—¿Qué se supone que estás haciendo, Nancy?
La chica brincó del susto al ver a su abuela detrás de ella, mirándola con curiosidad. En vista de que los comensales ya estaban llegando y ella no estaba en su lugar tomando las ordenes, tuvo que salir de la cocina para buscarla. Pero no esperaba encontrarla en el baño, pintando sus labios como si fuese a salir a modelar y no a trabajar.
—Yo…
—¿Acaso no vas a ayudarme hoy? —volvió a preguntar, mirando ahora su vestimenta—. No me digas que no puedes, porque hoy estamos solas.
—Por supuesto que voy a ayudarte, abuela. Solo que… bueno, me estaba peinando un poco. No quiero dar una mala impresión a los clientes, ya sabes.
Su abuela frunció el ceño al escuchar a su nieta, ella más que nadie sabía que Nancy no era una de esas chicas que le preocupara lo que dijeran de su apariencia. Solía arreglarse muy bien en algunas ocasiones, pero nunca lo había hecho en exceso mientras trabajaba en el restaurante.
—¿Tienes una cita con algún chico?
La chica abrió los ojos de par en par tras la pregunta tan directa de su abuela, más cuando la miraba con suspicacia. Sus mejillas se tiñeron de rojo al verse al descubierto. Aunque no fuera a salir con él, sí quería verse más bonita y presentable.
—¿Qué dices, abuela? Por supuesto que no —negó con rapidez—. ¿Acaso ya no puedo ponerme un vestido? Sabes que a veces me gusta vestirme bonito y hoy es uno de esos días. Es todo.
La mujer mayor quería hacer todo un interrogatorio, pero sabiendo que estaba a contrarreloj, apuró a su nieta para atender los comensales. Después, en la comodidad y el calor de su casa, podría preguntarle todo lo que en ese momento la estaba intrigando y ahí no tendría escapatoria alguna.
Nancy atendía como de costumbre, con una dulce sonrisa en los labios y su habitual gentileza. Por dentro su corazón latía ansioso y se vio en más de una ocasión mirando hacia la entrada del restaurante, esperando que Mason hiciera acto de presencia. Era un manojo de nervios y su corazón sufría de golpeteos violentos.
Debía calmarse o podría hacer un desastre total mientras llevaba la comida a sus respectivas mesas.
Recordó la conversación que tuvo el día anterior con Carla y se preguntó si era posible que un hombre tan atractivo se fijara en ella. Nancy no se consideraba una mujer fea, todo lo contrario, siempre que se veía al espejo le gustaba lo que su imagen reflejaba.
Era una chica demasiado sencilla, agradable y sonriente. Su sonrisa era preciosa y los hoyuelos que marcaban sus mejillas la acentuaba aún más. Su carisma la hacía una buena persona. Pero debía admitir que a veces salía a flote esa parte vanidosa de toda persona, queriendo lucir lo mejor posible y hermosa.
Los comensales empezaron a ser menos y el desánimo en su mirada se hizo presente. ¿Qué esperaba? ¿Por qué se había ilusionado de que vendría?
Se sintió tonta por un momento, por ilusionarse y por creer en lo que Carla le había dicho. Arrancó de su cabeza al hombre y se dedicó al trabajo. No necesitaba distracciones de ningún tipo, mucho menos de ese, que la hacía pensar y dudar de sí misma.
—¿He llegado a buena hora? —escuchó a su espalda y quedó rígida mientras su corazón se aceleraba.
Se dio vuelta y el hombre frente a sí le regaló una sonrisa tan encantadora que la hizo olvidar de todo. Su corazón latía como un loco y sus manos empezaron a sudar. Sentía que el aire le hacía falta.
—Sí, todavía es buena hora —respondió en un hilo de voz, avergonzada, tímida—. Toma lugar, por favor. En un momento te atenderé.
—De acuerdo.
Lo vio tomar lugar en una de las mesas junto a otro militar y se encaminó a paso rápido hacia la cocina. Ahora que estaba ahí no sabía qué hacer o decir, aunque se reprendió y se dio una bofetada mental, pues era obvio que iba a comer.
—Vaya vaya, de haber sabido que venías a ver a una linda chica, no habría aceptado tu invitación.
