Mi despertador sonó con "Orange" de Kugimiya Rie, avisándome que era hora de despertarse e ir a clases. Nuevamente, mis rizos alborotados se despegaron de la almohada para inflarse a los costados como un bizcochuelo. Demonios, había días en los que realmente odiaba mi cabello.
Tomé el celular y apagué la alarma, me senté en la orilla mientras estiraba mis brazos y hacía que las vértebras de mi columna regresaran a su estado original.
Luego de visitar el baño y tratar de colocar mi rostro a su lugar correspondiente, me maquillé y elegí mi ropa para ese día. Elegí un vestido corto color Rosedo, y lo combiné con un jean negro bien ajustado, unos zapatos de tacón color blancos y mi campera de cuero negra; me recogí el cabello en una cola alta y tomé mi cartera para bajar a desayunar.
Había olor a hotcakes, eso significaba que mi madre estaba despierta, bajé las escaleras y la encontré en la cocina preparando el desayuno para todos.
—¡Hola, mamá! —la saludé. Ella se volteó y me sonrió.
—Hola, cariño. Buenos días —me dijo. Mi madre y yo no nos parecemos mucho, yo soy más parecida a mi padre. Mi mamá tiene el cabello pelirrojo muy claro, casi Rosedo, como mi tía, y ojos color miel, desde que comenzó a trabajar que lleva el cabello semi corto, casi a la altura de los hombros, al tener los mismos rizos locos que los míos su cabello se expande hacia los costados—. Ten, amor; espero que te gusten.
—Muchas gracias —le dije. Tomé una silla y me senté a desayunar, estaban deliciosos.
—¿Cómo te está yendo en el Instituto nuevo, cariño? —me preguntó mi madre— ¿Ya hiciste amigas? ¿Te gusta algún chico?
Yo me atraganté con esta última pregunta, tosí y tomé un poco de leche para aclararme la garganta.
—Sí, tengo muy buenas compañeras —le dije, con la voz gruesa y reprimiendo la tos—. No sé si llamarlas amigas, ya que es muy pronto, pero son excelentes... Salvo una perra desquiciada que me molesta por diversión pero nada más.
—Trata de no meterte en problemas —me recomendó mi madre, "dime algo que no sepa", pensé.
—Ken está en el mismo "insti" que yo —le dije, mi madre volteó a verme sorprendida.
—¿Ken? —preguntó— ¿Ese niño que siempre te seguía en el anterior instituto y que estaba perdidamente enamorado de ti?
—El mismo —respondí—. Y sigue haciendo lo mismo.
—Eso sí es noticia —dijo mi madre mientras se secaba las manos y se sentaba conmigo a beber su café con leche—. Pensé que su padre quería que fuera a la escuela militar, sabes que el señor O'Connor es muy exigente, parece que no ha podido con Ken. De todas formas es muy extraño que haya ido a parar justo a la misma preparatoria que tú, hija.
—Eso también me parece raro, me sorprendió mucho cuando casi me voltea de la emoción en el aula —dije mientras me reía— Es un gran chico, sólo que algo acosador, pero buena persona.
—Envíale saludos de mi parte —dijo mi madre mientras yo levantaba mi plato ya terminado y lo colocaba en el lavatorio. Me dirigí al baño, lavé mis dientes, besé a mi madre y salí rumbo al colegio.
Tomé mis auriculares y encendí el reproductor de mi teléfono, caminé por el parque que separa mi casa del colegio mientras escuchaba un retro: "Get Down" de los ya extintos Backstreet Boys. Hacía un día hermoso y quizás cuando vuelva del instituto salga a caminar por el parque solo para entretenerme.
Llegué a mi "prepa" media hora temprano, así que dejé mis cosas en mi taquilla y fui a buscar a mis amigas para saludarlas, pero seguramente no estaban pues era muy temprano, así que fui a dar una vuelta por el Instituto a ver con quién me encontraba.
