Jason se levantó y sacudió sus rodillas llenas de tierra, llevaba unos pantalones de trabajo y una musculosa blanca, una gorra blanca dada vuelta dejaba salir sus mechones y protegía sus manos de la maleza usando unos gruesos guantes marrones (aunque no estaba claro si el color era por la tierra misma o porque así habían salido de fábrica).
—Bienvenidos al club de jardinería —dijo Jason mientras se sacaba sus guantes de trabajo y nos recibía con una hermosa sonrisa, nosotros le devolvimos el saludo sonriendo y agradeciendo. Nos miró uno por uno detenidamente—. Chicos, así no van a poder trabajar, van a ensuciarse.
Nos miramos y tenía razón, no teníamos ropa apropiada para trabajar la tierra, una de las chicas llevaba tacones los cuales se estaban enterrando en el césped, lo mismo estaba pasando con mi calzado.
—Entren al depósito, allí encontrarán unos pantalones de trabajo, botas, guantes, todo lo que les haga falta para no ensuciarse —nos indicó Jason mientras señalaba la puerta de madera identificada con un cartel que decía "depósito del club de jardinería"—. Pueden cambiarse en los baños.
Mientras hacía lo que Jason nos había indicado, Ken me pisaba los talones, hablando acerca de lo bella que me veía con las flores haciendo fondo... Mi paciencia estaba en su límite, quería a mi amigo pero a veces era demasiado acosador. En los estantes encontré unas botas de goma de color verde, unos pantalones de mi talle color crema y una sudadera blanca; el único problema era que mis senos se notaban demasiado y ese día llevaba ropa interior Rose y se me transparentaba un poco, sin mencionar que los genes de mi familia me habían favorecido otorgándome una buena delantera.
Salí del baño mientras me ataba el cabello con un bolígrafo en un rodete y regresé donde estaba Jason; al parecer estaba preparando todo para nuestra primera clase pues unos enormes costales con tierra abonada, palas, picos, tijeras de podar y fertilizante nos estaban esperando, él levantó la mirada y me miró.
—Veo que ya te cambiaste —dijo mientras me sonreía, tenía un agujero separando ambos incisivos, algo que encontré muy simpático.
—Sí, había bastante para elegir aunque creo que voy a tener que llevar esta ropa a casa para lavarla al final del día —le comenté.
—Para la próxima clase trae una muda de ropa, así estarás más cómoda —me sugirió.
Ya los chicos habían salido y se iban acercando a donde estábamos nosotros, Ken iba vestido con un enterizo de jean, botines de trabajo y tenía un sombrero de paja. La canción de "El Viejo McDonald Tenía una Granja" empezó a sonar automáticamente en mi cabeza y moví la cabeza de lado a lado casi imperceptiblemente, al parecer había sido el último en poder elegir la ropa. Ken cuando me vio se percató de la transparencia de la sudadera y automáticamente comenzó a chorrear sangre por la nariz.
—Bien, ya que estamos todos. Comencemos —dijo Jason, mientras se fregaba las manos—. Pero primero que nada, déjenme preguntarles si alguno de ustedes tiene experiencia previa, aunque sea mínima, en jardinería.
Sólo tres estudiantes levantaron la mano de los cinco que éramos. Es más... salvando a Ken, éramos todas chicas.
—Muy bien, veo que esto cambia las reglas de juego que tenía previstas —dijo Jason, mientras observaba a todos con detenimiento—. Vamos a hacer lo siguiente, formaremos parejas: Colocaremos un estudiante que tiene conocimientos con uno que no.
Jason se paseó entre nosotros mientras formaba los equipos, la chica que le tocó a Ken no estaba muy contenta que digamos, como yo sobraba hacía pareja con Jason.
Jason y yo nos encargamos de los Roseles, los cuales estaban sumamente descuidados, yo los miraba con pena y compasión.
—Parece que te gustan las plantas —observó mi instructor.
—No entiendo mucho de ellas pero sé cuándo un ser vivo sufre o está enfermo —le respondí, Jason me sonrió de nuevo con esa sonrisa tan peculiar suya.
