Mientras Carla cumplía uno de sus mayores sueños junto al hombre que, de una forma inusual y hermosa le había propuesto matrimonio en New York, Nancy y Mason buscaban con anhelo una casa para formalizar su hogar. Durante cinco días visitaron varias casas y se encantaron por tres de ellas, dubitativos por tener que elegir una que se ajustara a todas sus necesidades. La primera quedaba cerca de la universidad y del centro de la ciudad, algo que favorecía a Nancy. La segunda casa quedaba cerca de la de su abuela, en un sector más tranquilo, pero la casa contaba con solo dos habitaciones y no era tan grande como la quería, pero les gustaba que quedara cerca de la familia de la joven. La tercera quedaba a las afueras de la ciudad, era de dos plantas y cuatro habitaciones en total, con un hermoso jardín y un patio amplio para que Andrew pudiese jugar sin problema alguno. Mason ya tenía su elección, pero estaría de acuerdo con la que Nancy eligiera. Él prefería el silencio y la lejanía de
―Esta casa fue la mejor elección ―dijo Nancy, observando dormir a su hijo en su nueva habitación―. Aunque aún no sé qué vamos a hacer con las dos habitaciones que restan. ―Ya te dije con qué podemos llenarlas ―bromeó el hombre, rodeando a su prometida desde atrás y dejando un suave beso en su mejilla―. De momento, puedes usar una para ti y yo ocuparé la otra. ―Oh, qué generoso eres ―soltó una risilla en voz baja para no despertar a Andrew―. No lo había pensado antes y suena genial. Una oficina donde pueda trabajar en mis reportajes. ―¿Ves, mi amor? ―susurró en su oído, acariciando con suavidad la curva de sus caderas―. Fue la mejor elección... La joven se giró en sus brazos y sonrió antes de acercarse a su boca y besarlo con suavidad y ternura, dejando que él tomara por completo el control y la llevara a su nueva habitación, donde palparon sus cuerpos a conciencia y se amaron con todas las ganas que habían reprimido desde su llegada.Los besos nunca habían sido tan intensos, las p
Un año despuésLos nervios se agolparon en la boca de su estómago y se fundieron con la emoción y la ansiedad que días antes la dominaban. Nancy no podía creer que el tiempo haya transcurrido tan rápido, cuando un año atrás, pensó que sería toda una tortura esperar ese día en específico.Se dio una mirada en el espejo y una sonrisa apareció en sus labios. El vestido de novia era perfecto, amoldando su figura a la perfección. El escote en V era poco profundo y el encaje de su espalda y vientre hacía que su piel morena reluciera contra la luz. Sus caderas se veían voluminosas gracias a la tela que se ajustaba a su piel como una segunda capa y se abría conforme llegaba a sus rodillas y se extendía por sus pies, terminando en una cola larga. Era un vestido sencillo y se sentía hermosa y única en el.El cabello lo llevaba semirrecogido y caía en hondas por su espalda. El velo no cubría su rostro, sino una parte de su cabello y era de largo como su vestido. El suave maquillaje hacía que su
El matrimonio para Nancy era cada vez mejor, quizás porque estaban en sus primeros años y el amor hacía que todo lo malo se hiciera cenizas en cuestión de segundos. Pocas veces discutían o estaban en desacuerdo. Mason era un hombre tranquilo y Nancy no era mujer de pelear o discutir por cualquier cosa. Cuando tenían sus desacuerdos, solían ser por razones mayores y que superaban esa tranquilidad y afinidad de la pareja. Su relación funcionaba de una manera que solo ellos podían entender. La química, la comprensión, el respeto y la comunicación eran las bases de su amor. Cuando fallaban en una, su amor tambaleaba, pero bastaba con hablar tendido y hacer el amor por horas para que todo volviera a su estado natural y todo fluyera en armonía como hasta entonces. Luego de la apasionada luna de miel, Nancy empezó a trabajar oficialmente para una importante revista de la ciudad, Sus artículos iban desde consejos de belleza hasta una básica receta saludable para niños menores de dos años o
