Agnes:
No recordaba haberme sincerado con nadie de la forma en que lo hice con él, Sebastien era una persona tranquila, su aura te transmitía una paz absoluta, así que había sido fácil para mí contarle sobre las cosas que pensaba y sentía, lo único que no me atrevía a confesar, era sobre mi situación con mi padre, él me preguntaba cosas sobre nuestra relación, y como si fuese un periodista, le decía lo que todos sabían, que era su adoración, su princesa y la luz de su vida, cuando era todo lo contrario, según sus palabras, era lo peor que le pudo haber pasado, era un castigo infernal además de ser el obstáculo por el cual no había podido ser feliz, recuerdo haber pensado muchas noches el motivo de haber nacido, incluso había deseado no haberlo hecho. Aunque ahora, estaba muy feliz de estar en este mundo, incluso si dentro de mi casa era el mismísimo infierno.
- Alguna vez debes dejarme pagar –digo suave, no es que manejará las grandes cantidades de dinero, pero mi sueldo me alcanzaba perfecto para invitarlo a comer o incluso, un poco más.
- Bueno, ¿qué te parece si me preparas algo de comer? –dice con una radiante sonrisa, no puedo evitar sonreír también.
- Muy bien, me encargaré de la comida durante este fin de semana –digo animada mientras salimos del pequeño restaurante–, sólo no te enamores de mí por eso –digo en tono bromista, sin embargo, siento como mis mejillas se sonrojan debido a mi atrevimiento.
- Eso no te lo puedo asegurar –dice suave mirándome a los ojos, por un momento olvido todo, dónde estamos, las personas alrededor, como respirar y hasta mi nombre, sólo podía perderme en la calidez de sus preciosos ojos negros, quizás algunos podrían creer que serían profundos e inclusive, peligrosos, pero estaban muy lejos de la verdad–. Vamos –me extiende la mano suave, asiento embelesada y sin más la tomo. Su mano es muy cálida pero también suave. Me lleva afuera y directo a la camioneta, me abre la puerta y me ayuda a subir, de verdad me sentía como una princesa, quería quedarme para siempre con él.
Lo veo rodear el auto tras cerrar la puerta, se sube de su lado y arranca, el GPS marcaba el camino, según sabía, había venido 2 o 3 veces con algunos amigos, ellos eran los que manejaban, así que para evitar perdernos, había decidido usarlo.
- Que bello –digo tras ver el paisaje frente a mí, era una cabaña rustica con muchas flores alrededor, además de la inmensidad de árboles, casi podía sentir que todo ahí no importaba, el tiempo no pasaba, los problemas no existían, no había apariencias que mantener, no había miedos, sólo paz.
- Me alegra que te guste –dice con una sonrisa–, tras bajar todo, ¿te apetece ir al lago? La vista es preciosa, si deseas meterte, podemos hacerlo –me giro a verlo, asiento emocionada, seguro parecería una niña pequeña recibiendo un enorme obsequio, y quizás lo era, las vacaciones organizadas por mi padre, solían ser de lo más aburridas, siempre comportándose, de vez en cuando me dejo hacer alguna que otra cosa propia de mi edad cuando pequeña, pero eso era muy raro.
- Pero no traje traje de baño, quizás debí pensar en esa posibilidad –digo apenada, de verdad quería ir, no sé cómo fui tan tonta para no haber empacado algo como eso.
- No te preocupes –dice cuando llegamos y estaciona–, hay un pequeño pueblo a unos 15 minutos, puedo ir y venir rápido, sólo dime tu talla y asunto resuelto –dice tranquilo, sin embargo, siento como mis mejillas se vuelven rojas.
- No es necesario, igual podría ir yo –digo con una risita nerviosa, él toma suave mi mano y la aprieta.
- No te preocupes, no compraré algo que no me pidas –suspiro aliviada, asiento, si él iba por eso, me encargaría de guardar todo y dejar la cabaña lo más cómoda posible.
