—Katie…— digo con un dejo de voz —¿Qué haces aquí?— pregunto atónita. ¿Qué más demonios voy a preguntar? Estoy completamente perdida, jamás imaginé a mi compañera de trabajo menos preferida y mi hostigadora número uno… aquí en la puerta de mi habitación. Ella está en la puerta de mi habitación como si nada, con un vestido tejido sumamente ajustado de color crema que resalta su fina figura, el cabello rojizo en ondas y mucho maquillaje. Desde sus zapatos altos me mira con desdén, literalmente de arriba a abajo, como si yo fuera una basurita que se pegó accidentalmente en sus botas. O menos inclusive que eso. Ve mi pijama con asco y hace un gesto de horror y disgusto, como si… no sé, mi pijama la estuviera ofendiendo. —Katie… estoy muy cansada, así que…— comienzo a decir, pero rápidamente me doy cuenta de que ella viene con una idea muy clara, o al menos con una intención bien marcada. —Cuéntame… Adelaida… ¿Qué tramas? ¿A qué juegas?— dice pronunciando mi nombre con odio y con una mir
—Michelle…— dice Katie sorprendida y me da la espalda, pero aun así puedo ver que debe estar mostrando su mejor sonrisa.—¿Todo bien Adelaida?— veo la cabeza de Michelle asomarse de repente en mi campo de visión —Escuché gritos…— dice dándole una mirada de desaprobación a Katie.—¡Ohhh siii está todo perfectamente! Yo solo… ehhh… vine a ver como seguía Adelaida… si… eso… vi que su caída fue muy fuerte y como sabes yo soy una esquiadora casi profesional ¡Práctico desde niña! Y… aunque tengo mucho tiempo que no me caigo así… lo recuerdo, puede ser muy doloroso, y es mejor estar atentos— dice ella y su voz se escucha algo nerviosa. Sin duda teme que Michelle nos haya escuchado. Ella es el cliente debería ver lo mejor de nosotras, no esto. Me muero de la pena y ¡yo no he hecho nada! —Ummmm…— es lo único que dice Michelle, luego se me queda observando, obviando a Katie, y se acerca con una sonrisa — Querida… solo vine a traerte lo que recomendaron en enfermería — dice ella de forma agrad
Si yo hubiese sabido que iba a haber tal tráfico en la puerta de mi habitación en este viaje, sin duda me hubiese colocado una pijama mejor, no estaría descalza, me hubiese peinado y quizás haber hecho algo en mi cara.Tenía un día intenso, aún más intenso por todo lo que había acontecido en las últimas horas… y ahora tenía al tercer visitante de la noche aquí parado en frente a mi puerta. Realmente este era el día de todos golpeemos la puerta de Adelaida. ¿Quién quisiera un día así? Nadie, al menos eso creo yo.Brandon está con unos de esos suéteres tejidos que se acoplan perfectamente a su cuerpo, un pantalón azul oscuro, zapatos formales y una apariencia realmente exquisita. Luego recuerdo que debe haber tenido la cita con Katie… y hace que se me revuelva el estómago. Él me ve con una expresión curiosa. Claro… yo estaba diciendo que estaba contenta de nuestra amistad… pero iba dirigida a Michelle. ¿Por qué siempre me sucede esto con él?—Oh… Brandon…— digo con voz queda. Él está a
El acaricia mi cabello mientras su otra mano va viajando por mi piel bajo mi camiseta, mi pobre pijama de dibujos, ya la bata de baño cae por mis hombros. Él busca contacto con mi piel, sus manos me tocan con algo de duda, pero en cuanto encuentran el camino… lo siguen con determinación. Pareciera que él quiere cerciorarse de que yo estoy bien, de que no lo voy a alejar, dudo que haya venido a mi cuarto con esta intención ¡Jamás lo creería posible! Pero ahora que estamos así… puedo notar que realmente él quiere esto, no sé por qué aún. Katie lo podría estar esperando en su cuarto. Ella sin duda es más hermosa y sexy, y con seguridad más experimentada. Pero él está aquí, vino a ver como estaba, masajeó mi pierna y ahora sus dedos van por mis muslos. Lentamente, él me acuesta en la cama, y yo me dejo, sin decir una sola palabra, besándose apasionadamente mientras mis manos se enredan en su cabello. Sus manos suben hacia mi cintura para sentir la piel debajo de mi camiseta. Ni siqui
