5- Una petición poco usual

Capítulo 5

Una petición poco usual

Recordaba perfectamente la vez que Logan la ató a un poste de madera con fuerza desmedida. Le había dicho que, si sufría lo suficiente, tal vez su loba interior despertaría para defenderla.

Pasó semanas en ese tormento.

Las marcas seguían allí, impresas en su piel como un cruel recordatorio de lo que Logan era capaz de hacer.

"No quiero pasar por eso otra vez…"

La ansiedad la envolvió, helándole la sangre.

Eira apenas probó un poco de carne de cerdo y algunas verduras en el almuerzo. No tenía apetito. Su mente estaba atrapada en la incertidumbre de lo que ocurriría esa noche.

Cuando terminó sus tareas, sin siquiera buscar a su amiga, se dirigió directamente a la cabaña.

Al llegar, quedó inmóvil por un instante.

El Alfa se había bañado y, para su asombro, parecía completamente recuperado. Sus heridas, que apenas unas horas antes parecían profundas, habían desaparecido casi por completo. Su piel firme y limpia era la prueba de una regeneración anormalmente rápida.

"¿Cómo es posible…?" —pensó, incapaz de ocultar su asombro. Hasta ahora, nada malo había ocurrido con él.

—Aquí le dejo esta ropa. Me daré una ducha rápidamente —dijo con voz contenida, tratando de disimular su nerviosismo.

No esperó respuesta. Se giró y entró al baño improvisado, dejando que el agua cayera sobre su cuerpo.

Pero su mente no descansaba.

"Espero que la Diosa Luna me perdone, pero voy a engañar a un Alfa. No le diré que puedo traerle mala suerte si me toca… pero necesito librarme de Logan. Necesito salir de esto."

Cuando salió, el Alfa ya se había vestido, pero su presencia dominaba la pequeña cabaña.

Eira, en cambio, solo llevaba una toalla cubriendo su piel húmeda.

El aire pareció cargarse de algo distinto cuando él se volvió hacia ella.

Sus ojos, oscuros y grises a la vez, recorrieron su figura sin prisa. Su mirada se deslizó desde sus piernas hasta sus clavículas, deteniéndose en la curva de sus senos.

Eira sintió su respiración volverse irregular.

El Alfa no apartó la vista, continuó observando sin pudor alguno.

Una mirada cargada de deseo.

Ella tragó saliva, obligándose a mantenerse firme.

—¿Hará lo que le pida? ¿Me dará lo que le pida? —preguntó en un murmullo, obligándose a sostener su mirada.

El Alfa no pestañeó.

—Sí, de alguna manera… —respondió—. Pero no tengo joyas ni dinero conmigo.

Eira avanzó un par de pasos, recortando la distancia entre ambos.

—Por lo que me dijo antes, ya imagino que es alguien como yo… sin demasiado que ofrecer —murmuró con cierta ironía—. Pero tengo una petición a cambio de mi ayuda.

El Alfa frunció levemente el ceño, escuchándola con más interés del que esperaba.

—Yo quiero… —Eira respiró hondo, sintiendo su propio pulso retumbar en sus sienes—. Quiero que me haga suya.

Por primera vez en mucho tiempo, el Alfa quedó confundido.

Pero Eira aún no había terminado.

Había una condición.

Y él no estaba preparado para escucharla.

Eira había escuchado historias sobre lo dolorosa que podía ser la primera vez para una omega frágil como ella con un Alfa tan imponente como el que tenía frente a sí. Tal vez su destino estaba sellado, atrapada para siempre como una esclava de la familia de Logan. Se suponía que eso no debía ocurrir, pero en Lilles y los demás reinos era una práctica común hasta que se pagara una deuda lo suficientemente grande.

Respiró hondo, reuniendo el poco valor que le quedaba.

—Yo… jamás he estado con un hombre. Ni siquiera he dado un beso o algo parecido. Solo le pido que tenga algo de tacto.

Intentó sonar firme, pero su voz tembló al final.

Nunca había experimentado la intimidad, y considerando que cualquier rasguño le resultaba insoportablemente doloroso, perder su virginidad debía ser una tortura inimaginable.

El Alfa la miró en completo silencio, su ceño fruncido en una mezcla de desconcierto e incredulidad.

"¿Qué demonios le sucede a esta mujer? ¿Acaso perdió la razón después de mi mordida?"

Estaba acostumbrado a que las mujeres se acercaran a él… pero no así.

No como lo estaba haciendo Eira.

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