Jejeje, y ya lo estaban odiando...
Capitulo 35De regreso a la mansión ValmontEira se vistió con unos pantalones de jeans que le había dejado la mujer que siempre le traía la comida. También eligió una blusa ajustada de color blanco y una camisa negra de mangas largas encima, lo suficientemente ligera como para no incomodarla. Su atuendo era simple, cómodo, muy distinto al porte formal de los dos Alfas con los que convivía.Minhos y Gabriel siempre vestían con camisas elegantes, zapatos oscuros, pantalones bien ajustados. Ni siquiera dentro de casa perdían ese aire de autoridad. Eira, por el contrario, nunca había visto a Generales vestidos de forma casual… tampoco los había visto de cerca con sus uniformes de combate. En el fondo, si no fuera por su maldición, habría querido formar parte del personal de apoyo en el campo. Quizás como personal de blanco, pensó con cierta nostalgia.—Me gusta tu look, Eira. ¿Cómo te sientes? —preguntó Gabriel, acercándose a ella a unos metros de la camioneta.—De maravilla. Aunque Minho
Capítulo 36Una ofrenda.Luna se hizo invisible de inmediato, y Eira pensó que la felina había tomado en cuenta su consejo de alejarse. Tal vez era lo mejor.Minhos y Gabriel se dirigieron hacia la izquierda de la entrada principal, en dirección a los salones formales. Eira, en cambio, fue guiada hacia la derecha por uno de los guardias del recinto: el Beta de Logan. Ella lo recordaba. Lo conocí bien.—Eira, ven conmigo —dijo Beta con voz baja, su mirada se mostraba cargada de una preocupación que no logró disimular del todo.Ella lo siguió en silencio, reconociendo cada rincón del pasillo que se abría ante ellos. Ese suelo, esas paredes, los cuadros en las esquinas. Todo le resultaba demasiado familiar… y opresivo.“Tal y como lo recuerdo.” —Se dijo a sí misma.— ¿Cómo has estado con esos Alfas de Du Sang? —preguntó él, quizás para distraerla.—Me han tratado bien. Incluso probé comidas que nunca antes imaginé. Y me gustó arreglar el jardín también —respondió con una pequeña sonrisa
Capítulo 37 Acuerdo Gabriel alzó la vista desde el fondo, sorprendido, pero sin intervenir. Logan tensó la mandíbula. Conocía esa ley. Estaba escrito en todos los libros de tratados interreales: quien acepta una alianza formal también debe aceptar ceder una ofrenda, elegida por el reino que la solicita . Era una cláusula rara vez utilizada, pero vigente e irrefutable. —Sabes muy bien lo que estás pidiendo, me agrada esa parte tuya Minhos —dijo Logan con honestidad, dando un paso hacia él—. ¿Y qué es lo que quieres? ¿Tierras? ¿Armas? ¿Espias? Minhos sostuvo su mirada. —A Eira. Los ojos de Logan brillaron con una mezcla de incredulidad y furia, quedó atónito ante aquella petición. —¿Para qué la quieres? —preguntó, con la voz baja y peligrosa—. ¿Para tu cama? ¿Para tu esclava personal? ¿O simplemente para demostrar que puedes arrebatarme lo que es mío? Minhos mantuvo la calma, su postura era la de un Alfa acostumbrado a los desafíos, pero su voz, cuando habló, fue más fría que n
Capitulo 38La esposa de LoganEira se quedó en esa habitación vacía, silenciosa, donde apenas había una silla junto a la pared. Prefirió sentarse en el suelo, cerca de la ventana enrejada. El aire era escaso, pero al menos por ahí entraba algo de luz.—Muy bien, Eira… podrás con esto —se dijo en voz baja, abrazándose a sí misma. En el gesto, sintió una de sus cicatrices, una de tantas que Logan le había dejado. No hacía falta mirar para recordarlas. Eran parte de su piel… y de su historia.—Hola —dijo una voz suave de pronto, tan dulce que parecía casi fuera de lugar en ese ambiente.Eira levant&oa
