Mi vida era perfecta, tenía un padre exitoso y amoroso, era hermosa, joven y con un futuro prometedor, era elegante y distinguida, obediente y amable.
Pero eso era mentira, eso es lo que todos veían en mí, la realidad que había empeñado en mostrar, dejando de lado la cara oculta del gran Alexander St. Vincent.
Muchos deseaban mi vida, y con gusto se las daba, daría todo por dejar este infierno, sin dudarlo vendería mi alma para hacerlo. Quizás se preguntarán que porque no me voy, la respuesta es simple, ese hombre me encontraría debajo de la más pequeña piedra, cada paso está calculado, siempre vigilada, no hay opciones de escape.
Siempre que me castiga por alguna falta, culpa a mi madre.
- Te pareces tanto a esa sucia zorra, que te dejó a la primera oportunidad que tuvo, sólo recuerda que ella te abandonó por irse con otro, tienes suerte de que me quedará contigo y no te dejará en un orfanato, por eso debe ser la perfecta señorita St. Vincent –dice con tono frío mirándome en el suelo, en aquellas ocasiones suelo asentir sin mirarlo, no me pongo de pie hasta que sale de la habitación. Desde que tenía memoria el castigo era el mismo, unos cuantos azotes en zonas que nadie vería, no era estúpido, si quería mantener la imagen de la familia perfecta, nadie debía saber.
Había una cosa aún peor, una caja del tamaño de un féretro común, de madera vieja y con muchos clavos en su interior, era oscuro y asfixiante, sólo había estado 1 vez ahí cuando tenía unos 9 años, desde entonces era claustrofóbica.
Siendo sincera, en algunas palizas había deseado que me matara, sin embargo, todo lo tenía bien planeado, por eso jamás puso en riesgo mi vida.
Mi vida sonaba y se veía bonita y perfecta, pero a final de cuentas, no lo era, él elegía cada aspecto de mí, cómo vestir, qué comer, dónde estudiar y que, los amigos que debía tener, y lo que más temor me daba, con quien me casaría, era capaz de entregarme a un hombre horrible, de sólo pensarlo me daba asco. Pero era demasiado cobarde para atentar contra mi vida, porque una parte de mí anhelaba la felicidad, anhelaba ser libre y conocer el amor, las novelas románticas eran quizás lo que me motivaba, podría sonar estúpido, pero sólo a eso me aferraba, al menos así fue hasta que lo conocí, Sebastien Edevane-Gray, guapo, encantador, inteligente y sobre todo, amoroso.
Nuestro encuentro casi había resultado mágico, fue el típico cliché de las novelas que solía leer, había creído que fue demasiado afortunado ese pequeño accidente, había sido tan amable y considerado, que había caído enamorada al primer instante, con esa sonrisa ligera y el hoyuelo en su barbilla, fue suficiente para imaginarme una vida con él, ya saben, un mundo color de rosa dónde todo es perfecto, dónde nos despertamos temprano, nos decimos que nos amamos, tomamos una ducha, le escojo el traje que usará y espero abajo para desayunar, después él se va al trabajo y hago lo que sea que deba hacer en la empresa de mi padre. A la hora de la comida nos reuniríamos para comer, él me daría alguna sorpresa y después volveríamos al trabajo. Al salir, me recogería en la empresa y me llevaría a cenar a un lugar hermoso y romántico, dónde hablaríamos de nuestro día y después, al terminar, iríamos a nuestra casa para hacer el amor y dormir en los brazos del otro, esperando que el día siguiente sea así de maravilloso.
Lástima que en la vida real no ocurra de esa manera, parecería que toda mi vida estaba planeada, incluso aquello que había creído un pequeño accidente, o quizás no era tanto un accidente, más bien, algo inevitable, no lo podía saber con certeza.
Que mi padre quisiera hacer negocios con él me venía como anillo al dedo, era otra de las cosas que creía que el destino lo había puesto para ayudarme, porque entonces mi padre aprobaría esta relación, y esto era algo que por primera vez deseaba. Todo fue perfecto, un cuento de hadas, lástima que nadie me dijo que a veces las princesas de esos cuentos tienen que pasar por momentos difíciles, y justo eso pasó.
Dicen que el pasado siempre tiende a regresar, que el karma se encargará de hacerte pagar, lo que no esperaba es que el pasado que volvió fuera el de mi padre, y peor aún, que el karma quisiera hacerme pagar a mí. Mi karma era un ser hermoso que parecía un ángel, y no diría que se transformó en un demonio, más bien diría, que es un ángel justiciero.