Mason miró a su amigo como si este fuera estúpido, pero no iba a aceptar que estaba ahí para verla. Se dijo a sí mismo que ver a una mujer linda no era ningún pecado, siempre y cuando no pasara esa línea de respeto. No olvidaba que ella tenía una hija y, probablemente, llevaba una vida feliz junto a su pareja.
Así que solo podía contemplarla desde lejos, aunque no se conformaba con solo verla y decirle un par de palabras.
—Nunca te había visto tan interesado en una chica —ignoró su mirada y sonrió divertido—. Hasta pensé que jugabas en el mismo equipo.
—No tengo nada en contra de las relaciones del mismo género, pero a mí me vuelven loco las mujeres, solo que no voy por la vida pasando de ellas como si fueran simples objetos.
—Ya entendí —su compañero soltó una risita—. ¿Y qué ha pasado con la chica?
—Nada —se encogió de hombros—. Hemos hablado un par de veces nada más.
—Pero te gusta —no preguntó, lo confirmó—. De ser lo contrario, no te tomarlas tantas molestias de venir hasta aquí para verla.
—Me parece hermosa —fue lo único que dijo antes de callar ya que ella venía hacia ellos.
Mason no pudo apartar la mirada de la chica, de la sonrisa vaga que llevaba en el rostro y de cada uno de sus pasos. El vestido ajustado a su silueta y suelto de las caderas hacia abajo la hacia ver hermosa y bastante juvenil.
Estaba encantado y quería de alguna manera estar cerca de ella. Recordaba que era prohibida e inalcanzable. Quería seguir viéndola, así fuera de paso y con la intención de obtener solo una amistad.
—Buenas tardes, caballeros —dijo, haciendo entrega de los menús—. ¿Qué les ofrezco?
Leyeron los menús y ordenaron en cuanto se decidieron. Mason no dejó de mirarla, algo que la tenía un poco tensa e incómoda.
Nancy se marchó y regresó minutos después con los platos de comida. Dejó el recibo bajo los cubiertos y se marchó, deseándoles buen provecho.
—Es linda —dijo su amigo viéndola de espalda—. ¿Qué te detiene que no te le acercas? Deja de mirarla tanto que la vas a desgastar.
—Es casada y tiene una hija —Mason se centró en su plato—. Está fuera de mi alcance.
—¿Entonces el plan es solo venir a verla y decirle un par de palabras?
—No hay más que pueda hacer. Es obvio que ella no va a aceptar algo más y, si lo hiciera, no soy tan hijo de perra al meterme en medio de un hogar.
—Dios, si lo prohibido y lo que no se puede tener es tan emocionante —volvió la mirada a la chica—. Pero ¿no crees que se ve bastante joven para estar casada y ser madre?
—El teniente tiene una esposa joven, para ser exactos, veinte años menor que él. ¿Por qué ella no puede ser una joven madre y esposa?
—Entonces, ¿cuál es el plan? —inquirió, probando su comida—. Está buena.
—No hay ningún plan, Roque. Y es mejor así. En un par de meses nos iremos y todo seguirá siendo igual, por lo que no quiero involucrarme con ella ni con nadie de aquí.
—Vamos, amigo, solo será una aventura. No vas a darle tu corazón ni a pintarle un amor bonito, solo la pasarán bien.
—No soy de ese tipo de hombre y lo sabes.
—A veces eres tan aburrido —rio al escuchar el bufido de su amigo—. Yo sí pienso divertirme y mucho. Soy joven, guapo y soltero.
Mason sonrió, pero desvió su mirada al ver a la pequeña Victoria llegar de la mano de un hombre. Se preguntó si él era su padre y el esposo de Nancy, aunque la niña tampoco se parecía a él.
Más bien, el hombre tenía gran parecido a Nancy. El mismo color de piel y el mismo tono de cabello. Había un rasgo en su rostro que se le hizo muy familiar de la chica, no supo si la sonrisa o el par de hoyuelos que se formaron en sus mejillas en cuanto una rubia enfundada en un traje de oficina lo abrazó por detrás y dejó un beso en su mejilla.
—¡Mami! —escuchó la niña gritar, pero en lugar de abrazar a Nancy, se afianzó al cuerpo de la rubia, mientras ella la llenaba de besos.
Ahora podía ver el parecido. La niña era una copia exacta de su madre, la verdadera.
