Avanzaron más en el tiempo, adolescentes otra vez, Mónica le contó su amorío con un joven que fue a cantarle una serenata a mitad de la noche, estaba algo ebrio y su mamá le echó un balde de agua fría por la ventana de su cuarto, ambas rieron, tanto la Mónica y la Paola de aquel recuerdo como la Paola y la Mónica testigos, fueron momentos hermosos. Los días de invierno de paseo junto al río en las afueras de la ciudad, horas de caminata y sin parar de cotorrear, de reír o juguetear, perseguirse lanzándose hojas secas, los días de campo con la familia, Mónica sumergida en una lectura mientras que Paola dibujaba. Paola apretó su mano en gesto de advertencia, su rostro no mostraba nada, solo miraba, Mónica entendió, fue el momento donde Dragnan apareció por segunda vez, el hombre de cabello blanco y ojos azul-plata, Mónica lo reconoció y dijo su nombre en voz baja, Paola asiente, fueron los mismos días que Paola había sido seleccionada para ir Forli, a una academia de arte, y f
Lenaya agitó su mano y llegaron al punto donde ella había matado a Paola, enterrando el pico de una botella en su espalda, justo en su corazón, Paola abrazó a Mónica en gesto protector mientras contemplaba aquella horrible escena, era imposible que ella la hubiera asesinado, a pesar de que escuchó su explicación, no podía dejar de pensarlo o de estar tan confundida y dolida, si ella, si Paola había muerto, ¿Cómo está parada allí delante de ella?, ¿Cómo podría ayudarla si ambas estaban muertas?, a partir de allí le mostró la vida que tuvo, recuerdos a base de sus diarios, los diarios de Mónica, el como ella había guardado sus recuerdos, recuerdos que ahora le eran borrosos, recuerdos que fueron dados bajo un sello de sangre, sello que las hacía ahora hermanas, Mónica se encuentra con los ojos de Paola, esos ojos, recordó cuando ella había recuperado algo en la biblioteca de Dragnan, grandes libros. Duró varios latidos en silencio hasta que por fin dijo. ─ Tu no eres Paola… no
Ambas lo miraban de forma expectante, Renata quería abrazarlo, compartir su carga, ella ya era su mujer y madre de su futuro hijo, pero no supo porqué no podía moverse, solo verlo cargar con tantos siglos de una venganza sin llevar a cabo, esperando el momento oportuno, hizo que sintiera su corazón como una pasa, su pecho encogiéndose de la pena, el Nefilim por fin dijo. ─ Ahora que sabes la verdad ─. Darién señalo con la barbilla, orden suficiente para que Aracne la desatara, Rosa se frotó las muñecas sentándose en la cama sin despegar ojo de Darién. Lo escrutaba mientras se levantaba de la cama. ─ No te voy a mentir, Rosa, posiblemente Arthax te marcó o quiso marcarte ─ ¿Qué quieres decir? ─. Preguntó tanto horrorizada como asombrada. ─ ¿Les obligó a rendirles lealtad? ─ No ─ ¿Segura? ─ Segura ─. Aracne se acerca a un lado, un acercamiento muy personal para ser casual, Renata se tensa ante aquel movimiento. ─ Es posible que esperara ─ ¿Esperar que? ─. Preguntó el Nefi
─ Entonces la montaña, (carraspea), es su palacio, su, su, casa, quiero decir ─. La mujer asiente. ─ ¿Dónde está el hijo de Dragnan? ─. Preguntó, ¿Cómo responder sin comprometerlo, o comprometer sus vidas? ─ Está buscando a su prometida, se la secuestraron ─ Era la total verdad. ─ ¿Su prometida? ─ Ella estaba con nosotros ─. La mujer entorna la mirada, recuerdos comenzaron a danzar, imágenes de una pelea, recuerdos de Youlin. ─ ¿Una de las gemelas es su prometida? ─. Mierda, ¿ella lo había visto todo?, ¿Qué tanto había tomado de ella?, solo pudo afirmar. ─ Si, es una de las gemelas ─. Los recuerdos de Youlin vagaban ahora en la mente de aquella mujer, vio que ambas eran guerreras, ¿Cuál sería? Sin duda una que le hizo frente a la aberración para proteger a la que lloraba y a la emisaria Youlin, no cabía duda, su nombre, su nombre era Rosa, y la de su hermana Renata. ─ Su prometida es Rosa, puedo verlo, una mujer digna de un guerrero de su talla ─. Youlin abre los ojos de par