Miré distraída el cartel que había colgado ayer Nicholas, al parecer se acercaban las elecciones para delegado y el delegado principal estaba postulándose nuevamente para el puesto, era un buen intento para aferrarse al poder por tiempo indeterminado, aparte que era guapo, gentil y sumamente inteligente y responsable, ¿quién no votaría por él? Estaba tan concentrada recordando sus ojos que choqué con el chico del cabello rojo que las chicas me habían mostrado ayer en el patio; rebotamos con fuerza el uno contra el otro, provocando que caigan al suelo sus papeles.
—¡Mira si serás idiota! —exclamó mientras me fulminaba con la mirada, yo fruncí el ceño mientras levantaba una ceja.
—¿Disculpa? —pregunté mientras lo miraba sorprendida.
—Estás perdonada —dijo mientras sonreía, mi cara reflejaba sorpresa, en cuestión de segundos su sonrisa se borró para volver a la misma línea que habían sido sus labios—. Bueno, no te quedes ahí sin hacer nada, al menos ayúdame a levantar mis cosas.
—S...sí —respondí, me arrodillé y empecé a recoger sus papeles: Eran partituras. Yo miré una sorprendida pues nunca había entendido esos dibujos indescifrables, luego vi una púa tirada en el piso y entonces todo me cerró: Tocaba la guitarra.
—Tocas la guitarra eléctrica, ¿no? —le pregunté.
Él me miró directamente a los ojos.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó.
Yo me puse roja al instante, quizás debería haberme quedado callada, sin embargo me animé a hablar.
—Pues, lo deduje porque esta es tu púa, es muy blanda para ser para un bajo así que solo se me ocurre que es para cuerdas de nylon —le respondí.
El muchacho parpadeó varias veces sorprendido mientras mi rubor aumentaba.
—Ehh... —balbuceé, ya había entrado en pánico...—. Sucede que tomé unas clases de guitarra y eso fue una de las cosas que nos enseñaron.
—Así que la nueva entiende de púas —dijo mientras sonreía, se levantó—. Me llamo Chester.
Así que así se llamaba, no lo podía recordar, menos mal que no había metido la pata al decirle un nombre que no era.
—Un poco, sí… —dije mientras reía—. Yo me llamo Annie.
—Chester, aquí estabas —dijo una voz atrás mío con marcado acento británico.
Me giré y vi que allí estaba el chico de cabello blanco y ropas elegantes pero me aturdí por completo al ver sus ojos: ¡Eran diferentes! El derecho era verde y el izquierdo celeste.
—Louis, no pensé que llegarías tan temprano —dijo Chester—. Ella es la chica nueva de la que te hablé ayer ¿recuerdas?
—Ah, sí —dijo Louis mientras me miraba con una sonrisa en los labios, tomó mi mano y la besó, haciendo que mi temperatura corporal se eleve varios grados centígrados—. Mi nombre es Louis, un placer conocerte.
—E...e....—balbuceé. ¡No podía hablar! Vamos Annie, sólo ha sido un beso en la mano—. Encantada, me llamo Annie.
—Un nombre muy hermoso para tan bella señorita —dijo Louis... Ahí iba mi termómetro corporal de nuevo.
—Vamos, Louis... Luego te haces el caballero inglés —dijo Chester mientras lo tomaba del hombro—. Quiero enseñarte la nueva música que compuse...
—Luego nos vemos, Annie —dijo Louis mientras se despedía con la mano imposible de soltarse de la garra de Chester, yo sonreí y me despedí de él con un saludo de mi mano.
Al parecer, Chester era un poco tsundere. Continué caminando mientras miraba las cosas del "insti" más tranquila, ya que el día anterior había estado bastante apurada y apenas había podido observar lo que me rodeaba. Finalmente, cuando memorice casi todos los lugares importantes, me encontré con Nicholas que estaba abriendo la puerta del salón de delegados.
—¡Buenos días, Nicholas! —lo saludé con una sonrisa.
Nicholas se dio vuelta y se sonrojó de inmediato mientras sonreía.
