Al amanecer, Stella se despertó con los primeros rayos de sol filtrándose a través de las cortinas. Sentía el peso del brazo de Vincent todavía sobre ella, y con cuidado, se deslizó fuera de la cama, tratando de no hacer ruido. Miró a su alrededor, asegurándose de que él no se despertara mientras recogía sus cosas dispersas por la habitación. Caminó de puntillas hacia la puerta, su corazón acelerado al pensar en lo que había ocurrido la noche anterior. No debió haber pasado, se repetía.Justo cuando su mano estaba a punto de girar el pomo de la puerta, la voz profunda de Vincent la detuvo en seco.—¿A dónde crees que vas? —preguntó con calma, aunque su tono transmitía autoridad.Stella se congeló, su corazón golpeando contra su pecho mientras giraba lentamente para mirarlo. Vincent estaba recostado en la cama, con una expresión seria pero serena, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.—Tengo que irme… —respondió Stella, nerviosa—. Necesito cambiarme de ropa.Vincent e
Stella tomó una bocanada de aire, ajustándose la falda antes de dirigirse a la oficina de Vincent. Había ensayado su solicitud en su mente, pero aún así sentía una leve inquietud al acercarse a él, especialmente después de la intimidad que habían compartido y el impacto que su misión personal ejercía sobre ella. Tocó suavemente la puerta y, al escuchar su voz autoritaria invitándola a pasar, empujó la puerta y entró, tratando de mantener su expresión lo más neutral posible.Vincent levantó la mirada de los documentos que revisaba, y sus ojos la recorrieron brevemente antes de asentir.—¿Necesitas algo? —preguntó con esa calma controlada que parecía tan natural en él.Stella respiró hondo y avanzó unos pasos más hasta quedar frente a su escritorio.—Quería saber si me podría permitir salir un poco más tarde el día de mañana, para compensar unas horas que me gustaría tomar esta tarde.Vincent frunció el ceño, aunque en sus labios asomaba una leve sonrisa.—¿Razón? —inquirió sin aparta
Stella llegó al restaurante donde se encontraría con Federica y Jack. Era un lugar discreto, con luces bajas y música suave de fondo, el tipo de sitio que invitaba a conversar tranquilamente mientras se disfrutaban algunos tragos y buena comida. El ambiente relajado la tranquilizó un poco después de la intensa tarde que había tenido en la oficina de Vincent.Al entrar, divisó a sus amigos en una mesa al fondo. Jack la notó primero y se puso de pie para saludarla, su sonrisa amplia y cálida.—¡Stella! —exclamó mientras la rodeaba en un abrazo—. Realmente te he extrañado. Y, vaya… estás muy bonita esta noche.Stella sonrió, agradecida por el cumplido.—Gracias, Jack —respondió con amabilidad, acomodándose en la mesa al lado de Federica.Federica la miró con una sonrisa cómplice y un brillo en los ojos.—Bueno, bueno, Stella. Cuéntanos. ¿Cómo va el plan? ¿Has descubierto algo sobre el misterioso Vincent?Stella exhaló un suspiro y negó con la cabeza, frustrada.—Para ser honesta, no he
Jack se ofreció a llevarlas a casa después de la reunión. El ambiente en el auto estaba un poco tenso, especialmente desde la conversación en el restaurante sobre Vincent. Federica iba en el asiento trasero, distraída con su teléfono, mientras Jack y Stella compartían miradas esporádicas a través del espejo retrovisor.Al llegar al apartamento, Federica se despidió de ellos y, con una sonrisa pícara hacia Stella, murmuró un rápido “descansa” antes de retirarse a su habitación. Jack y Stella se quedaron en la sala, donde una lámpara tenue iluminaba apenas el espacio, creando un ambiente íntimo, aunque cargado de cierta incomodidad.Jack rompió el silencio primero, cruzando los brazos y mirándola con una mezcla de frustración y preocupación.—Stella, ¿por qué te entregas a alguien que no amas? —su voz sonaba como un reproche, pero también como una súplica—. Sé que es por el plan, pero siempre dijiste que esperarías a alguien que realmente te amara, alguien con quien construir algo. D
