El hombre observó con detenimiento a la mujer que se encontraba todavía envuelta entre sus brazos. Parecía una universitaria, con los pantalones ajustados y rasgados en sus muslos, una blusa corta que dejaba al descubierto su abdomen y su piel canela. El cabello lo llevaba en una cola desordenada, con mechones salidos de ella, dándole un toque rebelde. Su piel morena se veía brillante y suave a contra luz. Sus labios rellenos y algunas pecas en sus pómulos le conferían un aire seductor y tierno. Sus ojos eran tan oscuros, que no sabía si eran negros o marrones, pero lo cierto era que eran grandes y brillaban en demasía.
Era bellísima, pero se veía muy joven para ser madre. Reparó en la imagen que se hizo de la niña y terminó comparándolas. Su hija no se parecía en nada a ella. Recordaba que los ojos de la pequeña eran muy azules y que sus rizos dorados llegaban hasta más abajo de sus hombros. Entonces dedujo que la niña debía parecerse a su padre.
De pronto, el hombre salió de su embalsamiento y se alejó de la mujer como si ella estuviese hecha de fuego. Se fajó su uniforme e hizo una leve inclinación, sujetando su arma con ambas manos.
—¿Se encuentra bien, señora?
Nancy reconoció la voz al instante, por lo que desvió la mirada un poco avergonzada. Ahí estaba su oportunidad de agradecerle por salvar a Vicky, pero ¿a dónde diantres había ido su voz?
—Estoy bien —le aseguró, esbozando una sonrisa ladeada—. Gracias por lo del otro día. No tuve oportunidad de agradecerte por salvar a Vicky.
—¿Qué le pasó a Vicky? —inquirió Carla.
—Estábamos en el parque y cruzó la calle sola. Por poco me vuelvo loca buscándola —Nancy soltó una risita nerviosa para nada graciosa—. ¿Puedes creer que le dijo a Liam y a Nathalie que ella ya era una chica grande?
Carla estalló en risas, no le parecía nada raro que la pequeña hiciera de las suyas y saliera después con un comentario de esos. Para ella, Victoria era un pequeño diablo.
—Ese diablo sí que los hace despertar, ¿eh?
—Es algo hiperactiva —fue lo que respondió Nancy, mientras el militar observaba a ambas chicas interactuar—. La abuela dirá que es porque Nat le deja comer mucho dulce.
—Dulce mis ovarios. Esa niña es el diablo encarnado en una carita de ángel y ojos hipnotizantes. Esos ojitos tan lindos no me engañan.
Esta vez fue Nancy la que soltó a reír sin poder contenerse, recordando todas las travesuras que Victoria le ha hecho a Carla, olvidando por completo que un hombre frente a sí la veía con un palpitar nuevo y desconocido en el pecho.
Mason la vio reír y su corazón latió como nunca. No entendía por qué no podía apartar la mirada de ella, pero era imposible hacerlo, si reía y en sus mejillas se marcaban dos preciosos hoyuelos que acentuaba su belleza única. Era linda, joven y ¡casada!
«¡No olvides que es casada!», se reprendió, mascullando una maldición.
Sacudió la cabeza con fuerza y apartó la mirada de la mujer, repitiéndose que no debía involucrarse demasiado con alguna persona de la ciudad. En un par de meses se iría y, aunque hacia mucho no saboreaba la pasión de una mujer, no quería ganarse problemas. Debía seguir enfocado si quería llegar a un puesto más alto en el batallón.
—Mierda, vamos tarde —escuchó a una de las chicas maldecir mientras veía su teléfono—. Una vez más, gracias por salvar a Vicky. Acepto mi error, me confié demasiado y olvidé por completo que a los niños no hay que perderlos de vista ni un solo instante. Gracias a ti ella está bien y no le sucedió nada malo. Es un ángel.
Vio a la rubia codear a la morena y ambas rieron en complicidad, pero esa acción la pasó por alto, lo único que podía escuchar era su voz acariciando sus oídos.
—Solo debe tener un poco más de precaución. A los niños les gusta explorar y no saben medir el peligro.
—Le prometo que no volverá a pasar...
—Quien quisiera cuidar de ese demonio —masculló la rubia y su amiga le lanzó una mirada fulminante.
—Debemos irnos —resolvió la mujer —. Gracias.
—No es nada. Tengan un buen resto de día.
—Oye, aquí cerca hay un restaurante por si te gustaría pasar. La comida es deliciosa. Tú y tus compañeros quedarán encantados con ella, ¿no es así, Nancy? —la rubia lanzó las palabras con el fin de que su amiga se diera cuenta de las miradas que el sexi militar le estaba dando.
—Lo tendré presente.
—¡Por allí los esperamos!
—Vamos.
Nancy agarró a su amiga de la mano y se la llevó a paso rápido en dirección al restaurante. Sabía que ella era coqueta por naturaleza y no le pasó desparecido que se estaba insinuando al hombre.
—¿Qué haces?
—Caminar —respondió la rubia con toda la diversión e ironía que cabía en ella—. ¿No te diste cuenta?
—¿De qué?