—¡Oh! ¡Hola, Annie! ¿Qué tal te parece el instituto? —me preguntó mientras se acercaba a mí—. ¿Te gusta? Es un gran lugar, no he tenido tiempo de preguntártelo ya que he estado sumamente ocupado.
—Es genial, hay gente muy simpática aquí —le dije mientras sonreía. Dios... No sabía que era más tentador: si centrar mi mirada en su hermosa sonrisa o en sus ojos.
—¿De verdad? —quiso saber, al parecer le interesaba— ¿A quién has conocido?
—Pues a las chicas: Melany, Keyla, Lila, Rose, también a Ida—dije mientras las enumeraba con mis dedos—. ¡Ah! Y también a Louis y Chester...
—¿Chester? —preguntó Nicholas, al escuchar el nombre del pelirrojo, su semblante pasó de amable a serio—. ¿Has hablado con Chester?
Esto me sorprendió, al parecer Nicholas tenía un problema con Chester.
—Emm... Sí… —dije.
Nicholas abrió la puerta del salón y me invitó a pasar, entré con el corazón latiendo muy deprisa; ¿me habré metido en un problema? Me ofreció una silla y yo me senté; Nicholas se sentó frente mío.
—Voy a serte franco —me dijo mientras me miraba a los ojos muy serio, Dios, estaba tan guapo... Ay por favor, Annie, contrólate. Asentí—. No quiero que frecuentes con Chester.
—¿Y eso?, ¿por qué? —pregunté.
—No es la mejor influencia para una dama como tú —respondió, eso me sorprendió, no sé por qué pero sentía que hablaba con mi padre—. Chester está a punto de que lo expulsen definitivamente del Instituto y eso puede perjudicar tu imagen.
Yo aclaré mi garganta para poder hablar.
—Nicholas, te agradezco que me des un consejo —le dije seria—. Pero creo que no eres el indicado para decirme que debo y que no debo hacer; si es verdad lo que dices de Chester entonces tendré más cuidado, pero no esperes que no le dirija la palabra, simplemente... no soy así
.
—Me contento que no lo frecuentes demasiado y te metas en problemas —dijo Nicholas con una sonrisa amable—. Además, Chester siempre está detrás de las chicas Lin... Ejemm...
Tosió nervioso, yo me sonrojé intensamente, ¿cuántas veces más me voy a sonrojar en el día?
Sonó la campana de inicio de clases, yo tomé mi bolso y cuando me dispuse a saLir, Allison entró como una tromba al salón.
—Nicholas, necesito que... —empezó a decir pero se detuvo a medio diálogo, me miró furiosa y luego lo miró a su hermano— ¿Qué hace ésta aquí?
Antes de que abra la boca para hablar, Nicholas se me adelantó.
—Se llama Annie, y vino a preguntarme unas cosas del Instituto —dijo Nicholas con una voz tan gélida como su mirada—. ¿Qué quieres?
—Necesito que me prestes dinero —dijo Allison poniendo voz de niña desamparada.
—Ayer te presté $100, ¿qué hiciste con lo que te di? —preguntó Nicholas.
—Me los gasté en ropa —respondió Allison, cruzándose de brazos.
—¿Y piensas que voy a darte más? —preguntó mientras levantaba una ceja.
—Sí —respondió Allison.
—La respuesta es no —dijo Nicholas—. Y vete de aquí que ya sonó la campana y no quiero castigarte nuevamente.
Allison salió del salón con mala cara y yo seguía al costado de la puerta, formando parte del muro. Cuando ella se fue dando un portazo que casi rompe el cristal, Nicholas se presionó el puente de la nariz.
—Perdona, no sabía que iba a venir —dijo Nicholas—. A veces se pone difícil.
—Tú me diste un consejo, ¿puedo darte yo uno? —pregunté.
—Adelante —dijo Nicholas.
—No dejes que tu hermana te trate así —le dije afligida.
Nicholas me sonrió amablemente.
—Gracias, Annie; lo tendré en cuenta —sonrió—. Ahora vete a clases o llegarás tarde.