Al día siguiente, Stella llegó a la empresa sintiendo aún las emociones del encuentro con Jack la noche anterior. La conversación había removido viejas heridas y dudas, pero tenía que mantenerse enfocada en su objetivo. Después de todo, esa era su prioridad. Al entrar en el edificio, se acomodó la blusa y el cabello, adoptando la compostura profesional que Vincent esperaba de ella. Caminó hacia su oficina y, tras tomar una respiración profunda, tocó suavemente la puerta antes de entrar.Vincent estaba sentado en su escritorio, revisando unos documentos. Sin embargo, en cuanto la vio cruzar el umbral de la puerta, se levantó de su silla sin decir una palabra y, antes de que Stella pudiera reaccionar, la envolvió en un beso apasionado. Ella se sorprendió ante la intensidad de sus labios sobre los suyos, como si él hubiera estado esperando ese momento desde que la dejó marcharse el día anterior. Stella, casi por reflejo, le correspondió, dejándose llevar por el momento, sintiendo có
Después de la cena Vincent llevó a Stella hasta la puerta de su departamento, el ambiente entre ellos se sentía cargado, como si ambos supieran lo que pasaría detrás en la puerta. Apenas cruzaron el umbral, fue como si una corriente los atravesara. Sin esperar más, Vincent la tomó por la cintura y la besó con una pasión contenida, como si la hubiera estado anhelando durante todo el día. Stella se dejó llevar, sintiendo cómo las manos de él recorrían su espalda, atrayéndola hacia sí, haciéndola olvidar cualquier otra cosa en ese instante.Los labios de Vincent se movían con un ritmo ávido y profundo, encendiendo algo en su interior. Las caricias se volvieron más apasionadas, y pronto ambos se encontraban enredados en una entrega mutua y apasionada. Todo lo demás se desvanecía. Vincent no solo la besaba; exploraba cada rincón de su cuerpo con una intensidad que hacía que Stella se rindiera a cada segundo, dejándose consumir por aquella noche que parecía interminable.Después de un r
Stella Rudford se ajustó los lentes y miró su reflejo en el espejo del pequeño baño de la cafetería. Su corazón latía con fuerza, y una mezcla de emoción y nerviosismo recorría su cuerpo. Hoy no era un día cualquiera; hoy era el inicio de su misión más arriesgada como periodista. La redacción del diario donde trabajaba llevaba meses detrás de Vincent Landon, un magnate cuya fortuna y poder eran tan inmensos como sus secretos. Acusaciones de corrupción, lavado de dinero y otros crímenes oscuros rondaban su nombre, pero nadie había logrado obtener pruebas contundentes. La misión de Stella era clara: infiltrarse en su imperio como su nueva secretaria personal y descubrir la verdad y revelarla a internacionalmente. Stella salió del baño y caminó hacia la entrada del rascacielos que dominaba el horizonte de la ciudad. El imponente edificio de Bank Landon reflejaba el sol de la mañana, y cada paso que daba hacia él parecía resonar con el eco de su determinación. —¿Señorita
Vincent podía oler con precisión el perfume exquisito de fresa que llevaba sobre su cuerpo Stella. Por un momento haberla sostenido para que no se cayera, parecía eterno, la miraba incontrolablemente. —Señor, estoy segura que no me caeré— Dijo Stella con una leve sonrisa. —Tenga más cuidado la próxima vez, puede resultar peor— Le respondió mientras la soltaba y regresaba a su escritorio. Después de una breve conversación laboral, Stella se retira de la oficina, aún sus mejillas estaban ruborizadas porque se sentía avergonzada. Caminó rápidamente hacia el baño y se lavó la cara, tratando de calmar el calor en su rostro y los pensamientos confusos en su mente. Miró su reflejo en el espejo, tratando de ordenar sus ideas. —¿Qué me pasa? —se preguntó en voz baja, mientras el agua fría le devolvía un poco de claridad. —Estoy aquí para revelar sus secretos, no para enamorarme— Continuó diciéndose a sí misma. Después de recomponerse, salió del baño y se dirigió a su escritorio para t