CAPÍTULO SEIS: UN MALENTENDIDO
Llevando a su hermana de la mano, haciendo que corriera más rápido sin importarle que María Teresa no podía correr debido a los tacones que llevaba, María Eugenia la hizo entrar en una habitación de algún médico que no estaba ahí, seguramente. O al menos eso quería pensar María Eugenia.
—Me estás lastimando, María Eugenia —dijo María Teresa soltándose de su hemana.
— ¿Qué pretendes, María Teresa? ¿Que todo el mundo sepa que somos dos y no solo una como la familia de Yahir piensa?
María Teresa sonrió. — ¿Por qué te importa tanto dañar la imagen de Yahir Ferrer? ¡Oh, no lo puedo creer! ¿Te has enamorado de él? ¿Quién lo diría, una monja enamorada de un hombre? —Rió su hermana.
Todo lo que pudo hacer María Eugenia fue mirar a su hermana reír de ella. Eso le resultaba muy gracioso al parecer.
Habían pasado dos días desde que ella había encontrado a su hermana por primera vez, habían pasado solo dos días en los que no podía pensar en otra cosa más que en lo mala hermana que ella había sido. Por supuesto que seguía sorprendida por saberla vida pero ahora que pensaba en ello, era una pena que ellas fueran tan diferentes. Era una pena que María Eugenia no sintiera ninguna conexión con su hermana en ese momento.
—Basta, no tienes que burlarte de mí.
—Es que no lo puedo creer, una monja se ha enamorado de un hombre, ¿no te explicaron en la iglesia que un hombre significa pecado?
— ¡Ya basta, María Teresa!
—Espera, deja que me divierta un poco más.
— ¿Qué quieres, María Teresa? ¿No te das cuenta que las cosas no están bien para que tú vengas con esto? Yair no está bien, él no hace otra cosa más que pensar en su abuelo, ¿no lo entiendes? —Las lágrimas de María Eugenia amenazaron con salir prontamente.
—Esto es lo peor que has hecho en toda tu vida, querida María Eugenia, querer tomar un lugar que no te corresponde. Vas a pagar las consecuencias de todo esto.
—No fue mi intención, yo solo obedecí a las órdenes de un viejo contrato.
— ¡Sí, un viejo contrato que nunca fue entre tú y él! Ese contrato siempre fue mío.
Las lágrimas ya caían de los ojos de María Eugenia. —Ni siquiera lo quieres.
— ¿Y eso qué? Ese era mi lugar y nunca debiste de tomarlo. ¡Contéstame la pregunta que te hice hace un rato! ¿Sabías de mi existencia si o no?
María Eugenia bajó la mirada.
— ¡Contesta, María Eugenia!
—Las cosas no son como tú crees, hermana.
—Ni siquiera te atrevas a decirme hermana. Solo contesta, lo sabías o no.
María Eugenia se quedó callada, las cosas no eran así.
En mundos opuestos, caminando en sentidos opuestos, sintiendo como el mundo se quebraba bajo sus pies, Yahir no podía dejar de pensar en lo que el doctor le había dicho hacía unas horas.
—Lo siento mucho, señor Ferrer pero tenemos que esperar hasta que el señor reaccione.
—No, no entiendo.
—El señor Ferrer sufrió un infarto, ahora está fuera de peligro, solo necesitamos esperar a que su cuerpo responda una vez más a los estímulos.
— ¿Quiere decir que está en coma?
—No, no exactamente, señor Ferrer, su abuelo se encuentra en un estado de descanso, un descanso al que solo él le dirá cuándo es suficiente.
Con la cabeza baja. Yahir seguía esperando por respuestas y María Eugenia, su único soporte a pesar de quien era o quien había sido unos meses atrás, ¿dónde rayos se había metido? ¿Qué no se daba cuenta que ella era todo lo que él tenía en ese momento?
No queriendo saber más del lugar que lo estaba reduciendo a dolor y a incertidumbre, se levantó de ese lugar teniendo toda la intención de caminar hasta donde le había pedido ir a María Eugenia.
Caminando por los pasillos, con el cabello hecho un desastre, la corbata deshecha y tres botones debajo, Yahir caminó pensando y mirando adelante. María Eugenia ya se había tardado más de la cuenta y eso, por alguna extraña razón le estaba preocupando.
Tenía mil problemas en ese momento, su abuelo, los inversionistas, las juntas y sobre todo eso, el reencuentro de las gemelas donde María Eugenia era la que estaba siendo afectada.
Y justo en el momento en que caminaba por el último pasillo, los gritos fueron escuchados. Esa era la voz de María Eugenia.
— ¡Contesta, María Eugenia! Lo sabías, sabías de mí.
