Mis padres casi me matan cuando llegué casa. La directora les había dicho que había agredido a una ex estudiante del Instituto, que mi actitud dejaba mucho que desear y que de continuar por este camino ya no sería recibida el año siguiente. Pero Asagi les contó la verdad con lujo de detalles y con fundamentos que no se podían negar, y mis padres me creyeron; nos ofrecieron cambiarnos de Instituto a las dos pero nos negamos, no íbamos a dejársela tan fácil a Dessire, aunque deprimidas y angustiadas, nos encerramos en mi cuarto a escuchar música y comer chocolates mientras pensábamos en una forma de que el infierno termine, pero no logramos nada.Al día siguiente mis padres llamaron al colegio para informar que nos habíamos enfermado y que faltaríamos a clase, y hubiera seguido durmiendo si Rose no me hubiese despertado llamándome al celular, tomé mi teléfono y atendí.—¿Hola? —pregunté.—¿Están bien? —quiso saber Rose, se la notaba muy preocupada, se escuchaba también a Aren y Kentin d
Las cosas en el Instituto por fin se habían normalizado; por lo ocurrido con Dessire, la directora había prohibido que nadie que no pertenezca al Instituto ingrese al recinto escolar. Chester se había ausentado unos días, y por primera vez, Nicholas se lo dejó pasar; pero al regresar volvió con el cabello rojo y con un verdadero cambio de actitud, ya que esperó a que estemos todos reunidos en el aula y antes de que llegue el señor Farker nos pidió disculpas a Asagi y a mí, y a las dos nos dio un ramo de rosas blancas.La disculpa de Chester me conmovió y lo perdoné pero Asagi tardó un poco más en disculparlo. Asagi se estaba adaptando muy bien en el Instituto, tenía un gran éxito con los chicos y era una buena estudiante.La primavera ya estaba en sus últimos días cuando llegó mi cumpleaños, había decidido hacer una pequeña fiesta a la que fueron todos mis amigos, cumplía dieciocho años y estaba decidida a hacer una fiesta como Dios mandaba. Había alquilado un salón para treinta perso
El paisaje fue cambiando lentamente al alejamos de la urbe y sus ruidos para adentrarnos en el verde escocés, fuimos rodeados por montañas y lagos, la nieve, la paz, la quietud... Desde muy pequeña me había sentido sumamente atraída por aquella tierra repleta de príncipes y dragones, de magia y misterio, del Rey Arturo y sus caballeros de la mesa redonda, de torneos y justas entre caballeros y de princesas con largas y hermosas cabelleras. A lo lejos tímidamente se dejaba ver el Palacio de Scone, que asomaba entre una copiosa nevada, parecía un castillo de juguete espolvoreado con azúcar impalpable, celosamente resguardado por unos muros de piedra, altos y sólidos, que advertían que allí comenzaba propiedad privada y, para flanquear la entrada, unas puertas de hierro coronadas por un bello arco con las iniciales "B L" en él. Un guardia alojado en una casilla de roca que parecía muy acogedora nos hizo entrar abriendo la puertas eléctricas.—Al fin en casa —suspiró Asagi complacida mien
Los días en el Palacio de Scone transcurrían lentamente, lo que en un principio había sido una ventisca con algunos copos de nieve se había transformado en una tormenta, durante la noche se había desatado y una mañana que me levanté ya había varios centímetros de nieve. Nos encontrábamos varados en el Palacio pero eso no impedía divertirnos, si no estábamos montando a caballo o jugando entre nosotros nos colábamos a las cocinas para aprender secretos culinarios, en más de una ocasión el Chef Sinclaire nos echó pensando que íbamos a robar sus recetas hasta que Asagi dio orden de permitirnos ir a donde quisiéramos. Muy pronto me hice amigas de las mucamas y de los lacayos, me mostraron todos y cada uno de los pasadizos que usaban para cumplir con sus labores sin ser vistos ni escuchados y me enseñaron valiosos conocimientos de etiqueta y protocolo.Esa mañana me desperté muy temprano, quizás más que nadie; al correr las cortinas de la ventana pude apreciar que aún estaba oscuro afuera,
