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Él también estaba enamorado pero no quería convertirse en una carga en unos cuantos años. No era un jovencito. No tenía veinte años. No sería joven y hermoso eternamente. Y ese era su miedo.

Miedo a quedarse solo en cuanto perdiera su atractivo. Miedo a morir solo. Miedo a dormir en la frialdad de su cama. Miedo a…

Sin darse por vencido se dirigió hacia las escaleras y a la carrera las bajó. Era un ático pero tenía la esperanza de llegar a tiempo. El corazón le latía a mil por segundo.

Iba todo lo rápido que le daban las piernas.

De todos los chicos con los que había mantenido esa especie de “relación-acuerdo” Nick había sido el único con quién no la había sentido solo como un acuerdo.

“No, no, no te vayas, no te vayas, por favor, por favor”. Rogaba en su interior.

Lleg&oac

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