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Luego de lo sucedido aquella noche, Rodrigo se había mantenido distante, de hecho, bastante distante de su hija. Le había abordado cierta repulsión al encontrarse con tales pensamientos. No lograba entender cómo es que su mente podía permitir que existiera un ápice de excitación hacia ella. Pero los deseos de un hombre distan a estar cerca de lo que reserva su propia mente. Y no es hasta el momento en el que uno se da de bruces contra una situación en particular para entender que los pensamientos no son más que ideas que han pasado por una serie de filtros antes de llegar a conocerlas.
Incluso, uno es un extraño para sí mismo.
Eran inaceptables los pensamientos que había tenido de su hija, pero le preocupaba aún más ignorar lo que sería capaz de hacer ahora que el anzuelo tenía su carnada y había sido arrojado al agua.
Tan preocupado se encontraba, que la evadía a toda costa. Y cada vez que sabía que la evitaba, se preocupaba más y más de su inestable e impredecible comportamiento.
Los días se pulverizaron en una indescriptible tortura, la cual no era para nada similar en comparación a lo que sentía Sara, pero Rodrigo ignoraba, naturalmente, todo ese tormento al cual debía afrontarse su hija.
Se dedicaba a trabajar y mantener cierto orden en casa, puesto que Daniela no dejaba de joder a Raymundo para que apoyara en el hogar, y dejara, de una vez por todas, de juntarse con aquellos amigos que tenía, ya que siempre que salía con ellos llegaba ebrio o drogado. A Rodrigo este asunto le tenía sin cuidado, según él, todo esto era una etapa de la cual se desprendería en cualquier momento. El problema radicaba en convencer a su esposa. Fuera de eso, las cosas parecían ir viento en popa. Sí, tenía preocupaciones, pero en realidad esperaba que estás fueran desapareciendo con el paso del tiempo.
Por otro lado, eso de mantenerse alejado de su hija no resultaba ser un problema, pues por las noches, luego de salir de la escuela, ella se encerraba en su habitación para hacer tareas, escuchar música o cualquier otra pendejada sin sentido que hacen los jóvenes. Y esto era bueno, pues había veces en las que volvía a su mente aquella imagen de Sara; acostada y con esos shorts, que según su opinión parecían más a calzoncillos. Esta era una imagen prohibida, agradable y seductora que no se atrevía a borrar de su mente.
19Sara siempre intentaba mantener limpio su cuarto, pero aquel día toda esta limpieza y agradable olor había sido sustituido por un nauseabundo hedor que le recordaba a aquel hombre. Su imagen había sido tallada con delicadeza en su cerebro. 20Vender esas herramientas se convirtió en un auténtico dolor de muelas, y para colmo, no lograba sacarse de la cabeza todo aquello que le dijo Mauro. Por unos días puso en duda sus palabras, pero al tener la incertidumbre jodiéndole una y otra vez, decidió ir a dar un paseo muy de cerca a la casa del viejo Gil. ¿Cuál fue su sorpresa? Reafirmar lo que ya se le había dicho; la casa tenía cámaras. De modo que teníanCapítulo 20
21Intentaba resolver un cubo de rubik unos minutos antes de terminar su turno cuando se acercó hasta él un señor que aparentaba un poco más setenta años. Traía una cara de perro, la cual parecía querer mostrar a todos ahí adentro antes de decir cualquier cosa.
22Aquella noche, después de su visita al incompetente oficial, se acostó hasta pasadas las dos de la mañana como lo había estado haciendo desde unas semanas atrás desde que ocurrió el robo. En parte porque pensaba que aquellos pendejos volverían a robar, y por las malditas ganas incontenibles que tenía de orinar.
23Pasaron un par de meses sin tener noticias del hijo de puta de Carlos, ni Alberto o él supieron algo así como tampoco llegaron a encontrarlo en su casa las veces que fueron a buscarlo, solo escuchaban el llanto del bebé, pero fuera de eso, nadie salió o se asomó por la ventana. Ese pendejo se había quedado con el dinero de las herramientas, lo que los hizo encabronar. Pero Alberto llegó a olvidarlo luego de unos d&iac
COLAPSO
2Unas horas antes deenterarse que su hija estaba embarazada, Rodrigo ya estaba teniendo problemas,pero estos no eran familiares, sino laborales. Y es que la empresa en la quetrabajaba hacía recortes de personal constantemente, pues según las lenguas,cerrarían en un tiempo a causa de una absurda cuarentena impuesta por elgobierno unos meses atrás debido a un virus. Aunque, a decir verdad, todo esecolapso se venía viendo desde hace tiempo, siendo la cuarentena la gota quederramar
3En una ocasión se leocurrió entrar a una farmacia para pesarse en una de esas básculas que estánenseguida de las puertas. Pesaba cincuenta y cinco kilos. Fue cuando sepreocupó y comenzó a usar playeras más grandes.Ape