—Se nota que tienes buen corazón —me dijo, mientras me pasaba unos guantes blancos—. ¿Cómo te llamas?
—Me llamo Annie —le respondí—. Soy nueva, hace sólo dos días que estoy aquí.
—Me alegro de que la "prepa" tenga a una buena persona aquí —dijo Jason mientras se arrodillaba para atender las ramitas secas del Rosel.
—Oye Annie, ¿tienes novio? —quiso saber Jason mientras me miraba a los ojos, yo me puse colorada.
—Eeste... No —le respondí muerta de la vergüenza.
Él se Limitó a sonreír, no entendía que le causaba tanta gracia, continuamos cortando cabitos secos mientras conversábamos de cosas del instituto, de las plantas; sin embargo, no tuve cuidado con las manos y me pinché con una espina haciéndome daño.
—¡Ay! —dije mientras retiraba la mano con rapidez. Jason tomó mi mano y la observó, el dedo estaba rojo, no salía sangre pero ardía; separó el resto de los dedos sanos del herido y lo colocó dentro de su boca.
¡¡DEMONIOS!! ¡¡Estaba hirviendo!! Sus ojos estaban cerrados y podía sentir su lengua acariciando mi dedo, algo se movía en mi interior haciendo que mi estomago se llene de mariposas; finalmente abrió los ojos y me miró mientras me sonreía.
Como último trabajo, Jason les encargó a Ken y a las chicas que dejen un ramo de Roses en la sala de profesores y en el despacho de la directora, mientras él y yo guardábamos las herramientas. Luego de guardar la última, Jason se me acercó, todavía sentía su lengua en mi dedo.
—Tu dedo está bien, ¿no? —preguntó, yo enrojecí y asentí—. La saliva es el mejor aliado para un lastimado, lubrica y refrigera.
Annie, tienes una mente muy pervertida para ser tan casta, amiga mía.
—Sí, muchas gracias —respondí, enmudecí y vi como Jason se me acercaba lentamente, mi cuerpo se había paralizado de repente. Jason levantó su mano y acarició mi cabello colocándolo detrás de mi oreja, automáticamente cerré los ojos y me preparé... Pero el beso no llegaba, sólo sentía la risa de Jason, abrí los ojos y vi su sonrisa, levanté mi mano y sentí una Rose en mi cabello. Automáticamente me puse roja pero le di una sonrisa de disculpa.
—Te veo la semana que viene, Annie —me despidió.
—Hasta otra —le dije.
Fui al depósito y recogí mi ropa, todavía disponía de 20 minutos antes de la siguiente clase, así que me dirigí a los vestuarios para poder ducharme antes de entrar a clases.
Para ir a los vestuarios debía, imperiosamente, pasar por el gimnasio; cuando abrí la puerta vi a Nicholas, Chester, un alumno alto y moreno, y otros alumnos, jugando al basquetbol. Traté de no llamar la atención pero era imposible, eran todos varones y yo era la única mujer con una sudadera blanca que transparentaba mi sostén Rosedo y con las rodillas llena de tierra.
Al escuchar los primeros silbidos y piropos entré corriendo a los vestidores, pude escuchar la voz de Chester.
—¡Si hubiera sabido que ibas a vestirte así seguramente escogía el club de jardinería! —gritó mientras todos los chicos se reían.
—Chester, déjala en paz —dijo Nicholas con voz de serio.
—No te metas, putito —le respondió Chester, no pude escuchar su conversación ya que cerré la puerta de los vestidores de chicas. Adentro me desvestí y entré a darme una buena ducha.
Ya cambiada y bañada, doblé la ropa y la guardé en una bolsa, no iba a devolverla sucia. La guardé en mi cartera y salí de los vestuarios; en el gimnasio sólo quedaba el muchacho moreno, el cual estaba haciendo simples al aro. Al escuchar mis tacones en el suelo de madera detuvo su entrenamiento y se me acercó botando la pelota.
—Así que tú eres la chica que distrae a mi equipo —dijo el moreno mientras se reía—. No te culpo, eres muy bonita.