Bajamos y comenzamos a bajar las cosas, la mayoría de los alimentos venían en una hielera, lo otro en bolsas, me parecía tierno que hubiese traído tanto para 2 días, pero era muy emocionante también.
- Soy talla mediana, si pudieses traerme de una sola pieza, te lo agradecería –digo bajo, me sentía un poco apenada–, o de 2 piezas, pero que sea como short y top –él me mira tranquilo y asiente.
- Será como gustes, igual te estaré mandando fotos para que escojas cual te gusta más, porque de verdad que no tengo buen gusto –dice algo apenado, lo miro con ternura, era demasiado tierno que admitiera cosas como esas.
- No te preocupes, igual, sólo tú me vas a ver, así que –me encojo de hombros con las mejillas rojas, pero era verdad, en este lugar, él sería el único que vería aquel traje de baño, así que si combinaba o se veía bonito, no importaría tanto.
- Tienes razón –dice bajo, su mirada se había vuelto intensa, o al menos, así lo sentía. Esa sensación enviaba escalofríos por todo mi cuerpo, de una manera bastante placentera, de una forma que nunca pensé experimentar–. Me voy yendo, ahora vuelvo –acaricia mi mejilla con ternura antes de salir de la cabaña, suspiro y comienzo a guardar las cosas en sus respectivos lugares.
Una inspección rápida me había mostrado lo que tenía la cabaña, un pequeño frigorífico, alacenas con algunos platos, vasos, sartenes, ollas y utensilios de cocina, además de una estufa eléctrica, un fregadero y un pequeño comedor. Había 4 cuartos, 2 de ellos con camas individuales, y los otros 2 con 1 cama matrimonial, al pensar en dónde dormiríamos, me había puesto roja de la cabeza hasta los pies, así que sólo me había asegurado que en el baño hubiese shampoo y jabón, además de papel y había vuelto a la cocina.
Sebastien:
Manejaba lo más rápido que me era posible por el camino de tierra, la verdad es que dejaba que el GPS me guiará, por suerte sabía dónde estaban las tiendas, o tardaría siglos en buscar una por una, tampoco es como que fuesen muchas, unas 10 a lo mucho, aun así, sería tardado buscar de una en una.
Al llegar, estaciono fuera del pueblo, bajo y le coloco el seguro antes de comenzar a caminar hacia la cuarta tienda de la entrada, ahí vendían equipo de natación y demás cosas para poder estar en el lago.
Al entrar a la tienda, me recibe una amable mujer cerca de los 50 años, ella con paciencia me muestra todos los modelos de traje de baño, así mismo, me dice que colores suelen llevarse más y también me comenta que el tipo de traje de baño que busco, ya no tiene, así que procedo a escribirle a Agnes, igual podría comprarle uno completo, como los que usan los buzos.
«No es necesario eso, compra uno normal», miro el mensaje y después los trajes de baño, debía escoger uno que la hiciera sentir cómoda, así que me decanté por el menos atrevido que encontré, era de dos piezas, la parte de abajo parecía una pantaleta, por lo que pensaba que podría sentirse cómoda. Por el contrario, la parte de arriba tenía un escote discreto, el color era bonito, de un claro azul cielo.
- Gracias –digo tras recibir mi compra, la mujer asiente y salgo de ahí, camino fuera del pueblo pensando que debo traerla mañana temprano, quizás después de desayunar, con esa idea, me vuelvo a la camioneta para emprender el camino de vuelta.
Al llegar a la cabaña, veo que está afuera, sentada admirando el paisaje, en cuanto me ve se pone de pie, estaciono y bajo caminando hacia ella, le extiendo la bolsa.
- Gracias Sebastien –dice suave mientras sonríe–, iré a cambiarme –dice mostrándome la bolsa.
- También lo haré, ¿vas a lavarlo un poco? –pregunto mientras ambos entramos en la cabaña.
- Sí, me pondré una camiseta que uso para dormir arriba, no importa si se moja –dice con calma.
- Si necesitas que te presté alguna mía, sin ningún problema –ella niega con una pequeña sonrisa.