Salí apresurada para llegar a clases, por suerte aún no habían empezado, así que me senté en mi pupitre hasta esperar que venga el profesor. Finalmente, llegó el Señor Farker, nos saludó y antes de empezar la clase hizo un anuncio.
—Como bien saben, todos los años los alumnos deben elegir un club en el colegio —comenzó—. Los que ya están unidos a un grupo pueden elegir cambiarlo o seguir en el mismo, pero los que no, es obligatorio que escojan uno; este año los clubes son los siguientes.
Se dio media vuelta y escribió en el pizarrón los clubes que había para elegir: Club de Música, Club de Dibujo, Club de Básquet, Club de Jardinería, Club de Teatro, Club de Estudio.
—Los que ya estén afiliados a un grupo levanten la mano—Dijo el Señor Farker, varios alumnos levantaron la mano, entre ellos Chester, Allison, Melany y Keyla, el Señor Farker los anotó en su cuaderno—Perfecto, ahora los que no tengan un club o deseen cambiarlo, levanten la mano, por favor.
Levanté la mano, también lo hicieron Ken, Ida, Karla, Lila y otros alumnos más. El Señor Farker les fue preguntando a los alumnos qué club elegían y finalmente lo anotaba, había llegado mi turno.
—¿Usted, Señorita Sucrette? —preguntó el profesor.
Yo observé mis opciones, no era buena para el deporte así que el club de básquet está descartado; a pesar de haber tocado la guitarra un par de veces no tenía muy buen oído musical, así que el club de música también estaba fuera; apenas podía dibujar una nube, el dibujo no es para mí; pensé que el club de estudio estaría bueno para pasar tiempo con Nicholas pero tampoco quería venir obligada al colegio sólo a estudiar, y el teatro nunca fue mi fuerte, mis padres no me creen mis mentiras; ya tenía mi decisión.
—Elijo el club de jardinería —dije.
—¡Perfecto! —chilló Ken, emocionado— ¡Yo elijo ese también!
Mientras el Señor Farker lo anotaba en su cuaderno, yo tapé mi cara con la mano, podía escuchar las risitas y los cuchicheos de Allison y su séquito de taradas. Iba a matar a Ken en cualquier momento.
Cuando cada alumno eligió su club pudimos continuar con las clases; el timbre del recreo sonó y todos salieron disparados hacia afuera. Yo tomé mis cosas y fui a dejarlas en mi casillero ya que tenía club de jardinería luego de ese recreo.
Rose y las chicas estaban hablando de moda y muchachos, por lo visto el sueño de la albina era ser una diseñadora de renombre porque no dejó ni un minuto de confeccionar con sus palabras a detalle un nuevo guardarropas para mí.
—Unos volados por aquí y un poco de encaje por allá. Además, te quedaría divino un hermoso corsé para resaltar tus curvas, Annie. Tienes un cuerpo muy bien proporcionado, me recuerdas a la actriz de Anna Valerious en Hellsing —Rose me tomó de la mano y me hizo dar una vuelta para que todas las chicas pudieran apreciarme—: Labios carnosos, hermosos pómulos, mejillas Rosedas y una cabellera idéntica a la de ella. Definitivamente podrías ser modelo. Salvando tu altura, claro está.
—Lo dice la que mide dos metros —se burló Keyla.
—Lo caro viene en frasco chico, como el perfume —exclamó enojada Rose.
—Y el veneno también —susurró Keyla sin que ella pudiera oírla.
Cuando el timbre de regreso a clases sonó, los alumnos del club y yo nos dirigimos a los invernaderos para empezar con esa tediosa tarea. El club quedaba detrás del instituto, al llegar nos maravillamos de ver ese hermoso parque lleno de flores, arbustos, árboles y verde. Había un muchacho arrodillado en la tierra atendiendo un Rosel, al escuchar nuestras voces se dio vuelta y nos miró, tenía unos lindos ojos verdes; sonrió y se levantó para darnos la bienvenida.
—Hola, bienvenidos —nos saludó al acercarse—. Me llamo Jason y soy el encargado del club de jardinería.
