Capítulo LXVIIILuego de arreglar todas las cosas en casa, hacer la comida y atender a Soledad y a José Antonio, Mercedes va y se ducha, estaba extenuada, había sido uno de esos días , ya casi a punto de caer la noche, cuando en eso se levanta Carlos queja dose por una fuerte migraña.Ella se encontraba en la sala y él se acerca y le plide:–Mercedes por favor, una pastilla para el dolor de cabeza, siento que se me va a explotar...– A eso en mi pueblo le llaman resaca y da después de irse de farra. Si te fuistes desde ayer a beber y Dios sabrá cuantas cosas más,–me podrías explicar ¿donde estabas tú? y ¿donde pásate la noche?– ay Mercedes por favor, no vayas a comenzar, te acabo de decir que me duele la cabeza.– ah, osea que eso quiere decir que el señor se va a beber, se desaparece hasta el día siguiente pero luego no se le.puede decir nada porque se siente mal. Pero que maravilla...–Mercedes, te estoy preguntando nada más si tienes alguna pastilla para el malestar y mira todo
Capítulo LXIILuego de pronto mientras todos están acostados y ella se encuentra sentada en la sala, recuerda que José Antonio, le pidió conocer a su papá.Ese un buen momento, tal vez y solo tal vez si se sensibilice un poco al verlo y asuma la responsabilidad como padre de él, que nunca lo ha hecho. Además pensó, si él llegase a asumir su responsabilidad, esto también sería una ayuda económica para ella. Así que no sería del todo descabellada la idea. Y para lo mal que se estaba portando Carlos, no era quien para opinar ni tampoco tendría porque importarle nada.Pero eso sería un riesgo que Mercedes tendría que correr. La verdad es que no quería problemas con nadie, solo quería vivir tranquila y sin preocupaciones, pero tal parecen que las malas noticias y las angustias estaban a la orden del día. De esa manera fue como al llegar el fin de semana ella contacta a Manuel y se presenta ante su trabajo, y le dice– hola Manuel, buen día.– esto no lo puedo creer... Tú, ¿Mercedes por
Capítulo LXIXDe retorno a casa se encuentra a Carlos ya con los niños allí, ya él había cerrado la óptica y se había venido a la casa. Carlos estaba molestó con Mercedes pues ella nunca salía sin decir a dónde iba, eso a él le causó mucha curiosidad y no podía resistir, la duda se apodera a de él.Casi no podía creer que Mercedes hiciera algo así cuando era ella quien siempre decía el próximo paso a ejecutar.Pero lo que él no sabía era que Mercedes si algo la caracterizaba era ese carácter fuerte y aguerrido. Carlos creía que iba a montarle la pata a ella como se dice coloquialmente, es decir; dominarla a su antojo, y que él se le iba a revelar, pero estaba muy equivocado. Con ella nadie podía.Mercedes tenía el don del amor, amaba desmedidamente y cuando se entregaba lo hacía con todo, pero de igual manera era cuando se enojaba y tenía que resolver sus asuntos. Siempre fue una mujer luchadora e independiente, Carlos no supo valorar a Mercedes cuándo la tuvo sumisa, la parte mala
Capítulo LXXAl amanecer Mercedes se mostraba un poco más tranquila, después de una larga noche de pasión, parece que todos los problemas están resueltos, pero no es así. Cada uno se va levantando mientras ellas como de costumbre prepara el desayuno en la cocina, pastelitos de jamón y queso con batido de fresa. Una vez listo, comienza a servir, y todos se van incorporando a la mesa, ella aprovecha la ocasión para comunicar:– el próximo sábado te llevaré a donde tu papá José Antonio. Ya conversé con él.José Antonio, muestra una gran sonrisa, y contento se levanta de la mesa para abrazar a su mamá.– gracias mamita, gracias, dice José mientras le da un beso en la mejilla y la abraza.– al fin voy a conocer a mi papá.En eso Carlos interviene– sí, porque seguramente te ha hecho mucha falta y yo no he sabido cumplir con ese rol. ¿Verdad?José Antonio baja la mirada y guarda silencio sin contestar nada, mientras se sienta nuevamente a la mesa.Pero Carlos, insistentemente pregunta de
