ArielleEsperaba que la noche terminara de otra manera, divertida al menos, pero no. Llevaba tres horas parada, de espaldas al bar, con una copa en la mano deseando largarme.Nadie bailaba, la música era horrenda, las chicas no estaban contentas y cansadas. Si en quince minutos no se movían para irnos, me largaría sola.-Que bodrio -comentó Bianca -Se supone que es uno de los mejores clubs y mira -señaló la pista.Todas asentimos en acuerdo.-Sinceramente estoy cansada y si esto no se anima me iré -dejé claro.-Pues, no tiene pinta de que se mueva en los próximos minutos.-Iré al baño -anuncié.Tomé mi pequeño bolso y las dejé conversando para aliviar mi vejiga y de paso revisar mensajes, de Emma principalmente. Llevaba todo el día escribiéndome para vernos y contarme algo super importante que le ocurrió. Sobre su compañero de trabajo sospecho. Es la primera vez que la veo tan preocupada por un hombre y sus sentimientos.La fila para las damas siempre es larga, así que me apoyo sobre
ArielleLa luz sobre mis ojos me despertó del hermoso sueño que estaba teniendo. Sonreí y parpadeé observando mi entorno y reconociendo que no era mi casa.Los recuerdos de la noche volvieron despertando mi cuerpo y mis sentimientos. Todo lo que habíamos hecho era una locura. El sexo en la sala, luego en la ducha y un par de veces en la madrugada había sido maravilloso. David podía ser romántico, apasionado y salvaje cuando quería. Muy salvaje.Me senté en la cama y subí la sábana hasta mis pechos desnudos, cubriéndome un poco. El movimiento provocó un dolor muy placentero en mis músculos sacando un gemido de mis labios. Subí la mano hasta mi boca, que seguía hinchada por sus besos y mordidas.-Buenos días.Levanté la mirada hacia él, apoyado en la puerta abierta del baño, mirándome con una sonrisa de satisfacción en su boca. Tenía el pelo mojado y una toalla rodeaba su cintura, ocultando de mi vista la parte de su cuerpo que más placer me dio anoche, pero no me quejaba. Su pecho era
ArielleSuspiré de placer por sus besos, queriendo pasar el resto de mi vida entre esos brazos y con esa boca sobre mi piel, pero ya era tarde y debía volver a mi casa.Habíamos pasado todo el domingo juntos, desnudos y enredados en la cama como dos adolescentes. No quería dejarme ir y tampoco me quejaba, para nada. Disfruté cada segundo, pero el momento de volver a la realidad había llegado y debía prepararme para volver a las prácticas mañana.-Tengo que irme -susurré.Acarició mi piel con su índice y gruñó contra la curva de mi espalda en desacuerdo.-Quédate otra noche -pidió entre besos.-No puedo, tengo prácticas y necesito ropa -Y él lo sabía. Tenía un gran trasero y sus prendas inferiores me quedaban apretadas o no cerraban.-Vamos a buscar ropa y volvemos -sugirió.Volteé a verlo porque era imposible.Levantó la vista y encogió sus hombros muy inocente.-¿Qué? -preguntó.Apoyé mis brazos en la cama y me senté porque no podía quedarme otra noche y arriesgarme a que nos descubr
David Esperé a que ingresara al edificio antes de acercarme a mi ex esposa. Estaba enfadado, mucho. ¿Cómo se atrevía a insultar a Arielle? Y eso de que me encontró de casualidad es pura mierda. Solo con verla los dolorosos recuerdos volvieron amargándome y avergonzándome por quedarme con ella durante ocho años. Ocho malditos años donde no fui más que una marioneta de sus mentiras y una fuente de dinero interminable.Me acerqué unos pasos para no tener que subir la voz, porque terminaríamos discutiendo. Es lo único que recuerdo de nuestro matrimonio, las discusiones y no quería llamar la atención. Mucho menos armar un escándalo frente al hogar de mi chica.-Estarás contenta -recriminé -¿Me seguiste? Porque dudo mucho que te encontraras aquí de "casualidad" -gesticule con mis manos.Cruzó sus brazos y negó con la cabeza.-Te vi bajar del auto y por eso me acerqué. Intenté por todos los medios hablar contigo pero es imposible.Miró sobre mi hombro y apretó los labios.-¿Podemos hablar e