Podía recordar la noche en que todo ocurrió, esa noche era perfecta, una hermosa luna llena rodeada de un manto de estrellas. Aquella calma había sido rota por la dolorosa aunque reconfortante verdad.
Pero no todo es lo que parece, las apariencias engañan, y quizás de haber sido sincera con él, nos habríamos evitado muchos malos tragos, pero el miedo no me permitió hacerlo, y cuando él cambió, supe que había sido la decisión correcta, o eso me pareció en su momento, pero cuando estás al borde de la muerte, cuando ya no tienes nada que perder, cuando el accidente ocurrió sin que las sirenas sonaran, cuando la fe no tiene ningún sentido, cuando no queda lugar para la delicadeza o la inocencia, pensando con fuerza y desesperación que alguien va perder y ya no podrá seguir de pie, es ahí cuando nos desmoronamos.
- Esperas un imposible –había dicho al fin, tras escuchar su historia, había decidido decirlo todo–, jamás correré a sus brazos llorando, porque todo en mi vida no es más que una farsa, una historia perfecta inventada para hacerlo lucir bien –intentaba que las lágrimas no salieran a raudales–, si él fue capaz de hacerle aquello a tus padres, ¿crees que conmigo sería diferente? –pregunto con burla, podía entender porque lo había hecho, pero eso no significaba que no estaba sufriendo, eso no quería decir que estuviera bien–, pero no te preocupes, todo terminará pronto, te lo juro –sin esperar a que él dijera algo más, había decidido irme, en mi mente había maquinado un plan, un suicida pero perfecto plan. ¿Podía considerarse como algo aleatorio o una cruel oportunidad del destino?, ¿podía creer que con esto las cosas volverían como al inicio?, ¿él me amaría de verdad?, ¿me mostraría un poco de amor? Me sentía pérdida, la vida seguía arremetiendo y dañándome de formas que jamás creí posibles; sigo cayendo, sigo soñando que un día no habrá... un corazón que miente.
- Saliendo de su clase, debe ir con su padre a una comida de negocios, ahí estará el hijo de su socio mayoritario, después de eso irán a visitar algunas de las fundaciones en las que ayuda su padre –dice la asistente mientras tomo mi desayuno, suspiro con pesar, estaba harta de todo, pero no podía decir o hacer nada–, después de eso tiene una entrevista para la revista de personajes sobresalientes, hablarán de sus progresos en el mundo de los negocios y de su corta pero brillante carrera, antes de llegar le daré su discurso –dice haciendo anotaciones en la tableta–, por último, deberán asistir a una cena benéfica del grupo Van Allen, ¿alguna duda? –pregunta la mujer, ella niega, de todos modos no había posibilidades de cancelar algo en esa lista, mi padre me castigaría y era lo último que quería.Termino de desayunar, cojo la mochila y
Agnes:Esa noche había terminado bastante bien, no habíamos conocido al joven empresario, durante toda la noche no dejaron de comentar la razón de su falta de presencia, unos aseguraban que no deseaba reunirse con nadie esa noche, otros aseguraban que había preferido irse de fiesta, incluso había quienes aseguraban que estaba en los brazos de una hermosa modelo, por mi parte, pensaba que quizás estaba cansado y que deseaba un poco de calma antes de que todos estos buitres comenzaran a rondarlo. Uno de ellos era mi padre, que como el buen actor que es, había enmascarado muy bien su furia por la ausencia del joven Edevane-Gray, en tono bajo y lejos de la gente, me había dicho que tarde o temprano lo atraparíamos, aunque estaba segura que se refería a él y su empresa, porque yo era una inútil que sólo servía para hacerlo ver bien, esas palabras me las hab&i
Agnes:Había creído que tras mi bochornoso encuentro con el señor Edevane-Gray, mi padre estaría furioso, pero gracias al cielo, no había sido así.- Quién diría que esa torpeza tuya me ayudaría a cerrar un gran e importante trato, ¿sabes el prestigió que esto nos traerá? –pregunta emocionado, sabía que era más para él que para mí, sus palabras siempre rondaban en mi cabeza, más en estos casos, sobre cómo no era capaz de entender, como jamás sería como él para los negocios, así que sólo me limitaba a escuchar y asentir, después de todo, era como un mueble más de decoración–, esos idiotas deben saber que no pueden conmigo –sonríe con júbilo, si algo hacia feliz a mi padre más que un buen contrato, era restregarles sus logros&nd
