Se dice que cuando una puerta se cierra, otra se abre, y así sucedió en mi vida en los próximos días, se abrieron un par de puertas que realmente me había sorprendido porque francamente no lo esperaba. Las ideas que tenía de dejar mi trabajo y buscar otro lejos de Brandon, se esfumaron rápidamente, en cuanto mi jefe me comentó que iba a tener un aumento y un ascenso. Si así mismo, todo así de nada, inclusive se iba a contratar a alguien más junior para que me ayudara. El extra de dinero me venía muy bien para pagar mis deudas y también incluso para ahorrar un poco. Ya no tenía que estar luchando cada día por llegar a pagar y comprar lo que necesitaba, ni qué decir algún premio o tontería para mí, lo cual antes era inexistente. Sí, la situación con Brandon era incómoda, pero es verdad que poco lo veía ya, se podría decir que cada vez menos. Dejó de venir a pasear a nuestra oficina, para desencanto de Katie, que supongo que ya había pensado que lo tenía listo para comérselo. Es
¿Por qué me tengo que poner tan nerviosa? Me pregunto. Es como si sintiera su mirada en todos lados. La familia de William, el prometido de Annie nos invitó a una cena, simplemente para conocer un poco más a la familia y amigos de su preciosa novia, un hermoso detalle. Especialmente porque no puedo entenderme a mí misma. Cuando está él cerca me pongo ansiosa, siento que su mirada es pesada sobre mí, viendo mis errores, viendo con detalle que digo y que no, que hago y que no. Sigue mirándome con decepción y descontento. Como si me estuviera juzgando a cada momento. Inclusive puedo ver como sacude su cabeza como negando, fundido en sus pensamientos.Yo me apoyaba en Billy, quien me contaba de su nueva conquista, parecía particularmente encantado, casi enamorado, y él suspiraba con la idea de lo maravilloso si pudiera llevarlo a la boda. Me encantaría ayudarlo, pero no sé cómo. Lo único que se me ocurría era que él podría hablar primero con Annie, salir del closet primero con ella,
—Brandon… ¿Qué haces aquí?—pregunto tratando de tener una respuesta de este ser humano. Él se acerca a mí como hechizado, hasta que está muy cerca, sin decir nada simplemente, levanta su mano y pasa las puntas de sus dedos por mi brazo desnudo, recorriéndolo desde mi codo hasta mi hombro y sus manos acunan mis mejillas, dejando suaves destellos de electricidad a su paso. —Yo… quería hablar contigo…es simplemente que no sabía como— me dice y parece honesto. Su voz es un susurro, no deja de tocarme y su calidez, la de todo su cuerpo me arropa y es… deliciosa. Casi instintivamente doy un paso atrás y él baja las manos, mirándome con duda. Ya tuve mi corazón roto una vez por él. Muchos años de dolor, de preguntarme que había hecho para merecer esto. Y aquí estaba de nuevo, en manos de mi torturador número uno.—¿De qué quieres hablar Brandon…? ¿De algo de trabajo? ¿No puede esperar hasta el lunes?— digo y él me observa serio.—Por supuesto que no es sobre trabajo… — dice de forma categ
Él se apoya más en mí y siento su fuerza y me besa con desenfreno, tomando mi boca, siento su respiración, sus piernas y caderas empujándome. Es como si quisiera llegar a mí de una forma que no lo puede controlar, como si no fuera suficiente. Yo le respondo ese beso, con todo el deseo que estuve aguantando por días, aceptando su toque con pasión y alegría. Él me sigue acariciando el rostro y el cuello, va a la base de mi nuca con suavidad y con una mano empieza a desandar mi moño hasta que mi cabello termina alborotado cayendo en suaves ondas. —Adelaida… mi Adelaida… tan preciosa— dice en un susurro y me vuelve a besar, yo me quedo con esas palabras, mi pecho ahora saltando en cada inhalación y exhalación. Con dedos temblorosos desabotono su camisa, un botón a la vez mientras él sigue en mis labios, sus manos en todas partes, en mi escote, respirando, agitado contra mí. Cuando lo libero de la camisa, él se la quitó rápidamente, y me da una mirada de aprobación, de que le gusta, de