Dos días, dos días habían pasado, Lenaya aun enseñándole a Mónica, contándole, demostrando la verdad de lo que había ocurrido, por fin Lenaya abre los ojos con mucho cuidado, lentamente quita las manos de las sienes de Mónica. ─ Vamos ─. Instó en un susurro. ─ Vamos ─. Instó con más firmeza, pero Mónica no respondía. ─ Vamos ─. Suplicó. ─ Por favor ─. Fue su última palabra con labios temblorosos, los parpados de Mónica comenzaron a moverse como mariposas queriendo emprender vuelo, Lenaya no pudo aguantar las ganas de llorar, apretando los labios marca una sonrisa, sorbe por la nariz, en su cuerpo no cabía tanta felicidad, lo había logrado, aunque Mónica aun no abría los ojos. Aun con la esperanza estrujando su corazón, Lenaya esperaba, expectante a que aquellos ojos abrieran. Unos ojos amarillos van apareciendo delante de ella, abriéndose lentamente, como si hubiera tenido largas, largas horas de sueño, tanta alegría no podía ser contenida, Lenaya posa una mano en su boca y
─ ¿No sabías que estaban en Nueva Zelanda?, y aun así hiciste joyas de sumisión idénticos ─. Solo era cuestión de latidos para que Rosa interviniera. ─ Déjala en paz ─. El Nefilim posa sus ojos en ella, Elenya abre los ojos como platos, ¿acaso es tan estúpida para desafiarlo? ─ Solo quiero terminar con todo esto y, y saber si en verdad Lenaya marcó a mi hermana para que se fijara en ti, con respecto a Nueva Zelanda, es verdad, ella sabía que estaba allá porque me estaba buscando para rescatar a mi hermana, para sacarla de allí, supongo que si sacó sus conclusiones, por eso trató de ayudar ─. Darién frunce el ceño, Renata la mira con asombro y Elenya deseó que se la tragara la tierra. ─ Has dicho cosas muy interesantes, cuñadita ─. Dijo el Nefilim con una sonrisa maliciosa en dirección a Elenya. ─ Elenya me lo contó, que posiblemente ella usó a mi hermana para que tú te fijaras en ella y poder así dominarte, para que estuvieras de su lado, que te amansaría si te enamorabas de
Con una mano gentil, Darién la guió dentro de la casa, Renata le preguntó muy curiosa el como era posible las flores en un lugar como este, el Nefilim contestó que es debido a Elenya, Darién cerró las puertas de cristal una vez dentro, entraron a la cocina y sacó una silla y se la ofreció, Renata le agradece el gesto. ─ ¿Quieres algo de tomar? ─ ¿Te molestarías si te pido un whisky? ─. Darién enarcó una ceja ofreciendo una mirada inquisitiva de arriba a abajo, ni en sueños le daría un vaso de whisky, no estando embarazada. ─ Supongo que eso es un no. Solo quiero chocolate caliente ─. Darién se dispuso a preparar el chocolate, montó el agua en la tetera, encendió la cocina, buscó en la lacena superior, sacó varios empaques y… ─ Quiero que le pidas perdón a Elenya ─. Todos los empaques se les cayeron de las manos, ¿acaso se volvió loca? ─ Creo que escuche mal, ¿Qué quieres que? ─. Preguntó con desdén y en total desacuerdo mirando sobre su hombro con el ceño fruncido y una cej
Sorbiendo por la nariz, limpiando las últimas señales de lágrimas, había desahogado su frustración de no ser correspondida, Elenya estaba más calmada, manteniendo una conversación trivial con Rosa, por alguna razón, para Rosa, Elenya ya no le parecía una amenaza, era más una persona incomprendida. ─ ¿De verdad no eres un demonio? ─. Preguntó después de haber escuchado su aclaratoria. ─ No, no lo soy, simplemente dejé que pensaran lo que ellos quisieran ─. Respondió con un ligero encogimiento de hombros caídos, sus ojos estaban hinchados, y sus manos jugueteaban en la tela de su sábana. ─ Tienes lindo cabello ─. Dijo posando los ojos en el cabello de Rosa, en cambio ella miró las puntas dejando caer los hombros en tristeza. ─ Mi cabello es un desastre ─. Elenya sonrió. ─ Solo hay que peinarlo un poco. Ven, acércate ─. Invitó palmeando la cama, Rosa se acercó un poco más, Elenya comenzó a estudiar su cabello, después de haberlo estudiado un par de segundos dijo. ─ Tienes el ca