«Finalmente estoy aquí», pensé mientras una gota de sudor frío bajaba por mi pecho; la sudadera verde la tenía pegada a la espalda bañada en transpiración y los cristales de mis anteojos estaban empañados por la respiración entrecortada llena de nerviosismo y miedo. Hacia sólo unas horas Annie se había despedido de mi en la terminal de buses y le había entregado el osito que mi madre me dejó antes de morir.El autobús se acercaba a la terminal donde mi padre me estaba esperando. La gran mayoría de las personas que se encontraban en el mismo vehículo visitaban la capital del estado o se reunían con sus familiares después de un largo viaje, muchos estaban sonriendo, aunque la mayoría dormían porque el viaje había durado toda la noche. Era lo malo de vivir en una ciudad tan pequeña: que no había un autobús expreso con un destino directo al ser poco rentable, siendo más conveniente detenerse en diferentes lugares para recoger pasajeros con el mismo destino. Las luces de la terminal se re
Al final, ya no duele... Su indiferencia, su silencio, su ausencia... Ya no duelen. Te olvidé, Annie; al fin te olvidé.Un año había pasado desde aquél primer y último mensaje recibido; durante ese tiempo no había regresado al pueblo ni una sola vez, mi padre me comentó en un par de ocasiones que había visto pasar a Annie acompañada por sus amigos, en una ocasión con un chico rubio y un pitbull, seguramente era Nicholas, pero no me imaginaba ni a mi ex amor o al delegado siendo dueños de un perro de tanto carácter como esa raza; no tenía idea de quién podía ser el propietario de ese can. «Quédate donde no pueda verte»... Esas palabras me habían destruido, había perdido a mi única amiga, durante mucho tiempo me sentí el ser más patético del mundo, pero aprendí a hacer de mí mismo mi mejor amigo. Es necesaria la destrucción para construir algo nuevo; como el ave fénix que resurge de las cenizas.Me levanté temprano, como siempre, para ir a trotar, pero antes me apetecía una ducha. Mient
El pueblo costero donde vivía es característico por su gran actividad pesquera, pero también por gozar de una temperatura media en otoño e invierno. Aunque ese año fue la excepción pues una fuerte tormenta proveniente del Sur había llegado y ahora todos estábamos muertos de frío; mamá había tenido que comprar por Internet cobertores más gruesos para las camas y yo dormía con tres pares de calcetines, el único que no se quejaba era papá diciendo que no hacía tanto frío, que peor lo había pasado en su niñez, y es que papá había nacido en un pequeño pueblo francés en Rhône-Alpes y estaba bastante acostumbrado a las bajas temperaturas.Ese día llegué al Instituto sobre la hora, me puse la primera ropa de invierno que encontré, cacé un pedazo de pan con mermelada y una naranja y salí corriendo para clases; me había quedado dormida y si no fuese por mis padres aún seguiría cautiva de Morfeo.Al entrar al salón de clases, las chicas me saludaron a la distancia con entusiasmo, estaban leyendo
A mis padres no les caía nada graciosa la idea que casi diez personas se reunieran en casa con tan poca anticipación. Normalmente no hubiese tenido ningún problema en hacer una reunión de este tipo, pero mamá siempre me había pedido que le comunicara con, al menos, una semana de antelación, cosa que se limpie todo en profundidad y poder recibir a mis invitados como ellos merecían; pero les expliqué la situación y accedieron, siempre y cuando limpie los baños, la cocina, la sala y no deje que mis amigos fumen dentro de la casa.Tuve que volver corriendo a casa para ponerme en campaña, até mi largo cabello en una colita y me puse a limpiar a conciencia. Cerré la puerta de mi dormitorio con llave pues adentro era un completo desastre. «¿Por qué tu habitación parece un campo de batalla?», preguntaba mi mamá siempre que entraba. Cerca de las cuatro ya había terminado, así que fui a darme una ducha y a cambiarme de ropa, elegí algo cómodo y preparé los bocadillos para compartir con mis amig
