Vanessa miró las calles pasar a través de la ventana del auto mientras se acercaban al lugar donde estaba recluso su padre. Al día siguiente sería su juicio y después de su sentencia sería trasladado.
El interior del auto estaba en oscuridad, aunque a veces se iluminaba un poco por las luces del exterior. La mano cálida de Adriano sujetaba la suya con firmeza. Sabía que él no estaba para nada contento con llevarla a ver a Filippo; aun así, allí estaba, acompañándola y demostrándole su apoyo. Se prometió que le daría un descanso después de eso.
El auto se detuvo en una calle silenciosa y apenas iluminada. Luka se giró hacia ellos.
—Los acompañaré hasta adentro. Él se quedará aquí. —Señaló con un movimiento de mentón al hombre detrás del volante—.Entraremos por
Adriano terminó con su trabajo pendiente. No le gustaba llevarlo a casa y menos durante los fines de semana, pero a veces era difícil no hacerlo. Ese sábado se había tenido que levantarse más temprano de lo usual porque tenía planes con Vanessa para más tarde y quería acabar cuanto antes. Miró la hora en su laptop y vio que eran las ocho de la mañana. Justo a tiempo, pensó. Cerró el dispositivo y guardó los documentos en la gaveta de su escritorio, luego se puso de pie. La puerta de su despacho se abrió justo cuando estaba caminando hacia allí. —Buenos días—saludó Vanessa desde el umbral. Ella estaba lista para salir, estaba usando un vestido que disimulaba un poco sus cinco meses de embarazo. Se veía igual de espectacular que cada día. Cerró el espacio que los separaba, la tomó por la cintura y depositó un beso en sus labios. —Ahora sí que son buenos —dijo dejándola ir. Se puso de cuclillas y eso le dejó a la altura de su vientre—. Bu
Vanessa se armó valor mientras recorría el camino hacia la oficina de Adriano. Todo se sentía como un deja vu. Hace tantos meses había venido a ver al mismo hombre con una propuesta loca y, pese a todo lo que había en contra, las cosas habían resultado bien.Entró a la oficina de Adriano sin molestarse en tocar. Eleonora, la secretaria de su esposo, le había dicho que nadie estaba con él. Adriano levantó la cabeza al escuchar sus pasos y la miró extraño, nada fuera de lo común teniendo en cuenta que no le había dicho que iría a verlo.—Cariño, no esperaba verte hoy aquí. ¿Todo bien? —Él intentó ponerse de pie, pero Vanessa alzó una mano en el aire para detenerlo. Adriano se quedó en su lugar, pero pudo ver que parecía más tenso.Todavía estaba trabajando en hacer las cosas
Adriano no cabía de felicidad al pensar que pronto se casaría con Vanessa y ni siquiera había tenido que utilizar ningún truco para convencerla de que lo mejor era que la boda se llevara a cabo antes del nacimiento de su hija, ella lo había decidido por su cuenta y lo había visitado en su oficina por la tarde para hablar sobre ello.Acarició el brazo de su esposa y depositó un beso en su cabeza. Ambos estaban en cama descansando después de un largo e interesante día.—¿Ya decidiste que vas a hacer con la casa de tu abuela? —preguntó Adriano rompiendo el prolongado silencioPese a los meses transcurridos desde el juicio de Filippo, Vanessa aun no tenía idea de qué hacer la propiedad de su familia. No era la única que había heredado, pero la mayoría no representaba para su esposa lo que está hacía. Ella había mante
Vanessa y Elaide entraron a la sala en medio de risas. Ambas habían pasado un día entretenido. No podía recordar cuando era la última vez que habían pasado un tiempo a solas. Habían ido de compras, luego se habían detenido a almorzar antes de continuar. Durante el almuerzo habían hablado de los planes de Elaide para la universidad, ella se había decidido por estudiar Ingeniería informática y ella le había dejado en claro que contaba con todo su apoyo.—La mujer no sabía que decir —dijo su hermana.—La expresión en su rostro era cómica, creo que considero decirte que sí y entonces ¿qué habrías hecho?—Decirle que no podía.—Veo que pasaron un día divertido —dijo Adriano bajando por las escaleras, no lo había escuchado acercarse.—Ya sabes, Elaide y sus trav
Vanessa trataba de mantenerse serena mientras esperaban que Anna llegara con su hijo. No estaba allí desde hace mucho, pero seguro se había parecía una eternidad.—¿Cuánto falta para que lleguen? —le preguntó a Adriano, él estaba sentado en uno de los sillones, ella había estado a su lado hasta hace unos minutos atrás, pero estaba demasiado ansiosa y necesitaba mantenerse en movimiento mientras pudiera.Adriano miró su reloj de muñeca.—Deberían estar aquí en cualquier momento. —Como si eso fuera una señal, unos golpes en la puerta sonaron antes de que esta se abriera. Adriano le había dejado la orden a su secretaria de que hiciera pasar a Anna y Paolo sin ser anunciados.Adriano se levantó de su asiento a recibir a los recién llegados mientras ella permanecía en el mismo lugar como si no pudiera moverse.
Adriano evaluó a Paolo, no parecía un mal chico -solo algo confundido-; sin embargo, esa no era ninguna excusa para la manera en la que se estaba comportando. Si no fuera por qué no quería arruinar la relación entre su esposa y él en un futuro, la historia sería diferente. El muchacho abrió la boca, seguro dispuesto a lanzar más ataques verbales, lástima que él no estaba de humor para escuchar nada más, había tenido suficiente de su carácter irreverente. Hermano o no, no iba a dejar que nadie le faltara el respeto a Vanessa, la próxima vez no sería tan educado. Alzó una mano en el aire y Paolo guardó silencio. Sabia decisión. —Es mi hora de hablar. Has dicho tantas cosas, pero no te has detenido a escuchar en ninguna ocasión. —Paolo lo desafió con la mirada y él lo miró con aburrimiento—. Asumo que no eres ningún tonto y yo no soy de los hombres que le gusta explicarse más de una vez. Si no quieres hacerte la prueba entonces no lo hagas, nadie te
—¿Estás segura de que todo está bien?—Define bien —bromeó y Elaide la miró como si intentara descifrar que es lo que estaba sucediendo—. Tranquila, todo está bien. —Eso no era una mentira… no por completo. Adriano le había llamado un par de horas atrás para decirle que tenía los resultados de ADN en sus manos y no podía evitar sentirse inquieta hasta que confirmara que Paolo era su hermano. —¿Entonces porque luces tan… —El sonido del timbre interrumpió la pregunta de su hermana y se sintió agradecida.Elaide se sonrojó y llevó una de sus manos hasta su cabello para acomodar un mechón de cabello inexistente detrás de la oreja.—Tu cita está aquí —dijo señalando lo obvio solo para ver a su hermana más nerviosa.La ama de llav
Elaide llegó último a la mesa, los saludó y acomodó su silla de ruedas en su lugar de siempre. Ella era independiente en tantos aspectos, pero eso no impedía que siempre estuviera al pendiente de lo que hacía.Elaide tenía una sonrisa resplandeciente y ese era suficiente indicativo para deducir como le había ido la noche anterior. En todos esos meses viviendo juntos, la había visto relajarse y comportarse cada vez más como la joven que era.—¿La pasaste bien anoche? —preguntó.No habían podido hablar durante el desayuno porque Elaide había seguido durmiendo para ese momento. Su hermana no se había levantado hasta hace poco y no era de extrañar teniendo en cuenta que la noche anterior había llegado de madrugada. Esa mañana, cuando Vanessa le había ofrecido llevarle algo de comer, ella había rechazado diciendo que