Ahí iba mi temperatura corporal de nuevo...
—Gra… Gracias —dije.
—Me llamo Dross, soy el presidente del club de básquet —se presentó.
—Soy Annie y soy nueva en el instituto —le comenté.
—Un gusto, Annie —dijo Dross mientras seguía haciendo botar su pelota—. Así que estás en el grupo de jardinería, ¿eres amante de la naturaleza?
—En realidad, era el más accesible conforme a mis a habilidades —le respondí con toda sinceridad—. No soy buena en los deportes ni en las artes.
Dross se rio con ganas, se dio vuelta y realizó un último tiro al aro dando en el blanco. Sí que era presumido.
—Me gustaría que me acompañes a tomar algo luego de clases, ¿te gustaría? —dijo mientras se acercaba a su bolso y revolvía entre sus cosas.
—Eh... Yo... —empecé, no estaba segura pues debía de regresar a casa a hacer mis quehaceres pero me detuve en seco al escuchar a Dross lanzar una palabrota— ¿Dross?
—Disculpa, pero mi collar de la suerte desapareció —dijo, estaba muy molesto.
—¿Collar de la suerte? —pregunté.
—Es un colgante con la forma de un ala que uso en todos mis partidos —se explicó mientras separaba un espacio entre su dedo índice y pulgar para explicar el tamaño del colgante—. Ahora no está.
—Sacando a los chicos no creo que ellos te hayan robado un colgante —le dije.
—No, pero si había otras tres chicas más —dijo mientras se rascaba la cabeza.
—¿Chicas? —pregunté.
—Sí, eran tres —dijo levantando la misma cantidad de sus dedos— Una rubia, una asiática y una de cabello castaño, puede que ellas lo hayan robado.
—Averiguaré —le dije, no sé por qué se lo dije, a veces mi boca habla más deprisa que lo que mi cerebro piensa, pero a Dross se le iluminó la mirada.
—¿De verdad? —preguntó.
—Claro, espérame en las escaleras de la entrada a la salida —le dije y salí corriendo. Tenía una vaga idea de donde podían estar Allison y sus amigas; si las películas algo me habían enseñado era donde se podían reunir plásticas como ellas: El baño de mujeres. Al llegar me percaté que la puerta estaba cerrada, cosa que me sorprendió, debían estar ahí dentro, pegué el oído contra la puerta y escuché, del otro lado oía voces.
—Me ha costado pero por fin tengo el collar de ese bombón moreno. —Decía la voz de Allison con aires de superioridad.
—Ahora se lo podrás presumir a todo el mundo, en especial a Chester. —decía la voz de Mei.
—¿Puedes mostrármelo, Allison? —suplicó Chessire.
—No lo tengo conmigo, está debajo de mi pupitre, no tuve tiempo de guardarlo en otro lado —dijo Allison.
"Bingo", pensé, me dirigí al salón de clases, como era recreo no había nadie; disimuladamente me acerqué al pupitre de Allison y metí la mano, tanteé un poco y lo encontré.
Al momento sonó el timbre del retorno a clases y me senté en mi pupitre.
Al finalizar las clases miraba como Allison discutía con sus amigas, al parecer se había dado cuenta que el colgante no estaba pero por fortuna no sospechaba de nadie.
Las clases del día terminaron y debía ir a entregar la preciada mercancía. Dross esperaba en las escaleras, sentado; tuve que aguardar a que el trío de taradas se pierda de vista y me acerqué a él.
—Lo tengo —le susurré.
—¡Eres genial! —me dijo mientras tomaba su colgante y lo colocaba por encima de su cabeza—. Ahora más que nunca te mereces ese refresco.
Dross me acompañó a mi casa caminando mientras conversábamos y tomábamos nuestras bebidas pero se estaba haciendo tarde y no quería tener problemas con papá y mamá. Dross se ofreció a acompañarme a casa y al llegar a ella me despedí de él.
—Espero que vayas al club de básquet el año que viene —rio a modo de despedida y se marchó.