Jason se levantó y sacudió sus rodillas llenas de tierra, llevaba unos pantalones de trabajo y una musculosa blanca, una gorra blanca dada vuelta dejaba salir sus mechones y protegía sus manos de la maleza usando unos gruesos guantes marrones (aunque no estaba claro si el color era por la tierra misma o porque así habían salido de fábrica).—Bienvenidos al club de jardinería —dijo Jason mientras se sacaba sus guantes de trabajo y nos recibía con una hermosa sonrisa, nosotros le devolvimos el saludo sonriendo y agradeciendo. Nos miró uno por uno detenidamente—. Chicos, así no van a poder trabajar, van a ensuciarse.Nos miramos y tenía razón, no teníamos ropa apropiada para trabajar la tierra, una de las chicas llevaba tacones los cuales se estaban enterrando en el césped, lo mismo estaba pasando con mi calzado.—Entren al depósito, allí encontrarán unos pantalones de trabajo, botas, guantes, todo lo que les haga falta para no ensuciarse —nos indicó Jason mientras señalaba la puerta de
Otro día comenzaba, el Sol lentamente se filtraba por mis cortinas color lavanda y afuera un pajarillo me cantaba con alegría de estar vivo otro día. Ojalá yo tuviese el humor mañanero de aquella ave pues parecía el Grinch cuando me despertaba por las mañanas, eran muy pocos los días en donde amanecía como personaje de comercial de colchones, la gran mayoría de las veces parecía un vampiro que no había dormido bien. El único consuelo que tenía era que ya faltaban dos días para el fin de semana y tenía planificado un día de playa con las chicas antes que llegue irremediablemente el otoño y tengamos que guardar los trajes de baño para fin de año.Apenas me quité las sábanas de encima el delicioso aroma del desayuno me llegó a la nariz, olía a café recién hecho y pan tostado, si había algo que amaba era el perfume del café. Sin cambiarme todavía, me calcé mis pantuflas de pata de oso y bajé a desayunar; mi madre me esperaba en la cocina con tostadas francesas y aquella deliciosa y calien
Lo que quedaba de la semana se había ido en un parpadeo, ya estábamos en viernes y a pesar que tenía un sábado espectacular por delante me encontraba deprimida por la partida de mi amigo; el hecho que Ken se fuera me afectó de manera que jamás había creído posible, si bien en un principio sentía molesta y hasta impertinente la presencia de mi amigo ahora lo extrañaba demasiado, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y para colmo no había encontrado su número en mi taquilla pues alguien había forzado la cerradura, y además de faltar su número de contacto no estaban mis libros, una foto de mis padres, maquillaje y dinero que siempre tenía guardado de emergencia.Andaba por los pasillos con mis cuadernos pegados al pecho, había sufrido una agresión directa a mis pertenencias, no tenía ni idea de quién había podido ser el autor de ese delito, mis amigas no habían visto nada y a pesar de que me aconsejaron que vaya y hable con la directora preferí no hacer nada o iba a sufrir más re
Si uno pasaba por los pasillos de Sweet Armonis podía darse cuenta cuando estaban sus alumnos con exámenes encima: Uñas comidas, cabellos alborotados, apuntes desordenados, ojeras y sobredosis de café hacían el combo de "estudiante en exámenes".Los seis meses que nos separaban de la "semana de la muerte", como llamaban los alumnos del instituto a los siete días de exámenes, habían pasado en un suspiro. Allison y sus amigas habían regresado tras sus dos semanas de castigo con las baterías cargadas de resentimiento y odio hacia Nicholas y a mí; por ende, cada vez que quería ir al baño debía ir acompañada de al menos dos de mis amigas o de lo contrario sabía que alguna de ellas tres me estaba esperando para hacerme daño.El primer día que Allison y sus amigas habían regresado me vi acorralada entre los casilleros y una rubia sacada de sí misma.—¡Me pagarás esto, Sucrette! —gritó mientras levantaba su mano de uñas esculpidas lista para estampillarla contra mi rostro, pero entonces de la
