Renata se tambal eó un tanto pálida y aturdida al momento de pisar suelo seguro, Darién reía a carcajadas cuando apareció a su lado, Renata lo fulminó con la mirada dándole de golpes y patadas mientras le gruñía insultos por haberse arrojado con ella en brazos por aquel agujero tan feo, él levantaba las manos en gesto de rendición sin dejar de reír, aunque no duró mucho su molestia con él, no podía, era Darién y lo amaba, tuvo que reconocerlo, amaba al desgraciado loco, así que también rió con él, claro, dándole ligeros golpes aun reprendiéndolo, Darién quiso tomar su mano pero ella se soltó para seguir jugueteando con él . Elenya apresuró sus pasos, él había llegado, quería recibirlo, su corazón se aceleróaba a cada paso que se acercaba, sintiendo su esencia, pero había alguien más con él, lo supo por las risas, nunca había oído reír a Darién de esa manera, tan relajado, tranquilo, se sentía… feliz, ¿Quién era esa otra persona que lo hacía reír así?, no le importaba, era D
─ ¿Qué le pasó? ─. Preguntó Renata, pudo oir cierta preocupación en su voz, en cambio Darién, no se molestó en responder, solo miró sobre su hombro e hizo un gesto con su mano en invitación para que lo siguiera. Mónica es acostada en la cama de Lenaya, un soldado de confianza de Darlen la escoltó al verla correr por los pasillos con Mónica en brazos, la guardia, abrió la puerta de la habitación real, Lenaya le indica a la guardia llamada Dinas que cuidara el acceso, que no estaría para nadie, y cuando decía nadie era a nadie, la soldado hizo una reverencia en afirmación y cerró la puerta, la soldado se quedó a un lado llamando a otros dos más para que la ayudasen a cuidar del recinto. Lenaya hizo desaparecer su armadura, vestida solo con un short corto de jeans, en blusa sin mangas y zapatos deportivos, revisó el cuerpo de Mónica detalladamente, no tenía daño alguno físicamente, pero lo que más le preocupaba era su mente, ¿Cómo reparar una mente destruida por recuerdos
Avanzaron más en el tiempo, adolescentes otra vez, Mónica le contó su amorío con un joven que fue a cantarle una serenata a mitad de la noche, estaba algo ebrio y su mamá le echó un balde de agua fría por la ventana de su cuarto, ambas rieron, tanto la Mónica y la Paola de aquel recuerdo como la Paola y la Mónica testigos, fueron momentos hermosos. Los días de invierno de paseo junto al río en las afueras de la ciudad, horas de caminata y sin parar de cotorrear, de reír o juguetear, perseguirse lanzándose hojas secas, los días de campo con la familia, Mónica sumergida en una lectura mientras que Paola dibujaba. Paola apretó su mano en gesto de advertencia, su rostro no mostraba nada, solo miraba, Mónica entendió, fue el momento donde Dragnan apareció por segunda vez, el hombre de cabello blanco y ojos azul-plata, Mónica lo reconoció y dijo su nombre en voz baja, Paola asiente, fueron los mismos días que Paola había sido seleccionada para ir Forli, a una academia de arte, y f
Lenaya agitó su mano y llegaron al punto donde ella había matado a Paola, enterrando el pico de una botella en su espalda, justo en su corazón, Paola abrazó a Mónica en gesto protector mientras contemplaba aquella horrible escena, era imposible que ella la hubiera asesinado, a pesar de que escuchó su explicación, no podía dejar de pensarlo o de estar tan confundida y dolida, si ella, si Paola había muerto, ¿Cómo está parada allí delante de ella?, ¿Cómo podría ayudarla si ambas estaban muertas?, a partir de allí le mostró la vida que tuvo, recuerdos a base de sus diarios, los diarios de Mónica, el como ella había guardado sus recuerdos, recuerdos que ahora le eran borrosos, recuerdos que fueron dados bajo un sello de sangre, sello que las hacía ahora hermanas, Mónica se encuentra con los ojos de Paola, esos ojos, recordó cuando ella había recuperado algo en la biblioteca de Dragnan, grandes libros. Duró varios latidos en silencio hasta que por fin dijo. ─ Tu no eres Paola… no
