Cap. 37.3

Darién la abrazó con dulzura, Renata ocultó su cara en su pecho, dejando escapar unos sollozos, mientras que la risa del Nefilim ya se había ido, solo frialdad brotaba de su rostro. ─ Veo que ya no eres tan diferente como ese par de idiotas que se matan por éste pútrido mundo, y se hacen llamar dioses ─. Reprochó el Nefilim, cuanto odio desbordó en cada palabra cuando dijo recorriéndola de hito en hito. ─ Ya te diste cuenta que no soy como mi padre ─.

Lenaya, poco a poco fue bajando las escaleras, Mónica aun les seguía lanzando dagas con los ojos, pero se mantuvo a raya, estando frente a ellos su mente se había vuelto nada, su corazón se había encogido y su pecho quemaba. ─ Háblame ─. Susurró Lenaya, Renata deja a un lado sus sollozos para contemplar a una Reina con lágrimas en los ojos. ─ ¿Es verdad? ─ Yo no miento. No como tú, Darién se arriesgó por nosotras ─. Lenaya quiso extender su mano para tocar la mejilla de Renata, pero ésta se apartó acurrucándose más en el Nefil
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