Su amiga bufó, virando los ojos.
—Por despistada es que nunca consigues novio.
—Un novio no es prioridad en mi vida y tú lo sabes.
—Definitivamente, Dios le da pan al que no tiene dientes. ¿Eres ciega o qué? ¿No te diste cuenta de cómo te miraba ese papacito? —suspiró dramáticamente—. Yo quiero que me ligue uno así y tú ni siquiera sabes cuando un hombre te está admirando porque vives en la luna.
—Oh, una disculpa por no querer nada en este momento —dijo con diversión, girando la cabeza para ver al militar que seguía en el mismo lugar, dándose cuenta de que las seguía mirando—. No creo que me esté mirando a mí. Por favor, Carla, es obvio que te está mirando el trasero.
La rubia giró la cabeza y negó con rapidez.
—Te mira a ti y no te hagas la tonta que no lo eres, Nancy. Desde que te sostuvo en sus brazos no te apartó la mirada ni un segundo. Te detalló de pies a cabeza. Te desnudó con la mirada. Te hizo el Kamasutra completo y tú ni por entenderada.
—¡Oye!
—¡Es la verdad! —sonrió maliciosa—. ¿Por qué crees que le dije que fuera al restaurante? A los hombres hay que ayudarlos un poco. Hay que dejarles la carnada lista para que caigan y con gusto la devoren.
Nancy no hacía más que reír con fuerza. Su amiga siempre la animaba con sus comentarios en doble sentido.
—Si fuera cierto, no creo que vaya al restaurante por mí —soltó una risita, retomando su andar e incentivando a su amiga para agilizar los pasos—. Él debe tener a su novia o su esposa en casa esperándolo, así que no te hagas películas en la cabeza.
Los días se fueron con normalidad para Nancy. Su vida era tan rutinaria y monótona de la universidad al restaurante, que no tuvo tiempo de pensar en nada ni en nadie. Aunque de manera inconsciente pasaba a diario por el parque, porque una parte de sí anhelaba encontrarse a aquel militar una vez más. Quizás quería saber por sí misma si Carla le decía la verdad.Ese día en particular hubo mucho ajetreo en el restaurante, por lo que, una vez el último comensal se marchó, se dedicó a recoger y limpiar. Por suerte Carla y su hermana le ayudaban, porque ella sola con su abuela no daban abasto. —Entonces, ¿no te has encontrado al militar? —inquirió Carla, recogiendo las sillas mientras Nancy barría el salón—. Pensé que sí vendría.—Pues ya ves que no —se encogió de hombros—. Sueñas demasiado si crees que un militar tan guapo como él se fijaría en alguien como yo.—¿Y cómo es alguien como tú?Nancy detuvo su labor y se señaló de pies a cabeza con el palo de la escoba. El jean desgastado y l
—¿Qué se supone que estás haciendo, Nancy?La chica brincó del susto al ver a su abuela detrás de ella, mirándola con curiosidad. En vista de que los comensales ya estaban llegando y ella no estaba en su lugar tomando las ordenes, tuvo que salir de la cocina para buscarla. Pero no esperaba encontrarla en el baño, pintando sus labios como si fuese a salir a modelar y no a trabajar.—Yo…—¿Acaso no vas a ayudarme hoy? —volvió a preguntar, mirando ahora su vestimenta—. No me digas que no puedes, porque hoy estamos solas.—Por supuesto que voy a ayudarte, abuela. Solo que… bueno, me estaba peinando un poco. No quiero dar una mala impresión a los clientes, ya sabes. Su abuela frunció el ceño al escuchar a su nieta, ella más que nadie sabía que Nancy no era una de esas chicas que le preocupara lo que dijeran de su apariencia. Solía arreglarse muy bien en algunas ocasiones, pero nunca lo había hecho en exceso mientras trabajaba en el restaurante.—¿Tienes una cita con algún chico?La chic
Mason se acercó a Nancy para cancelar la cuenta. Ella hablaba con la rubia —la verdadera madre de Victoria—, mientras la niña dormitaba en sus brazos.—Perdón —carraspeó, llamando la atención de las dos mujeres—. Aquí tienes —extendió el dinero y ella lo recibió—. La comida estaba muy rica. Gracias.—Nos alegra mucho que te haya gustado —la chica sonrió—. Espero que tú y tu compañero regresen pronto.—No lo dudes. Vendré a diario a comer aquí y estoy seguro de que Roque también lo hará.Nancy se mordió el labio inferior, sonriendo de manera sutil, pero él no pudo pasar por desapercibido ese gesto tan tierno y erótico. En ese momento sentía ganas de tomarla entre sus brazos y devorar esos labios que se veían tan apetecibles, pero debía controlarse. Si quería acercarse debía hacerlo paso a paso, además de que no estaba seguro si era buena decisión entablar una relación con ella.Se miraron por unos cuantos segundos sin saber qué más decir antes de que él se despidiera y se marchara del
