Daniel y Adriana, qué esperan en el aeropuerto, respuesta sobre el vuelo, qué está retrasado, debido a una fuerte tormenta, se muestran bastante incómodos el uno con el otro.Daniel intenta comunicarse con Ares, mientras Adriana intenta comunicarse con Aurora, pero es inútil, por la mala señal que hay debido al clima.Daniel, opta por una actitud cordial e indiferente frente a Adriana, desde la última vez que hablaron, lo que resulta mucho más hiriente para la chica que prefería ser ignorada por él. —Adriana, parece que tendremos que quedarnos en el hotel que está aquí al lado, pues me acaban de informar que qué los vuelos a los Estados Unidos están cancelados, por la alerta naranja, qué ha sido levantada por la tormenta. —Le informa Daniel que acaba de recibir la información de parte de una de las empleadas de la aerolínea, cuando solicitó información. —¿Y cuándo se reanudarán? —Si el clima mejora, mañana. —Dice, toma su maleta, y empieza a caminar hacia la salida, para ir al hote
Ares, que baja a recepción para ver si tienen listas las otras dos habitaciones qué solicitó, aprovecha y va a la farmacia por algunos analgésicos y varios medicamentos, mientras su esposa, Eva y Blanca se preparan para ir a cenar.Planea llevarlas al restaurante del hotel, y hablar acerca de todo lo que ha sucedido y las medidas que piensa tomar con respecto al peligro inminente qué están corriendo.Observa la hora, mientras paga en la farmacia, y revisa su teléfono, viendo varias llamadas perdidas de Daniel, y Esteban; y varios mensajes de Lina, su secretaria.Intenta comunicarse con Daniel, quien no le contesta. Llama a Lina, quien le pide de forma urgente respuesta sobre cuando regresará completamente a la empresa para reorganizar su agenda y todos sus compromisos, ya que a última hora ha tenido que cancelar varias reuniones en el día, porque él se olvidó de informarle su ausencia. También le informa que Esteban no ha hecho más que preguntar por él y Aurora, siendo muy insistente
Daniel, que amanece junto a Adriana, no puede dejar de observarla. Estaba realmente enamorado de esa mujer.Adriana, que despierta, lo pilla viéndola y se avergüenza de inmediato, recordando como se comportó la noche anterior. —¡Buenos días, hermosa! —Le muestra una amplia sonrisa.—¡Hola! —Dice tímidamente la mujer que se sienta sobre la cama inesperadamente, dándole la espalda, recordando que está recién levantada y que debe verse terrible.—¿Pasa algo? —Se preocupa Daniel al ver su reacción, acercándose a ella, y tomándola de la espalda.—No... es qué… Debo verme horrible... —Dice Adriana que intenta levantarse, pero cae en cuenta de que está desnuda, y se cubre de inmediato con la sábana.—Primero, no te ves horrible. Te ves hermosa... Y segundo... No me quites el placer de seguir viendo tu lindo cuerpo.—Es que... No estoy acostumbrada a dejarme ver desnuda, ¿sabes?... Me muero de la vergüenza, por como actué ayer... La escena de celos y como me lance sobre ti. —Se cubre el rost
—¿Y bien? —Pregunta Ares, desesperado por un corto silencio que guarda Josué, quien arroja un largo suspiro y finalmente señala las dos carpetas que tiene sobre la mesa. —Como pueden ver, sobre la mesa se encuentran dos carpetas. La de la derecha, es la historia clínica de la señora Jazmine Walton, y el doctor Reginald puede dar fe de ella. Ares y Daniel miran a Reginald, que asiente, y toma la palabra, al ver que Josué abre la carpeta y empieza a mostrarles hoja por hoja.—Como pueden ver, su madre, desde muy joven, presenta diferentes trastornos psiquiátricos, dónde la agresividad, debido a la falta de control de ira, era uno de sus mayores síntomas, y se reflejaba de distintas maneras, una de ellas, era atacando a personas cuando se enojaba.—Eso no significa que mamá sea una asesina. Estaba enferma, pero aquí dice que se trataba médicamente, incluso por un tiempo se internó en un centro psiquiátrico. —Comenta Daniel, que considera que esa no es una evidencia para acusar a su madr
