CAPÍTULO CINCO: LA PRIMER MENTIRA
Con la mirada perdida en el reflejo que veía ante ella, María Teresa sonrió. Ahora que conocía a su hermana se daba cuenta que no había nada parecido entre una y la otra. Podían están compartiendo el mismo rostro, podían vestirse igual si así lo que quería la otra pero eso no significaba que fueran a ser la misma persona. Incluso el sonido de su voz podía ser el mismo si ellas se lo proponían.
¿Acaso no se daba cuenta María Eugenia que María Teresa era más capaz de hacer las cosas? Es que ella no lo podía creer, no podía cree que sus vidas fueran tan diferentes. Mientras una vivía la vida de lujos, una vida donde el dinero lo era todo junto con los hombres, María Eugenia era feliz rezándole a un Dios que quizá no existía.
Su hermana era una estúpida, de eso no había duda. Era una pena que fuera a pagar por sus actos de la peor manera. No sabía cómo pero la iba a sacar de la casa.
— ¿Hablaste con tu hermana? —Preguntó el mismo hombre que había acompañado en todo a María Teresa desde que se enteró que su hermana era una monja que se casaba con el CEO de la empresa de los Ferrer.
—Sí, estuvo hablando con ella ayer en la tarde en el hospital.
— ¿Cómo está el señor Ferrer? No he visto que anuncien su muerte en la televisión. —Preguntó el hombre riendo.
—Está bien, su nieto está a la espera de que despierte. ¿No te importa ni tantito sabiendo que tú también eres el nieto del señor Ferrer?
— ¿Un nieto al que nunca quiso, al que siempre deseó ver muerto? No, la verdad es que no me importa.
—Tu primo no luce tan bien con todo lo que ha pasado.
— ¿Cómo pretendes que Yahir luzca bien cuando se está dando cuenta que su matrimonio es un engaño? Y sobre todo, apareció la verdadera mujer que debería de estar casada con él.
—Como sea, tengo que ir al hospital. Mi querida hermana ya debe de estar haya y yo pretendo hacerle saber que no se va a salir con la suya. Ella ya puede estar casada con él pero eso no significa que yo no haré nada. Nos vemos después, Rodrigo. Cualquier avance de tu abuelo, te lo haré saber —dijo María Teresa lanzando un beso a Rodrigo.
Rodrigo sonrió. Aquella mujer nunca iba a cambiar y la verdad era que no podía tener mejor aliada en la vida. Estando ella de su lado le iban a hacer la vida imposible a Yahir Ferrer.
En los pasillos del hospital, las paredes blancas, personas vestidas de blanco que corrían de un lugar a otro, salvando vidas, brindando la ayuda que necesitaban los pacientes, Yahir estaba sentando en la banca con el nudo de la corbata deshecho. Era muy tarde ya las respuestas no llegaban, solo esperaba que su abuelo estuviera bien, ya llevaba un día ahí.
Y tres bancas vacías a su lado para en la cuarta encontrar la final figura de María Eugenia. Ella se mantenía a su lado como había prometido estar en el momento en que se casaron. Con los ojos cerrados y un rosario entre las manos, rezaba por la salud del señor Ferrer.
En su mente las palabras de la mujer que decía ser su hermana se repetían.
—Si él se muere es por tu culpa, m*****a usurpadora.
Yahir no pudo evitar mirarla rezar. No importa lo que estuviera pasando, ella no debía de tener la culpa, simplemente debía de dejarlo pasar porque él estaba enamorado de ella y de nadie más pero, ¿cómo decírselo?
— ¿María Eugenia? —Llamó Yahir haciendo que ella abriera los ojos y terminara con su oración.
— ¿Sí, Yahir? —Preguntó al momento.
Por una extraña razón, Yahir sonrió. —No te preocupes tanto. El presidente va a estar bien, él va a salir de aquí.
Ella sonrió. Eso era lo que más quería porque si algo malo le pasaba al señor Ferrer ella no se lo iba a poder perdonar nunca.
Por supuesto que Yahir tenía muchas dudas con lo que estaba pasando de la hermana gemela que de pronto había aparecido pero por cada vez que veía a María Eugenia ser tan genuina, eso le hacía pensar que todos podían tener la culpa menos ella. Una mujer tan genuina como ella.
— ¿Se te ofrece algo de comer?—Preguntó María Eugenia al sentirse nerviosa debido a la manera en la que él la estaba mirando.
—Solo quiero un café, ¿podrías traérmelo? —Preguntó Yahir siendo amable, como pocas veces él lo había sido. Siempre un hombre caprichoso para que de un momento a otro, cambiara solo por ella.
—Ya vengo. —Contestó María Eugenia levantándose de su lugar.
Yahir la vio irse. Ella era su esposa, la única mujer que él quería ve cada día de su vida porque se había aprendido a enamorar de ella, de su esencia, de quien era y no de lo que tenía.