Soy del tipo de personas que se levanta temprano, siempre he sido así, incluso desde niña. Solía tener que encargarme de mis cosas desde pequeña, ir al colegio, desayunar. Mi mamá estaba preocupada por su negocio en la peluquería, era madre soltera, mi padre nos había dejado. Así que en lo que aprendí, como funcionaba la cocina y la hora en que tenía que estar lista para ir a clases… hice lo que tenía que hacer.Incluso, como era tan proactiva y responsable con eso, le parecí a mi mamá como un pequeño adulto, una versión miniatura de alguien que podía encargarse de sí mismo… y poco a poco empezó a apoyarse más y más en mí, dejándome sola. Ady la autosuficiente, Ady la que no necesita a nadie, tan independiente, tan madura para su edad. Incluso mi hermana, que es un par de años mayor que yo, empezó a relegar cosas en mí, así que yo era la que cocinaba y se encargaba de las cosas básicas de la casa mientras mi madre no estaba. Fernanda hacía lo mínimo, me tenía que encargar de que ell
Él está sonriendo, es lo primero que noto. Tiene una sonrisa sencilla y casi entre expectante y nervioso, mientras está parado en la puerta de mi habitación, como si fuera nada, como si fuera “nuestra habitación”. Está completamente vestido, relajado como si hubiese tomado un buen baño y tuvo todo el tiempo del mundo de vestirse con su usual look formal.Mientras yo estoy relativamente arreglada, preparada para salir, pero con una cara terrible de preocupación, de humillación, de arrepentimiento, todo lo que está mal. —Oh… estás levantada y… vestida—dice con sorpresa luego de verme por unos segundos, deteniéndose en mí. —Sí, pensé que el vuelo saldría ahora, así que mejor estar listos—digo seria intentando que no vea mis verdaderos sentimientos, la decepción, la molestia, la tristeza. Solo parezco, simplemente… indiferente. Como si ayer no pasó absolutamente nada remarcable. Él se me queda viendo, sin palabras. —Sí… yo… justo fui a pedir un taxi y a ver el estado de nuestro vuel
Han pasado dos días exactamente y no he tenido señales de Brandon, lo cual, tengo que admitirlo, es un completo alivio. Honestamente, había pensado que iba a venir a buscarme en la oficina, en cualquier momento, y pedirme que “habláramos”. Les confieso que temía eso a cada momento del día, como si estuviera en una casa embrujada y te preguntas cuando va a salir el fantasma, el ruido, el payaso diabólico. Cuando me levantaba pensaba ¿Será hoy? Me lo encontraré en la entrada de la oficina, o hablando con Mike, o quizás… a la salida, insistiendo en ese café para tomarnos. Yo no me engañaba, ya me había hecho a la idea de que había sido todo un completo error, que no me habían ayudado en nada a mis inseguridades y que esa noche no debió pasar. Sucedió no solo por cuestión del momento, no fue culpa de él, yo lo permití… porque también quería. Cuando le conté a Lizzie y a Billy de casualidad no se cayeron de espaldas. Se quedaron mudos balbuceando, y después me gritaban haciéndome pregu
Se dice que cuando una puerta se cierra, otra se abre, y así sucedió en mi vida en los próximos días, se abrieron un par de puertas que realmente me había sorprendido porque francamente no lo esperaba. Las ideas que tenía de dejar mi trabajo y buscar otro lejos de Brandon, se esfumaron rápidamente, en cuanto mi jefe me comentó que iba a tener un aumento y un ascenso. Si así mismo, todo así de nada, inclusive se iba a contratar a alguien más junior para que me ayudara. El extra de dinero me venía muy bien para pagar mis deudas y también incluso para ahorrar un poco. Ya no tenía que estar luchando cada día por llegar a pagar y comprar lo que necesitaba, ni qué decir algún premio o tontería para mí, lo cual antes era inexistente. Sí, la situación con Brandon era incómoda, pero es verdad que poco lo veía ya, se podría decir que cada vez menos. Dejó de venir a pasear a nuestra oficina, para desencanto de Katie, que supongo que ya había pensado que lo tenía listo para comérselo. Es