El resto de los días de vacaciones se fue demasiado rápido, al igual que Navidad, celebramos el Año Nuevo en la playa y luego salimos de parranda a una de las tantas fiestas que se organizaban en la ciudad a orillas del mar, fuimos a un parque de agua, repetimos el paintball e incluso hicimos una excursión para hacer snorkell. Pero todo en esta vida tiene un final y, por más de que ninguno de nosotros quería irse, en nuestros hogares nos esperaban los libros para estudiar para nuestros exámenes de ingreso a la universidad.El viaje de regreso fue un poco más incómodo que a la ida porque Demonio iba con nosotros pero nos la supimos arreglar. Llegamos bastante cansados luego de diez horas de viaje, con ganas de una buena ducha y la comodidad de nuestra cama; Kentin fue dejándonos uno por uno en nuestras casas, hasta que llegó a la mía.—Muchas gracias por todo esto, de verdad —le dije mientras le daba un beso—. Pasé unas vacaciones geniales.—De nada —me dijo acariciando mi rostro, pegó
Dos semanas habían pasado desde mi examen de ingreso a la universidad y aún no tenía ni noticias de mi calificación, sólo podían ingresar ciento cincuenta de quinientos que dimos el examen; la fecha límite para entregar los resultados se acercaba y cada día que pasaba me ponía más y más nerviosa. A Kentin le había ido de maravilla en el examen para las Fuerzas Armadas, había sido designado para la Infantería Acorazada y comenzaba en pocas semanas, a Nicholas ya le habían entregado los resultados y había logrado uno de los diez mejores promedios, Rose y Ayaka habían pasado el examen con buenas notas y yo seguía en ascuas. Allison convenció a su padre de permitirles usar a ella y a su hermano una pequeña casa en las afueras de la Capital para poder estudiar, la rubia había conseguido ingresar a la Facultad de Turismo con la nota mínima después de mantenerla en suspenso como a mí. En cuanto a Kentin sólo iba a estar en nuestro departamento los fines de semana, ya que la Academia era un
Me llamo Annie, tengo dieciséis años y estudio en la preparatoria Sweet Armonis. Hace poco mi familia y yo nos mudamos a un pueblito costero por una oferta laboral a mis padres. Ellos son ingenieros navales y fueron contratados por la empresa pesquera que, por lo que escuché, el día que se vaya a la quiebra el pueblo caerá junto con ella.Así fue como me matriculé en la nueva preparatoria.El día había comenzado, la alarma de mi celular sonó advirtiéndome que era hora de levantarse para asistir a mi nuevo instituto; mientras mi Nokia vibraba y emitía sonidos de campanas de alerta en mi mano, me desperecé en mi cama, tratando de que la sangre vuelva a fluir por mis extremidades. Me senté en el borde y mi cabellera de rizos castaños se expandió por todos lados, protestando por levantarse temprano. Me froté un ojo y salí de mi cama para ir al baño.Me arreglé y decidí que ropa usaría en mi primer día en la "prepa" nueva. Luego de tirar todo el ropero abajo me decidí por una falda tablead
—¿¡Ke... Ken?! —pregunté asombrada y roja como un tomate.—¡Esto debe ser obra del destino! ¡Estamos destinados a estar juntos! —gritó Ken mientras me abrazaba, intenté apartarme de él pero ya era tarde. Todos mis compañeros de clase me habían visto y estaban riendo mientras me señalaban.—¡Tengan cuidado, chicos! ¡A la nueva le gustan los nerds! —dijo una chica rubia muy linda, sus amigas que se sentaban junto con ella reían mientras aplaudían su chiste.Aparté a Ken de un manotazo y con la cara roja de vergüenza me senté en el único asiento que estaba cerca, al frente de la clase.Llegó el profesor a imponer orden y se presentó a la clase. Se llamaba señor Farker y daba Lengua y Literatura; una materia que a mí siempre me encantó.Cuando la hora del señor Farker terminó todos se estaban retirando para ir al almuerzo, pero antes de poder levantarme para ir al buffet, unas chicas se me acercaron.—¡Hola! —dijo la pelirroja del grupo, era alta y esbelta—. Me llamo Ida, tú debes ser Ann