Se sintió tonto y una risa se le escapó al comprender que lo había malinterpretado todo desde un comienzo. Él pensó que Nancy era la madre de Victoria, cuando la realidad era otra.
La emoción latió en su interior. Ahora nada lo detenía para acercarse a ella.
Mason se acercó a Nancy para cancelar la cuenta. Ella hablaba con la rubia —la verdadera madre de Victoria—, mientras la niña dormitaba en sus brazos.—Perdón —carraspeó, llamando la atención de las dos mujeres—. Aquí tienes —extendió el dinero y ella lo recibió—. La comida estaba muy rica. Gracias.—Nos alegra mucho que te haya gustado —la chica sonrió—. Espero que tú y tu compañero regresen pronto.—No lo dudes. Vendré a diario a comer aquí y estoy seguro de que Roque también lo hará.Nancy se mordió el labio inferior, sonriendo de manera sutil, pero él no pudo pasar por desapercibido ese gesto tan tierno y erótico. En ese momento sentía ganas de tomarla entre sus brazos y devorar esos labios que se veían tan apetecibles, pero debía controlarse. Si quería acercarse debía hacerlo paso a paso, además de que no estaba seguro si era buena decisión entablar una relación con ella.Se miraron por unos cuantos segundos sin saber qué más decir antes de que él se despidiera y se marchara del
La emoción y los nervios hacían presencia en Nancy mientras terminaba de hacer ondas en las puntas de su cabello y veía la hora en el reloj de su pared. Escuchaba los "consejos" de su amiga que rebuscaba entre sus cosas lo necesario para hacerle un sutil maquillaje, pero en realidad no la estaba escuchando en lo más mínimo. En su cabeza estaban las palabras de Mason, cuando le dijo que no podía verla como una amiga y luego aceptaba salir con ella.Todavía no podía creer que él la aceptara y le correspondiera el sentimiento. Así que ahí estaba, tres días después, esperando que llegara la hora de verlo. Antes no habían podido salir porque él no tenía descanso sino hasta tarde de la noche y ella universidad y además trabajaba. Era domingo y ambos estaban libres ese día, por lo que se pusieron de acuerdo para salir.Carla la maquilló, tan solo un poco que resaltara sus ojos y sus labios. Nada estrambótico, porque ella admitía que la piel de Nancy era tan tersa y hermosa que no tenía neces
Los siguientes días fueron de ensueño para Nancy. Cada vez que Mason llegaba al restaurante, su día se pintaba de colores y un sentimiento nuevo y desconocido crecía en su pecho.Disfrutaba hablar con él así fuesen por escasos minutos, pero no pasaba nada más entre ellos y de pronto se vio preguntando si solo sería una bonita amistad o habría algo más. No quería precipitarse de los hechos, pero cada día a ese hombre le gustaba más y más.—¿Estás libre hoy? —la chica le preguntó a su hermano mayor—. Dime que sí.—Sí, sí lo estoy. ¿Qué sucede?—No puedo ir al restaurante. Debo hacer un reportaje y tengo que empezar las investigaciones desde hoy.Liam puso una mano en el hombro de su hermana y le regaló una sonrisa tranquilizadora. Nancy lo miró con fijeza, dándose cuenta de que su hermano se parecía a su padre cada día que pasaba.—No te preocupes, iré al restaurante a ayudar a la abuela. Tú realiza tus trabajos sin presión alguna.—Gracias.—No agradezcas. Recuerda que somos un equipo
Con el corazón latiendo muy deprisa y las mejillas sonrojadas, Nancy se separó de Mason y entró a la casa. Dejó el hermoso ramo de flores en un jarrón con agua antes de salir de nuevo y partir con el hombre hacia su lugar favorito en el auto de su hermano.Los primeros minutos de recorrido en el auto fueron en silencio. Nancy todavía estaba azorada por el repentino acercamiento y esa suavidad tan electrizante tras el roce de sus labios en su mejilla, y Mason no dejaba de pensar en la suavidad de su piel, en lo bien que olía su perfume y en esa explosión de emociones que lo estaban gobernando de manera arrasadora y poderosa.Cada uno estaba tan sumido en sus pensamientos y en las reacciones de su ser, que eran ajenos a lo que provocaban en el otro. El gusto y la atracción era palpable en el ambiente, aun así, pensaban que su sentir no era reciproco.—¿Estamos saliendo de la ciudad? —inquirió Mason, rompiendo el silencio.—Sí —Nancy le dio una mirada rápida antes de volver la vista al f