Capitulo 39Ella es... ¿Una mujer?Logan se volvió hacia Eira, con la respiración aún agitada. La rabia no había pasado.Pero ahora... estaba dirigida a ella.A la única que podía hacerlo perder la cabeza.— Te lo vuelvo a preguntar Eira… ¿Qué le diste a ese Alfa aparte de tu cuerpo para que venga a exigirte como si fueras un premio?Eira lo miró confundida.—¿De qué hablas?.—¡No me mientas! —gritó Logan, y sin darle tiempo a reaccionar, la tomó del brazo nu
Capítulo 40Alegría verdadera—¡Al demonio con esto! —escupió Logan con rabia, retrocediendo un paso—. ¡Lárgate de aquí, Eira!Su voz temblaba. Ya no era la del Alfa imponente, sino la de un hombre que sabía que había perdido. Sin su lobo, sin su control, sin su poder sobre ella… no era nada.Eira lo miró con cautela, sin moverse todavía.—¿Me puedo ir? —preguntó, dirigiendo la mirada a Luna, que seguía de pie, majestuosa y etérea.Luna asintió, y su voz fue suave esta vez, diferente al tono con el que se dirigió a Logan—Sí. Puedes irte. De seguro Minhos ya tiene todos los papeles firmados.Eira no podía creerlo. La presión en su pecho se aflojó de golpe, como si por fin pudiera respirar con tranquilidad.Una sonrisa tímida, apenas visible, se dibujó en sus labios. Logan la observó en silencio, con el rostro tenso, los ojos ardiendo. Y justo cuando ella cruzó la puerta y dio los primeros pasos fuera de esa habitación que tantas veces había sido su prisión, su voz volvió a sonar detr
Capitulo 41La necesito.Durante todo el trayecto de regreso a la casa en la que se estaban hospedando, Eira no pudo borrar la sonrisa de su rostro. Por primera vez en mucho tiempo, su pecho no estaba oprimido. Pensaba en lo que ahora parecía posible, en lo que había soñado tantas veces en silencio, escondida de todos.La cura para su maldición.La idea latía como un deseo sagrado en su corazón, aunque sabía que el camino sería largo. Aun así, había algo que no podía ignorar: muchas cosas a su alrededor no tenían explicación, y aunque su curiosidad crecía, prefería no hacer demasiadas preguntas… todavía.Pero había una duda que no dejaba de darle vueltas.¿Por qué un lobo Alfa como Minhos necesita sangre? ¿Vampirismo…? Eso no debería existir. Al menos no en nuestra historia. Los vampiros no existen… ¿verdad?—¿En qué piensas, Eira? —preguntó Gabriel desde el asiento del copiloto, notando su expresión abstraída.—¿Eh...? No, en nada importante —respondió rápido, sacudiendo la cabeza
Capitulo 42Una omega especial.Luna había estado con Eira durante todo el tiempo que duró la elección. No decía mucho, pero cada tanto lanzaba un pensamiento como: “Eso te queda bien.” o “Ese color hará que se le caigan los ojos a cierto Alfa.”Finalmente, Eira eligió un vestido sencillo y hermoso. El tono claro realzaba la suavidad de su piel, y el corte justo por encima de las rodillas le daba una elegancia inesperada. Era la clase de prenda que nunca había podido permitirse, ni imaginarse usandolo.Salió de la tienda con pasos inseguros, sosteniendo las bolsas con cierta torpeza. Al alzar la vista, encontró las miradas de ambos Alfas posadas sobre ella.Gabriel soltó una breve sonrisa y se adelantó enseguida.—Vamos, señorita. Yo me encargo de eso —dijo, tomando las bolsas sin darle oportunidad a protestar.—Gracias… pero no creo que esto sea simple generosidad —dijo Eira con sinceridad, observándolos a ambos.Fue entonces que Minhos se acercó unos pasos más, su mirada fija, seria,