"Seguramente estaré en ambos" pensé.
Otro día comenzaba, el Sol lentamente se filtraba por mis cortinas color lavanda y afuera un pajarillo me cantaba con alegría de estar vivo otro día. Ojalá yo tuviese el humor mañanero de aquella ave pues parecía el Grinch cuando me despertaba por las mañanas, eran muy pocos los días en donde amanecía como personaje de comercial de colchones, la gran mayoría de las veces parecía un vampiro que no había dormido bien. El único consuelo que tenía era que ya faltaban dos días para el fin de semana y tenía planificado un día de playa con las chicas antes que llegue irremediablemente el otoño y tengamos que guardar los trajes de baño para fin de año.Apenas me quité las sábanas de encima el delicioso aroma del desayuno me llegó a la nariz, olía a café recién hecho y pan tostado, si había algo que amaba era el perfume del café. Sin cambiarme todavía, me calcé mis pantuflas de pata de oso y bajé a desayunar; mi madre me esperaba en la cocina con tostadas francesas y aquella deliciosa y calien
Lo que quedaba de la semana se había ido en un parpadeo, ya estábamos en viernes y a pesar que tenía un sábado espectacular por delante me encontraba deprimida por la partida de mi amigo; el hecho que Ken se fuera me afectó de manera que jamás había creído posible, si bien en un principio sentía molesta y hasta impertinente la presencia de mi amigo ahora lo extrañaba demasiado, uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y para colmo no había encontrado su número en mi taquilla pues alguien había forzado la cerradura, y además de faltar su número de contacto no estaban mis libros, una foto de mis padres, maquillaje y dinero que siempre tenía guardado de emergencia.Andaba por los pasillos con mis cuadernos pegados al pecho, había sufrido una agresión directa a mis pertenencias, no tenía ni idea de quién había podido ser el autor de ese delito, mis amigas no habían visto nada y a pesar de que me aconsejaron que vaya y hable con la directora preferí no hacer nada o iba a sufrir más re
Si uno pasaba por los pasillos de Sweet Armonis podía darse cuenta cuando estaban sus alumnos con exámenes encima: Uñas comidas, cabellos alborotados, apuntes desordenados, ojeras y sobredosis de café hacían el combo de "estudiante en exámenes".Los seis meses que nos separaban de la "semana de la muerte", como llamaban los alumnos del instituto a los siete días de exámenes, habían pasado en un suspiro. Allison y sus amigas habían regresado tras sus dos semanas de castigo con las baterías cargadas de resentimiento y odio hacia Nicholas y a mí; por ende, cada vez que quería ir al baño debía ir acompañada de al menos dos de mis amigas o de lo contrario sabía que alguna de ellas tres me estaba esperando para hacerme daño.El primer día que Allison y sus amigas habían regresado me vi acorralada entre los casilleros y una rubia sacada de sí misma.—¡Me pagarás esto, Sucrette! —gritó mientras levantaba su mano de uñas esculpidas lista para estampillarla contra mi rostro, pero entonces de la
Apenas llegué al instituto me percaté de los nervios que todos sentíamos ante la presencia de nuestros enemigos naturales: Los exámenes. El único consuelo que nos quedaba era la Golden Week, una semana completa sin tener que ir a clases para que los profesores pudieran corregir todos los exámenes; así que no veíamos la hora de pasar por la tortura académica para poder descansar un poco.El primer día de examen la directora nos recibió a todos como de costumbre en el gimnasio y nos dio su discurso diario.—Buenos días —dijo la "dire". Hoy estaba de mejor ánimo que de costumbre, no sabía si era porque estaba disfrutando de nuestro sufrimiento por tener por delante una semana muy complicada o porque había dormido bien, nosotros le respondimos el saludo—. Hoy tenemos un anuncio especial, no solo comenzamos los exámenes de final de semestre...—Hurra... —gruñó Chester a mis espaldas.—...sino que además ya están los resultados de la votación que hicieron los señores delegados acerca del ev