A Nicholas le costó trabajo convencer a la directora. Ella tenía sus motivos para no permitir el concierto en el Instituto, uno de sus puntos fuertes eran los derechos de autor a pagar por tocar canciones que no eran de dominio público y ella no tenía ninguna intención en financiar nuestra causa; pero finalmente, al mostrarle el plan, la organización (y que no tendría que poner un centavo), accedió. El concierto sería en cuatro semanas.Pedimos permiso especial para quedarnos después de clases para poder acondicionar el gimnasio para el evento, pero al ver que luego de una semana de no avanzar con la construcción del escenario, los camerinos, el stand de bebidas, y no haber podido practicar ni una canción, Nicholas consiguió un permiso especial de la directora para faltar a clases durante todo el tercer período.Como a Kentin no se le había designado ninguna tarea, aprovechamos su tamaño y fuerza para designarlo como guardia de seguridad, cosa que nos vendría muy bien en caso de que
El lunes por la mañana Asagi y yo nos fuimos juntas al colegio, el clima era cada vez más y más helado, y pese a que Asagi se negaba a dejar de usar minifaldas tuvo que ponerse pantalones para poder soportar las frías ventiscas que traía el mar. No tenía noticias de los chicos desde el día del concierto, Kentin no tenía tanto trato con ellos, los gemelos mucho menos y Rose no lograba dar con Louis pese a haberlo llamado todo el fin de semana; necesitaba preguntarles sobre esa chica misteriosa y mi amiga no supo a quién me refería, así que lo di por perdido y comencé una nueva semana escolar.Al llegar al Instituto vi a Ayaka y Lila juntos, Lila estaba muy avergonzada y arrugaba su vestido negro, Ayaka sólo le sonreía.—¿Qué sucede? —preguntó Asagi, pero yo la interrumpí, había visto esta escena en demasiados animes.—Lila se le está declarando a Ayaka —susurré con una sonrisa.—Quoi?! —preguntó Asagi, Ayaka se acercó más a mi amiga, pero luego Lila negó con la cabeza y se fue corriend
Le di vueltas al asunto de Dessire un millón de veces, trataba de encontrar una solución para hacer que ella se vaya del Instituto y no regrese más. Sin embargo, por más que lo pensaba, más me daba cuenta de que haga lo que haga, Dessire tenía razón: Nadie iba a creerme. Me encontraba absorta en mis pensamientos, dando vueltas en la cama, cuando mi prima entró a mi habitación, llevaba unos shorts rosados y una camiseta negra con la lengua de los Rollings Stone.—¿Prima? —Asagi se veía preocupada, no había bajado a cenar y no tenía la misma actitud de siempre desde que ella había llegado a terminar los estudios aquí; por lo general luego de las clases nos pintábamos las uñas, conversábamos o jugábamos con sus muchas pelucas—. ¿Estás bien?—No, prima, la verdad es que no —le respondí, ella se acercó y se sentó al lado mío, me acarició con suavidad el cabello.—Dime que te pasa —suplicó con voz dulce, al menos a ella podía decirle la verdad.—Es Dessire —le confesé.—¿La chica de la que
Mis padres casi me matan cuando llegué casa. La directora les había dicho que había agredido a una ex estudiante del Instituto, que mi actitud dejaba mucho que desear y que de continuar por este camino ya no sería recibida el año siguiente. Pero Asagi les contó la verdad con lujo de detalles y con fundamentos que no se podían negar, y mis padres me creyeron; nos ofrecieron cambiarnos de Instituto a las dos pero nos negamos, no íbamos a dejársela tan fácil a Dessire, aunque deprimidas y angustiadas, nos encerramos en mi cuarto a escuchar música y comer chocolates mientras pensábamos en una forma de que el infierno termine, pero no logramos nada.Al día siguiente mis padres llamaron al colegio para informar que nos habíamos enfermado y que faltaríamos a clase, y hubiera seguido durmiendo si Rose no me hubiese despertado llamándome al celular, tomé mi teléfono y atendí.—¿Hola? —pregunté.—¿Están bien? —quiso saber Rose, se la notaba muy preocupada, se escuchaba también a Aren y Kentin d