—Mamá, ¿puedes explicarme por qué carajos le cediste tus acciones a Aurora? Entra Gritando Ares furioso a la sala de juntas, delante de todos. —Precisamente les estaba informando a los miembros de la junta, que he cedido mis acciones a tu esposa, y como te he entregado mi puesto de presidente, en la empresa de ahora adelante no seré mas que una asesora personal para tu esposa, que es actualmente la mayor accionista de Walton's car. Le dice Jazmine, muy calmada, haciéndole gestos con sus ojos, para que se comporte delante de todos los presentes, pero a Ares poco le importa. —¿Enloqueciste? Aurora no tiene ninguna experiencia. —No estés tan seguro, te podrías sorprender. —¡Ja!, supongamos, que tengas razón. Aun así, Walton's Car es una empresa sería, dónde una hoja de vida es fundamental para contratar al personal. —¡jajajaja! —Se ríe con descaro Jazmine. —Hijo, no seas tonto. Es dueña de casi la mitad de la empresa, ¿crees que puedes negarle un puesto? —Lo mira y luego
Ares durante varios días intentó parecer tranquilo frente a Vanesa, no volviendo a mencionar el tema del bebé, ya que notó que siempre estaba a la defensiva y evitaba mantener largas conversaciones con él, salvo cuando se refería mal de su esposa, que en el trabajo había resultado muy buena. Había cerrado varios contratos, gracias a la buena gestión y promoción de Aurora, que era no solo apoyada por su madre, sino también por Daniel y Adriana, quien ya no era aquella chica torpe y retraída que ni siquiera podía hablar en su presencia. Las hermanas Hermswort, aunque le costara reconocerlo, eran excelentes y a pesar de las riñas, la empresa marchaba a las mil maravillas, aunque debía controlarse muchas veces para no explotar frente a todos cada vez que veía a Aurora sonreírle a un cliente. Era evidente que le disgustaba, no soportaba que estuviera cerca de otro hombre mostrando su amplia sonrisa, cuando a él muchas veces lo ignoraba, y solamente le hablaba para mostrar su desacuerdo c
Ares, apenas siente la calidez de los labios de Aurora, profundiza el beso, que inocentemente su esposa recibe, sin saber qué hacer. Sintiendo cómo aquel hombre estaba deseoso de besarla, apoderándose de su boca con desespero y lujuria, para luego al notar el no rechazo de ella, besarla con suavidad. Aurora perpleja, cerró los ojos y se dejó llevar, y sintió que en su pecho algo estalló y que un extraño hormigueo recorría todo su cuerpo. Los labios de Ares acariciaron los suyos, con ternura, y cuando a regañadientes se separó de ella, la chica se sintió tan débil que tuvo que apoyarse en el pecho de él con una mano para no venirse abajo. —¿Por qué hiciste eso? —Pregunta con pausa y casi en susurro al intentar recuperar el aliento. —No sé… —Responde Ares cada vez más confundido por sus sentimientos. Y su respuesta llena de enojo a Aurora que se siente nuevamente humillada por él. Impulsivamente, se aleja, y mirándolo a los ojos le da una bofetada tan fuerte que su mano le duele.
