Stella piensa mucho en tomar el móvil, pero sabe que es lo único que debe hacer, no rechazar una llamada de su jefa.
—Hola Stella, ¿Tienes algo importante para mí?— Se escuchó su jefa preguntar. —No, aún no tengo nada, pero pronto podré darle la historia del año— Respondió llena de dudas. —Recuerda que tu ascenso en esta empresa depende solo de ese trabajo— Le dejó en claro antes de colgar. La llamada de su la jefa la dejó nerviosa, necesitaba resultados positivos, no podía perder la oportunidad, con un mejor puesto, su padre tendría una mejor calidad de vida. Durante el día, Stella estuvo enfocada en su trabajo, aunque a veces su mente vagaba por lo sucedido en la mañana, aún sentía como si las manos de Vincent estuviera sobre ella. Cuando finalizó el día, Stella tomó su bolso y se digirió hacia la salida de la empresa. La noche estaba oscura, parecía ser que la luna estaba oculta detrás de una nube negra. Mientras caminaba, un auto elegante color negro se detuvo un poco más delante de ella. Stella empieza a caminar con rapidez, estaba muy asustada, pero una voz la detuvo rápidamente. —Stella ¿A dónde va con tanta prisa?— Preguntó Vincent al salir del auto. Stella se gira rápidamente, manteniendo la compostura que la mostraba nerviosa. —Lo siento, pensé que era alguien, a estas horas a veces los ladrones están en la calle. —¿Por qué ha salido tan tarde?. —Usted dijo que dejara todo en orden y eso hice— contestó. Vincent soltó una sonrisa, se daba cuenta que Stella era muy eficiente en el trabajo. —Suba a mi auto— ordenó. —No, gracias, puedo irme caminando, siempre llego a casa así— Respondió e inmediatamente se giró. Stella empezó a caminar, no esperó que Vincent diera respuestas sobre lo que había ordenado. Sin embargo, sin que ella lo esperara, Vincent se bajó del auto, con su porte de poder, se dirigió hasta ella, la puso sobre sus hombros y la llevó hasta el auto. —Si digo que vengas, vienes— Le dijo al entrarla al auto. Stella estaba asombrada, no podía ni siquiera hablar, estabas atónita. Sin decir nada más, Vincent puso el auto en marcha hasta llegar a su departamento. Tomó de la mano a Stella, subieron el ascensor y pronto la puerta del departamento se cerró sobre ellos. —¿Qué hacemos aquí?— Pregunta Stella rodeada de nervios. Vincent la miraba intensamente, sus ojos reflejando la pasión que sentía por ella. No pudo resistir más. Se acercó a Stella, atrapando sus labios con los suyos en un beso profundo y lleno de anhelo. Sus manos, temblorosas de deseo, comenzaron a recorrer el cuerpo de Stella con una delicadeza que contradecía la urgencia que sentía. Deslizó sus manos por su espalda, desabrochando con cuidado cada prenda hasta dejarla desnuda ante él. La observó por un momento, admirando su belleza con un respeto casi reverente. —Eres perfecta —murmuró Vincent, su voz ronca por la emoción. Stella lo miró, su garganta no podía pronunciar palabras. Vincent la recostó suavemente sobre la cama, sus labios acariciando cada centímetro de su piel mientras la despojaba del último rastro de su ropa. Cuando al fin la tuvo completamente desnuda bajo él, Vincent se tomó un momento para memorizar su figura. No había prisa, solo el deseo de demostrarle cuánto la deseaba. Se inclinó sobre ella, sus labios encontrando los suyos una vez más mientras sus cuerpos se fundían en una danza de pasión y ternura. Sus manos se entrelazaron, y el mundo exterior dejó de existir, quedando solo ellos dos, perdidos en el fuego que habían encendido juntos. Los gemidos eran la música que había en la habitación. Estaba completamente unidos. Después de un largo rato, Vincent se sentía satisfecho, así que se tiró a un lado de la cama con la respiración un poco agitada. —Me iré a casa— Dijo Stella avergonzada. Sin embargo, Vincent la detuvo al abrazarla y aparentar que estaba dormido.Al amanecer, Stella se despertó con los primeros rayos de sol filtrándose a través de las cortinas. Sentía el peso del brazo de Vincent todavía sobre ella, y con cuidado, se deslizó fuera de la cama, tratando de no hacer ruido. Miró a su alrededor, asegurándose de que él no se despertara mientras recogía sus cosas dispersas por la habitación. Caminó de puntillas hacia la puerta, su corazón acelerado al pensar en lo que había ocurrido la noche anterior. No debió haber pasado, se repetía.Justo cuando su mano estaba a punto de girar el pomo de la puerta, la voz profunda de Vincent la detuvo en seco.—¿A dónde crees que vas? —preguntó con calma, aunque su tono transmitía autoridad.Stella se congeló, su corazón golpeando contra su pecho mientras giraba lentamente para mirarlo. Vincent estaba recostado en la cama, con una expresión seria pero serena, como si supiera exactamente lo que estaba haciendo.—Tengo que irme… —respondió Stella, nerviosa—. Necesito cambiarme de ropa.Vincent e
Stella Rudford se ajustó los lentes y miró su reflejo en el espejo del pequeño baño de la cafetería. Su corazón latía con fuerza, y una mezcla de emoción y nerviosismo recorría su cuerpo. Hoy no era un día cualquiera; hoy era el inicio de su misión más arriesgada como periodista. La redacción del diario donde trabajaba llevaba meses detrás de Vincent Landon, un magnate cuya fortuna y poder eran tan inmensos como sus secretos. Acusaciones de corrupción, lavado de dinero y otros crímenes oscuros rondaban su nombre, pero nadie había logrado obtener pruebas contundentes. La misión de Stella era clara: infiltrarse en su imperio como su nueva secretaria personal y descubrir la verdad y revelarla a internacionalmente. Stella salió del baño y caminó hacia la entrada del rascacielos que dominaba el horizonte de la ciudad. El imponente edificio de Bank Landon reflejaba el sol de la mañana, y cada paso que daba hacia él parecía resonar con el eco de su determinación. —¿Señorita