—Buenos días— escucho una voz ronca decirme, una atractiva voz masculina. Abro mis ojos de repente y en mi cama, en la cama que tengo desde hace años, ahí bajo las sábanas está Brandon Clark. Brandon.Mis ojos están muy abiertos de repente y mi expresión debe ser muy graciosa porque él se sonríe y no puede aguantar soltar una pequeña carcajada, jamás ha sido un hombre de reírse mucho, menos con una sonora carcajada. El Brandon a mi lado, que sin duda corresponde a la realidad, una loca e inesperada realidad, se ve preciosamente desvelado, los ojos un poco hinchados, el cabello despeinado, su piel bronceada contrastando con las sábanas blancas. La sabana, mi sabana de hace años, lo cubre hasta la cintura y puedo ver su piel, las venas que se le marcan en los brazos, su cuello, el nacimiento de la barba. Yo solo sujeto mi sabana hasta arriba de mi cuello con mi mano de forma tonta como si él fuera un ladrón, un gesto que parece completamente inútil y ridículo. Tomando en cuenta que…
—Hace ya un tiempo que no salgo con Robbie y no, no me he acostado con él—le digo y él me da una sonrisa de satisfacción que intenta esconder ocultando su cara tras la taza de café, pero hace como que si no hizo nada. —Pero… Billy es otro tema, otra cosa. Billy es realmente mi amigo. No salimos en plan cita ni nada de eso ¡Dios no! Él es uno de mis pocos amigos y créeme cuando te digo que no me ha sido fácil hacer amigos en la vida. Él ha estado conmigo en los peores momentos, él ha sido una constante, cuando nadie quería estar conmigo ni salir, y yo estaba triste… él no me dejó, así sea a la distancia —le digo y él baja los ojos con algo de vergüenza. —La realidad es que no, yo no lo puedo sacar de mi vida, así como así, y sin duda lo lastimaría mucho. Además, solo salimos a divertirnos, a veces vamos a bailar, otras a pasear por ahí, yo lo acompaño cuando va de shopping… solo hacemos cosas para pasarla bien, reírnos… tú sabes como es Billy. Nada romántico. El absoluto jamás lo vi
Finalmente, llegó el lunes, y fue un día completamente normal y por momentos pensé que él ni vendría. Hasta que … él entró por la puerta de la oficina, yo venía justo de buscar mi tercera o novena taza de café del día, … cuando lo vi. Por todos los cielos y la virgen. Parecía como si iba en cámara lenta, su cabello rubio ondeaba, tenía un pantalón negro que se ajustaba con delicia y esmero a sus muslos, una camisa azul clara, y una chaqueta de un color gris oscuro. El cuello de la camisa ligeramente abierto, contrastando con su piel dorada… lucía…. Simplemente arrebatador. El muy descarado cuando me vio me sonrió y muy sutilmente me guiñó el ojo. Él sonreía y de vez en cuando lo cachaba mirando mi escote, y en general… me veía a mí con una sonrisa matadora. La reunión fue la mejor que he tenido, con todo y que también estaba Katie que lo que le faltó fue sentarse encima del regazo y sacudírsele encima como una desesperada desvergonzada. Después que tenía miedo de que llegara el lu
—No puedo creer que guarden todas estas cosas. Es como un viaje al pasado ¡Me siento niño de nuevo!—dice Billy. Y es verdad. Los Clark son del tipo de personas que aún imprime fotos ¡Y cuantas fotos! Hay álbumes, recortes, recuerdos y mil cosas más como si quisieran recordar cada detalle de la familia, especialmente los primeros años de sus hijos.La organizadora de bodas le había sugerido a Annie que podían proyectar en una pantalla fotos y videos de la infancia, adolescencia y en general de la vida de los novios, incluyendo su familia y seres queridos. Y aquí estábamos en el sótano de la casa de los Clark reviviendo memorias.Había cajas y cajas de fotos, álbumes, y demás recuerdos que incluyen a Annie, Brandon, Billy, mi hermana y yo, entre muchas otras cosas. Veo fotos de nosotros disfrazados para Halloween, en obras de teatro escolares, de vacaciones en su casa, de la playa. Annie y Fernanda siempre están juntas, posando como modelos, lanzando besos a la cámara y sonriendo perf