—Sí, sí, María Teresa, yo sabía de ti porque el presidente, el abuelo de Yahir me lo dijo. Él me dijo que cabía la posibilidad de que estuvieras viva pero no podíamos dar marcha atrás al plan. Es un contrato, ¿no lo entiendes, María Teresa? Solo estoy obedeciendo al contrato que me pidieron obedecer, ¿no te das cuenta? Yo no… yo no, puedo sentir nada por él. Es solo un contrato.
Esas palabras llegaron a los oídos de Yahir.
De un momento a otro sintió perder toda fuerza de la que su cuerpo gozaba. Su corazón comenzó a latir más fuerte y por si fuera poco, comenzó a romperse en mil pedazos.
Ella había sido clara, a la persona que más quería, la persona que sintió ser su todo, estaba confesando estar con él por contrato. Y aunque esos habían sido los planes en un principio, él llegó a creer que ella estaba enamorada de él verdaderamente. Él se había enamorado de ella como de ninguna otra mujer. Él realmente creyó que ella estaba sintiendo lo mismo pero tarde se daba cuenta que no era así, ella no tenía sentimientos por él.
Las lágrimas de Yahir cayeron al mismo tiempo que su corazón se rompió en mil pedazos.
María Eugenia y Yahir Ferrer, solo una m*****a mentira y nada más que eso.
Loas manos de Yahir se convirtieron en dos puños.
“Me las vas a pagar, María Eugenia, me las vas a pagar, lo juro.”
CAPÍTULO SIETE: UNA VÍCTIMA MÁS Las lágrimas se hicieron en los ojos de María Eugenia, ella había dicho toda la verdad y no era algo que le estuviera haciendo bien. Si tan solo las cosas se hubieran dado de manera distinta, si tan solo no hubiera perdido a su hermana de la manera en que lo estaba haciendo.Cuando ella e enteró que tenía una gemela no lo pudo creer, la peor parte no solo fue esa sino cuando le dijeron que su padre ya no vivía y que por eso ellas jamás habían logrado saber de él.Las cosas no eran tan fáciles como la misma María Teresa las podía estar pensando. Nunca fue la intención de María Eugenia fallarle de la manera en que lo hizo. Una maldita monja había llegado a hacer más de lo que la propia María Teresa hubiera imaginado, pero a diferencia de los que María Teresa estaba pensando, María Eugenia lo había hecho solo por una cosa. El amor genuino que sentía por Yahir, su amor siendo el más genuino, nunca necesitó de un beso, de pasar con él una noche para saberlo
CAPÍTULO OCHO: EL ERROR MÁS GRANDE, EL MOTOR DE VIDA Poco a poco, paso a paso, volteando a ver a Yahir, quien realmente se veía completamente roto por lo que estaba pasando y por el daño que María Eugenia le estaba provoca, María Teresa lo volteó a ver mientras oraba porque sus ojos lucieran tan llenos de tristeza como los de Yahir. — ¿Qué es lo que más quiere saber, señor Ferrer? ¿Qué más quiere saber ahora que ya es clara la manera en la que María Eugenia ha jugado con todos? Lo siento, se lo digo una vez más, siento que no haya llegado a tiempo, siento que nada de esto haya sido tan sencillo como creí. Es solo que creí que mi hermana e iba a detener antes de tiempo pero cuando el mundo comenzó a hablar del matrimonio, no pude resistirlo.— ¿Dónde estabas mientras ella hacía todo eso? —Preguntó Yahir mirando a la nada.María Teresa bajó la cabeza, no estaba preparada para esa pregunta porque la realidad era que Rodrigo no le había dicho todo lo que tenía que decir cuando tuvier
CAPÍTULO NUEVE: LAS HAN ENCONTRADO El principio del final había llegado para Yahir sin darse cuenta porque fue justamente en ese momento en que María Eugenia guardaba aquellas palabras que el hombre que más había amado, en el fondo de su corazón, las mismas que haría su motor cuando el momento llegara.El dolor estaba asfixiando a María Eugenia, sin más fuerzas en el alma, se sentó en el suelo, pudiendo de rodillas porque el dolor fuera soportable, pidiendo al cielo que todo eso se tratara de una broma porque la realidad es que no sabía lo que había hecho mal.Aquel hombre que se mostró vanidoso en un principio, aquel hombre que se mostró frío, el mismo que calmaba ser CEO de la compañía Ferrer pero siendo el más inmaduro, aquel hombre que ella aprendió amar de la misma manera en que ella lo hizo darse cuenta de que el amor es un sentimiento capaz de ser sentido por el más débil así como el más frívolo en el mundo.Poco a poco ella fue cayendo de rodillas, la noche era larga, la osc
