Esta historia continúa en el segundo libro: Corazón de Limón. ¡Búscalo y agrégalo a tu biblioteca!
Me llamo Annie, tengo dieciséis años y estudio en la preparatoria Sweet Armonis. Hace poco mi familia y yo nos mudamos a un pueblito costero por una oferta laboral a mis padres. Ellos son ingenieros navales y fueron contratados por la empresa pesquera que, por lo que escuché, el día que se vaya a la quiebra el pueblo caerá junto con ella.Así fue como me matriculé en la nueva preparatoria.El día había comenzado, la alarma de mi celular sonó advirtiéndome que era hora de levantarse para asistir a mi nuevo instituto; mientras mi Nokia vibraba y emitía sonidos de campanas de alerta en mi mano, me desperecé en mi cama, tratando de que la sangre vuelva a fluir por mis extremidades. Me senté en el borde y mi cabellera de rizos castaños se expandió por todos lados, protestando por levantarse temprano. Me froté un ojo y salí de mi cama para ir al baño.Me arreglé y decidí que ropa usaría en mi primer día en la "prepa" nueva. Luego de tirar todo el ropero abajo me decidí por una falda tablead
—¿¡Ke... Ken?! —pregunté asombrada y roja como un tomate.—¡Esto debe ser obra del destino! ¡Estamos destinados a estar juntos! —gritó Ken mientras me abrazaba, intenté apartarme de él pero ya era tarde. Todos mis compañeros de clase me habían visto y estaban riendo mientras me señalaban.—¡Tengan cuidado, chicos! ¡A la nueva le gustan los nerds! —dijo una chica rubia muy linda, sus amigas que se sentaban junto con ella reían mientras aplaudían su chiste.Aparté a Ken de un manotazo y con la cara roja de vergüenza me senté en el único asiento que estaba cerca, al frente de la clase.Llegó el profesor a imponer orden y se presentó a la clase. Se llamaba señor Farker y daba Lengua y Literatura; una materia que a mí siempre me encantó.Cuando la hora del señor Farker terminó todos se estaban retirando para ir al almuerzo, pero antes de poder levantarme para ir al buffet, unas chicas se me acercaron.—¡Hola! —dijo la pelirroja del grupo, era alta y esbelta—. Me llamo Ida, tú debes ser Ann
Mi despertador sonó con "Orange" de Kugimiya Rie, avisándome que era hora de despertarse e ir a clases. Nuevamente, mis rizos alborotados se despegaron de la almohada para inflarse a los costados como un bizcochuelo. Demonios, había días en los que realmente odiaba mi cabello.Tomé el celular y apagué la alarma, me senté en la orilla mientras estiraba mis brazos y hacía que las vértebras de mi columna regresaran a su estado original.Luego de visitar el baño y tratar de colocar mi rostro a su lugar correspondiente, me maquillé y elegí mi ropa para ese día. Elegí un vestido corto color Rosedo, y lo combiné con un jean negro bien ajustado, unos zapatos de tacón color blancos y mi campera de cuero negra; me recogí el cabello en una cola alta y tomé mi cartera para bajar a desayunar.Había olor a hotcakes, eso significaba que mi madre estaba despierta, bajé las escaleras y la encontré en la cocina preparando el desayuno para todos.—¡Hola, mamá! —la saludé. Ella se volteó y me sonrió.—Ho
Jason se levantó y sacudió sus rodillas llenas de tierra, llevaba unos pantalones de trabajo y una musculosa blanca, una gorra blanca dada vuelta dejaba salir sus mechones y protegía sus manos de la maleza usando unos gruesos guantes marrones (aunque no estaba claro si el color era por la tierra misma o porque así habían salido de fábrica).—Bienvenidos al club de jardinería —dijo Jason mientras se sacaba sus guantes de trabajo y nos recibía con una hermosa sonrisa, nosotros le devolvimos el saludo sonriendo y agradeciendo. Nos miró uno por uno detenidamente—. Chicos, así no van a poder trabajar, van a ensuciarse.Nos miramos y tenía razón, no teníamos ropa apropiada para trabajar la tierra, una de las chicas llevaba tacones los cuales se estaban enterrando en el césped, lo mismo estaba pasando con mi calzado.—Entren al depósito, allí encontrarán unos pantalones de trabajo, botas, guantes, todo lo que les haga falta para no ensuciarse —nos indicó Jason mientras señalaba la puerta de