—Sí... Como pueden ver, el testamento lo informa. —Josué señala nuevamente la carpeta, y Ares revisa rápidamente cada cláusula, dónde constata la última voluntad de Octavio Walton. —Esto significa, que toda la fortuna Walton es de Aurora... —No. —Interviene Peñaloza. —Solo la mitad. —Abogado, pero si aquí dice que... —Lo interrumpe. —Sé lo que dice ahí, letra por letra. Yo lo redacté. Pero le recuerdo que usted y su esposa firmaron un acuerdo prenupcial, donde sus bienes serían repartidos a la mitad.—¡Ja! —Hace un gesto que demuestra que ahora va entendiendo las intenciones de su madre. —Era... —Afirma Josué—¿A qué se refiere Josué? —Le pregunta el abogado Peñaloza—A que Jazmine tiene un poder de sucesión, donde Aurora renuncia a todo. —¿Aurora hizo eso? —Pregunta Ares. —Aurora ni siquiera sabe que es dueña de toda esa fortuna, o que es hija de Octavio. Ella firmó, pero sin su consentimiento. —¿Eh? —Vanesa... El día qué la atacó. Antes le hizo firmar un documento en blanco
Jazmine que luego del entierro de Oliver, va a reunirse con el abogado que le consiguió Josué, llega a una firma, bastante prestigiosa, donde solicita información sobre el abogado Fabio Urdaneta. —Señora Jazmine, el doctor Urdaneta la espera. —Le indica la secretaria, que la deja pasar a la oficina y se encuentra con un hombre joven, quizás unos años mayor que Ares. —Señora Walton, pláceme saludarla. Es un honor para mí, prestarle mis servicios. Su asistente me dijo, que me requería de carácter urgente. Dígame... ¿En qué puedo serle útil? —Seré directa abogado. Necesito la asesoría legal de un abogado no muy ético. Alguien capaz de hacer lo que sea necesario para ganar un caso, y Josué me aseguró que usted era el indicado. —No sé si tomar eso, como una ofensa o un cumplido. —Le muestra media sonrisa el hombre, que borra de su rostro al ver la seriedad de Jazmine, quien saca de su bolso dos carpetas que pone bruscamente sobre el escritorio de Urdaneta. —La carpeta de la derecha, e
A la mañana siguiente suena el teléfono de Ares, despertándolo con una fuerte resaca. Intenta levantarse, pero no puede al ver a su esposa aferrada a su torso, durmiendo plácidamente, abrazada a él. Hubiera pasado toda la mañana viéndola dormir, pero el sonido de su teléfono que suena nuevamente la despierta esta vez.—¡Mmmm! ¿Qué pasa? —Pregunta Aurora medio dormida. —No es nada. Es mi teléfono... —Responde Ares, y el sonido de su voz, asusta a Aurora, que se levanta de inmediato avergonzada de la situación, lo que le causa gracia a él y se acerca a ella que le da la espalda.—¿Todo bien? —¡Mjum! —Asiente la mujer y se acomoda un poco el cabello con disimulo. —Iré a pedirle algo de ropa a Daniel. Necesitamos un baño. —¿Juntos? —Pregunta sugerentemente Ares haciendo que su esposa se sonroje. —No... Me refería a que tú necesitas un baño. Yo iré al hotel. —Se levanta y sale de la habitación en busca de su hermana y su novio.Ares, que se masajea la cien, para minorar un poco su dolor
Isaías, qué mira a su hija sorprendido, queda sin palabras, al descubrir que su mayor temor se ha hecho realidad. —¿Qué pasa papá? ¿No dirás nada? —Le pregunta Aurora. —¡Cállate! —Le grita Eloise que se levanta del suelo e intenta arreglar su cabello. — Isaías, vámonos. —Le pide a su esposo, pero este no responde. Al ver que su marido no le contesta, se pone tras de él sujetando la silla de ruedas y empujándola hacia adelante, pero Isaías frena con sus manos en las ruedas, impidiendo que lo saque de allí.—¿Isaías, qué haces? —Planeo hablar con mi hija —Afirma el hombre y mira a Aurora fijamente —¿Quién te dijo que no eres mi hija? ¿Acaso fue Jazmine? —Le pregunta. —No. Me enteré por mi cuenta. Pero dime papá, ¿es cierto que no soy tu hija? ¿Que soy hija de Octavio Walton? Isaías baja la cabeza y consciente de que lo único que debe hacer es decir la verdad, mira nuevamente a su hija. —¡No lo sé! —¿¡Qué!? ¿Cómo que no lo sabes? —Es la verdad. Elena me contó de su aventura amor