Mi despertador sonó con "Orange" de Kugimiya Rie, avisándome que era hora de despertarse e ir a clases. Nuevamente, mis rizos alborotados se despegaron de la almohada para inflarse a los costados como un bizcochuelo. Demonios, había días en los que realmente odiaba mi cabello.Tomé el celular y apagué la alarma, me senté en la orilla mientras estiraba mis brazos y hacía que las vértebras de mi columna regresaran a su estado original.Luego de visitar el baño y tratar de colocar mi rostro a su lugar correspondiente, me maquillé y elegí mi ropa para ese día. Elegí un vestido corto color Rosedo, y lo combiné con un jean negro bien ajustado, unos zapatos de tacón color blancos y mi campera de cuero negra; me recogí el cabello en una cola alta y tomé mi cartera para bajar a desayunar.Había olor a hotcakes, eso significaba que mi madre estaba despierta, bajé las escaleras y la encontré en la cocina preparando el desayuno para todos.—¡Hola, mamá! —la saludé. Ella se volteó y me sonrió.—Ho
Jason se levantó y sacudió sus rodillas llenas de tierra, llevaba unos pantalones de trabajo y una musculosa blanca, una gorra blanca dada vuelta dejaba salir sus mechones y protegía sus manos de la maleza usando unos gruesos guantes marrones (aunque no estaba claro si el color era por la tierra misma o porque así habían salido de fábrica).—Bienvenidos al club de jardinería —dijo Jason mientras se sacaba sus guantes de trabajo y nos recibía con una hermosa sonrisa, nosotros le devolvimos el saludo sonriendo y agradeciendo. Nos miró uno por uno detenidamente—. Chicos, así no van a poder trabajar, van a ensuciarse.Nos miramos y tenía razón, no teníamos ropa apropiada para trabajar la tierra, una de las chicas llevaba tacones los cuales se estaban enterrando en el césped, lo mismo estaba pasando con mi calzado.—Entren al depósito, allí encontrarán unos pantalones de trabajo, botas, guantes, todo lo que les haga falta para no ensuciarse —nos indicó Jason mientras señalaba la puerta de
Otro día comenzaba, el Sol lentamente se filtraba por mis cortinas color lavanda y afuera un pajarillo me cantaba con alegría de estar vivo otro día. Ojalá yo tuviese el humor mañanero de aquella ave pues parecía el Grinch cuando me despertaba por las mañanas, eran muy pocos los días en donde amanecía como personaje de comercial de colchones, la gran mayoría de las veces parecía un vampiro que no había dormido bien. El único consuelo que tenía era que ya faltaban dos días para el fin de semana y tenía planificado un día de playa con las chicas antes que llegue irremediablemente el otoño y tengamos que guardar los trajes de baño para fin de año.Apenas me quité las sábanas de encima el delicioso aroma del desayuno me llegó a la nariz, olía a café recién hecho y pan tostado, si había algo que amaba era el perfume del café. Sin cambiarme todavía, me calcé mis pantuflas de pata de oso y bajé a desayunar; mi madre me esperaba en la cocina con tostadas francesas y aquella deliciosa y calien
Lo que quedaba de la semana se había ido en un parpadeo, ya estábamos en viernes y a pesar que tenía un sábado espectacular por delante me encontraba deprimida por la partida de mi amigo; el hecho que Ken se fuera me afectó de manera que jamás había creído posible, si bien en un principio sentía molesta y hasta impertinente la presencia de mi amigo ahora lo extrañaba demasiado, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y para colmo no había encontrado su número en mi taquilla pues alguien había forzado la cerradura, y además de faltar su número de contacto no estaban mis libros, una foto de mis padres, maquillaje y dinero que siempre tenía guardado de emergencia.Andaba por los pasillos con mis cuadernos pegados al pecho, había sufrido una agresión directa a mis pertenencias, no tenía ni idea de quién había podido ser el autor de ese delito, mis amigas no habían visto nada y a pesar de que me aconsejaron que vaya y hable con la directora preferí no hacer nada o iba a sufrir más re