Claudia (Si, la ex de David)Después de la reunión en la cafetería...Corrí calle abajo alejándome lo más deprisa posible de ellos. Lágrimas gruesas bajando por mis mejillas, el pecho oprimido de la angustia y vergüenza que estaba sintiendo en ese momento.Era una cualquiera. Me había acostado con el hermano de mi esposo y tenía un hijo con él.Durante todo este tiempo creía que David era un desgraciado por negar a nuestro hijo, llegando a odiarlo por eso, cuando siempre tuvo la razón. El niño no era suyo.Quería que la tierra se abriera y me tragara para evitarme el dolor, vergüenza y asco que me daba ahora mismo.No volvería a pedirles ayuda. No volvería a acercarme a ellos.Y mi pequeño niño, buscaría la manera de salvarlo sola. Antes pensaba que él tenía la obligación de salvarlo por ser su padre, aunque no lo quisiera, pero eso ya no existía.¿Qué iba a hacer? Mateo empeoraba con cada día que pasaba y ya no sabía de dónde sacar dinero para sus medicinas, que tampoco lo estaban ay
ArielleApenas dormí pensando en David y su ex. Me había quedado preocupada por él después de ver lo molesto que estaba, pero no quería escribirle y parecer pesada con saber que ocurría porque no era de mi incumbencia. Era parte de su pasado y dudaba que hubiera quedado enterrado juzgando sus emociones al verla.Algo dentro de mí sentía que no era bueno y temía que pudiera quedar algo en esa relación. Sé que él me aseguró que no era así y que la odiaba cuando conversamos, pero decirlo y sentirlo son cosas completamente distintas.Para bajar las ansias llamé a Emma y le conté mi fin de semana, dejando de lado la situación con la ex de David. Pegó un grito tan agudo que seguro la mitad de la ciudad escuchó. Caminaba por las paredes de la felicidad y era lo que necesitaba en ese momento. Hablé horas con ella, contando detalles muy específicos a base de amenazas. No podía creer que su amiga se había atrevido a dar el primer paso luego de la gran discusión, pero halagó que lo hubiera hecho
ArielleTerminé el vivo con una sonrisa falsa antes de apagar la cámara y sentarme en la silla del escritorio con un suspiro. No tengo idea de cómo pude concentrarme lo suficiente para dar un buen espectáculo, porque mi cabeza volvía a David una y otra vez.Mis ojos se desviaban todo el tiempo a mi celular, esperando que se iluminara con un texto suyo, pero nunca pasó y estaba enojada. Mucho.Está bien que tenga sus problemas o asuntos que resolver, pero podía al menos decirme que se encontraba bien. No le costaba nada mandarme un maldito mensaje.Molesta me envolví en una bata y miré las ganancias de la noche, nada sorprendida de ver que había hecho un tercio menos que la última vez. Seguramente notaron mi desconcentración y falta de entusiasmo esta noche.Mi celular se iluminó y salté sobre la mesa como loca para agarrarlo, chillé al ver que se trataba de David y contesté enseguida.-¿Hola?-Hola nena -contestó su ronca voz erizando todos mis vellos.-Estaba preocupada ¿todo está bi
DavidHijo de puta.Arielle corrió angustiada, alejándose de nosotros y yo me tiré sobre la mesa para darle la paliza de su vida a este maldito desgraciado. Los platos y copas se estrellaron contra el suelo, rompiéndose en decenas de pedazos, pero no me importó. Lancé un puñetazo impactando justo en el centro de su rostro, gruñendo de satisfacción al ver que caía hacia atrás y llevaba sus manos a su nariz, gimiendo de dolor.-Hijo de perra -seguí y le lancé otro golpe.-¡HIJO PARA! -gritó mamá intentando separarnos, pero de esta no se libraba. Le iba a dar la lección de su vida-¡DÉJALO! -suplicó empujándome.Le reventé la cara con tres golpes más, hasta quedarme satisfecho. Solo entonces me alejé de él.Tenía el corazón a mil latidos por hora y adrenalina por las nubes. Mi respiración agitada y la rabia que tenía dentro emanaba de mis poros. ¿Cómo se atrevió? ¿CÓMO? ¿Con qué derecho? Mi propio hermano.-Marco -jadeó mamá corriendo a auxiliar a mi hermano.-Esto no te lo perdono -le d