- Estaré bien, muchas gracias –dice antes de meterse en una de las habitaciones y cerrar la puerta. Camino a la mía, o la que creo que es la mía; compruebo que lo es cuando veo mis cosas encima de la cama, saco la ropa con cuidado y la coloco en algunos cajones, tomo el short que uso de traje de baño, así como una vieja camisa, sandalias, una toalla y protector solar antes de salir de la habitación e ir a la cocina por un vaso de agua.
Tras unos minutos en los que revisaba la sección de economía, ella sale con una camiseta muy grande un poco mojada. Además de la camiseta, tiene puestas unas sandalias un poco grandes, que me imagino que dejaron los que rentan la cabaña para nuestro uso.
- Te ves muy guapa –digo con una pequeña sonrisa, ella se sonroja mientras sonríe.
- Gracias, creo que las sandalias me ayudan mucho –dice mostrándomelas, río bajo tendiéndole mi mano, ella la toma y ambos salimos de la cabaña directo al lago.
Sebastien:La había ayudado durante todo el trayecto, el camino era seguro, sin embargo, las sandalias que traía no le ayudaban mucho, y a pesar de ese pequeño detalle, ella estaba muy emocionada, así que no había podido evitar el contagiarme de su buen humor.El camino era corto, si acaso nos tomaría llegar unos 5 minutos, pero por las sandalias de Agnes, tardamos un poco más, algo que no notamos ya que íbamos hablando y riendo, era fácil estar con ella, quizás porque su padre tenía mucho dinero, siendo eso lo último que le podía interesar de mí, era alguien sencilla, amable y desinteresada que disfrutaba de las cosas sencillas de la vida, justo como yo.- No te burles –dice ella apenada, me acababa de confesar que nunca antes se había metido a un lago, además de que jamás había ido de campamento–, m
Agnes:El fin de semana había sido demasiado corto, sin embargo, había sido el más feliz e intenso de toda mi vida, estaba segura que mi padre estaría más que feliz por mi noviazgo con Sebastien, aunque no más feliz que yo.Era domingo por la tarde, lo que indicaba que debíamos marcharnos, algo que me había hecho sentir triste, desearía que este momento durara para siempre. Guardamos nuestras cosas, las subimos a la camioneta y emprendemos la marcha de regreso.- Hagamos un viaje más largo, esta vez a la playa, ¿qué te parece? –dice sin apartar la vista del camino, sonreía mientras lo decía.- Me gustaría mucho, ¿cuándo lo haríamos? –pregunto emocionada, pasaríamos a cenar al mismo restaurante.- Quizás en 2 semanas, habrá que pedirle a tu padre nos permita ausentarn
Agnes: Debía decir que aquella imagen no le hacía justicia, el lugar era precioso, el mar de un suave y transparente azul, y si a eso se le agregaba su unión con el cielo, era sin lugar a dudas, algo para inmortalizar. - Espero que este a la altura de tus expectativas –dice él a mi espalda, siento como me abraza, sus manos descansando en mi estómago. - No sólo eso, sino que las superó –sonrío recargando mi cabeza en su pecho, besa mi cabeza, me relajo sintiéndome tan libre, tan llena de paz. - Me alegra escuchar eso –me gira con cuidado–, ahora vamos a la cabaña, estoy seguro que también te gustará –dice besando mi nariz, río bajito y asiento. Caminamos a la pequeña cabaña, 2 pobladores habían llevado nuestras cosas, Sebastien les había dado la indicación de no venir, sin embargo, les había pagado por el trabajo, ellos habían estado muy agradecidos. A decir verdad, creo que entre los dos podríamos mantener li
Sebastien:La mañana llegó con los rayos del sol quemando la piel de mi espalda, al abrir los ojos, me había topado con la imagen de Agnes dormida, el cabello le caía en la cara, eso me había hecho sonreír, no podía recordar en que momento nos quedamos dormidos debido al cansancio, porque estaba muy seguro que de no ser por eso, nos habría alcanzado el amanecer y un poco más.Con cuidado me había puesto de pie, quería prepararle el desayuno, o quizás sería mejor si le preparara el baño, estaba seguro que estaría bastante adolorida, aunque quizás sería bueno bañarme yo primero.Cuando salgo, noto que aún duerme, así que voy a la cocina para preparar el desayuno, había picado fruta, vaciado un poco de yogurt en un plato y preparado waffles con fresa arriba y miel. Lo había colocado todo