Otro día comenzaba, el Sol lentamente se filtraba por mis cortinas color lavanda y afuera un pajarillo me cantaba con alegría de estar vivo otro día. Ojalá yo tuviese el humor mañanero de aquella ave pues parecía el Grinch cuando me despertaba por las mañanas, eran muy pocos los días en donde amanecía como personaje de comercial de colchones, la gran mayoría de las veces parecía un vampiro que no había dormido bien. El único consuelo que tenía era que ya faltaban dos días para el fin de semana y tenía planificado un día de playa con las chicas antes que llegue irremediablemente el otoño y tengamos que guardar los trajes de baño para fin de año.Apenas me quité las sábanas de encima el delicioso aroma del desayuno me llegó a la nariz, olía a café recién hecho y pan tostado, si había algo que amaba era el perfume del café. Sin cambiarme todavía, me calcé mis pantuflas de pata de oso y bajé a desayunar; mi madre me esperaba en la cocina con tostadas francesas y aquella deliciosa y calien
Lo que quedaba de la semana se había ido en un parpadeo, ya estábamos en viernes y a pesar que tenía un sábado espectacular por delante me encontraba deprimida por la partida de mi amigo; el hecho que Ken se fuera me afectó de manera que jamás había creído posible, si bien en un principio sentía molesta y hasta impertinente la presencia de mi amigo ahora lo extrañaba demasiado, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y para colmo no había encontrado su número en mi taquilla pues alguien había forzado la cerradura, y además de faltar su número de contacto no estaban mis libros, una foto de mis padres, maquillaje y dinero que siempre tenía guardado de emergencia.Andaba por los pasillos con mis cuadernos pegados al pecho, había sufrido una agresión directa a mis pertenencias, no tenía ni idea de quién había podido ser el autor de ese delito, mis amigas no habían visto nada y a pesar de que me aconsejaron que vaya y hable con la directora preferí no hacer nada o iba a sufrir más re
Si uno pasaba por los pasillos de Sweet Armonis podía darse cuenta cuando estaban sus alumnos con exámenes encima: Uñas comidas, cabellos alborotados, apuntes desordenados, ojeras y sobredosis de café hacían el combo de "estudiante en exámenes".Los seis meses que nos separaban de la "semana de la muerte", como llamaban los alumnos del instituto a los siete días de exámenes, habían pasado en un suspiro. Allison y sus amigas habían regresado tras sus dos semanas de castigo con las baterías cargadas de resentimiento y odio hacia Nicholas y a mí; por ende, cada vez que quería ir al baño debía ir acompañada de al menos dos de mis amigas o de lo contrario sabía que alguna de ellas tres me estaba esperando para hacerme daño.El primer día que Allison y sus amigas habían regresado me vi acorralada entre los casilleros y una rubia sacada de sí misma.—¡Me pagarás esto, Sucrette! —gritó mientras levantaba su mano de uñas esculpidas lista para estampillarla contra mi rostro, pero entonces de la
Apenas llegué al instituto me percaté de los nervios que todos sentíamos ante la presencia de nuestros enemigos naturales: Los exámenes. El único consuelo que nos quedaba era la Golden Week, una semana completa sin tener que ir a clases para que los profesores pudieran corregir todos los exámenes; así que no veíamos la hora de pasar por la tortura académica para poder descansar un poco.El primer día de examen la directora nos recibió a todos como de costumbre en el gimnasio y nos dio su discurso diario.—Buenos días —dijo la "dire". Hoy estaba de mejor ánimo que de costumbre, no sabía si era porque estaba disfrutando de nuestro sufrimiento por tener por delante una semana muy complicada o porque había dormido bien, nosotros le respondimos el saludo—. Hoy tenemos un anuncio especial, no solo comenzamos los exámenes de final de semestre...—Hurra... —gruñó Chester a mis espaldas.—...sino que además ya están los resultados de la votación que hicieron los señores delegados acerca del ev