Jazmine que junto a Josué preparaba una rueda de prensa para promocionar su gala benéfica para recaudar fondos para los niños huérfanos, es interrumpida por una llamada que esperaba con ansias, pues en casa, intentaba no toparse con Vanesa, para no crear discordia y darle motivos para que se victimizara frente a Ares. Aunque siempre la vigilaba, ¿a donde iba?, ¿con quién se veía?, ¿qué compraba?, ¿dónde comía?, ¿a qué horas llegaba?; expectante de que muy pronto los hombres de Joseph por fin la encontrarán. En su viaje, no tuvo un grato encuentro con ese hombre, pues ambos tenían un carácter demasiado explosivo para llegar a un acuerdo. Al tipo solo le interesaba saber dónde encontrar a Vanesa, y aunque los planes de Jazmine, no salieron exactamente como ella lo había planeado, darle información suficiente para que muy pronto encontrara a su flamante esposa, era mejor que nada. Sin embargo, Joseph no contaba con que la muy maldita no solo lo había denunciado a la policía, sino
Aurora, que acaba de llegar a trabajar después de una larga noche en el hospital junto a su padre, fue a su casa para cambiarse y volver al lugar de donde la noche anterior salió echa una furia. Adriana, que le pide que la acompañe a su oficina, pone algo nerviosa a la muchacha que sabe que su hermana, quiere terminar la conversación que iniciaron ayer. —Sé que me has llamado para saber si estoy o no enamorada de Ares... —Toma la iniciativa Aurora que, últimamente, se sentía más confiada al expresar sus opiniones propias sin que nadie le dijera que hacer. —¡Muy bien! —Rodea su escritorio. —Entonces espero tu respuesta. —No. no estoy enamorada de Ares. No creo estarlo. No después de todo lo que me hizo. —¿No crees? —A ti no puedo mentirte. Mi cuerpo reacciona a él, y mi corazón late muy fuerte cada vez que está cerca. Fue así desde que lo volví a ver. —Espera, ¿tú te sentías atraída por él, en el pasado? ¿Cuándo yo era su prometida? —Pregunta Adriana, algo herida, si
Jazmine, muy impaciente, espera en el consultorio del Doctor Reginald los resultados de sus exámenes. Toda la mañana estuvo siendo sometida a una serie de estudios, y estaba de muy mal humor. —¿Hasta cuando tendré que esperar, Regie? —Le pregunta a su médico de cabecera, cómplice y amigo de toda la vida. —Tranquila Jazmine, no tardan. —Le dice el hombre, de avanzada edad, cuando tocan la puerta. —Vez. Deben ser los resultados. —Por fin... —¡Adelante! —Permiso… —Dice y pasa una enfermera con varios documentos en su mano, que entrega al médico y se retira. Luego de agradecerle a la enfermera, Reginald Reeds, lee con atención cada hoja, mostrando una preocupación notable al ver a Jazmine a los ojos, luego de releer varias veces los resultados y observar con detenimiento las imágenes de los estudios que eran muy claras. —¿Qué pasa? ¿Por qué no dices nada? —Le pregunta Jazmine al ver su rostro, deduciendo claramente que los resultados habían mostrado que tenía algo grave.
El primer golpe lo da Joseph, que hasta hace unos minutos creía que el mayor delito de Vanesa había sido abandonarlo. Jamás imaginó que la muy desgraciada conociéndolo se atreviera a engañarlo. Ares, que se defiende, luego de caer de la silla por el fuerte puño que rompió su labio, empieza a ponerle una paliza a Joseph que hace lo mismo cuando Ares de la nada se detiene, al recordar el rostro desaprobatorio de Aurora. —¡Maldito bastardo! —Le dice Joseph que se pone sobre él, y no deja de golpearlo. Mientras que Ares deja que el hombre lo golpee sin defenderse, algo que no agrada a Joseph. —¿Qué crees que haces? ¡Pelea! —No tengo por qué pelear. Si sigo respondiéndote es como si estuviera peleando por Vanesa, y la verdad tu esposa no vale la pena. —Muestra media sonrisa y Joseph le da un último golpe soltándolo y haciéndose a un lado, cansado por la pelea, mientras limpia con el dorso de su mano la sangre que tenía en la cara. —Y si no quieres pelear, ¿a qué viniste? —Vine a cono
Vanesa que nota a Ares algo raro, por primera vez en su vida decide no ser tan desconfiada. Pues es verdad que la reacción de Ares había sido muy agresiva, pero si supiera la verdad, le habría ido peor. Además, era a la única persona que tenía. Sin embargo, estaba tan segura de que podría seguir junto a él, gastando dinero a manos llenas, sin ningún tipo de complicación en su vida, siendo su única preocupación deshacerse de Jazmine, que jamás pensó en guardar suficiente dinero, para cuando lo necesitara. Después de todo, ella seguía siendo una asesina, que había huido de la escena del crimen, y lo mejor que podía hacer por ahora, era ser la protegida de Ares Walton, y vivir una vida que nada tuviera que ver con su pasado. Sin embargo, no contó con que la débil y temerosa Aurora pudiera atravesarse en su camino. ¿Quitarle el dinero que tanto le había costado conseguir? Eso era algo que no pretendía dejar pasar. Luego de pasar la pena de su vida en varias tiendas, se va directam