Agnes: Tres meses se habían pasado en un abrir y cerrar de ojos, la planeación de la boda había absorbido mi tiempo por completo, así que cuando mi padre me sustituyó, o como él lo denominó, un ayudante. Poco me había importado, es más, incluso podría decir que me sentía aliviada, porque ese reemplazo sería permanente, además de que estaba demasiado feliz como para preocuparme por si tenía o no trabajo, después de todo, podría ayudarle a Sebastien, nos iríamos a Londres a vivir tras acabar el proyecto, por lo pronto, viviríamos en una preciosa casa a las afueras de la ciudad, al parecer era una propiedad de su familia que se encontraba perdida, y eso me alegraba mucho, al menos tenía algo de sus padres. La casa estaba en remodelación y por eso no tenía caso ir, sólo sabía que estaría para después de la luna de miel, iríamos de tour por algunos países de África, de ahí a Asia y al final Europa, eso daría tiempo a que avanzara el proyecto y es
Agnes: Decir que me había sentido flotar había sido poco, no había sido consciente de nada salvo mi esposo, me gustaba la forma en la que me llamaba ahora, señora Edevane-Gray, mi cara de idiota era tan grande, que estaba segura me quedaría la cara congelada. Habíamos decidido pasar nuestra noche de bodas en el hotel, no es que fuese la primera vez, pero ahora era diferente, ahora éramos marido y mujer frente al mundo y Dios, así que era tan importante como lo fue mi primera vez. Y me sentía de la misma manera, tímida, expectante pero muy segura, y esa seguridad había crecido al ver su cara cuando mi vestido cayó al suelo, el conjunto que había elegido era por demás revelador, pero eso no importaba, aquel precioso hombre me había visto incontables veces, pero saber que me deseaba y veía como la primera vez, era reconfortante, y porque no, me hacía sentir por demás especia
Agnes:La mansión era muy bonita, justo todo lo que me gustaba, fachada sencilla pero elegante, era bastante antigua y en un bonito color blanco, tenía cerca de 14 ventanas, según lo que podía ver; un altillo y una gran puerta de madera en color café oscuro. Tenía un gran jardín, casi podía ver el jardín trasero, lleno de flores, un jardín verde y vasto, una pequeña mesa para tomar té o tomar alguna comida.- Por aquí señora –dice una mujer nada más bajar, asiento sonriendo, entro a la casa seguida de mi esposo, amaba esa palabra.- Cleo, muéstrale su habitación, Adam, deja las maletas donde te indique Cleo –dice con voz seria, casi podría decir que era fría, entendía que estaba estresado y cansado, así que no diría nada, le prepararía algo delicioso para comer y seg
Agnes: La mujer me había llevado a una habitación lo bastante grande para una cama individual, un pequeño escritorio, una silla, una mesita de noche, un armario y un baño completo. Me había dejado sola tras dictar las actividades que realizaría mañana desde bien temprano. En este momento odiaba mi mente, una que recordaba con cada detalle lo visto, oído o leído, y esto no era la excepción. 1. Debía despertar todos los días, sin excepción; a las 5 de la mañana, debía darme un baño, limpiar mi habitación y vestir el uniforme que estaba en el armario. 2. Debía comenzar limpiando el estudio de Sebastien, de ahí seguiría al salón de baile, la biblioteca y la recepción, debía limpiar de manera meticulosa cada objeto. 3. Lo siguiente que haría, sería lavar el baño que esta debajo de las escaleras. 4. Después subiría a la primera planta y limpiarí