Para ese momento podía decir que ni su hermana era tan atractiva como lo era María Eugenia.
Mientras caminaba por los pasillos, mientras seguía pensado en todo lo que venía pasando desde la aparición de su hermana, María Eugenia logró llegar a la mesa central donde los cafés se servían. Todo lo que quería era estar fuera de ese lugar con el señor presidente, que el doctor les dijera que todo estaba bien y que él había logrado despertar, que no había mayo peligro.
Preparando el café de su esposo, estando de espaldas, una voz la llamó. Cualquiera que las escuchara hablar a las gemelas dirían que la voz era idéntica.
—Lo sabías, ¿no es cierto, María Eugenia? —Preguntó María Teresa detrás de su hermana. — ¿Sabías perfectamente que yo estaba viva y lo ocultaste, miento?
María Eugenia sintió el alma abandonar su cuerpo. María Teresa, su hermana, estaba detrás de ella con toda la verdad que ella le había ocultado a su esposo, al gran Yahir Ferrer.
CAPÍTULO SEIS: UN MALENTENDIDO Llevando a su hermana de la mano, haciendo que corriera más rápido sin importarle que María Teresa no podía correr debido a los tacones que llevaba, María Eugenia la hizo entrar en una habitación de algún médico que no estaba ahí, seguramente. O al menos eso quería pensar María Eugenia.—Me estás lastimando, María Eugenia —dijo María Teresa soltándose de su hemana.— ¿Qué pretendes, María Teresa? ¿Que todo el mundo sepa que somos dos y no solo una como la familia de Yahir piensa? María Teresa sonrió. — ¿Por qué te importa tanto dañar la imagen de Yahir Ferrer? ¡Oh, no lo puedo creer! ¿Te has enamorado de él? ¿Quién lo diría, una monja enamorada de un hombre? —Rió su hermana.Todo lo que pudo hacer María Eugenia fue mirar a su hermana reír de ella. Eso le resultaba muy gracioso al parecer.Habían pasado dos días desde que ella había encontrado a su hermana por primera vez, habían pasado solo dos días en los que no podía pensar en otra cosa más que e
CAPÍTULO SIETE: UNA VÍCTIMA MÁS Las lágrimas se hicieron en los ojos de María Eugenia, ella había dicho toda la verdad y no era algo que le estuviera haciendo bien. Si tan solo las cosas se hubieran dado de manera distinta, si tan solo no hubiera perdido a su hermana de la manera en que lo estaba haciendo.Cuando ella e enteró que tenía una gemela no lo pudo creer, la peor parte no solo fue esa sino cuando le dijeron que su padre ya no vivía y que por eso ellas jamás habían logrado saber de él.Las cosas no eran tan fáciles como la misma María Teresa las podía estar pensando. Nunca fue la intención de María Eugenia fallarle de la manera en que lo hizo. Una maldita monja había llegado a hacer más de lo que la propia María Teresa hubiera imaginado, pero a diferencia de los que María Teresa estaba pensando, María Eugenia lo había hecho solo por una cosa. El amor genuino que sentía por Yahir, su amor siendo el más genuino, nunca necesitó de un beso, de pasar con él una noche para saberlo
CAPÍTULO OCHO: EL ERROR MÁS GRANDE, EL MOTOR DE VIDA Poco a poco, paso a paso, volteando a ver a Yahir, quien realmente se veía completamente roto por lo que estaba pasando y por el daño que María Eugenia le estaba provoca, María Teresa lo volteó a ver mientras oraba porque sus ojos lucieran tan llenos de tristeza como los de Yahir. — ¿Qué es lo que más quiere saber, señor Ferrer? ¿Qué más quiere saber ahora que ya es clara la manera en la que María Eugenia ha jugado con todos? Lo siento, se lo digo una vez más, siento que no haya llegado a tiempo, siento que nada de esto haya sido tan sencillo como creí. Es solo que creí que mi hermana e iba a detener antes de tiempo pero cuando el mundo comenzó a hablar del matrimonio, no pude resistirlo.— ¿Dónde estabas mientras ella hacía todo eso? —Preguntó Yahir mirando a la nada.María Teresa bajó la cabeza, no estaba preparada para esa pregunta porque la realidad era que Rodrigo no le había dicho todo lo que tenía que decir cuando tuvier
CAPÍTULO NUEVE: LAS HAN ENCONTRADO El principio del final había llegado para Yahir sin darse cuenta porque fue justamente en ese momento en que María Eugenia guardaba aquellas palabras que el hombre que más había amado, en el fondo de su corazón, las mismas que haría su motor cuando el momento llegara.El dolor estaba asfixiando a María Eugenia, sin más fuerzas en el alma, se sentó en el suelo, pudiendo de rodillas porque el dolor fuera soportable, pidiendo al cielo que todo eso se tratara de una broma porque la realidad es que no sabía lo que había hecho mal.Aquel hombre que se mostró vanidoso en un principio, aquel hombre que se mostró frío, el mismo que calmaba ser CEO de la compañía Ferrer pero siendo el más inmaduro, aquel hombre que ella aprendió amar de la misma manera en que ella lo hizo darse cuenta de que el amor es un sentimiento capaz de ser sentido por el más débil así como el más frívolo en el mundo.Poco a poco ella fue cayendo de rodillas, la noche era larga, la osc