La emoción y los nervios hacían presencia en Nancy mientras terminaba de hacer ondas en las puntas de su cabello y veía la hora en el reloj de su pared. Escuchaba los "consejos" de su amiga que rebuscaba entre sus cosas lo necesario para hacerle un sutil maquillaje, pero en realidad no la estaba escuchando en lo más mínimo. En su cabeza estaban las palabras de Mason, cuando le dijo que no podía verla como una amiga y luego aceptaba salir con ella.Todavía no podía creer que él la aceptara y le correspondiera el sentimiento. Así que ahí estaba, tres días después, esperando que llegara la hora de verlo. Antes no habían podido salir porque él no tenía descanso sino hasta tarde de la noche y ella universidad y además trabajaba. Era domingo y ambos estaban libres ese día, por lo que se pusieron de acuerdo para salir.Carla la maquilló, tan solo un poco que resaltara sus ojos y sus labios. Nada estrambótico, porque ella admitía que la piel de Nancy era tan tersa y hermosa que no tenía neces
Los siguientes días fueron de ensueño para Nancy. Cada vez que Mason llegaba al restaurante, su día se pintaba de colores y un sentimiento nuevo y desconocido crecía en su pecho.Disfrutaba hablar con él así fuesen por escasos minutos, pero no pasaba nada más entre ellos y de pronto se vio preguntando si solo sería una bonita amistad o habría algo más. No quería precipitarse de los hechos, pero cada día a ese hombre le gustaba más y más.—¿Estás libre hoy? —la chica le preguntó a su hermano mayor—. Dime que sí.—Sí, sí lo estoy. ¿Qué sucede?—No puedo ir al restaurante. Debo hacer un reportaje y tengo que empezar las investigaciones desde hoy.Liam puso una mano en el hombro de su hermana y le regaló una sonrisa tranquilizadora. Nancy lo miró con fijeza, dándose cuenta de que su hermano se parecía a su padre cada día que pasaba.—No te preocupes, iré al restaurante a ayudar a la abuela. Tú realiza tus trabajos sin presión alguna.—Gracias.—No agradezcas. Recuerda que somos un equipo
Con el corazón latiendo muy deprisa y las mejillas sonrojadas, Nancy se separó de Mason y entró a la casa. Dejó el hermoso ramo de flores en un jarrón con agua antes de salir de nuevo y partir con el hombre hacia su lugar favorito en el auto de su hermano.Los primeros minutos de recorrido en el auto fueron en silencio. Nancy todavía estaba azorada por el repentino acercamiento y esa suavidad tan electrizante tras el roce de sus labios en su mejilla, y Mason no dejaba de pensar en la suavidad de su piel, en lo bien que olía su perfume y en esa explosión de emociones que lo estaban gobernando de manera arrasadora y poderosa.Cada uno estaba tan sumido en sus pensamientos y en las reacciones de su ser, que eran ajenos a lo que provocaban en el otro. El gusto y la atracción era palpable en el ambiente, aun así, pensaban que su sentir no era reciproco.—¿Estamos saliendo de la ciudad? —inquirió Mason, rompiendo el silencio.—Sí —Nancy le dio una mirada rápida antes de volver la vista al f
Mason no supo cómo reaccionar de momento, en definitiva, sí que lo había tomado con la guardia baja. Pero sentir la presión suave y cálida de sus labios, su aliento fresco mezclarse con el suyo y la invitación clara a devorar su boca como tanto lo deseaba, detonó en su ser una intensa explosión de sentires. —Lo siento, yo… —se excusó ella, alejándose de él ante su pasmo.Pero Mason no le permitió alejarse más de él. La tomó de la nuca y la acercó con una fuerza poderosa y alucinante a sus labios, apoderándose de ellos con gran urgencia y necesidad.Se abrió paso entre los labios de la chica con su lengua, acariciando con suavidad y gusto su boca, antes de dejar toda su pasión en un beso cargado de ganas y humedad.A Nancy se le agotaba el aire con cada roce frenético de labios, pero envuelta entre la calidez y humedad de su boca, se dejó llevar por todas las sensaciones que estaban explotando en su interior sin parar.Sentía que la piel le ardía, que su corazón latía con poca normal
—Todo indica que eres de lento aprendizaje en asuntos del amor —Carla se burlaba de su amiga, mientras esta hundía el rostro en la almohada—. Es más que obvio que ese hombre te quiere en todas sus letras y no solo para jugar a las manitas sudadas.Nancy no sabía qué pensar. La había pasado tan bien hacia unos días con Mason, pero ahora nada nublaba su cabeza y no sabía si aquella relación, si es que le podía llamar así, terminaría bien para ella en un futuro.—No me quiero enamorar y luego sufrir su ausencia. Sabes bien que él se va a marchar muy pronto.—Enamorarse y sufrir es inevitable, pero al menos haz que valga la pena. Disfruta lo que más puedas el tiempo que tenga que durar. Cuando todo haya acabado, me convertiré en tu paño de lágrimas.—Oh, eso no me da ni un poquito de moral.Carla soltó una risita y se tiró en la cama junto a su amiga. Nancy la miró y un silencio cómodo las rodeó mientras pensaban en sus situaciones.—Quisiera que las cosas fuesen diferentes, pero ese fue