El Palacio amaneció un día completamente decorado con adornos navideños. Las guirnaldas y los campanas, los lazos dorados y rojos, el heno y los muérdagos alegraban las barandillas de la escalera imperial, los candelabros, los arcos de las puertas y los espejos. Toda la servidumbre llevaba una flor de Nochebuena adherida a su uniforme, y una vez al día salíamos a pasear en trineo tirado por uno de los caballos, hicimos más de una guerra de bolas de nieve y una competencia de muñecos a ver quién hacía el más original, el ganador fue Aren pues su muñeco era un Frosty Vader, con máscara y todo.Sin embargo, la nieve también acarreaba consecuencias adversas, pues nos vimos obligados a quedarnos dentro del palacio al haberse desatado una fuerte tormenta de nieve y ráfagas de viento helado. Nos habíamos quedado sin televisión así que nos paseábamos por los pasillos del Palacio buscando algo entretenido para hacer. Muy pronto Aren se entretuvo colocándole collares de muérdagos a las escultur
Los últimos días que quedaban de nuestra estancia en el Palacio de Scone pasaron volando y ya estábamos de regreso en nuestros hogares, habíamos traído regalos para todo el mundo pero también Asagi y yo traíamos dudas respecto a la declaración de Chester y Aren hacia mi prima y Nicholas, Louis y Kentin hacia mí.Cuando los chicos se enteraron de que no habían sido el único en confesar sus sentimientos casi se arma una batalla campal: Chester y Aren no podían estar juntos en la misma habitación, Nicholas y Kentin canalizaban su odio mutuo batiéndose a duelo en esgrima y arquería y Louis aprovechaba que ellos estaban muy concentrados sacándose los ojos para pasar tiempo conmigo y darles celos. En un principio el plan era quedarnos hasta vísperas de Año de Nuevo pero la situación en el palacio se estaba haciendo insostenible y Asagi tuvo que cancelar los planes y adelantar el viaje de regreso.Al llegar a casa me puse a pensar en qué hacer con la declaración de mis tres amigos, Asagi hiz
Kentin se acercó y me beso los labios. Era tan seductor y erótico como la primera vez que nos habíamos besamos, de camino a Edimburgo y a dos mil pies de altura. Los dedos me temblaron y un poco de chocolate caliente cayó en su pantalón, haciendo que salte de la cama de inmediato.—¡Ay! —exclamó con dolor. Al parecer el chocolate lo había quemado. Yo ahogué un grito y me tapé la boca con la mano.—¡Lo siento! —exclamé, ¡pero que tonta eres, Annie! ¡estás a punto de tener un encuentro romántico con tu novio y tú le derramas chocolate caliente!—No pasa nada, no te preocupes —rio Kentin, quitándole importancia al asunto—. No me lastimaste, sólo fue una reacción automática.Sorbí la mitad de mi taza por impulso, estaba tan avergonzada que quería ahogarme con el chocolate. Mientras Kentin se limpiaba con una camiseta volvió a sentarse en la cama; todo el romanticismo se había ido a la mierda.—Listo, ya está. Afortunadamente no pasó nada. —dejó la camiseta, ahora sucia, tirada en el suelo
—¡Annie! ¡Ayaka te busca! —exclamó mi papá desde la planta baja, aunque el primero en bajar fue Fuser, meneando su trasero de lado a lado mientras bajaba las escaleras a toda velocidad a saludar al recién llegado. Pese a que sabía que mi perro no le haría daño a mi amigo prefería que se mantenga alejado de él, pues una vez en el colegio escuché una conversación que, si bien no me molestó, me hizo tomar conciencia que no a todos les gustan los perros.—Ay, mira esto... Mi pantalón nuevo lleno de pelos del perro de Annie —masculló Ayaka mientras sacudía su jean celeste, Aren por su lado no le prestaba la más mínima atención, estaba muy enfrascado jugando con su PSP. Su gemelo lo miró con el ceño fruncido—. Te estoy hablando.—Ya te escuché, ¿qué quieres que te conteste? —masculló Aren sin dejar de jugar.—Pues, ¡no sé! ¡Algo!—Si no te gusta que Fuser te llene de pelos dile a Annie que lo saque al patio cuando vayas a su casa y ya está.—No puedo hacer eso, es mi amiga y quiere mucho a