Vincent podía oler con precisión el perfume exquisito de fresa que llevaba sobre su cuerpo Stella. Por un momento haberla sostenido para que no se cayera, parecía eterno, la miraba incontrolablemente. —Señor, estoy segura que no me caeré— Dijo Stella con una leve sonrisa. —Tenga más cuidado la próxima vez, puede resultar peor— Le respondió mientras la soltaba y regresaba a su escritorio. Después de una breve conversación laboral, Stella se retira de la oficina, aún sus mejillas estaban ruborizadas porque se sentía avergonzada. Caminó rápidamente hacia el baño y se lavó la cara, tratando de calmar el calor en su rostro y los pensamientos confusos en su mente. Miró su reflejo en el espejo, tratando de ordenar sus ideas. —¿Qué me pasa? —se preguntó en voz baja, mientras el agua fría le devolvía un poco de claridad. —Estoy aquí para revelar sus secretos, no para enamorarme— Continuó diciéndose a sí misma. Después de recomponerse, salió del baño y se dirigió a su escritorio para t
Stella asintió, aunque su mente seguía dando vueltas. Se sentó en el sofá y Vincent se unió a ella, ambos en silencio por un momento. —Vincent, yo... —empezó Stella, pero no sabía cómo continuar. Vincent la miró, sus ojos oscuros reflejando una mezcla de emociones. —Stella, si vas a decir que estás embarazada, no tienes que darme explicaciones—Dijo al interrumpirla. —Ha. Señor no estoy embarazada, ni siquiera he estado con un hombre— Reveló inconsciente. Vincent no pudo dejar de asombrarse, una mujer tan bonita y bien hablada, no había encontrado a alguien que la hiciera mujer… —¿Cómo es posible eso?. ¿No tienes novio?— Preguntó atorado. Rápidamente Stella se levanta del sofá, se sintió incómoda por la conversación que a penas iniciaba. —Perdón, no quiero hablar de eso. Necesito irme a casa— Dijo cortando la conversación. Vincent se levantó también, queriendo hacer algo para calmar la situación. —Está bien, Stella. Te llevaré a casa —dijo con suavidad. El trayecto en coche h
La jornada de trabajo avanzó lentamente para Stella. A pesar del incidente de la mañana, se enfocó en sus tareas, tratando de mantener un perfil bajo y recuperar la confianza de Vincent. Sin embargo, la tensión no disminuyó en todo el día, y cuando finalmente llegó la hora de salir, se sentía agotada y ansiosa por regresar a casa. Se dirigió al ascensor, deseando que llegara pronto. Justo cuando las puertas se estaban cerrando, Vincent apareció y entró, deteniendo las puertas con una mano. El silencio entre ellos era palpable, y Stella se sentía incómoda, intentando evitar el contacto visual. El ascensor comenzó a descender lentamente, y la tensión creció. Finalmente, Vincent rompió el silencio con una voz baja y seria. —Stella, tengo una propuesta para ti —dijo, mirándola con una intensidad que la hizo temblar. Stella levantó la vista, sus ojos encontrándose con los de Vincent. Su corazón comenzó a latir más rápido. —¿Qué tipo de propuesta? —preguntó, intentand
La noche llegó rápidamente y Stella se encontraba nerviosa mientras esperaba la llegada de Vincent. Había pasado el día tratando de concentrarse en su trabajo, pero sus pensamientos seguían volviendo a la conversación que habían tenido esa mañana y el contrato que había firmado. No estaba segura de haber tomado la decisión correcta, pero ya no había vuelta atrás. Vincent llegó puntual, estacionando su lujoso coche frente a la casa de Stella. Ella salió de su hogar, vestida con un vestido elegante pero sencillo, sus nervios a flor de piel. Vincent la recibió con una sonrisa y le abrió la puerta del coche. —Buenas noches, Stella —dijo con suavidad. —Buenas noches, Sr. Vincent —respondió ella, entrando en el coche y abrochándose el cinturón. El viaje hasta el departamento de Vincent fue silencioso. Stella miraba por la ventana, tratando de calmar sus nervios mientras Vincent conducía con una expresión serena. Cuando llegaron, Vincent salió del coche y le abrió la puerta a Stella,
Stella despertó en la oscuridad de la habitación, sintiendo el calor del cuerpo de Vincent a su lado. Lo observó durante un momento, su respiración tranquila indicaba que estaba profundamente dormido. Con cuidado, se deslizó fuera de la cama, asegurándose de no hacer ruido. Recogió su ropa del suelo y se vistió rápidamente, sin encender ninguna luz.Antes de salir, miró una vez más a Vincent. La confusión y las emociones se mezclaban en su interior, pero decidió que era mejor marcharse. Cerró la puerta del dormitorio con suavidad y salió del apartamento.Tomó un taxi llena de pensamientos, estaba asustada, nerviosa y algo vergonzosa sobre sí misma.Al llegar a su pequeña casa, se tiró sobre el sofá soltando un suspiro de satisfacción, no podía dejar de pensar en el momento que había tenido con Vincent.La mañana siguiente, Stella llegó a la oficina temprano, como de costumbre. Había pasado la noche sin apenas dormir, pero intentó ocultar su cansancio y mantener la compostura. Entr