Michael RedfordÁtico Redford, New York. Mia gritó de nuevo que la dejara bajar, pero lo hice hasta que llegué con ella a la cama y la puse con cuidado sobre ella. Me volví hacia la puerta, necesitaba tranquilizarme, lo que menos necesitaba en estos momentos era volverme loco, "Ella está bien, está sana y salva" el sentimiento que me había embargado al no saber si estaba bien, me había llevado a un nivel tóxico, y aquí estaba, intentando evitar que ella pusiera barreras entre nosotros, perder lo poco que habíamos llegado el uno con el otro, pero había llegado a la conclusión de que Mia había ocupado ese puesto que nunca nadie desbancó: Preocuparme por ella antes que por mí.— ¿Qué es lo que pasa? ¿Por qué actúas como un cavernícola?—me volví a ella furioso conmigo mismo, me pasé una mano por mi rostro y luego solté un largo y pesado suspiro, ella cambió su semblante al ver que no dije nada por un momento. — ¿Pasa algo malo?—se puso de pie de inmediato.—No. Pero no me gusta que estés
Michael RedfordCasino Redford, Atlantic CityHabía repasado una y otra vez el rechazo que hice hacia a Mia anoche. Por más que me tentó el deseo de hacerla mía, pude controlarlo. Estaba muy estresado y sé qué el tener la intimidad que tanto deseaba, me haría perder el control y perder el horizonte. Tenía que aprender que no todo el sexo arreglaba las cosas. Ahora, tenía que seguir la búsqueda de Nora. Habían encontrado una pista a las afueras de New York, es por eso que había dejado resguardada a Mia en el club, ya que si una vez entró a mi ático bajo toda esa seguridad, no quería imaginar ahora que la había aumentado y tenía más personal a nuestro alrededor. "Proteger a Mia" era lo que me repetía constantemente. — ¿Señor Redford?—me llamaron, cuando me volví de medio perfil con las manos dentro de mis bolsillos mientras estaba frente al ventanal que da al piso del casino. — ¿Necesita algo más?—preguntó Alek. —No, —luego recordé que algo me picaba de curiosidad, Alek ya se iba a re
Mia RedfordÁtico RedfordMichael durmió plácidamente a mi lado, habíamos tenido sexo dos veces antes de quedar completamente dormido contra la almohada, lo estaba observando dormir, tenía sus labios entreabiertos, su rostro pareció más joven, relajado y sin ese ceño arrugado que solía tener despierto. Escuché a lo lejos una notificación en un celular y no era el mío, luego un segundo y luego un tercero. Me removí de su agarre -tenía su pierna enrollada con la mía y su brazo debajo de mi cuello como almohada- para mi sorpresa no se movió, bajé de la cama y caminé desnuda en la casi total oscuridad, ya que las luces de los edificios vecinos y la luna, iluminaba por lo más bajo, podía ver las siluetas de las cosas grandes, pero las demás, tendría que encender la luz. Me sobresalté al escuchar un cuarto sonido de notificación. — ¿De dónde viene?—susurré, entonces la pantalla se iluminó débilmente en el bolsillo del pantalón que dejó colgado del respaldo de la silla del tocador, lo levan
Mia RedfordÁtico RedfordEn el desayuno, Akira me había entregado la paleta de colores, no había tomado una decisión aún, estaba entre el verde y un gris claro, "Azul, descartado" dije de inmediato, no quería nada azul, recordar el mensaje me puso de malas y Akira lo había notado.— ¿Está bien, señora?—preguntó de repente al verme que aún no terminaba mi desayuno pero tenía la mirada en la segunda paleta de colores. Levanté mi mirada hacia a ella que estaba del otro lado de la isla de mármol. —Sí, sí, solo que me acordé de algo y me molestó. —confesé, "Pregunta a Akira acerca de Nora, Mia" pero si lo hacía, podría ella decirle a Redford, no tenía la lealtad que ella le tenía a él, así que mejor me lo callé. —Pero no es nada, se me pasará...—pero sabía que no sería así, ella asintió y luego me sonrió. — ¿Solo fruta y yogurt desayunará?—preguntó inquieta y yo afirmé. —Le encantaría un desayuno como el del señor....—comenzó a decir.—Realmente no desayunaba, pero lo estoy haciendo des