Salí a caminar por la playa, el día estaba hermoso y había mucha gente aún, pese a que el Sol ya estaba perdiéndose.Lo que había comenzado como unas vacaciones en familia habían terminado en que mis padres regresen casi de inmediato a casa porque la empresa para la que trabajaban estaba teniendo problemas importantes; por ende me había quedado yo sola en la costa, con dinero suficiente para todo el resto de la semana.El viento que soplaba era muy cálido aunque el cálido otoño ya estaba en sus últimos días y seguramente pronto recibiríamos al invierno; se rumoreaba que ese año iba a hacer mucho pero mucho frío.Miraba al mar absorta en mis pensamientos mientras el viento movía mi pareo que llevaba atado a la cadera, a lo lejos había un muchacho surfeando las olas con mucha habilidad. Me quedé mirando como hacía dibujos con el agua que saltaba, no podía ver su cara pero llevaba el cabello medianamente largo y se lo notaba atlético y delgado.Continué caminando hasta que vi un cangrejo
Luego de mi encuentro con Dalle, había decidido regresar a casa de urgencia; no les di mucha explicación a mis padres pero antes de que terminara la Golden Week, Nicholas me había mandado un WhatsApp preguntándome si podríamos tomar un helado juntos, yo acepté y quedamos en vernos al otro día en el parque cerca de mi casa.Al llegar estaba Nicholas esperándome, yo llevaba un jean coral, unas ballerinas blancas, una chaqueta de jean blanca, y una camisa negra; Nicholas llevaba una chomba de los All Blacks, un jean claro, zapatillas blancas y una campera del mismo color. Ya empezaba a hacer frío.—Hola, Nicholas —dije cuando llegué—. Espero no haberte hecho esperar.—Para nada —dijo Nicholas con una sonrisa—. ¿No te fuiste a ningún lado para las vacaciones?—Fui a la playa pero mis padres tenían que trabajar y no quería quedarme sola, así que me volví —le dije.—Me parece muy bien —dijo Nicholas, suspiró—. Mi hermana en cambio nos hizo pasar un infierno, una noche no volvió a casa y tuv
«Finalmente estoy aquí», pensé mientras una gota de sudor frío bajaba por mi pecho; la sudadera verde la tenía pegada a la espalda bañada en transpiración y los cristales de mis anteojos estaban empañados por la respiración entrecortada llena de nerviosismo y miedo. Hacia sólo unas horas Annie se había despedido de mi en la terminal de buses y le había entregado el osito que mi madre me dejó antes de morir.El autobús se acercaba a la terminal donde mi padre me estaba esperando. La gran mayoría de las personas que se encontraban en el mismo vehículo visitaban la capital del estado o se reunían con sus familiares después de un largo viaje, muchos estaban sonriendo, aunque la mayoría dormían porque el viaje había durado toda la noche. Era lo malo de vivir en una ciudad tan pequeña: que no había un autobús expreso con un destino directo al ser poco rentable, siendo más conveniente detenerse en diferentes lugares para recoger pasajeros con el mismo destino. Las luces de la terminal se re
Al final, ya no duele... Su indiferencia, su silencio, su ausencia... Ya no duelen. Te olvidé, Annie; al fin te olvidé.Un año había pasado desde aquél primer y último mensaje recibido; durante ese tiempo no había regresado al pueblo ni una sola vez, mi padre me comentó en un par de ocasiones que había visto pasar a Annie acompañada por sus amigos, en una ocasión con un chico rubio y un pitbull, seguramente era Nicholas, pero no me imaginaba ni a mi ex amor o al delegado siendo dueños de un perro de tanto carácter como esa raza; no tenía idea de quién podía ser el propietario de ese can. «Quédate donde no pueda verte»... Esas palabras me habían destruido, había perdido a mi única amiga, durante mucho tiempo me sentí el ser más patético del mundo, pero aprendí a hacer de mí mismo mi mejor amigo. Es necesaria la destrucción para construir algo nuevo; como el ave fénix que resurge de las cenizas.Me levanté temprano, como siempre, para ir a trotar, pero antes me apetecía una ducha. Mient