Mason no supo cómo reaccionar de momento, en definitiva, sí que lo había tomado con la guardia baja. Pero sentir la presión suave y cálida de sus labios, su aliento fresco mezclarse con el suyo y la invitación clara a devorar su boca como tanto lo deseaba, detonó en su ser una intensa explosión de sentires. —Lo siento, yo… —se excusó ella, alejándose de él ante su pasmo.Pero Mason no le permitió alejarse más de él. La tomó de la nuca y la acercó con una fuerza poderosa y alucinante a sus labios, apoderándose de ellos con gran urgencia y necesidad.Se abrió paso entre los labios de la chica con su lengua, acariciando con suavidad y gusto su boca, antes de dejar toda su pasión en un beso cargado de ganas y humedad.A Nancy se le agotaba el aire con cada roce frenético de labios, pero envuelta entre la calidez y humedad de su boca, se dejó llevar por todas las sensaciones que estaban explotando en su interior sin parar.Sentía que la piel le ardía, que su corazón latía con poca normal
—Todo indica que eres de lento aprendizaje en asuntos del amor —Carla se burlaba de su amiga, mientras esta hundía el rostro en la almohada—. Es más que obvio que ese hombre te quiere en todas sus letras y no solo para jugar a las manitas sudadas.Nancy no sabía qué pensar. La había pasado tan bien hacia unos días con Mason, pero ahora nada nublaba su cabeza y no sabía si aquella relación, si es que le podía llamar así, terminaría bien para ella en un futuro.—No me quiero enamorar y luego sufrir su ausencia. Sabes bien que él se va a marchar muy pronto.—Enamorarse y sufrir es inevitable, pero al menos haz que valga la pena. Disfruta lo que más puedas el tiempo que tenga que durar. Cuando todo haya acabado, me convertiré en tu paño de lágrimas.—Oh, eso no me da ni un poquito de moral.Carla soltó una risita y se tiró en la cama junto a su amiga. Nancy la miró y un silencio cómodo las rodeó mientras pensaban en sus situaciones.—Quisiera que las cosas fuesen diferentes, pero ese fue
Las dos parejas salieron en un auto alquilado hacia el bar. Los cuatro estaban emocionados, después de todo, disfrutar y salir de la rutina era lo que más ansiaban.Nancy no sabía lo que sucedía entre Carla y Roque, ya que muy poco su amiga le había hablado de ellos, pero veía el interés en el hombre y que ella no le era para nada indiferente. Desde su lugar vio cómo se daban miradas y como las sonrisas iban y venían.Llegaron al bar karaoke y Carla se llevó a su amiga del brazo por delante, dejando a los dos hombres con las ganas de tomar a su respectiva pareja ya fuera del brazo o la cintura.—Esta noche es la noche, Nan. Y por favor, no me vayas a salir con tu moralidad barata porque dejas de ser mi mejor amiga. Tú solo disfruta de ese papacito.—¿De qué hablas?—Ay, amiga mía, no te hagas porque no te creo es pero nada.Nancy hizo silencio, dándole una mirada disimulada a Mason.—No sé qué hacer y lo sabes. Yo no tengo experiencia de ese tipo, menos con alguien que sabe lo que hac
Estar cerca de Nancy, besarla, abrazarla y brindarle caricias cuando el deseo lo nublaba, estaba resultando una labor titánica para Mason.Después de la salida al bar karaoke la vergüenza los había gobernado, por lo que no se atrevieron a tocar el tema, pero de manera indirecta, cada vez que se besaban y se perdían en su pasión desaforada y sus deseos contenidos, pensaban en qué pasaría si permitieran dejarse ir por todo lo que sus cuerpos y mentes anhelaban. No sabían cómo reaccionaría el otro, aunque también querían un momento único y especial.Nancy quería que todo fuese perfecto, romántico y bajo la confesión de su amor. Pensaba que Mason era el hombre indicado y no le importaba si faltaban pocos días para que se marchara. Ella se quería entregar en cuerpo y alma, así como ya había entregado su corazón.Para Mason era todavía más difícil, porque no se había dado cuenta en qué momento esa mujer preciosa de piel canela y mirada pura se había adentrado tanto entre su piel y su alma.