tiene pruebas de lo que está diciendo? —Preguntó el hombre creyendo la historia de María Teresa.—Sí, tengo todas las pruebas y miles de testigos.— ¿Cómo fue posible que ella se aprovechara
CAPÍTULO ONCE: UN RAYO DE LUZ EN ESTA CUEVA En la sala de espera, sin haber dormido ni un poco, pensando en todo lo que había pasado una noche atrás, pensando en donde estaría ella porque al salir, todo lo que vio en el jardín fue la ropa de su esposa tal como él la había arrojado, despareciendo la biblia y el rosario, no evitó preguntarse qué había sido de ella o dónde podía estar.Incluso si no quería pensar en ella, incluso si quería creer que lo que le pasara estaba bien, Yahir esperaba ahí por noticias de su abuelo.Diez de la mañana en punto, él no había dormido nada y aun así, se sentía como la noche pasada. Lo que no entendía es que María Eugenia se había llevado todo de él en el momento en que él la corrió.Sintiéndose un poco mareado, decidió ir por un café, solo quería controlar todo lo que estaba sintiendo en el interior y ya que no podía tomar, su única salvación era el café.Pero si tan solo se hubiera quedado un minuto más ahí, si tan solo no hubiera sido su necesi