Ambas lo miraban de forma expectante, Renata quería abrazarlo, compartir su carga, ella ya era su mujer y madre de su futuro hijo, pero no supo porqué no podía moverse, solo verlo cargar con tantos siglos de una venganza sin llevar a cabo, esperando el momento oportuno, hizo que sintiera su corazón como una pasa, su pecho encogiéndose de la pena, el Nefilim por fin dijo. ─ Ahora que sabes la verdad ─. Darién señalo con la barbilla, orden suficiente para que Aracne la desatara, Rosa se frotó las muñecas sentándose en la cama sin despegar ojo de Darién. Lo escrutaba mientras se levantaba de la cama. ─ No te voy a mentir, Rosa, posiblemente Arthax te marcó o quiso marcarte ─ ¿Qué quieres decir? ─. Preguntó tanto horrorizada como asombrada. ─ ¿Les obligó a rendirles lealtad? ─ No ─ ¿Segura? ─ Segura ─. Aracne se acerca a un lado, un acercamiento muy personal para ser casual, Renata se tensa ante aquel movimiento. ─ Es posible que esperara ─ ¿Esperar que? ─. Preguntó el Nefi
─ Entonces la montaña, (carraspea), es su palacio, su, su, casa, quiero decir ─. La mujer asiente. ─ ¿Dónde está el hijo de Dragnan? ─. Preguntó, ¿Cómo responder sin comprometerlo, o comprometer sus vidas? ─ Está buscando a su prometida, se la secuestraron ─ Era la total verdad. ─ ¿Su prometida? ─ Ella estaba con nosotros ─. La mujer entorna la mirada, recuerdos comenzaron a danzar, imágenes de una pelea, recuerdos de Youlin. ─ ¿Una de las gemelas es su prometida? ─. Mierda, ¿ella lo había visto todo?, ¿Qué tanto había tomado de ella?, solo pudo afirmar. ─ Si, es una de las gemelas ─. Los recuerdos de Youlin vagaban ahora en la mente de aquella mujer, vio que ambas eran guerreras, ¿Cuál sería? Sin duda una que le hizo frente a la aberración para proteger a la que lloraba y a la emisaria Youlin, no cabía duda, su nombre, su nombre era Rosa, y la de su hermana Renata. ─ Su prometida es Rosa, puedo verlo, una mujer digna de un guerrero de su talla ─. Youlin abre los ojos de par
Dos días, dos días habían pasado, Lenaya aun enseñándole a Mónica, contándole, demostrando la verdad de lo que había ocurrido, por fin Lenaya abre los ojos con mucho cuidado, lentamente quita las manos de las sienes de Mónica. ─ Vamos ─. Instó en un susurro. ─ Vamos ─. Instó con más firmeza, pero Mónica no respondía. ─ Vamos ─. Suplicó. ─ Por favor ─. Fue su última palabra con labios temblorosos, los parpados de Mónica comenzaron a moverse como mariposas queriendo emprender vuelo, Lenaya no pudo aguantar las ganas de llorar, apretando los labios marca una sonrisa, sorbe por la nariz, en su cuerpo no cabía tanta felicidad, lo había logrado, aunque Mónica aun no abría los ojos. Aun con la esperanza estrujando su corazón, Lenaya esperaba, expectante a que aquellos ojos abrieran. Unos ojos amarillos van apareciendo delante de ella, abriéndose lentamente, como si hubiera tenido largas, largas horas de sueño, tanta alegría no podía ser contenida, Lenaya posa una mano en su boca y
─ ¿No sabías que estaban en Nueva Zelanda?, y aun así hiciste joyas de sumisión idénticos ─. Solo era cuestión de latidos para que Rosa interviniera. ─ Déjala en paz ─. El Nefilim posa sus ojos en ella, Elenya abre los ojos como platos, ¿acaso es tan estúpida para desafiarlo? ─ Solo quiero terminar con todo esto y, y saber si en verdad Lenaya marcó a mi hermana para que se fijara en ti, con respecto a Nueva Zelanda, es verdad, ella sabía que estaba allá porque me estaba buscando para rescatar a mi hermana, para sacarla de allí, supongo que si sacó sus conclusiones, por eso trató de ayudar ─. Darién frunce el ceño, Renata la mira con asombro y Elenya deseó que se la tragara la tierra. ─ Has dicho cosas muy interesantes, cuñadita ─. Dijo el Nefilim con una sonrisa maliciosa en dirección a Elenya. ─ Elenya me lo contó, que posiblemente ella usó a mi hermana para que tú te fijaras en ella y poder así dominarte, para que estuvieras de su lado, que te amansaría si te enamorabas de