CAPÍTULO DIEZ: LA PRIMERA TRAICIÓN —Y así fue como ella se encargó de arrebatarme todo, mi vida, mi nombre, mis oportunidades y sobre todo, el lugar que me correspondía, ella se encargó de quitarme todo en la vida cuando todo lo que yo hice fue alejarme para poder saber de nuestros padres, ese iba a ser mi regalo para ella cuando la verdad es que no me di cuenta que todo lo que mi hermana gemela quería era adoptar mi vida. Ella me lo quitó todo —dijo María Teresa bajando la cabeza al momento que se dedicaba solo a llorar.La persona frente a ella y que no era nada más y nada menos que el fiscal Andrés, escuchaba con atención aquella historia. Una historia en donde una hermana se había aprovechado de la otra de la peor manera, aprovechando y tomando ventaja que ellas eran hermanas gemelas.— ¿Tiene pruebas de lo que está diciendo? —Preguntó el hombre creyendo la historia de María Teresa.—Sí, tengo todas las pruebas y miles de testigos.— ¿Cómo fue posible que ella se aprovechara
CAPÍTULO ONCE: UN RAYO DE LUZ EN ESTA CUEVA En la sala de espera, sin haber dormido ni un poco, pensando en todo lo que había pasado una noche atrás, pensando en donde estaría ella porque al salir, todo lo que vio en el jardín fue la ropa de su esposa tal como él la había arrojado, despareciendo la biblia y el rosario, no evitó preguntarse qué había sido de ella o dónde podía estar.Incluso si no quería pensar en ella, incluso si quería creer que lo que le pasara estaba bien, Yahir esperaba ahí por noticias de su abuelo.Diez de la mañana en punto, él no había dormido nada y aun así, se sentía como la noche pasada. Lo que no entendía es que María Eugenia se había llevado todo de él en el momento en que él la corrió.Sintiéndose un poco mareado, decidió ir por un café, solo quería controlar todo lo que estaba sintiendo en el interior y ya que no podía tomar, su única salvación era el café.Pero si tan solo se hubiera quedado un minuto más ahí, si tan solo no hubiera sido su necesi
CAPÍTULO UNO: REGALO DE AÑO NUEVO Seis hombres vestidos con trajes negros, seis hombres que caminaban detrás de aquel del traje gris. La seguridad que proyectaban los hacían ver como los más temidos, protegiendo al único heredero de la compañía Moda, el nuevo año comenzaba y en la empresa ya se podía escuchar los rumores de todos los cambios que estaban a punto de hacerse para ese nuevo año.Con una sonrisa en el rostro, la misma sonrisa coqueta que solo podía ser de aquel que solo sabía jugar y andar de lugar en lugar, Yahir Ferrer logró ver a través de sus lentes oscuros el mundo que parecía deberle respeto con tan solo aparecer ahí, una vez más, como cada año hacía y debía de suceder.Ligeramente la sonrisa pareció hacerse un poco más grande con el solo hecho de ver a las nuevas secretarias que acababan de llegar, seguramente por órdenes de su primo. Los dos eran iguales, no podía haber diferencia en aquellos dos que más allá de ser primos, parecían hermanos, parecían haber compar
CAPÍTULO DOS: INJUSTICIA Sintiendo ser él al que le habían dicho todas esas palabras crueles que solo podían ser pronunciadas por la boca de su padre, Yahir corrió detrás de la persona que no tenía mucho tiempo de haber salido de la sala de juntas, sintiéndose seguramente, humillado con esas palabras. El mejor que nadie sabía el pasado y cómo se había dado el nacimiento de su hijo, al final nadie era nadie para juzgar al otro y eso era algo que Yahir siempre había entendido, él era diferente, entre todos los hombres que podía tener su edad y que se desarrollaban en aquel mundo, entre todos esos jóvenes hombres que solo veían y morían por ver llegar el día en que todo ese poder pasara a ellos, entre todos esos hombres estaban Yahir. Y aunque no era la mejor persona, aunque a veces pecaba de preséntame como un hombre seguro al que nada se le podía negar.—Hey, hey, Rodrigo, espera, por favor —pidió Yahir yendo detrás de él.Rodrigo no quería saber nada de nada ni de nadie, no era el me