Capítulo LXXITranscurrían los meses y Mercedes cada vez más era notoria su barriga, al igual que los problemas con Carlos y la situación económica. A Carlos le había dado por costumbre irse a beber todos los fines de semana con sus amigos. Eso era desde el viernes y Mercedes sola en casa con José Antonio, Soledad y el bebé que traía en el vientre, ya con 6 meses de embarazo.Lo que por consiguiente no iba a trabajar los sábados, y se acumulaba todo el trabajo de viernes y sábado. Perdiendo cada vez más clientes por falta de atención. Ya Mercedes estaba cansada de tanto reclamarle a Carlos ...– hasta cuando Carlos, te he dicho que te necesito en la óptica, no puedo dejar de atender a los clientes porque tú estés bebiendo, y ahora menos que nunca que estoy embarazada y se avecinan tantos gastos. – yo te lo advertí a ti Mercedes, yo estoy demasiado joven y ya he pasado muchísimo trabajo para ahora también vivir cómo si estuviese en una cárcel. Yo quiero ser libre y disfrutar de la v
Capítulo LXXIIEra algo así como si de pronto la burbuja de amor se hubiese explotado. Cómo si sus vidas hubiesen tomado otro rumbo. Ya nada era como antes. Mercedes sentía que todo su mundo se derrumbaba por partes, y aun así tenía el valor y las fuerzas suficientes para seguir adelante y luchar con todo contra viento y marea con tal de sacar a su familia adelante. El día menos esperado cuando ella venía saliendo de la óptica para comprar algunas cosas para la casa y se dirige un momento al supermercado, se encuentra con una vecina desde hace años, quien fue la primera que le tendió la mano cuando arrendó la pieza. Se cruzan en el camino y le dice.– conchale Mercedes, que bueno que te encuentro aquí y que estás sola. – y eso vecina, ¿Cómo está usted? ¿Qué le pasó? Cuénteme...– tenía mucho tiempo tratando de hablar contigo y no había encontrado el momento oportuno.– pero no entiendo. ¿Por qué si somos vecinas y gracias a Dios, nos la llevamos muy bien, pero hubieses ido a la ca
Capítulo LXXIISalen juntas de la lonchería y efectivamente como acordaron, la vecina va y la acompaña para asegurarse de que ella estará bien y luego de allí se van a sus casas respectivamente.Mercedes al entrar a su casa, siente un vacío tan grande, no podía creer que Carlos después de todo lo que ella había hecho por él, la traicionara de semejante forma, ella estaba muy indignada, decepcionada... No habría una palabra que describiera todo lo que ella sentía. No podía creer su mala suerte.Había conocido cualquier cantidad de mujeres, con malos sentimientos, que eran malas personas y con una suerte envidiable, pero Mercedes no comprendía por qué le costaba tanto ser feliz, muchas veces le preguntaba si fue que ella había hecho algún daño sin darse cuenta o simplemente era aquello que le llamaban karma.De lo que si estaba segura era de que lo mejor que había hecho en toda su vida era tener a sus hijos, ellos la llenaban de paz y le daban esa felicidad y esa alegr
Capítulo LXIVAl sacar a Carlos de la casa, cierra la puerta y se va directo a la cocina a llorar, se sirve un vaso de agua fría y se sienta nuevamente en el sillón desconsolada sabía que era lo mejor que pudo haber hecho, pero eso no era consuelo para ella.Sentía que su corazón se rompía en mil pedazos.Por otra parte Carlos no podía creer lo que le acababa de pasar. Él se sentía tan seguro de que Mercedes nunca lo dejaría que se atrevía a tratarla mal y a humillarla como lo hizo, pero ahora estaba pagando el precio de su insolencia.Quedó en la calle sin nada ni nadie, apenas tenía sus ropas, al menos era más que con lo que había llegado. No sabía qué hacer.En ese momento es cuando Carlos se da cuenta lo importante que era Mercedes para él Se sentía solo y abrumado. Dada las circunstancias, lo primero que se le ocurrió fue ir a donde su vecina Rosita.– Rosita, Rosita... Ábreme la puerta por favor.En lo que Rosita escucha el llamado y se dirige a la puerta y abre.– ¿Y a ti que