Apenas llegué al instituto me percaté de los nervios que todos sentíamos ante la presencia de nuestros enemigos naturales: Los exámenes. El único consuelo que nos quedaba era la Golden Week, una semana completa sin tener que ir a clases para que los profesores pudieran corregir todos los exámenes; así que no veíamos la hora de pasar por la tortura académica para poder descansar un poco.El primer día de examen la directora nos recibió a todos como de costumbre en el gimnasio y nos dio su discurso diario.—Buenos días —dijo la "dire". Hoy estaba de mejor ánimo que de costumbre, no sabía si era porque estaba disfrutando de nuestro sufrimiento por tener por delante una semana muy complicada o porque había dormido bien, nosotros le respondimos el saludo—. Hoy tenemos un anuncio especial, no solo comenzamos los exámenes de final de semestre...—Hurra... —gruñó Chester a mis espaldas.—...sino que además ya están los resultados de la votación que hicieron los señores delegados acerca del ev
Salí a caminar por la playa, el día estaba hermoso y había mucha gente aún, pese a que el Sol ya estaba perdiéndose.Lo que había comenzado como unas vacaciones en familia habían terminado en que mis padres regresen casi de inmediato a casa porque la empresa para la que trabajaban estaba teniendo problemas importantes; por ende me había quedado yo sola en la costa, con dinero suficiente para todo el resto de la semana.El viento que soplaba era muy cálido aunque el cálido otoño ya estaba en sus últimos días y seguramente pronto recibiríamos al invierno; se rumoreaba que ese año iba a hacer mucho pero mucho frío.Miraba al mar absorta en mis pensamientos mientras el viento movía mi pareo que llevaba atado a la cadera, a lo lejos había un muchacho surfeando las olas con mucha habilidad. Me quedé mirando como hacía dibujos con el agua que saltaba, no podía ver su cara pero llevaba el cabello medianamente largo y se lo notaba atlético y delgado.Continué caminando hasta que vi un cangrejo
Luego de mi encuentro con Dalle, había decidido regresar a casa de urgencia; no les di mucha explicación a mis padres pero antes de que terminara la Golden Week, Nicholas me había mandado un WhatsApp preguntándome si podríamos tomar un helado juntos, yo acepté y quedamos en vernos al otro día en el parque cerca de mi casa.Al llegar estaba Nicholas esperándome, yo llevaba un jean coral, unas ballerinas blancas, una chaqueta de jean blanca, y una camisa negra; Nicholas llevaba una chomba de los All Blacks, un jean claro, zapatillas blancas y una campera del mismo color. Ya empezaba a hacer frío.—Hola, Nicholas —dije cuando llegué—. Espero no haberte hecho esperar.—Para nada —dijo Nicholas con una sonrisa—. ¿No te fuiste a ningún lado para las vacaciones?—Fui a la playa pero mis padres tenían que trabajar y no quería quedarme sola, así que me volví —le dije.—Me parece muy bien —dijo Nicholas, suspiró—. Mi hermana en cambio nos hizo pasar un infierno, una noche no volvió a casa y tuv
«Finalmente estoy aquí», pensé mientras una gota de sudor frío bajaba por mi pecho; la sudadera verde la tenía pegada a la espalda bañada en transpiración y los cristales de mis anteojos estaban empañados por la respiración entrecortada llena de nerviosismo y miedo. Hacia sólo unas horas Annie se había despedido de mi en la terminal de buses y le había entregado el osito que mi madre me dejó antes de morir.El autobús se acercaba a la terminal donde mi padre me estaba esperando. La gran mayoría de las personas que se encontraban en el mismo vehículo visitaban la capital del estado o se reunían con sus familiares después de un largo viaje, muchos estaban sonriendo, aunque la mayoría dormían porque el viaje había durado toda la noche. Era lo malo de vivir en una ciudad tan pequeña: que no había un autobús expreso con un destino directo al ser poco rentable, siendo más conveniente detenerse en diferentes lugares para recoger pasajeros con el mismo destino. Las luces de la terminal se re