Michael RedfordCasino RedfordUno de mis hombres estaba sentado en su escritorio revisando si podía localizar el número de donde me había enviado mensaje Nora. Cuando me había dado cuenta de los mensajes estaba saliendo del ático, Alek se había puesto en contacto de inmediato con la gente que estaban buscándola. Necesitaba salir de este problema cuanto antes. —La señora Redford salió del ático, señor. —Alek anunció a mi espalda, tenía mis brazos cruzados contra mi pecho, me giré lentamente de perfil hacia a él.— ¿Qué?—pregunté, Alek se tensó. — ¿Sola?—él negó.—La están custodiando lo más discreto posible. —contestó Alek, solté un suspiro. No podía evitar no cuidarla desde la última vez que Erick la encontró en aquella cafetería, algo raro, y más ahora que Nora estaba desaparecida. —Bien, quiero todo movimiento que haga me lo hagas saber. —le pedí, él asintió. —Espera. —me volví a Alek. —Quiero que me investigues a esta nueva amiga de Mia, es una tal Eloise, no sé su apellido, bus
Mia RedfordÁtico Redford— ¿Estás lista? —preguntó Michael entrando a la cocina, dejó un beso en mi frente y luego pasó de largo hasta el frigorífico, Akira estaba del otro lado de la isla terminando de picar fruta.—Mejor iré el sábado, me encontraré con Eloise para enseñarme a cabalgar, —dije mirando hacia a él, cerró la puerta y me di cuenta que tenía en su mano una botella de agua embotellada, me miró curioso.— ¿Con tu nueva amiga? ¿Qué pasó con que tu esposo te llevara? —sonreí a su tono de voz que había usado.—Si me hubieras prestado atención ayer…—miré hacia a Akira, no quería que notara que mis mejillas estaban sonrojadas por lo que estaba pensando, luego a él. —Ahora no estuvieras haciendo esa cara de decepción. —sonreí más. —Además, dijiste que tenías trabajo en el casino. Lo que menos quiero es quitarte tiempo.—No me quitas tiempo, Mia. —replicó molesto. —Pero me hubiera gustado ser yo quien te enseñara cabalgar.—Vaya, ahora si estás interesado en enseñarme, interesant
Erick SalvatoreCasa de descanso los SalvatoreMiré caminar de un lado a otro a mi hermana Caroline, estaba pensativa desde que había llegado. No hablaba, solo tecleaba en su celular a una gran velocidad, hasta que se había dado cuenta de mi presencia y se detuvo.—Erick, no te escuché llegar, ¿Hace mucho que estás ahí?—asentí lentamente cruzando el umbral de la sala principal de la casa de nuestros padres, una que solíamos usar cuando veníamos a la ciudad de New York. — ¿Y? ¿Qué pasó?—Nada, se nos adelantó Redford. Mia estaba saliendo y luego pasé a saludarla, pero momentos después, llegó Redford de forma protectora. — ¡Ay!—maldijo mi hermana entre dientes. — ¿Cuándo te informarán lo otro? Ya el otro fin de semana se casan de nuevo pero ahora la ciudad, ellos y sus tradiciones, —soltó un bufido—quiero que mi plan funcione. —y luego soltó una risa burlona—Será ridiculizada entre millones de espectadores. —Estos Redford les gusta hacer las cosas en grande. —gruñí irritado entre dien
Michael RedfordCasa clubMia mostró pánico cuando el caballo llegó frente a nosotros, ella tenía claramente miedo. La tomé de la cintura por detrás y me acerqué a su oído para susurrar.—Te voy a proteger. Confía en mí.—Creo que mejor me siento en aquel lugar y te veo montar.— ¿Confías en mí? —pregunté en un susurro cerca de su oreja.—En ti sí, pero en mí y en ese caballo no lo creo.—Te subiré, das una vuelta, tiraré yo de él, despacio. Si no te gusta, te bajas y nos vamos. Hizo una pausa pensativa, luego negó.—No, no, tengo que intentarlo. —replicó.—Esa es mi mujer. —le dije luego dejé un beso detrás de su oreja, en ese punto que le gustaba. El hombre que había acercado el caballo nos dejó a solas. —Primera regla: Siempre que sea posible, acércate al caballo en sentido diagonal desde el frente. La regla más importante para acercarse a un caballo es asegurarte de que sepa que te vas a acercar. Esto es mucho más fácil si te acercas al caballo desde el frente y un poco hacia el c