¡Hola, amores bellos!No tengo nada qué decir, solo espero que esta corta historia llena de romance y de drama sea de su total agrado.No tengo días de actualización establecidos, por lo que les pido paciencia y comprensión.¡Los amo!¡Les deseo una lectura apoteósica!🌟—¡Victoria! —gritó Nancy, levantándose a toda prisa de la banca del parque. Buscó con desesperación y con una gran opresión en el pecho a su pequeña sobrina, pensando en el fondo de sí que la pequeña le estaba gastando una de sus bromas. Pero entre más buscaba entre las caras de los niños y no la hallaba, más angustia sentía en su corazón. —¿Ha visto una niña de cabello castaño claro, ojos azules? —le preguntó a una joven madre que paseaba por el sendero del parque con su bebé en un cochecito, desesperada y con las lágrimas al borde de sus ojos—. Tiene un vestido rosa y zapatos del mismo color.—Lo siento, no la he visto —la mujer sintió pena por ella—. ¿Cómo se llama la pequeña? Puedo ayudar a buscarla. —¿De verd
Nancy debía estar en su primera clase a las siete de la mañana, pero la alarma no había sonado, o quizás sí lo había hecho, pero no recordaba si la había apagado o, por lo contrario, no la había puesto la noche anterior.Se sentía cansada, aún así, debía levantarse e ir a cumplir con sus obligaciones. El estudio era lo único que sus padres le exigieron y eso la incentivaba a continuar y no desfallecer. Pero desde que fallecieron, ella tuvo que hacerse cargo del restaurante junto a su abuela y sus dos hermanos, algo que la agotaba física y mentalmente.Así como debía rendir en la universidad, hacer todos sus trabajos y mantener la beca que se había ganado por su buen desempeño en la escuela, no podía dejarle a su familia todo el trabajo pesado. Su hermano mayor, Liam, ayudaba en el restaurante, pero él tenía su trabajo como contador y no podía descuidar su empleo, después de todo, ya tenía una familia por la cual velar.Su hermana menor aún estaba en la escuela, cursando el último año
El hombre observó con detenimiento a la mujer que se encontraba todavía envuelta entre sus brazos. Parecía una universitaria, con los pantalones ajustados y rasgados en sus muslos, una blusa corta que dejaba al descubierto su abdomen y su piel canela. El cabello lo llevaba en una cola desordenada, con mechones salidos de ella, dándole un toque rebelde. Su piel morena se veía brillante y suave a contra luz. Sus labios rellenos y algunas pecas en sus pómulos le conferían un aire seductor y tierno. Sus ojos eran tan oscuros, que no sabía si eran negros o marrones, pero lo cierto era que eran grandes y brillaban en demasía.Era bellísima, pero se veía muy joven para ser madre. Reparó en la imagen que se hizo de la niña y terminó comparándolas. Su hija no se parecía en nada a ella. Recordaba que los ojos de la pequeña eran muy azules y que sus rizos dorados llegaban hasta más abajo de sus hombros. Entonces dedujo que la niña debía parecerse a su padre.De pronto, el hombre salió de su emba
Los días se fueron con normalidad para Nancy. Su vida era tan rutinaria y monótona de la universidad al restaurante, que no tuvo tiempo de pensar en nada ni en nadie. Aunque de manera inconsciente pasaba a diario por el parque, porque una parte de sí anhelaba encontrarse a aquel militar una vez más. Quizás quería saber por sí misma si Carla le decía la verdad.Ese día en particular hubo mucho ajetreo en el restaurante, por lo que, una vez el último comensal se marchó, se dedicó a recoger y limpiar. Por suerte Carla y su hermana le ayudaban, porque ella sola con su abuela no daban abasto. —Entonces, ¿no te has encontrado al militar? —inquirió Carla, recogiendo las sillas mientras Nancy barría el salón—. Pensé que sí vendría.—Pues ya ves que no —se encogió de hombros—. Sueñas demasiado si crees que un militar tan guapo como él se fijaría en alguien como yo.—¿Y cómo es alguien como tú?Nancy detuvo su labor y se señaló de pies a cabeza con el palo de la escoba. El jean desgastado y l