Agnes:Decir que él me dejaba atontada, era quedarse corta, a decir verdad no entendía como no podía ser esa mujer tranquila, serena y segura de su imagen ante todos, me daba pavor hacer algo mal y que mi padre se desquitara conmigo, o incluso peor, que él creyera que era una falsa, que creyera que sólo fingía para poder estar con él o algo por el estilo, que si bien era así, al menos quería creer que con él era diferente, que era más natural.- He visto que muestra interés en ti, no sé qué te ve pero para mí es beneficioso, así que haz lo que tengas que hacer para que salga contigo, estoy seguro que no te dirá que no –dice él como si nada dentro de mi oficina–, trátalo bien o atente a las consecuencias –sentencia lo último con tono amenazador antes de salir, trago saliva y muerdo mi labi
Agnes: A partir de esa noche maravillosa, había habido más, cada vez que salíamos íbamos a un lugar diferente, a veces íbamos a cenar, otras al cine, incluso a dar pequeños paseos por los puntos más emblemáticos y porque no, románticos. No me había atrevido a entrelazar nuestras manos, pero si solía entrelazar mi brazo con el suyo, estaba segura que parecíamos una pareja de esas antiguas, no podía evitar suspirar y sonreír como tonta al pensar en la palabra pareja. Sebastien y yo teníamos muchas cosas en común, le gustaban los lugares tranquilos más que los bulliciosos, le gustaba leer hasta tarde, su género favorito era el terror y el suspenso, aunque me confesó haberse emocionado leyendo orgullo y prejuicio, algo que me causo mucha ternura, y no tanto porque lo haya leído, seguro muchos hombres más lo habían hecho; más bien había sido por la forma en que lo dijo, como si fuese algo malo o alguien fuese a pensar qu
Agnes:No recordaba haberme sincerado con nadie de la forma en que lo hice con él, Sebastien era una persona tranquila, su aura te transmitía una paz absoluta, así que había sido fácil para mí contarle sobre las cosas que pensaba y sentía, lo único que no me atrevía a confesar, era sobre mi situación con mi padre, él me preguntaba cosas sobre nuestra relación, y como si fuese un periodista, le decía lo que todos sabían, que era su adoración, su princesa y la luz de su vida, cuando era todo lo contrario, según sus palabras, era lo peor que le pudo haber pasado, era un castigo infernal además de ser el obstáculo por el cual no había podido ser feliz, recuerdo haber pensado muchas noches el motivo de haber nacido, incluso había deseado no haberlo hecho. Aunque ahora, estaba muy feliz de estar en este mundo,
Sebastien:La había ayudado durante todo el trayecto, el camino era seguro, sin embargo, las sandalias que traía no le ayudaban mucho, y a pesar de ese pequeño detalle, ella estaba muy emocionada, así que no había podido evitar el contagiarme de su buen humor.El camino era corto, si acaso nos tomaría llegar unos 5 minutos, pero por las sandalias de Agnes, tardamos un poco más, algo que no notamos ya que íbamos hablando y riendo, era fácil estar con ella, quizás porque su padre tenía mucho dinero, siendo eso lo último que le podía interesar de mí, era alguien sencilla, amable y desinteresada que disfrutaba de las cosas sencillas de la vida, justo como yo.- No te burles –dice ella apenada, me acababa de confesar que nunca antes se había metido a un lago, además de que jamás había ido de campamento–, m
Agnes:El fin de semana había sido demasiado corto, sin embargo, había sido el más feliz e intenso de toda mi vida, estaba segura que mi padre estaría más que feliz por mi noviazgo con Sebastien, aunque no más feliz que yo.Era domingo por la tarde, lo que indicaba que debíamos marcharnos, algo que me había hecho sentir triste, desearía que este momento durara para siempre. Guardamos nuestras cosas, las subimos a la camioneta y emprendemos la marcha de regreso.- Hagamos un viaje más largo, esta vez a la playa, ¿qué te parece? –dice sin apartar la vista del camino, sonreía mientras lo decía.- Me gustaría mucho, ¿cuándo lo haríamos? –pregunto emocionada, pasaríamos a cenar al mismo restaurante.- Quizás en 2 semanas, habrá que pedirle a tu padre nos permita ausentarn