CAPÍTULO DIEZ: LA PRIMERA TRAICIÓN —Y así fue como ella se encargó de arrebatarme todo, mi vida, mi nombre, mis oportunidades y sobre todo, el lugar que me correspondía, ella se encargó de quitarme todo en la vida cuando todo lo que yo hice fue alejarme para poder saber de nuestros padres, ese iba a ser mi regalo para ella cuando la verdad es que no me di cuenta que todo lo que mi hermana gemela quería era adoptar mi vida. Ella me lo quitó todo —dijo María Teresa bajando la cabeza al momento que se dedicaba solo a llorar.La persona frente a ella y que no era nada más y nada menos que el fiscal Andrés, escuchaba con atención aquella historia. Una historia en donde una hermana se había aprovechado de la otra de la peor manera, aprovechando y tomando ventaja que ellas eran hermanas gemelas.— ¿Tiene pruebas de lo que está diciendo? —Preguntó el hombre creyendo la historia de María Teresa.—Sí, tengo todas las pruebas y miles de testigos.— ¿Cómo fue posible que ella se aprovechara
CAPÍTULO ONCE: UN RAYO DE LUZ EN ESTA CUEVA En la sala de espera, sin haber dormido ni un poco, pensando en todo lo que había pasado una noche atrás, pensando en donde estaría ella porque al salir, todo lo que vio en el jardín fue la ropa de su esposa tal como él la había arrojado, despareciendo la biblia y el rosario, no evitó preguntarse qué había sido de ella o dónde podía estar.Incluso si no quería pensar en ella, incluso si quería creer que lo que le pasara estaba bien, Yahir esperaba ahí por noticias de su abuelo.Diez de la mañana en punto, él no había dormido nada y aun así, se sentía como la noche pasada. Lo que no entendía es que María Eugenia se había llevado todo de él en el momento en que él la corrió.Sintiéndose un poco mareado, decidió ir por un café, solo quería controlar todo lo que estaba sintiendo en el interior y ya que no podía tomar, su única salvación era el café.Pero si tan solo se hubiera quedado un minuto más ahí, si tan solo no hubiera sido su necesi
CAPÍTULO UNO: REGALO DE AÑO NUEVO Seis hombres vestidos con trajes negros, seis hombres que caminaban detrás de aquel del traje gris. La seguridad que proyectaban los hacían ver como los más temidos, protegiendo al único heredero de la compañía Moda, el nuevo año comenzaba y en la empresa ya se podía escuchar los rumores de todos los cambios que estaban a punto de hacerse para ese nuevo año.Con una sonrisa en el rostro, la misma sonrisa coqueta que solo podía ser de aquel que solo sabía jugar y andar de lugar en lugar, Yahir Ferrer logró ver a través de sus lentes oscuros el mundo que parecía deberle respeto con tan solo aparecer ahí, una vez más, como cada año hacía y debía de suceder.Ligeramente la sonrisa pareció hacerse un poco más grande con el solo hecho de ver a las nuevas secretarias que acababan de llegar, seguramente por órdenes de su primo. Los dos eran iguales, no podía haber diferencia en aquellos dos que más allá de ser primos, parecían hermanos, parecían haber compar
CAPÍTULO DOS: INJUSTICIA Sintiendo ser él al que le habían dicho todas esas palabras crueles que solo podían ser pronunciadas por la boca de su padre, Yahir corrió detrás de la persona que no tenía mucho tiempo de haber salido de la sala de juntas, sintiéndose seguramente, humillado con esas palabras. El mejor que nadie sabía el pasado y cómo se había dado el nacimiento de su hijo, al final nadie era nadie para juzgar al otro y eso era algo que Yahir siempre había entendido, él era diferente, entre todos los hombres que podía tener su edad y que se desarrollaban en aquel mundo, entre todos esos jóvenes hombres que solo veían y morían por ver llegar el día en que todo ese poder pasara a ellos, entre todos esos hombres estaban Yahir. Y aunque no era la mejor persona, aunque a veces pecaba de preséntame como un hombre seguro al que nada se le podía negar.—Hey, hey, Rodrigo, espera, por favor —pidió Yahir yendo detrás de él.Rodrigo no quería saber nada de nada ni de nadie, no era el me
CAPÍTULO TRES: VANIDADUn romeo, un mismo romeo que se dividía en el cuerpo de dos hombres, nada diferentes, completamente iguales, con la mirada protegida, sin hombres que fueran detrás de ellos cuidándolos, mientras ellos miraban a todo el mundo detrás de esos lentes oscuros, las mujeres ya parecía hablar de ellos aun sin que hubieran visto sus ojos.Las sonrisas que el uno al otro se daban hablaban por ellos. Rodrigo y Yahir Ferrer, la verdad era que parecía que nunca iban a cambiar. Eran lo mismo incluso si no habían sido concebidos en el mismo vientre.Sin dejar de sentir la seguridad que solo un Ferrer podía sentir, Yahir se abrió paso entre la multitud junto con su primo. Afuera la gente ya parecía esperar por él. Las luces de colores de aquél lugar, sería una noche larga como todas las demás. Incluso las mujeres ya podían comenzar a preguntarse quién sería la siguiente, solo dos mujeres en esa noche, solo necesitaban dos.Yahir acababa de llegar de su viaje, ¿quién decía que